Ordenanzas municipales

Ordenanzas Municipales

 

Muchas ordenanzas de las ciudades medievales muestran la preocupación de los gobiernos comunales por el abastecimiento de agua y alimentos, el estado de los productos ofrecidos a la venta y las prácticas deshonestas de algunos comerciantes.

 

El siguiente fragmento se refiere a las ordenanzas de la ciudad de Amberes, en la actual Bélgica:

 

“Los encargados de realizar la matanza de ganado debían advertir a la autoridad municipal (…) sobre cualquier enfermedad o anomalía en la bestia (…). En verano, el producto de la matanza debía ser entregado en el día en la Casa de los Carniceros; en invierno, al día siguiente(…). En el caso del pescado se tomaban precauciones especiales (…). Todo pescado que pareciera malo o dudoso era destruido sin contemplación; si el vendedor comercializaba pescados de un día anterior, entremezclados con los frescos, sufría una prohibición de venta de un año y un día. El control del pescado se hacía basándose en su olor (…)

Se castigaba a quién vendía leche aguada, hombre o mujer, poniéndole un embudo en la boca y haciéndole tomar la leche hasta que un médico dijera que no se podía introducir más sin peligro de muerte. El que vendía manteca adulterada era atado al ‘palo de exhibición’ , donde podían lamerlo los perros y el pueblo podía insultarlo. Si comercializaba huevos podridos, era atado al mismo palo; los huevos se entregaban a los niños para que (…) se los tiraran al culpable (…).

El vendedor de un pan por debajo del peso impuesto por las ordenanzas era atado por la cintura, muñecas y tobillos a una silla de tipo butaca de aquella época y sumergido en un canal (…) el tiempo y la cantidad de veces que decidían los jueces”.

 

                                     Carlos A, Andrada, “El control de los alimentos en los países flamencos”

                                            En: Revista  de Historia de la Ciencia. Nº 14. Julio-Diciembre, 2002.

 

Nota: Las truchas frescas de río se consumían sobre todo los miércoles, viernes y sábados, ya que la Iglesia había prohibido el consumo de carne en esos días.

Las palomas torcazas eran envueltas en arcilla y asadas con espetones en cocinas y hogares.

 

 

 

 

 

El siguiente fragmento se refiere a las ordenanzas de las ciudades italianas de Arezzo y Faenza:

 

 

“Por las calles de las ciudades medievales deambulaban diversos animales. En Arezzo todo aquel que tuviera puercos, gansos y patos no debía permitir que sus animales vagaran por la ciudad, Burgos y suburbios, exponiéndose a incurrir en pena de diez sueldos.

Los estatutos de Faenza prescriben en uno de sus apartados la misma conducta para los dueños de puercos. Insisten luego que los puercos no transiten por los fosos, canales o cursos de agua de la comuna. Esto se permite para los demás animales ‘con tal que no destrocen’. Los citados estatutos prohiben además todo habitante de la ciudad que ‘haga porqueriza bajo los pórticos’.

No se permite tener cabras a menos de tres millas de Faenza; quedan exceptuados los carniceros y los mercaderes”.

 

                                  Guglielmi, Nilda. La ciudad medieval y sus gentes. (Italia S. XII-XV)

                                             Buenos Aires, Emecé, 1952.

Actividad de comprensión

1-       Enumera los alimentos que se mencionan en el texto, ¿Te parece que se obtendrían en la ciudad o en el campo?

2-       ¿Qué precauciones tomaban los gobiernos comunales con las carnes de los animales sacrificados? ¿Y con los pescados?

3-       ¿Qué tipo de sanciones se establecían a los comerciantes deshonestos? ¿Quiénes decidían su aplicación?

4-       ¿Por qué c

rees que los gobiernos comunales se mostraban tan preocupados por el buen estado de los alimentos?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Actividad de comprensión

1-      ¿Qué razones habrán tenido las autoridades municipales de Arezzo y Faenza para prohibir que vagaran animales sueltos por la ciudad?

2-      Averigua si en la ciudad en la que vivís existen ordenanzas que tomen precauciones similares a las medievales.

 

Fresco del S XIV del pintor italiano Ambrogio Lorenzetti