VASO NUEVO
1. Gracias, quiero darte por amarme
Gracias, quiero darte yo a Ti, Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
YO QUIERO SER, SEÑOR AMADO
COMO EL BARRO
EN MANOS DEL ALFARERO.
TOMA MI VIDA, HAZLA DE NUEVO.
YO QUIERO SER UN VASO NUEVO. (2)
2. Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste.
Si te ofendí, perdóname, Señor,
pues te amo y nunca te olvidaré.
Hágase en mí según tu Palabra
Hágase en mí según tu Palabra,
hágase en mí según tu sueño,
hágase en mí según Tú quieras,
hágase en mí tu amor.
En la luz o en la tiniebla,
en el gozo o el dolor,
en certezas o entre dudas,
¡Hágase!, Señor.
En la riqueza o la nada,
en la guerra o en la paz,
en la fiesta o en el duelo,
¡Hágase!, Señor.
Envuelto en miedo o sosiego,
en silencio o con tu Voz,
en risas o entre sollozos,
¡Hágase!, Señor.
En la muerte o en la vida,
en salud o enfermedad,
frágil o fortalecido.
¡Hágase!, Señor.
JESÚS ESTÁ ENTRE NOSOTROS
JESÚS ESTÁ ENTRE NOSOTROS,
ÉL VIVE HOY
Y SU ESPÍRITU A TODOS DA.
JESÚS RAZÓN DE NUESTRA VIDA,
ES EL SEÑOR
NOS REÚNE EN PUEBLO DE AMOR.
1. Cambia nuestras vidas con tu fuerza.
Guárdanos por siempre en tu presencia.
Tú eres verdad, Tú eres la paz.
2. Rompe las cadenas que nos atan.
Llénanos de gracia en tu Palabra.
Gracias Señor, gracias Salvador.
3. Nuestras existencias hoy te alaban.
Nuestros corazones te dan gracias.
Tú eres amor, eres canción.
CREO EN JESÚS
CREO EN JESÚS, CREO EN JESÚS,
ÉL ES MI AMIGO, ES MI ALEGRÍA,
ÉL ES MI AMOR,
CREO EN JESÚS, CREO EN JESÚS,
ÉL ES MI SALVADOR.
1. Él llamó a mi puerta,
me invitó a compartir su heredad;
seguiré a su lado,
llevaré su mensaje de paz.
2. Ayudó al enfermo
y le trajo la felicidad;
defendió al humilde,
combatió la mentira y el mal.
3. Día y noche, CREO EN JESÚS
Él está a mi lado, CREO EN JESÚS
sigo sus palabras, CREO EN JESÚS
doy por Él la vida, CREO EN JESÚS
ES MI SALVADOR.
1.- Salmo 118
La voluntad de Dios, luz y camino
Ant. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Tú promulgas tus decretos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus consignas;
entonces no sentiré vergüenza
al mirar tus mandatos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
Gloria al Padre...
Ant. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
2.- Salmo 130.
Mi corazón no es ambicioso
Ant. Mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros.
Señor, mi corazón no es engreído
ni mis ojos altaneros:
no he tomado un camino de grandezas
ni de prodigios que me superaran.
Al contrario, en tranquilidad y en silencio
he mantenido mi alma,
como un niño saciado en os brazos de su madre;
mi alma en mí nada reclama.
¡Que todas las personas descansen en el Señor,
desde ahora y para siempre!
Voy a dejar que mi corazón adquiera
su verdad más honda al calor de tu Corazón.
Soy responsable de mi vida,
pero voy comprendiendo que la última palabra
no pertenece a mi libertad, sino a mi pobreza confiada.
¡Enséñamelo Señor,
pausada y constantemente!
En el recorrido del seno materno al yo.
En ese abrirme del yo al mundo y toda su realidad.
En ese paso del mundo, a los ideales.
En ese trascender los ideales para buscar un proyecto.
En ese salto del proyecto a la humilde realidad.
En ese constatar en la realidad, la limitación.
En ese aceptar la limitación en verdadera pobreza.
No dejes de enseñarnos el secreto profundo de vivir
Tú en nosotros y nosotros en Ti.
Allí nada está perdido.
Todo sigue intacto.
Como en el rocío primero del paraíso.
Descúbrenos, Dios nuestro,
la profundidad de nuestro ser. `
Cuando no tenga ninguna ambición, tendré más ilusión que nunca.
Consciente de lo que la realidad da de sí, seguiré esperando lo imposible
Consciente del presente, estaré creando futuro.
Descúbrenos Dios nuestro,
el verdadero sentido de la infancia evangélica:
Nace en la prueba, si nos fiamos de ti.
Está marcada por el despojo, cuando nada se quiere retener ni controlar.
Tiene una paz inalterable.
Descúbrenos Dios nuestro,
el verdadero sentido de la infancia evangélica.
Gloria
Ant. Mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros.
3.- Señor, tú eres la vida, danos la salvación.
Con corazón de niño pidamos a Dios nuestro Padre diciéndole:
Señor, tú eres la vida, danos la salvación.
1- Cristo, tú nos enseñas a combatir por tu reino
ármanos de paciencia y de dulzura
Señor, tú eres la vida, danos la salvación.
2- Tú envías a discípulos a preparar el camino delante de ti,
haz que anunciemos el evangelio con humilde coraje.
Señor, tú eres la vida, danos la salvación.
3- Tú que inspiras a tantas mujeres y hombres a consagrar su vida concédeles que te sigan hasta el final
Señor, tú eres la vida, danos la salvación.
4- Maestro y Señor, tú has lavado los pies de tus discípulos.
Manifiéstate en los que sirven a sus hermanos
Señor, tú eres la vida, danos la salvación.
4.- Magnificat
Ant. El señor ha mirado la humillación de su esclava.
Proclama. mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén
Ant. El señor ha mirado la humillación de su esclava.
11.- ORACIÓN FINAL
Te ofrezco, oh! Dios,
mi fortuna, mi tiempo, mi libertad,
mi reputación, mi cuerpo,
mi alma, mi vida;
me entrego todo, sí todo, sin excepción.
Dispón pues de mí
y de todo lo que es mío,
según te plazca.
Yo no tengo ahora otro pensamiento,
otro deseo,
que el de contribuir a tu gloria
según la medida completa de mis medios y mis fuerzas.
Oración escrita por el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro.
Dios Padre Todopoderoso, que llenaste a San Isidro Labrador del Espíritu Santo, dejándose poseer y conducir por Él, viviendo y construyendo una familia cristiana, desde al escucha de tu Palabra y mostrando en su trabajo diario, como esposo, padre y labrador, que Jesucristo es Camino, Verdad y Vida y es quien nos hace libres.
A Jesucristo desde la Iglesia, sirvió generosamente con su vida, animada por un amor fraternal hacia aquellos con los que vivía y se encontraba, proponiendo la dulce y confortadora alegría de evangelizar desde la familia cristiana y desde el trabajo de cada día.
Por intercesión de San Isidro Labrador, te pedimos el ímpetu interior que tuvo y vivió toda su familia, irradiando el fervor de la alegría del Evangelio, anunciando el Reino de Dios e implantando la Iglesia en el mundo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Evangelio: Mt 13,1-23
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: “Salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga”. Y acercándose los discípulos le dijeron: “¿Por qué les hablas en parábolas?”. Él les respondió: “Es que a vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aún lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane. ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la palabra y la entiende: este sí que da fruto y produce uno ciento, otro sesenta, otro treinta”.