El bosque medieval: lo real y lo fantástico

Los bosque europeos cubrieron enormes extensiones de terreno hasta el siglo XI, cuando comenzaron a ser talados para extender las actividades agrícolas. Además, su crecimiento se vio detenido por el inicio de una época  o fase fría en Europa. Los bosque eran particularmente importantes en Germania, Inglaterra y el nordeste de Francia.

Los bosque medievales eran el complemento del campo cultivado: allí no sólo pastoreaban los cerdos, las cabras y las ovejas sino que era el lugar donde los campesinos recolectaban miel, frutos y raíces, o podían cazar conejos o aves, que complementaban su habitual dieta de cereales (la gran caza era una actividad propia de los nobles y les estaba prohibida a los campesinos. No obstante, estos a veces escapaban al control del señor y podían atrapar algún pequeño animal). Además, el bosque era el proveedor de madera, utilizada tanto como combustible para protegerse del frío o como elemento de construcción de las casas más humildes. Tal es así que a la civilización medieval se la definió como a la civilización de la madera.

En tanto que frontera, los grandes macizos forestales servían de límites entre diócesis, principados y reinos. Era el lugar donde se escapaba de la “civilización”, donde el campesino escapaba del control del señor, donde los bandidos, fugitivos o maleantes se ocultaban de la ley.

Las parejas de amantes, típicas del amor cortés, también encontraban allí su refugio. Los trovadores cantaban la huída de la pareja al bosque como una huída al paraíso. Los ermitaños buscaban allí la sabiduría. Y para los caballeros eran espacios de pruebas de valor.

Pero el bosque también era el hogar de seres fantásticos (sobrenaturales): hadas, genios, duendes, elfos, hombres salvajes, criaturas semianimales y semihumanas como ogros, brujas y hombres lobo. Antiguas supersticiones anidaban, todavía, en las mentes de los hombres medievales, aunque la iglesia intentara quitarles estas ideas de la cabeza.

Por esto mismo, el bosque medieval inspiraba miedo, pero también fascinación: miedo a lo desconocido, a las criaturas que en él habitaban, y fascinación porque era una forma de escaparse de la ley, del rígido control y de conocer “aquel otro mundo”.

Las creencias sobre lo mágico del bosque perduraron durante toda la Edad Media, y fueron pasando, luego, de generación en generación, a través de cuentos y leyendas, hasta llegar a nuestros días.

                                                      Pierre Bonnassie. Vocabulario básico de la Historia Medieval.

                                                              Barcelona. Grijalbo, 1984.

Actividades

1)       ¿Cuál es la importancia económica del bosque en la vida medieval?

2)       ¿Qué actividades realizaban en el bosque los señores feudales y los campesinos?

3)       ¿Por qué la madera es esencial en el mundo medieval? ¿Qué usos se le daba?

4)       ¿Por qué el autor afirma que el bosque cumple un doble papel, el de límite y el de refugio?

5)       ¿En qué relatos o cuentos aparecen los personajes fantásticos de los bosques?