¿QUÉ VES EN LA NOCHE?
DINOS CENTINELA (2)
Dios como un almendro con la flor despierta,
Dios que nunca duerme, busca quien no duerma,
y entre las diez vírgenes, sólo hay cinco en vela.
Gallos vigilantes que en la noche alertan.
Quien negó tres veces, otras tres confiesa,
y pregona el llanto lo que el miedo niega.
Gloria en el sepulcro, mueve Dios la piedra.
Se levanta el mundo, como un toro en vela.
No durmáis al alba, Cristo está ya cerca.
Muerto lo bajaban a la tumba nueva,
nunca tan adentro tuvo a Dios la tierra.
Daba el monte gritos, piedra sobre piedra.
Vi los cielos nuevos y la tierra nueva;
Cristo entre los vivos, y la muerte muerta.
Dios en las criaturas, y eran todas buenas.
QUÉDATE CON NOSOTROS
LA TARDE ESTÁ CAYENDO, ¡QUÉDATE!
Cómo te encontraremos
al declinar el día
si tu camino no es nuestro camino?
detente con nosotros, la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.
Cómo sabremos que eres, un Dios entre los hombres
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo y el gozo irá alejando
la oscuridad, que pesa sobre el hombre.
Vimos romper el día, sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche, no apague el fuego vivo,
que nos dejó tu paso en la mañana.
Arroja en nuestras manos, tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del espíritu.
Y limpia en lo más hondo del corazón del hombre
tu imagen empañada por la culpa.
QUÉDATE JUNTO A NOSOTROS
QUE LA TARDE ESTÁ CAYENDO
PUES SIN TI A NUESTRO LADO
NADA HAY JUSTO, NADA HAY BUENO.
1. Caminamos solos por nuestro camino
cuando vemos a la vera un peregrino
nuestros ojos, ciegos de tanto penar
se nos llenan de vida, se nos llenan de paz.
2. Buen amigo, quédate a nuestro lado,
pues el día ya sin luces se ha quedado;
con nosotros quédate para cenar
y comparte mi mesa y comparte mi pan.
3. Tus palabras fueros la luz de mi espera
y nos diste una luz más verdadera;
al sentarnos junto a ti para cenar
conocimos quien eras al partirnos el pan.
Distíngueme, Señor, ponme tus señas
en medio de la frente, que no sea
un número cualquiera, un trozo solo
de identidad perdida confundiéndose.
Márcame bien los ojos, traza un signo
de ternura en mis manos, que las huellas
de mis pies al andar marquen tu paso
desigual y perfecto por la tierra.
No consientas que borren estas voces.
Que anulen mi palabra, que me pierda
anónimo y sin luz sin yo ya propio.
Tan libre quiero estar, tan en mí mismo,
lejos de los senderos uniformes
que estoy contra mí mismo y contra todos.
Valentín Arteaga
Cuando pase el mensajero
que no me encuentre dormido,
afanado en otras metas,
indiferente a su voz.
Que no sea su relato
semilla que el viento barre
o luz que a nadie ilumina.
Cuando pase el mensajero
que no le vuelva la cara
para esquivar su propuesta.
Se presentará en un libro,
en un verso,
o será estrofa de un canto
que me envuelva.
Vendrá, tal vez, en un amigo,
en un hombre roto,
o en el pan partido.
Le abriré la casa,
pondré en juego el corazón
y escucharé, con avidez,
sus palabras.
Y entonces
me cambiará la vida.
José María Rodríguez Olaizola
Un día escogí ser
reflejo sin sol,
agua sin fuente,
voz sin garganta
y me perdí en mí.
Tú me guardaste,
sol en tus ojos,
agua en tus manos,
voz en tu oído
y me encontré en ti.
Desde entonces,
Tú me iluminas,
Tú me fecundas,
Tú me pronuncias
y te encuentro en mí.
Yo solo, ¿qué puedo ser?
Benjamín González Buelta, sj
Dios nos eligió
para mostrarnos unos a otros
el rostro del amor de Dios.
Somos el vocabulario de Dios;
palabras vivas
para dar voz a la bondad de Dios
con nuestra propia bondad,
para dar voz a la compasión, la ternura,
la solicitud y la fidelidad de Dios
con las nuestras propias.
Leo Rock, sj
5.- QUÉDATE CON NOSOTROS
Quédate en nuestras familias, ilumínalas en sus dudas,
sosténlas en sus dificultades,
consuélalas en sus sufrimientos y en la fatiga de cada día,
cuando en torno a ellas
se acumulan sombras que amenazan su unidad y su naturaleza.
Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares,
para que sigan siendo nidos donde nazca la vida.
Quédate, Señor,
con aquéllos que en nuestras sociedades son más vulnerables;
quédate con los pobres y humildes,
con los indígenas y afroamericanos,
que no siempre han encontrado espacios y apoyo
para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad.
Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes,
que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente.
Oh buen Pastor,
quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos.
¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!
Benedicto XVI
en Bienaparecida, 13 de Mayo de 2007
No permitas que nos encerremos en nuestros duelos ni autocompasiones,
no nos dejes dar demasiada importancia a lo que nos ocurre,
impide que la enfermedad, el paro, el desamor, o las desgracia nos bloquee,
porque entonces vivimos sin ti, y así no hay forma de superarlas.
¡Cuántas veces nos has demostrado que vivimos anclados en nuestra pena
y lo único que nos libera es dejar de autocompadecernos y escuchar al otro!
Minimiza, Señor, nuestros miedos y vuélvenos misericordiosos,
compasivos con los hermanos y adivinos de sus dificultades.
Sólo así podremos sanarnos y recuperar la energía vital.
Entra, Señor, pasa hasta el fondo, al silencio de mi corazón,
más allá de mi cabeza ruidosa y de mi mente egocéntrica.
Pasa y hazme sentir como Tú, amar como Tú, acompañar como Tú.
Porque quiero saber aliviar el dolor de los otros, perdonar siempre,
Descargar el peso de la vida y desculpabilizar y liberar a mis hermanos.
Pasa, Señor, aunque yo no te busque, distraído en los afanes de la vida, pasa...
eres tú el único que da sentido a mi existencia,
el que minimiza mis errores y me vuelve misericordia inmediata,
amor gratuito, amistad regalada y caricia de vida.
Cuando te dejo entrar en mí, me tomas al asalto y me vuelves todo amor.
gracias por estos miedos que te reclaman,
gracias por mis fragilidades, que me quitan prepotencias,
gracias porque siendo pequeño, Tú me vuelves grande y capaz,
gracias porque contigo soy luz para el camino oscuro de la vida
y sal que aporta chispa y humor para facilitar las situaciones.
Gracias por entrar... por pasar hasta el fondo de mí...
Mª Patxi Ayerra
7.- EN TI ESTÁ LA LUZ
Reina en mí la oscuridad,
pero en Ti está la luz;
estoy solo, pero Tú no me abandonas;
estoy desalentado, pero en Ti está la ayuda;
estoy intranquilo, pero en Ti está la paz;
la amargura me domina,
pero en Ti está la paciencia;
no comprendo tus caminos,
pero Tú sabes el camino para mí.
D. Bonhöeffer. “Gritos y Plegarias”, p. 306
8.- EN TUS MANOS SE TRANSFORMA EL MUNDO
Tú dices: “Yo soy la resurrección y la vida”,
y todo cambia ante nuestros ojos.
En tus manos se transforma el mundo, Señor.
Nuestra tierra, escenario del odio,
se convierte en la semilla de tu Reino.
En sus surcos Tú trabajas.
Nuestra alegría, que tan pronto pasa,
se hace semilla de alegría eterna.
De su luz Tú sacarás el sol.
La muerte ya no pone término
porque en el término
Tú siembras el comienzo.
La vida y la muerte en duro combate.
Vence la vida porque Tú estás en ella.
Y nosotros vencemos contigo.
En Ti resucitó la tierra.
En ti resucitó el cielo.
En Ti se hunde todo
y se yergue, sola, la vida.
Patxi Loidi. “Gritos y plegarias”, p. 340
9.- EN VELA CADA NOCHE
Cada noche, Señor,
nos acercamos con sonrojo
a las puertas del perdón caliente de tu casa.
Siempre tienes las luces encendidas,
la mesa prevenida y Tú esperando.
Penoso balance es sentir
el vacío en las manos
y el frío árido en el alma.
Pero cada noche, Señor, acudes a tu puerta
y nos llamas, con los brazos abiertos,
desde la oscuridad de cada rebeldía,
desde el camino tortuoso
de nuestros egoísmos,
desde la soledad
de nuestro corazón desierto.
Atizas el fuego del hogar, dispones la acogida
y el abrazo, sin saldo de cuentas atrasadas,
pasando por alto detalles y agravantes...
Te basta el gesto humilde
y la presencia arrepentida.
Cada anochecer, Señor, vistes de júbilo
nuestro corazón reconciliado;
y tu voz presurosa
nos convoca a fiesta y alegría,
a la tarea de amar, borrado ya el pasado.
Sigue siendo, Señor, en cada noche,
el Padre en vela que ama,
perdona y siempre espera.
Vidal Ayala. “La voz del bosque”. PS.
10.- ENSÉÑANOS A AMAR
Señor, enséñanos a amar,
a aquellos que no tienen quien los ame.
Hay millones de seres humanos,
tus hijos y nuestros hermanos,
que mueren de hambre sin haberlo merecido,
que mueren de sed,
sin haber hecho nada para morir de sed,
que no te conocen,
sin ser culpables de esta ignorancia.
Señor, no permitas que vivamos felices
y satisfechos
en nuestro pequeño mundo.
Haznos entender
la angustia de la miseria universal
y líbranos de nuestro yo, ciego y solitario.
Ésta es nuestra ardiente oración.
11.- ENSÉÑANOS A NO CONTENTARNOS
Señor, enséñanos a no contentarnos
con amar a los nuestros, a los que amamos.
Señor, enséñanos a pensar en los otros,
a amar primero a los que no son amados.
Señor, danos la gracia de comprender
que en cada momento de nuestra vida
hay millones de seres humanos
que son hijos tuyos,
que son mis hermanos,
y que mueren de hambre,
y que mueren de frío.
Señor, ten piedad
de todos los pobres del mundo.
Señor, no permitas que sigamos
siendo felices nosotros solos.
Danos la angustia de la miseria universal
y líbranos de nosotros mismos.
Raoul Follereau
Espíritu Santo,
Tú que llenas de fuego
el corazón de los que buscan a Jesús.
Tú que iluminas la mente de los pobres
que escuchan la palabra,
buscando la voluntad del Padre.
Tu que reúnes en tu amor
a quienes se esfuerzan por amar,
siguiendo el ejemplo de Jesús.
Nosotros no sabemos como orar, ni que decir.
Pero tú conoces nuestros deseos,
y suples nuestra pobreza.
Reafirma en nuestros corazones
la certeza del amor del padre,
la seguridad de ser hijos suyos.
Confírmanos en tu luz y tu amor,
infunde en nosotros tu aliento.
Tú que sin cesar creas y haces germinar un mundo nuevo,
renueva nuestras mentes y corazones.
Tú nos invitas
a avanzar sin descanso,
impulsados por tu aliento,
haciendo brotar de tu amor la vida y la belleza.
Nuestras miradas se vuelven hacia el mañana.
Lo mismo que la aurora triunfa de la noche
con su luz naciente,
danos la esperanza que disipas los temores
y hace nacer la alegría.
Que rebosen nuestros corazones
de la Buena Nueva
para que nuestros labios
lo hagan resonar
hasta los confines de la tierra.
13.- Corazón de Jesús
Tus brazos envuelven a toda criatura en gesto fraterno.
Tu rostro cansado proclama, callando, el perdón eterno.
Con manos vacías, clavado a este mundo llegas a la meta.
Siervo maltratado, corres el destino que anunció el profeta.
Tu cuerpo quebrado muestra, en su pobreza, un nuevo camino.
Del costado roto brota, a borbotones, el llanto divino.
Sangre y agua fluyen, lágrimas que gritan desde las heridas.
Siervo despreciado, que para salvarnos te das sin medida.
Hay crucificadas tantas esperanzas que no se marchitan pese a la sequía.
Hay crucificados tantos inocentes a los que el pecado dejó a la deriva.
Hay crucificado tanto amor negado que no halló respuesta cuando la pedía.
Pero allá, en la cruz, retando a las sombras, late un corazón que abraza la vida.
Es tu corazón, Jesús, casa donde guarecernos en nuestras tormentas.
Es tu corazón, Jesús, mesa donde recobramos las gastadas fuerzas.
Es tu corazón, Jesús, canto con el que bendices esta tierra seca.
Es tu corazón, Jesús, fiesta que a todos convoca y a todos alegra.
(José María Rodríguez Olaizola, SJ)
14.- AYÚDANOS, PADRE.
• Para que todos los aquí reunidos sepamos ser como "ángeles" para los que nos rodean, porque les facilitemos la vida, el trabajo, la lucha, el dolor y la fiesta.
AYÚDANOS, PADRE.
• Que seamos gente que perdona y olvida, que procura sanar relaciones y que está limpio de resentimientos y memorias enfermizas.
AYÚDANOS, PADRE.
• Que vivamos encarnados en la realidad, cercanos a la gente y siendo buenos compañeros de viaje.
AYÚDANOS, PADRE.
• Para que no nos conformemos con la mediocridad vital y no seamos ni permitamos ser una higuera seca,
AYÚDANOS, PADRE.
• Para que tu iglesia, los políticos, los que tienen cargos de responsabilidad y el resto de los seres humanos vivamos en armonía, fraternidad, justicia e igualdad.
AYÚDANOS, PADRE.
¡Oh!, Señor:
Ve delante de nosotros para guiarnos,
ve detrás de nosotros para empujarnos,
ven de abajo para elevarnos
ven de arriba para bendecirnos,
ve junto a nosotros para guardarnos,
ve dentro de nosotros
para que nos pongamos a tu servicio
a mayor gloria de tu Nombre.