lospsicópatasdesalmadosk.schneider
Los psicópatas desalmados de K. Schneider. Psicopatología de los trastornos de personalidad.
Docencia mir psiquiatría y pir psicología clínica.
Clasificación de las psicopatías.
Día 6 de abril 2009, Teruel: Trastornos de personalidad.
En recuerdo de Kurt Schneider (1887-1967)
Breve repaso de su obra: Ejerció en Colonia, y cátedra de Heidelberg (hasta 1955).
Muy influenciado por K. Jaspers. Método descriptivo, estudio de la sintomatología. A diferencia de Kraepelin.
-En 1.923: “Personalidades psicopáticas”. (Una Tipología estrictamente descriptiva).
-En 1.935: “Psicopatología de los sentimientos y de los instintos”
-En 1.946: “La psicopatología clínica”: Su obra más famosa, donde realiza la identificación de los síntomas de primer y segundo rango de la esquizofrenia.
(De Historia de la psiquiatría. De J. Postel Y Cl Quetel. Ed. FCE: México)
Ver: K. Schneider. Las personalidades psicopáticas. Ed. Morata. 8ª edición.
Ver en google books obra de K. Schneider.
http://www.marietan.com/Psicopatia.htm
Los PSICOPATAS DESALMADOS
Comprendemos bajo esta designación -empleada también, incidentalmente, por KRAEPELlN- a personalidades anormales, que se caracterizan por el embotamiento afectivo, sobre todo (pero no de un modo exclusivo) frente a los otros hombres.
Son individuos carentes de compasión, de vergüenza, de pundonor, de arrepentimiento, de conciencia moral; en su modo de ser, muchas veces hoscos, fríos, gruñones; en sus actos, asociales, brutales.
Forman también el núcleo de los «enemigos de la sociedad» y «antisociales» de KRAEPELIN. Nosotros evitamos estas expresiones porque no son caracterológicas, sino sociológicas, y porque, con ellas, podrían comprenderse también otras formas totalmente distintas de personalidades perturbadoras de la sociedad.
Próxima a nuestra fórmula -muy limitada, como se ve- está la «anestesia moral» de F. SCHOLZ, que acentúa, igualmente, la anormalidad de los sentimientos: «El anestésico moral conoce perfectamente las leyes morales; las ve, pero no las siente y, por eso, tampoco subordina a ellas su conducta.» La expresión, a pesar de su buena plasticidad, no nos parece feliz, como expresión fisiológica.
Lo mismo que F. SCHOLZ, GAUPP, acentúan mucho la falta de compasión: «Quien, desde el nacimiento, permanece incapaz de sentir compasión, es un hombre patológico.» Nosotros no hablamos de «patológicos», sino sólo de anormales, y vemos transiciones insensibles, desde los pocos compasivos a los indiferentes, y desde éstos a los fríos o desalmados.
Pasaron los tiempos en que se discutía el problema. de una enfermedad «moral insanity». Otras expresiones para lo mismo son las de «locura moral”, «estupidez moral» (BAEZ), «imbecilidad» e «idiocia moral» «oligofrenia moral» (BLEULER), «acromatopsia moral» (LIEPMANN) Y «complejo sintomático anético» (anodino) (ALBRECHT).
Ver historia del concepto: “Moral insanity” A Brief history. de Lucy Ozarin. http://pn.psychiatryonline.org/cgi/content/full/36/10/21
La abundancia de literatura sobre este problema -muchas veces apasionada, porque roza cuestiones ideológicas- se ocupa, casi siempre, de un concepto muchísimo más amplio que el que nosotros tenemos en cuenta. Se refiere, algunas veces, a los asociales en general y, a menudo, incluso a los modos de manifestación asociales de las enfermedades mentales.
Infinitas especulaciones fisiológicas, psicológicas y metafísicas se desarrollan sobre la base de la «moral insanity».
Todavía, en la actualidad, se halla en el punto central del interés la cuestión de si el defecto moral se presenta también sin defecto intelectual. Tampoco en este problema podemos recurrir a la literatura más que con reservas, porque ésta tiene en cuenta, casi siempre, no sólo los desalmados, sino, entre otros, también los abúlicos, los hipertímicos y hasta los pseudólogos. (mitómanos)
Entre los que ponen el acento principal en la falta de los conceptos morales hay que citar especialmente a C. WESTPHAL; según este autor, existiría un defecto, en la formación de los conceptos morales, aunque este defecto, a menudo, estuviera encubierto.
También SCHLOSS intentó demostrar que la idiocia intelectual sería la esencia de la locura moral. Todo podría reducirse a la oligofrenia; la cual, sin embargo, no siempre saltaría a la vista. Se trata de una «insuficiencia del mecanismo de las deducciones». SCHAEFER acentúa también la incapacidad para la formación de conceptos superiores; el oligofrénico moral no puede comprender la esencia de los deberes morales.
BLEULER, -La demencia precoz: el grupo de las esquizofrenias de Eugene Bleuler.-
sobre todo, sustenta la otra opinión. La ilustró con un caso que carecía por completo de defecto intelectual y puso todo el acento en el «defecto de los sentimientos morales». También H. W. MAIER llegó al resultado de que existiría, con una disposición intelectual normal. una «acentuación sentimental defectuosa de los conceptos morales». KRAEPELIN cree que la inteligencia suele estar medianamente desarrollada, a lo sumo dentro de los límites de la vida práctica, pero que no es preciso que esté disminuida. No hay «ningún motivo para juzgar esta clase de malformación psíquica desde puntos de vista distintos, por ejemplo, al de la debilidad mental con una buena disposición moral».
Hay que adherirse totalmente a KRAEPELIN. - La paranoia de Kraepelin. -No se puede negar que existen casos de semejantes desalmados, embotados por completo en lo que se refiere al honor y a la vergüenza, al premio y al castigo, a la situación ajena y-también-a la propia, en los que tendría que construirse, en el sentido corriente, un defecto de la inteligencia. Pero jamás se encuentran, entre estos caracteres, en tanto que sean asociales, individuos verdaderamente dotados; por regla general, se encuentra, incluso, una asociación con la oligofrenia. "En todo caso, es más frecuente la mala inteligencia, como dice también BLEULER.
Naturalmente, a pesar de ello, el hablar de oligofrénicos, imbéciles o idiotas morales o afectivos se presta a interpretaciones torcidas y erróneas. Oligofrénico moral se podría llamar, todo lo más, a alguien que no pudiera enjuiciar moralmente. A la apreciación, sin importancia, de semejante facultad, se reducen todos los intentos anteriores de investigar experimentalmente los sentimientos morales. Para hablar con J. BERZE, (Primary insufficiency of mental activity – 1914) se investiga sólo la moral de la inteligencia, la «seudomoral», no la moral de los sentimientos, que es, no obstante, la que nos interesa. «Una buena moral de la inteligencia puede encubrir el defecto de la moral de los sentimientos.»
En la clínica se ven, sin duda, más desalmados masculinos que femeninos. Pero esto puede depender también de la situación social del hombre y de su mayor importancia criminal. Desde muchos sectores, se ha señalado la frecuencia de la presentación muy precoz de la frialdad de sentimientos. Al parecer, precisamente los desalmados puros son reconocibles ya, casi siempre, en la infancia.
L. BINSWANGER ha descrito gráficamente tales desalmados infantiles, sobre todo un pequeño torturador de animales que procedía de un modo muy reflexivo.(ver “Teorías de la personalidad de L. Binswanger”. Por D.G, Boeree) http://webspace.ship.edu/cgboer/binswangeresp.html
Aunque la concepción de KRAMER y VON DER LEYEN -según la cual, la crueldad infantil no sería siempre más que una reacción a daños del mundo externo- va demasiado lejos, se debe ser reservado, en los niños, con la hipótesis de una personalidad desalmada. Una conducta brutal y sin consideración puede estar condicionada por un ambiente desfavorable. Tales niños, sólo embotados afectivamente, pero no carentes de sentimientos, se modifican en un ambiente favorable (REINZE). La terquedad y la exasperación pueden provocar cuadros externamente iguales.
Tampoco deben confundirse con rasgos de crueldad la curiosidad ni la incomprensión infantil frente a cuestiones ajenas; por tales motivos, pueden ser crueles casi todos los niños.
Siempre se ha concedido un valor especial-verbigracia: por TILING, E. MULLER y GAPP- a la demostración de que la anomalía existe desde la juventud y a la imposibilidad de educación. En estos casos, el ambiente no parece influir de un modo digno de mención en el desarrollo psíquico; a lo sumo, influye en la ocultación del defecto. Según KRAEPELIN, los enemigos de la sociedad oligofrénicos tienen el peor pronóstico; tampoco fuera de estos casos puede esperarse nada, después de los veinte años de edad. Las comunicaciones presentadas por PACHANTONI y KRONFELD sobre criminales habituales que se hicieron de nuevo sociales, afectan a formas psicológicamente distintas a las que nos referimos aquí.
Pero, naturalmente, también los desalmados pierden actividad criminal en edades avanzadas.
Por lo que se refiere a la herencia, la presentación familiar ha sido descrita con frecuencia por BLEULER, recientemente por PANSE, LEITER y, en un gran material, por STUMPFL. Repetidas veces se han investigado su conexión heredobiológica con la esquizofrenia. MEGGEDORFER la afirmó para una parte de los desalmados, que comprendió bajo el nombre de paratimia. STUMPFL, después, ha refutado definitivamente la opinión de que los criminales sean parientes de esquizofrénicos.
Los casos completamente puros de desalmados no son muy frecuentes. Algunas veces existen relaciones íntimas con los hipertímicos. TILING, como hemos diicho, hasta quiso derivar totalmente la «moral insanity" de la inferioridad psicopática sanguínea. Esto, con toda seguridad, no se consigue. Precisamente los desalmados fríos y brutales no son sanguíneos. Existen también las más íntimas relaciones con los psicópatas que nosotros llamamos abúlicos. Muchos trabajos sobre «moral insanity» se basan, verdaderamente, en tales inconstantes pasivos y no en los desalmados activos.
Son frecuentes, además, los rasgos seudológicos, como en los casos de BLEULER, de R. W. MAIER y de LONGARD (ver ” simulacros de la locura" Obra magna e insuperable de José Ingenieros) http://es.wikisource.org/wiki/Simulación_de_la_locura:_9
. Por otra parte, existen relaciones con aquellas formas malhumoradas, egoístas y frías del grupo depresivo y con ciertos lábiles de ánimo, como demuestra un caso de KRONFELD Arthur Kronfeld, (colaborador de Magnus Hirschfeld)
La «moral insanity» de la literatura abarca todos estos psicópatas, distintos en los extremos, pero unidos pocos casos de transición. También se presentan rasgos sentimentales (LoNGARD, LIEPMANN).
El síntoma de la «moral insanity» se presenta, ocasionalmente, en muchas formas de psicopatía y en la mayoría de las psicosis. Pero los desalmados, frios y faltos de escrúpulos a que nos referimos aquí tienen también, en su aspecto, una cierta semejanza con los esquizofrénicos.
KAHLBAUM ha descrito, bajo el nombre de «heboidofrenia», formas análogas ala hebefrenia, que mostraban «desviaciones de las costumbres y de la moralidad» y, ulteriormente, «tendencias y actos criminales». En oposición a los hebefrénicos, estos enfermos no caían «en la confusión ni en la demencia». Los llama, brevemente, «heboides». El desarrollo en los años infantiles y juveniles sería especialmente importante. Los heboides representarían una forma clínica particular de la oligofrenia moral.
HESS confirmó la existencia de semejantes criminales, próximos a los hebefrénicos. ZIEHEN, igualmente, llamó la atención sobre estos criminales juveniles hebefrénicos. Pero también conoce formas que no tienen más que esta apariencia: faltas morales transitorias de la pubertad, dependientes del «desenfreno que sobreviene con la emancipación escolar».
Es de una gran importancia, también desde el punto de vista práctico, separar los esquizofrénicos de los jóvenes desalmados. Habrá que pensar, sobre todo, en un proceso esquizofrénico, cuando los jóvenes no son, sino que se hacen desalmados. La decisión puede ser difícil, pero es muy raro que sea imposible.
También después de traumatismos cerebrales se ve aparecer el cuadro de la falta de sentimientos morales. Los actos de brutalidad de los niños encefalíticos se diferencian por su fogosidad impulsiva de los actos semejantes de los desalmados; para esta cuestión, remitimos a lo que dijimos antes con mayor detenimiento (THIELE, STAEHELIN y otros). POPHAL ha reunido casos de alteraciones exógenas infantiles del carácter, en el sentido de la «moral insanity».
La “locura moral», como dijo KNOP en 1875, era idónea «para dar todo el crédito, en el foro, al médico legista». Patéticamente, exclamaba: « ¡Guárdate, Jurisprudencia penal, de que la llamada moral insanity arranque de tus manos la espada de la justicia!»
Hoy ha pasado este peligro y, sólo con existencia simultánea de defectos intelectuales, se admitirá la disminución o abolición de la responsabilidad. Las circunstancias delictivas son muy distintas; junto a los crímenes brutales, están los atentados contra la propiedad y todos los restantes delitos y faltas. KOGLER ha descrito jóvenes asesinos desalmados. Sin embargo, de ninguna manera son criminales todos los desalmados; no lo son, sobre todo, los de las capas sociales superiores.
A menudo, los desalmados no criminales dan rendimientos asombrosos en puestos de toda clase. Son aquellas naturalezas aceradas, que «andan sobre cadáveres», y cuyos fines no necesitan ser egoístas, sino que pueden responder también a ideales.
KRETSCHMER los ha descrito plásticamente, entre sus formas esquizoides. En tales casos, la inteligencia es, sin duda, buena; a menudo, sobresaliente.
Opciones de tratamiento de los psicópatas desalmados:
Un rasgo especial de los desalmados es la incorregibilidad.
En los casos pronunciados, falta toda base en la que pueda cimentarse la educación. No se puede hacer mucho más que recluir a estos individuos, siempre que sea necesario y legalmente posible. Admitir una disminución de la responsabilidad, porque, con arreglo a las normas actuales, sólo entonces sea legalmente posible la reclusión en un establecimiento psiquiátrico, nos parece lícito -a lo sumo- en casos extremos.
También BERINGER, en contra de MEZGER, propugna este punto de vista; en tal discusión, sin embargo, no se ha tenido en cuenta sólo a los psicópatas desalmados, sino a todos los psicópatas criminales. Por principio, no puede supeditarse el enjuiciamiento de la culpabilidad a consideraciones político-criminales.
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Ver: K. Schneider. Las personalidades psicopáticas Ed. Morata. 8ª edición.
¡¡esto no está en el DSM-IV¡¡
vive la psicopatología.
j.l.día sahún jldiasahun@gmail.com