El bosque medieval

El bosque produce en los hombres y mujeres medievales un sentimiento contradictorio: por una parte les causa miedo y respeto, lo creen poblado por seres 'malignos' y animales salvajes, hay una importante mitología ligada al bosque que proviene de los pueblos germánicos. También la literatura abunda en esta idea, como las vidas de santos o los cuentos infantiles. Pero al mismo tiempo el bosque les nutre y les protege. La recolección y la caza son dos actividades muy importantes para la supervivencia. El bosque proporciona leña, castañas, bellotas, setas, raíces, miel, alimento para los animales, y sobre todo caza. Se cazan pájaros con redes, conejos o liebres con trampas, o caza mayor. En un principio la utilización del bosque era libre para los habitantes de las aldeas, pero tras el proceso de feudalización quedó para uso exclusivo del señor, reservándose éste todos los derechos de caza y pesca, autorizando a los campesinos a recolectar cantidades limitadas de leña y a la recolección de frutos estacionales, siempre pagando el correspondiente derecho. Uno de los funcionarios señoriales más odiados era el guardabosque.

El bosque es también refugio de marginados, grupos de hombres y mujeres que viven al margen de la ley y se refugian en los bosques: son los 'emboscados', son personas que huyen de la presión señorial.

La presencia de estos emboscados, unida a la existencia de animales salvajes como lobos, osos, etc., contribuía al temor y respeto que los bosques infundían a las personas que vivían en sus proximidades.