Definición de alturas

Una de las cosas más importantes al leer cualquier tipo de música, bien sea que se cante o no (esta puede sentirse en la cabeza, sin sonar) es la definición de las alturas que están escritas. Para poder hacerse una imagen de cómo suena cada nota es necesario desarrollar algunas herramientas que funcionan de manera complementaria y que se adaptan en mayor o menor grado a cada tipo de música. Por ejemplo, en la música tonal es muy común utilizar los grados melódicos que componen una escala, y que tienen diferentes funciones dentro de la tonalidad, para encontrar la altura exacta de una nota, normalmente en relación con la tónica. Así, si uno está en Si menor y necesita saber cómo suena un mi, puede encontrar esa altura sintiendo la función de subdominante, pensando en el cuarto grado de la escala de si menor. Para esto es necesario familiarizarse con la tensión característica de cada grado y poder sentirla en diferentes tonalidades, en diferentes registros vocales y con diferentes nombres de nota. Por ejemplo, no es lo mismo pensar mi, como cuarto grado de Si menor en un registro grave, que pensar re como cuarto grado de La menor en un registro agudo. todas estas variables tienen que ver con la facilidad (o dificultad) con la que se pueden pensar las alturas.

Otra herramienta para pensar las alturas es la que da el conocimiento de los intervalos. Si uno sabe exactamente cómo suena cada uno de los posibles intervalos puede reproducir una melodía completa a partir de una nota dada. Sin embargo, para esto es necesario familiarizarse profundamente con la sonoridad particular de los doce intervalos diferentes que se pueden encontrar dentro de una escala cromática. Esta es una tarea un poco más compleja que aprenderse la sonoridad de los grados melódicos, pero es muy útil para pensar las alturas en músicas atonales, o en pasajes donde la tónica no es muy clara.

La tercera forma de identificar las alturas es la más sencilla de todas: la memoria auditiva. Si uno está cantando una melodía que repite varias veces una misma nota, llega el momento en que uno ni siquiera tiene que pensar los grados melódicos o los intervalos. Lo único que hay que hacer es acordarse de la nota que se cantó antes y dejarla sonar. Es fácil acordarse de notas que se repiten mucho (como la tónica, por ejemplo) pero también es posible desarrollar la memoria, de manera que uno sea capaz de acordarse de las notas que uno elija recordar dentro del contexto de una melodía.

Lo normal es que cuando uno lee, combine todas las formas de identificación de alturas (grados melódicos, intervalos y memoria), así que, para tener una buena lectura, no basta con dominar un sólo sistema. Hay que desarrollarlos todos en forma paralela.