Alejandro 6ºEl vicioso Rodrigo Borgia, quien tomó el nombre de Alejandro 6º (1492-1503), presidió más orgías que masacres, escribió Edward Gibbon. Una carrera destacada fue la “Justa de las Putas” en 1501, cuando 50 bailarinas fueron invitadas a desvestirse lentamente alrededor de la mesa del Papa. Alejandro y su familia alegremente arrojaron castañas sobre el piso, forzando a las mujeres a arrastrarse como cerdos; luego ofrecieron premios de finas ropas y joyería para el hombre quien fornicara con más mujeres.
Pío 9º (1846-78) Inventó la “Doctrina de la Infalibilidad Papal”. Él escribió: “la divina revelación es perfecta y, por tanto, no está sujeta a continua e indefinida progresión para corresponder con el progreso de la razón humana… ningún hombre es libre para abrazar y profesar que la religión en la que cree es cierta, guiado por la luz de la razón… la iglesia tiene el poder para definir dogmáticamente la religión de la Iglesia Católica como la única verdadera religión… la religión Católica debe ser mantenida como la única religión del estado, excluyendo todas las otras formas de adoración… El Pontífice Romano no puede ni debe reconciliarse o estar de acuerdo con el progreso, liberalismo y la civilización moderna.
Pío 9º también fue un notable antisemita, forzando a los Judíos Romanos a vivir en guetos y bautizar a los niños Judíos por la fuerza.
Algunas personas vieron la más famosa apología de Juan Pablo a los Judíos como hipócrita en el contexto de su decisión de beatificar a Pío 9º.
Julio 2º (1503-13) Es recordado por comisionar a Miguel Ángel el pintar el techo de la Capilla Sixtina. También fue el primer Papa en contagiarse “la enfermedad francesa”, la sífilis, de los hombres prostitutos romanos. Un Buen Viernes de 1508, fue incapaz de hacer que le besen sus pies sus fieles por las ronchas de la sífilis.
Pío 12ºEugenio Pacelli, después conocido Pío 12º, firmó la “Reichskonkordat” en 1933, entre el Vaticano y Alemania, dándole a los Nazis su primera y muy necesaria pieza de reconocimiento internacional. De acuerdo con las fanfarronerías de Hítler en una subsecuente reunión de gabinete, abrió el camino para abordar “la urgente lucha contra la Judería internacional”.
El acuerdo fue celebrado en la catedral de San Hedwig en Berlín con swásticas flameando junto con banderas Católicas y la “Horst Wessel”, el himno no oficial de los Nazis, sonando desde los altavoces para los miles que estaban reunidos afuera.
A medida que Hitler desenrolló la “Solución final”, la respuesta del Vaticano puede sólo ser descrita como un silencio ensordecedor.
Cuando las fuerzas Nazis entraron en Roma en 1943, los alemanes empezaron la deportación de unos 1.000 judíos quienes vivían cerca del Vaticano.
En un gesto único, el embajador alemán en Roma, temiendo un revés anti-Papa de la población italiana, le suplicó al Papa, a nombre de Adolf Hitler, emitir una protesta pública para indicar al menos algún signo de santidad.
A pesar de esta extraordinaria invitación, el Papa Pío 12º permaneció en silencio y los judíos (mayormente mujeres y niños), fueron enviados en camiones de ganado a Auschwitz para su ejecución inmediata. Hasta este día, el Vaticano jamás admitió esta inhumanidad, ni se disculpó con los 15 únicos sobrevivientes.
Por todo el Holocausto, Pío 12º era consistentemente acosado con ruegos de líderes internacionales, para ayudar a los judíos, pero se mantuvo firmemente en silencio.
Hacia el final de la 2º Guerra Mundial, el Vaticano dedicó muchísimos recursos para redactar falsos documentos, y financió transportes secretos, para cientos de criminales de guerra envueltos en torturas y asesinatos masivos por toda Europa.
Ello incluyó a Adolf Eichmann, el supervisor de la exterminación de los judíos, el Dr. Joseph Mengele, el doctor quien asesinó cientos de miles con experimentos barbáricos, así como también los oficiales croatas responsables de la horrenda tortura y asesinado de cientos de miles de personas inocentes. Este sistema de ayudar a criminales de guerra a evadir el arresto, se volvió infamemente conocido como las “sogas para trepar a bordo”.
Leo 10ºNunca un Papa estuvo tan dedicado a los caros placeres terrenales más que el Papa Leo 10º (1513-21). Gastó la gran fortuna dejada por su predecesor en apenas 2 años. Leo tenía un fetiche por las bromas y comedias obscenas, que a menudo eran representadas en el Vaticano por sus cardenales. Para mantener su estilo de vida espléndido, vendió “indulgencias”. Una indulgencia era un perdón del infierno por pecados como el asesinato, la poligamia, el sacrilegio, el perjurio y la brujería. Su nepotismo fue tan corrupto como el de cualquier Papa, nombrando a su hijo Cardenal a los 14 años. Cuando sus cardenales conspiraron para matarlo, les arrancó las pieles a sus sirvientes con pinzas al rojo vivo para extraerles información. En un gran banquete de dignatarios, Leo hizo la más infame y dañosa afirmación acerca de la Cristiandad en la historia de la Iglesia. “Cuán bien conocemos qué lucrativa superstición ha sido esta fábula de Cristo para nosotros y nuestros predecesores”.
Sixto 4ºVolviendo a Roma, el papado tocó su verdadero punto más bajo en el Renacimiento (el historiador de la Iglesia Eamon Duffy compara Roma con la Washington de Nixon, “una ciudad de putas a sueldo y corrupción política). Sixto 4º (1471-84), quien fundó la Capilla Sixtina, tuvo seis hijos ilegítimos (uno con su hermana). Cobró impuestos eclesiásticos a las prostitutas y a sacerdotes por tener amantes, pero los críticos discutieron que esto meramente incrementó la prevalencia de la homosexualidad clerical.
Urbano 8º (1623-44) Fue famoso por su persecución de su ex amigo Galileo, el hombre quien inventó el telescopio y proclamó que la Tierra giraba alrededor del sol. Galileo fue puesto antes la temida Inquisición, hecho arrodillar y jurar, con sus manos sobre los Evangelios, que su teoría era una mentira. Aunque galileo se defendió, fue hecho jurar que jamás diseminaría su “herejía condenable” y confirmó este juramente en una confesión escrita que decía: “Habiendo sido amonestado por esta Santa Oficina/Oficio abandono enteramente la falsa opinión de que el Sol era el centro del universo e inamovible, y que la Tierra no era el centro del mismo y que se movía. Me arrepiento con un corazón y una fe sinceros, maldigo y detesto los errores y herejías dichas, y generalmente todos los errores y sectas contrarias a la Santa Iglesia Católica”.