El castillo medieval

Los castillos no solamente eran la residencia de los señores sino también el símbolo de su poder. Desde fines del siglo IX se convirtieron en los elementos dominantes del paisaje rural de Europa Occidental.

 

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¿Por qué se contruían los castillos sobre sitios elevados y rodeados de agua?

 

Fortalezas cada vez más seguras

 

En los castillos vivían los señores, quienes desde allí administraban sus señoríos. Los reyes y algunos nobles poseían varios castillos a los que acudían periódicamente.

Los castillos más antiguos se construyeron en los siglos IX y X, cuando la segunda oleada invasora sacudió Europa occidental. Eran recintos fortificados que permitían resistir los ataques de los enemigos y servían de protección al señor y a su familia. Asimismo, en caso de peligro, los campesinos acudían allí con sus animales en busca de refugio. Para mejorar sus funciones defensivas estas fortalezas se edificaban en lugares elevados.

Los primeros castillos eran de madera. Los más sencillos tenían sólo un foso, por lo general lleno de agua y un puente levadizo. El foso impedía que los invasores se aproximaran al castillo y, sobre todo, que no pudieran acercar sus máquinas de asalto.

Desde fines del siglo X comenzó a utilizarse la piedra para construir castillos más fuertes y más seguros. También se los rodeó de murallas de piedra. Desde el siglo XIII se hicieron frecuentes los castillos rodeados por varias hileras de murallas, denominados castillos concéntricos. El fin de esta renovación era también mejorar la defensa de la fortaleza: si los asaltantes conseguían atravesar la muralla exterior se encontraban con otra interior. Además, se hizo frecuente la edificación de torreones a lo largo de las murallas, donde permanentemente había centinelas.

Las murallas de los castillos se reparaban frecuentemente para que no disminuyera su capacidad defensiva. En lo alto de la torre flameaba el estandarte del señor. Los muros con almenas brindaban protección a los defensores del castillo mientras disparaban a los enemigos.

El lugar más seguro del castillo era la torre, que se encontraba en el interior de las murallas. Poseía muros muy gruesos y las ventanas se hallaban a gran altura. Los cristales eran poco frecuentes, por eso las ventanas tenían rejas. Solían cubrirse con telas enceradas y en invierno se cerraban los postigos. La habitación más importante de la torre era la sala. Allí se dormía, se comía y se atendían los asuntos del señorío. Luego de la cena, los sirvientes retiraban la mesa –tablas sobre caballetes cubiertas de manteles- y tendían los jergones (colchones rellenos con hierbas y paja) y las camas. Los señores dormían en la habitación con sus familiares y criados. Sólo a partir del siglo XIII se fortaleció el concepto de vida privada y los señores y su familia comenzaron a dormir en la intimidad de sus habitaciones. Otro lugar importante de la torre era la capilla. También contaba con bodegas y depósitos para almacenar provisiones y alimentos, que en caso de asedio permitían la subsistencia de sus moradores.

La cocina del castillo se construía fuera de la torre para evitar incendios. Con el tiempo, un pasillo cubierto la unió al edificio principal. En un sector del castillo, cercano a la torre, se encontraban los jardines. Además de se lugares de paseo, crecían allí frutas y hierbas, necesarios para darle sabor a las comidas.

Aunque los castillos eran amplios y muy caros,  la vida en ellos a veces resultaba incómoda. El frío constituía el principal problema. Para combatirlo, se construían enormes chimeneas en todas las habitaciones y se colgaban tapices que evitaban las corrientes de aire y mitigaban el frío de los muros y del suelo.

Además de servir como defensa, los castillos eran el lugar de reunión de los señores. Muy a menudo, se organizaban allí grandes banquetes. Estos eran la oportunidad ideal para que los señores pudieran demostrar su generosidad (una virtud muy exaltada entre los nobles) y su riqueza: cuanto más se derrochara, ¡mejor!. Por eso, en los banquetes todo era abundante y lujoso. ¡Solían durar varios días seguidos!. Estas fiestas estaban animadas por juglares, trovadores, bufones y artistas ambulantes que hacían la reunión más amena y entretenida.

 

 

Estructura arquitectónica del castillo

 

 

Los castillos se componían en su mayoría por:

Muros gruesos: que podían tener unos sus 2,5 metros de ancho y los de las torres podían ser todavía más anchos.

Foso: gran zanja llena de agua que rodeaba al castillo por los lados que no estaban protegidos por el precipicio. Los peces y aves del foso servían de alimento.

Puente levadizo: en su posición normal él punte se extendía sobre el foso lleno de agua, cuando el peligro acechaba la guardia lo levantaba.

Murallas: rodeaban al castillo. Eran altas y desde sus torres los defensores podían ver si alguien se aproximaba para dispararle con los arcos o las maquinas de asedio.

Puertas: por lo general era el primer sitio por donde atacar, era fuerte y tenía trampas crueles que esperaban los intrusos.

Rastrillo: protegía a la puerta de los ataques invasores. Tenía forma de reja y estaba hecho con madera de roble, recubierto con láminas de hierro para prevenir que fuera incendiado.

Aspilleras: abertura por las que disparaban los arqueros, se ensanchaban hacía el interior para que el arquero pudiera disparar sin exponerse a que le disparasen, también servían para dejar pasar la luz y el aire.

Torre del homenaje: en ella vivían el señor y su familia situada en corazón del castillo, si el castillo era atacado los defensores se retiraban a ella y luchaban hasta el final.

 Lectura y análisis de una miniatura