Espanya: ni unitaria, ni soberana, ni democrática
No se puede hablar de soberanía nacional, unidad y democracia cuando en España no hubo asamblea constituyente
(salvo que entendamos por esto una reunión de castas sociales impulsada por los norteamericanos y secundada por
los cínicos Herrero de Miñón, Fraga Iribarne, Peces Barba, etc.). Ni siquiera se nos dejó elegir nuestra forma de
gobierno: ¿alguien podía pensar que lo que venía después iba a ser más democrático?
Según León Duguit la soberanía es la racionalización jurídica del factor poder, entendido este como el elemento
«irracional» (entrecomillo porque no hay nada más irracional que lo que Rousseau llama contrato social y democracia
representativa) de la política. España no es un país soberano: sus partidos políticos durante la transición ya habían
sido financiados y cooptados en los últimos años de Franco por un director adjunto de la CIA llamado Vernon Walters
durante el gobierno Nixon, que casualmente por esas fechas también se paseaba por el Chile destruido por Pinochet.
El partido AP, reacio y beligerante con esta constitución que ahora defiende con tanto cinismo y contra la que votó en
su momento, ya estaba convenientemente financiado, aunque recibió créditos de varias entidades bancarias con las
que sigue estando en deuda cincuenta años después. El congreso de Suresnes del PSOE fue financiado con el dinero
que puso la OTAN y varias multinacionales francesas y alemanas, de gran implantación en España todavía hoy.
El aglutinante que se utilizó en torno a la operación de maquillaje del franquismo fue la Corona, y se vio perfectamente
en un 23F que fue una charada destinada a legitimar la figura del monarca ante los españoles, que estaban muy
nerviosos en aquel momento (su sector estudiantil, claro) porque querían una República, como confirman las
encuestas del poco sospechoso grupo sociológico Fundación Foessa. Hay grabaciones transcritas en el diario de
sesiones del Congreso en las que Cabanillas, ministro de la UCD, le dice a Pujol semanas antes del golpe: «Jordi, no es
prudente que vengáis a la segunda votación del congreso. Habrá un revuelo de entorchados». La prensa «de centro»
como ABC telegrafiaba en los titulares, además, mensajes supuestamente irónicos en las semanas previas como «que
la va armar, el que la tiene armada, etc.» Todos los datos extraídos de archivos desclasificados del Pentágono, que
desclasifica los relativos a las intervenciones políticas en terceros países a los diez años, y los de la política interna a los
cincuenta, los tenéis en Soberanos e intervenidos, del profesor Joan Garcés.
Para que sintamos cuánto participamos en la política de este país se construye un entramado clasista que tiene por
objeto evitar la movilidad económica y social: no hay constitución en Europa más restrictiva con la participación
ciudadana en política y con los derechos y libertades (sobre todo sociales, que se desarrollarán «en su caso») y al
mismo tiempo más permisiva con las opciones de circulación del capital trasnacional, auténtico día del juicio de
nuestra modernidad. A pesar de lo bien que mentía Victoria Prego en su escandaloso serial político de la transición,
el artículo 96 se encarga de que la norma quede supeditada a cualquier tratado (siempre son de índole comercial,
claro, y con empresas) internacional y, a diferencia de lo que se permitió a las constituciones italiana y alemana
después de la segunda guerra mundial, no existe una cláusula de reciprocidad que permita revisar los tratados lesivos
para el pueblo español. Nunca saldremos de la OTAN, ni de la UE, ni ahora del CETA en el que nos ha metido la tríada
ideológica PP-Psoe-Ciutadans, nos guste o no: ante todo porque el referéndum, por supuesto, es consultivo, nunca
vinculante. Aunque los desinformados votantes del Psoe en los ochenta hubieran votado NO a la OTAN seguiríamos
dentro. Cosas que se pasaban (y se siguen pasando) por alto en RTVE. El coste es de más de una decena de miles de
millones de euros en armas al año que estamos obligados a comprar desde hace cuarenta y un años. Después, parte
de estas armas se revenden a Arabia Saudita, que financia y arma el Isis. En cuanto al tratado de Maastrich no hay
que ser una lumbrera para entender que nos ha convertido en consumidores lacayos de Alemania: mientras Alemania
desarrolla y exporta la industria de la biomasa y la energía solar, España, que no tiene más recurso natural que ese,
proscribe el uso y el desarrollo de las placas solares, permite el CETA, aprueba leyes para edificar en espacio protegido
tras un incendio o invierte 0 euros en I+D+I cuando la golpeada economía japonesa está invirtiendo un billón de yenes
en plantas de procesado de energía fotovoltaica que intentan imitar la fotosíntesis.