Santísima Virgen María;
con estas ardientes palabras,
nosotros tus fieles servidores,
nos consagramos a ti enteramente,
como a nuestra maestra,
nuestra reina y nuestra madre.
Queremos abandonarnos
en las delicias de tu amor virginal.
Permite que estos pecadores,
unidos no por la sangre,
sino por el deseo de pertenecerte totalmente,
se consagren al Señor Jesús a través de ti.
Ponemos en tus manos nuestro pobre amor
y el humilde y gozoso compromiso
de vivir hoy y siempre como esclavos tuyos.
No podemos ofrecerte nada digno de ti, María.
Recibe únicamente
nuestros débiles y miserables corazones.
Queremos que te pertenezcan totalmente.
Tu tierno e indulgente amor
no despreciará esta pequeña ofrenda.
Santa María, Virgen y Madre,
nos entregamos y consagramos
a ti para siempre.
Consíguenos que hoy vivamos
en todo como hijos tuyos. Amén
2.- OFRECIMIENTO DEL DÍA A MARÍA
Señora y Madre mía,
yo me ofrezco por completo a ti,
y en prueba de mi amor de hijo
te consagro en este día:
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón,
en una palabra todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, Madre de bondad,
guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Así sea.
1. Eres tan sencilla como luz de amanecer
eres Tú, María, fortaleza de mi fe.
Tú eres flor, eres del Señor,
te dejas acariciar por su amor.
Eres tan humilde como el vuelo de un gorrión,
eres Tú, María, el regazo del amor.
Tú eres flor, eres del Señor,
te dejas acariciar por su amor.
YO QUIERO ESTAR
EN LAS MANOS DEL SEÑOR, COMO TÚ.
PARA AMAR
EN LAS MANOS DEL SEÑOR, COMO TÚ.
COMO TÚ, COMO TÚ.
2. Eres tan pequeña como el canto de mi voz,
eres la grandeza de aquel que te modeló.
Tú eres flor, eres del Señor,
te dejas acariciar por su amor.
Eres tan hermosa como el cielo, como el mar,
eres Tú, María, como el gozo de soñar.
Tú eres flor, eres del Señor,
te dejas acariciar por su amor.
SANTA MARÍA DE LA ESPERANZA
MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA ESPERA
MANTÉN EL RITMO DE NUESTRA ESPERA.
1. Nos diste al esperado de los tiempos
mil veces prometido en los profetas
y nosotros de nuevo deseamos
que vuelva a repetirnos su promesa.
2. Brillaste como aurora del gran día
plantaba Dios su tienda en nuestro suelo.
Y nosotros soñamos con su vuelta,
queremos la llegada de su reino.
3. Viviste con la luz de la esperanza
tensando en el amor la larga espera.
Y nosotros buscamos con los hombres
el nuevo amanecer de nuestra tierra.
6.- YO TE SALUDO, MARÍA
Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María,
porque te turbaste
–¿quién no lo haría ante tal noticia?–;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
–aunque fuera mensaje divino–,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.
Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.
Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.
Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!
Florentino Ulibarri
María de Nazaret, esposa prematura de José el carpintero,
aldeana de una colonia siempre sospechosa,
campesina anónima de un valle del Pirineo,
rezadora sobresaltada de la Lituania prohibida,
indiecita masacrado de El Quiché,
favelada de Río de Janeiro,
negra segregada en el Apartheid,
harijan de la India,
gitanilla del mundo;
obrera sin cualificación,
madre soltera, monjita de clausura;
niña, novia, madre, viuda, mujer.
Cantadora de la Gracia que se ofrece a los pequeños,
porque sólo los pequeños saben acogerla;
profetisa de la Liberación que solamente los pobres conquistan,
porque sólo los pobres pueden ser libres:
queremos crecer como tú,
queremos orar contigo,
queremos cantar tu mismo Magníficat.
Enséñanos a leer la Biblia -leyendo a Dios-
como tu corazón la sabía leer,
más allá de la rutina de las sinagogas
y a pesar de la hipocresía de los fariseos.
Enséñanos a leer la Historia
-leyendo a Dios, leyendo al hombre-
como la intuía tu fe,
bajo el bochorno de Israel oprimido,
frente a los alardes del Imperio Romano.
Enséñanos a leer la Vida
-leyendo a Dios, leyéndonos-
como la iban descubriendo tus ojos, tus manos, tus dolores, tu esperanza.
Enséñanos aquel Jesús verdadero,
carne de tu vientre, raza de tu pueblo, Verbo de tu Dios;
más nuestro que tuyo, más del pueblo que de casa,
más del mundo que de Israel, más del Reino que de la Iglesia.
Aquel Jesús que, por el Reino del Padre,
se arrancó de tus brazos de madre
y se entregó a la muchedumbre,
solo y compasivo, poderoso y servidor, amado y traicionado,
fiel ante los sueños del Pueblo,
fiel contra los intereses del Templo,
fiel bajo las lanzas del Pretorio,
fiel hasta la soledad de la muerte
Enséñanos a llevar ese Jesús verdadero
por los callados caminos del día a día,
en la montaña exultante de las celebraciones,
junto a la prima Isabel,
y a la faz de nuestros pueblos abatidos
que, a pesar de todo, Lo esperan.
María nuestra del Magníficat,
queremos cantar contigo,
¡María de nuestra Liberación!
Contigo proclamamos la grandeza del Señor, que es el único grande,
y en ti nos alegramos contigo, porque, a pesar de todo, Él nos salva.
Contigo cantamos, María, exultantes de gratuidad,
porque Él se fija en los insignificantes;
porque su poder se derrama sobre nosotros en forma de amor;
porque Él es siempre fiel,
igual en nuestras diversidades,
único para nuestra comunión,
de siglo en siglo, de cultura en cultura, de persona en persona;
porque su brazo interviene históricamente
-por intermedio de nuestros brazos, inseguros pero libres-
y porque un día intervendrá, definitivamente Él;
porque es Él quien desbarata los proyectos de las transnacionales
y sostiene la fe de los pequeños
que se organizan para sobrevivir humanamente;
porque vacía de lucros los cofres de los capitalistas
y abre espacios comunitarios
para el plantío, la educación y la fiesta
en favor de los desheredados;
porque derriba de su trono a todos los dictadores
y sostiene la marcha de los oprimidos
que rompen estructuras en busca de la Liberación;
porque sabe personar a su sierva, la Iglesia,
siempre infiel creyéndose señora,
siempre amada escogida, sin embargo,
por causa de la Alianza que El hizo un día con la sangre de Jesús.
María de Nazaret, cantadora del Magníficat, servidora de Isabel:
¡quédate también con nosotros, que está por llegar el Reino!;
quédate con nosotros, María,
con la humildad de tu fe, capaz de acoger la Gracia;
quédate con nosotros,
con el Verbo que iba creciendo en ti,
humano y Salvador, judío y Mesías, Hijo de Dios e hijo tuyo,
nuestro Hermano,
Jesús.
Pedro Casaldáliga
El Señor de mis sábados,
de mis espigas,
de mis leyes.
El Señor de mis caminos,
de mis padres, de mis pobres,
el Señor de mis amigos.
El Señor de mis dominios,
de mis eras,
de mis rentas y castillos.
Sé tú, el Señor de mis deseos,
de mi vida,
de mi sangre
y sé tú, Señor de mi destino.
Antonio Ordóñez, sj
10.- "No te rindas"
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros,
y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda,
y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma
aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo.
Porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron,
vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa,
ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas
e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños
porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero
Mario Benedetti
Contigo, Padre, se lleva mejor la incomprensión,
porque Tú fortaleces nuestras seguridades,
nos curas del deseo de aceptación,
y nos haces abandonarnos en tu misión.
Libéranos del sueño de gustar a todos,
de la necesidad de la aprobación de los cercanos,
del aplauso de los lejanos,
y de la tiranía del prestigio personal.
Porque seguirte es ir contracorriente,
en este mundo tan "sindios" en que vivimos,
en una época de fatalismo y desencanto
que sólo Tú puedes reilusionar y revolucionar.
Y cuando no nos entienden o nos creen locos,
sentimos el temor del inseguro
y llegamos a pensar si tendrán razón ellos...
Pero seguirte nos renueva la esperanza.
Tú que tienes un sueño de felicidad
para cada ser humano,
nos animas a contarlo, a impulsarlo, a contagiarlo
sugiriéndonos, en cada ocasión, la forma y la manera.
Impón tus manos sanadoras,
sobre cada uno de nosotros,
para limpiarnos de desencantos, miedos y dudas
y actuar como Tú, envolviendo a los otros con tu amor.
Mari Patxi Ayerra
Ven Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido.
Luz que penetras las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo.
Tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego.
Gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del alma
si tú le faltas por dentro.
Mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo.
Lava las manchas.
Infunde calor de vida en el hielo.
Doma el espíritu indómito.
Guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito.
Salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
(Secuencia de Pentecostés)
Haznos sabios, no nos dejes ser locos.
Facilítanos sentir las cosas con criterio de eternidad.
Haznos conocer tu realidad divina, amándote.
Concédenos no sólo conocerte, sino saborearte.
Haznos sentir la afinidad de nuestra alma contigo.
Y comunicándonos aquella “ sabiduría de la cruz “
que es un escándalo para el mundo que te desconoce.
Explícanos el significado de las Escrituras
Prepara en nosotros los caminos de la fe.
No te pedimos que nuestra fe se esclarezca del todo,
sino que lleguemos a captar tu misterio.
Señor, auméntanos la fe.
Danos la ciencia de los santos. Y de los niños.
Haznos entender “lo único necesario”.
No te pedimos ciencia teoría, sino la ciencia práctica de la santidad.
Orienta y dirige nuestra vida hacia el Padre.
Haznos descubrir tu belleza en las criaturas.
Pero arráncanos la obsesión por lo creado.
Convéncenos de que sólo Tú eres Absoluto.
Danos confianza filial en la Providencia.
Danos prudencia sobrenatural, sentido común sobrenatural,
dirección espiritual.
Que sepamos distinguir lo verdadero de lo falso y lo malo de lo bueno.
Dinos nuestro deber en la realidad concreta de hoy.
Aconsejados; nuestros planes son tan inciertos….
Aconséjanos; es tan difícil decidirse por puro amor de Dios…
Enséñanos a buscar el consejo en los que en la Iglesia representan a Cristo;
que no esperemos pasivamente tu inspiración milagrosa.
Pero, ¡aconséjanos! Porque no podemos esperarlo todo de ellos:
ni sabemos explicarnos ni ellos pueden siempre vencer nuestras resistencias.
Danos un afecto de respecto amoroso para con nuestro Padre del cielo,
y entusiasmo por nuestros deberes de hijos.
Haz que nos sintamos orgullosos de nuestra familia.
Que el Hijo sea en todo nuestro ejemplo.
Enséñanos a orar, a decir “Abba, Padre”.
Haz que reconozcamos tus rasgos familiares en las personas
que nos rodean, y que les mostremos respeto, deferencia y solicitud.
Ayúdanos a medir las dificultades del camino:
prejuicios, contradicciones y cansancios.
Haznos comprender la fuerza acumulada en la paciencia.
Convéncenos de la necesidad de ser valientes hoy ante el mundo.
Haz que estemos dispuestos a hacer una “imprudencia”
santa si Tú nos lo pides.
Danos tu energía para vencernos a nosotros mismos;
y para vencer al mundo y al demonio, con Jesús.
Líbranos de timideces, de complejos, de respetos humanos,
del miedo paralizador. Lo que te pedimos es tu santo temor.
Danos el sentido de la transparencia, y de nuestra pequeñez.
Haz que aprendamos a temer lo que a Ti te hiere, más que nuestros males.
Apártanos de cuanto te desagrada.
Haz que estemos atentos a tus inspiraciones y nos dejemos guiar por Ti.
Que tu casto temor sea en nosotros una fuente perenne de alegría,
de modo que experimentemos esta verdad: “ dichosos los que
temen al Señor”
(Adaptado de un antiguo número de PERSEVERA)
14.- AYÚDANOS A DECIR SI A DIOS
Hoy presentamos en el altar nuestras peticiones a María la madre de Jesús.
• María, Tú que fuiste la más sencilla de las mujeres y acogiste la propuesta de Dios.
AYÚDANOS A DECIR SI A DIOS.
• Para que nos impliquemos en la ayuda a tantas mujeres que viven con dificultad la maternidad, el amor y el respeto.
AYÚDANOS A DECIR SI A DIOS.
• Por tantas parejas que tienen dificultad por aumentar la familia o todo lo contrario.
AYÚDANOS A DECIR SI A DIOS.
• Para que la iglesia que acoge a la mujer en tareas de servicio, se actualice y renueve, integrándolas en tareas de mayor responsabilidad.
AYÚDANOS A DECIR SI A DIOS.
• Para que mujeres y hombres vayamos viviendo cada vez en mayor armonía y construyamos así el reino de Dios.
AYÚDANOS A DECIR SI A DIOS.
15.- Sábado de Pascua
Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído
(Hechos 4, 13-21)
Cuando te encuentras con Jesús,
la fe se vuelve contagiosa.
Hay un impulso interior para compartir la alegría
y la satisfacción que experimentamos.
Algunos de los que te escuchen no lo entenderán ni aceptarán.
A pesar de eso,
no popdemos no callar lo que hemos visto y oído.
Señor Jesús, hermano y salvador nuestro:
que mis gestos digan la alagría de la Pascua.
Que mis palabras siembren esperanza.
Que mis valores y opciones
testimonien la fuerza de tu resurreción.
21.- MARÍA MADRE DE FAMILIA
María, aceptaste ser Madre de Jesús, el Hijo de Dios,
y cumpliste, fielmente tu elevada misión.
Intensa fue la vida de familia en tu hogar de Nazaret.
María, velaste con amor por tu familia y por tu casa,
fuiste ternura, a manos llenas, hacia los tuyos,
acunaste y guiaste los pasos de Dios hecho niño,
acompañaste estremecida, su desarrollo y crecimiento,
y lo viste partir, dispuesta siempre a los planes de Dios.
María, enséñanos a valorar y dignificar la vida de familia.
Muéstranos el camino del diálogo y la comprensión.
Haz que aprendamos a escucharnos y querernos incondicionalmente.
María cuida de cada una de nuestras familias
como cuidaste de tu Familia de Nazaret.
Espíritu Santo, brasa del Padre,
en el pecho del hijo incendio eterno,
transforma la frialdad de nuestras vidas
en horno trinitario.
Amor y fuego,
a las entrañas baja.
Sé tú el amo
del que quiere en tu amor siempre andar suelto…
Porque al hermano lo congela el frío
en un mundo en el que avanza el hielo,
derrama tus altísimos carismas,
hazme tu lengua y llama al mismo tiempo.
No te alejes de mi, que tu presencia
sea vida en el alma de tu siervo.
(Sor Isabel de la Trinidad)