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Para quienes creemos en la misión de la empresa privada de producir riqueza para beneficio de toda la Nación, tenemos que insistir en tres premisas básicas de nuestra creencia:
La primera: El empresario, el administrador, el hombre y la mujer que trabajan, tienen, en su corporeidad -entendida como la fusión indivisible de lo espiritual y lo corpóreo-, el fundamento de su dignidad. Esto no se debe olvidar ni en el fragor de la producción ni en la lucha por el mercado, porque terminaría por manipularse principios de libertad, autonomía, dignidad, con tal de adquirir, a como dé lugar, los resultados económicos.
La segunda: La gula financiera, la gula de lucro, la gula de poder, tienen que ser templadas por la intervención del Estado, porque, la tendencia empresarial y humana hacia ellas, seguiría reduciendo esa misión a simple explotación de seres o a disfrazar de bondad y magnanimidad de corazón, lo que sólo sería una estrategia de mercado.
La tercera: La legitimidad de la búsqueda de la riqueza para todos, incluídos los más débiles, a través del sistema de empresa privada, no la exime del cuidado con que han de extraerse, cosecharse, producirse, comercializarse o usufructuarse los bienes de la tierra. Estas tres premisas facilitan la compresión de nuestro pensamiento con relación al cambio que hay que reconocerle al sistema que asume procedimientos y actitudes más acordes con el respeto por todos los seres, incluida la naturaleza, y a esa dignidad del aportante del Talento Humano: Hay un capitalismo democrático y social en constante desarrollo que se experimenta y visibiliza en la filosofía de empresa privada.
A quienes nos escriben diciendo que somos ingenuos al pretender reencausar esta filosofía por los principios de la eticidad, la moral y la legalidad, tenemos que decirles que así como hay empresas y empresarios perversos, diabólicos, en su forma de ser, de actuar y de mostrarse en el ejercicio de su emprendimiento, también hay empresarios convencidos en su actitud, en su pensar, y en su accionar, de su responsabilidad social integral: ética, moral y legal.
Y con seguridad que usted, que está leyendo esto, se encuentra entre estos últimos.
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