1.- Ofrecimiento
Jesús mío: ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya;
inunda mi alma con tu espíritu y tu vida;
llena todo mi ser y toma de él posesión
de tal manera que mi vida no sea en adelante
sino una irradiación de la tuya.
Quédate en mi corazón en una unión tan íntima
que quienes tengan contacto conmigo
puedan sentir en mí tu presencia;
y que al mirarme olviden que yo existo
y no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo.
Así podré convertirme en luz para los otros.
Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti;
ni uno solo de sus rayos será mío.
Te serviré apenas de instrumento
para que Tú ilumines a las almas a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que te es más agradable:
llevando mi lámpara encendida para disipar las sombras
en el camino de otras almas.
Déjame predicar tu nombre sin palabras…
Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción
con la sobrenatural influencia de mis obras,
con la fuerza evidente del amor que mi corazón siente por Ti.
2.- TE ENTREGO TODO MI SER
Señor Jesús:
Te entrego mis manos para hacer tu trabajo.
Te entrego mis pies para seguir tu camino.
Te entrego mis ojos para ver como Tú ves.
Te entrego mi lengua para hablar tus palabras.
Te entrego mi mente para que Tú pienses en mí.
Te entrego mi espíritu para que Tú ores en mí.
Sobre todo te entrego mi corazón
para que en mí ames a tu Padre y a todos los hombres.
Te entrego todo mi ser
para que crezcas Tú en mí,
para que seas Tú, Cristo,
quien viva, trabaje y ore en mí.
Amén.
3.- ¡AQUÍ ESTOY, SEÑOR!
Quiero comenzar este día
siendo consciente de la vida
que bulle ante mí
y que Tú sostienes y bendices
con tu amor generosamente.
Quiero vivir hoy contigo, Padre Dios,
atento a tu voz que me llama,
fijos mis ojos en los tuyos,
acogiendo y agradeciendo
tu amor y misericordia.
Señor, aquí tienes mis manos, mis pies, mis labios,
mi trabajo, mi tiempo, mi ilusión, mi vida…,
todo lo que soy y tengo.
¡Aquí estoy, Señor, cuenta conmigo!
Himno: El amor es nuestro canto
1. El amor es la palabra limpia que hace vivir.
Es el fruto de la tierra buena y es sufrir.
Es decirle al hermano pobre, sólo no estás.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
El amor es nuestro canto
a la vida que se da
y que espera un amanecer
en la verdad (bis).
2. El amor es el regalo eterno que nos da Dios.
Es tener el corazón abierto y es perdón.
Es la fe y la esperanza cierta del más allá.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
3. El amor es un camino largo y sin final.
Es la luz que inunda sombras en la oscuridad.
Es la vida que nos brinda
un tiempo de oportunidad.
No dejes que pase tu tiempo sin más.
SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR
A HABLAR CON NUESTRO PADRE DIOS.
SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR,
A ABRIR LAS MANOS ANTE TI.
1. Orar con limpio corazón
que sólo cante para Ti,
con la mirada puesta en Ti,
dejando que hables, Señor.
Orar buscando la verdad,
cerrar los ojos para ver,
dejarnos seducir, Señor,
andar por tus huellas de paz.
2. Orar hablándote de Ti,
de tu silencio y de tu voz,
de tu presencia que es calor,
dejarnos descubrir por Ti.
Orar también en sequedad,
las manos en tu hombro, Señor,
mirarte con sinceridad,
aquí nos tienes, oh Señor.
Tú Señor, cada mañana
llamas a mi puerta
y me dices: ven.
Yo quiero seguirte con todas mis fuerzas
que se haga tu voluntad.
Sabes que no tengo nada,
que soy muy débil y pecador.
Mi vida te ofrezco, mis pies, mis manos,
te entrego mi corazón.
TÚ, SEÑOR, HAS TOMADO TODO LO QUE SOY
ME SEDUCE TU EVANGELIO Y TU VERDAD,
TU AMOR Y TU AMISTAD.
TÚ, SEÑOR, ME HAS MOSTRADO
UN MODO DE VIVIR,
UN CAMINO DE RENUNCIA Y CARIDAD,
CONTIGO SOY FELIZ.
Tú me has hecho un hombre nuevo,
un hombre libre, capaz de amar.
María me enseña a ser sencillo,
viviendo en fidelidad.
Tú me has puesto entre los hombres
como un testigo de tu verdad,
ser sal de la tierra,
ser luz del mundo.
Tu fuerza me bastará.
ALABARÉ AL SEÑOR
ES LA FUERZA DE MI VIDA PARA ANDAR.
ALABARÉ AL SEÑOR,
CANTARÉ SU BONDAD.
1. Canto de gozo por el día que nació
canto a la noche canto al mar,
canto a los niños que pregonan el amor,
canto a la vida y a la paz.
2. Canto con fuerza la alegría de vivir
canto a la paz del corazón,
canto a la dicha del amor que brota en mí,
canto al amor de nuestro Dios.
3. Canto a los hombres que comparten con amor
canto a la fe y al esperar,
canto a las manos que se estrechan sin rencor,
canto a la flor de la amistad.
Todos unidos, formando un solo cuerpo
un pueblo que en la Pascua nació.
Miembros de Cristo, en sangre redimidos
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu
que el Hijo desde el Padre envió.
Él nos empuja, nos guía y alienta
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS.
SOMOS EN LA TIERRA,
SEMILLA DE OTROS REINO
SOMOS TESTIMONIO DE AMOR.
PAZ PARA LAS GUERRAS,
Y LUZ ENTRE LAS SOMBRAS
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS (2)
Rugen tormentas y a veces nuestra barca,
parece que ha perdido el timón.
Miras con miedo, no tienes confianza
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS.
Una esperanza nos llena de alegría;
presencia que el Señor prometió.
Vamos cantando, Él viene con nosotros.
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS.
Todos nacidos en un solo bautismo,
unidos en la misma comunión.
todos viviendo en una misma casa
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS.
Todos prendidos en una misma suerte,
ligados a una misma salvación.
Somos un cuerpo y Cristo es la cabeza,
IGLESIA PEREGRINA DE DIOS.
El prójimo no es algo que ya existe.
Prójimo es algo que uno se hace.
Prójimo no es el que ya tiene conmigo
relaciones de sangre, de raza,
de negocios, de afinidad...
Prójimo me hago yo cuando ante un ser humano,
incluso ante el extranjero o el enemigo,
decido dar un paso que me acerque,
me aproxime a él.
Carlo María Martini, sj
Vamos, amigo,
no te calles ni te achantes,
que has de brillar
como fuego nocturno,
como faro
en la tormenta,
con luz
que nace en la hoguera de Dios.
Vamos, amigo,
no te rindas ni te pares,
que hay quien espera,
anhelante, que compartas
lo que Otro te ha regalado.
¿Aún no has descubierto
que eres rico para darte a manos llenas?
¿Aún no has caído en la cuenta
de la semilla que, en ti,
crece pujante
fértil, poderosa,
y dará frutos de vida y evangelio?
Vamos, amigo.
Ama a todos
con amor único y diferente,
déjate en el anuncio
la voz y las fuerzas,
ríe
con la risa contagiosa
de las personas felices,
llora las lágrimas
valientes del que afronta la intemperie
Hasta el último día,
hasta la última gota,
hasta el último verso.
En nombre de Aquel
que pasó por el mundo
amando primero.
José María Rodríguez Olaizola, sj
Un día decidimos subir a tu barca,
confiarte el timón.
Desde entonces
navegamos por la vida
y escuchamos sonidos diversos,
el ruido del trueno
que anuncia la tormenta,
los cantos de sirena
que prometen paraísos imposibles,
el bramido de un mar poderoso
que nos recuerda nuestra fragilidad,
las conversaciones al atardecer
con distintos compañeros de viaje,
los nombres de lugares
que aún no hemos visitado,
y los de aquellos sitios
a los que no volveremos.
A veces nos sentimos tentados
de abandonar el barco,
de cambiar de ruta,
de refugiarnos en la seguridad
de la tierra firme.
Pero, Señor,
¿a quién iremos…
si solo tú puedes ayudarnos
a poner proa
hacia la tierra del amor
y la justicia?
José María Rodríguez Olaizola, sj
No, no te detengas.
Comenzar bien es una gracia de Dios.
Continuar por buen camino
y no perder el ritmo...
es una gracia todavía mayor.
Pero la gracia de las gracias,
está en no desfallecer,
con fuerzas todavía o ya no pudiendo más,
hecho trizas o añicos,
seguir avanzando hasta el fin.
Helder Camara
10.- Pisas mi tierra
Apareces y mandas recado de que has resucitado...
Pero los apóstoles no creen ni a María ni a los de Emaús.
Apareces y reprochas la incredulidad y la dureza de corazón.
Y a los incrédulos y duros de corazón, que ahora te ven, ¿te ven?,
les mandas, nos mandas: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio”.
En mi debilidad me haces fuerte.
Tú, Señor, resucitado, inicias una nueva creación.
Haces que nazca el día, que brote la vida, que la luz lo bañe todo.
Gracias, Señor, por tu resurrección, que me da la posibilidad
de renacer de nuevo, que me hace renacer en ti.
Gracias por el don del bautismo, que me ha hecho renacer a una vida nueva.
Gracias porque me llamas a ir al mundo entero y a proclamar el evangelio.
Gracias, Señor,
por tu modo de hacer las cosas.
Es pura locura, absurdo, fracaso.
Nos propones una nueva mirada,
una nueva lógica, un orden inverso.
Transforma mi pensamiento normal:
mi lucha por brillar, mi imagen narcisista,
autoreferencial, yo, yo, yo.
Que no necesite ni mendigue admiración,
reconocimiento, valor... ya que Tú me sacias.
Te tengo, Dios solo, ¿qué más puedo querer?
Cuenta conmigo, Señor: para desaparecer, para dejarte paso a Ti,
para perder, para poner primero al otro.
Y que así comprenda: el valor que le das,
el amor que le tienes, la trampa y el daño del poder,
y la promesa de vida que le haces... desde la cruz.
12.- DÓNDE ESTÁ TU LUZ
Dame Señor, tu mano guiadora.
Dime dónde la luz del sol se esconde.
Donde la vida verdadera.
Dónde la verdadera muerte redentora.
Que estoy ciego, Señor,
que quiero ahora saber.
Anda Señor, anda, responde
de una vez para siempre. Dime dónde
se halla tu luz que dicen cegadora.
Dame, Señor, tu mano. Dame el viento
que arrastra a Ti a los hombres desvalidos.
O dime dónde está, para buscarlo.
Que estoy ciego, Señor. Que ya no siento
la luz sobre mis ojos ateridos
y ya no tengo Dios para adorarlo.
López Gorge, J. “Gritos y Plegarias”, p. 258
13.- DÓNDE TE BUSCARÉ
Señor, si no estás aquí,
¿dónde te buscaré estando ausente?
Si estás por doquier,
¿cómo no descubro tu presencia?
Cierto es que habitas
en una claridad inaccesible.
Pero ¿dónde se halla
esa inaccesible claridad?
¿Quién me conducirá hasta allí
para verte en ella?
Y luego, ¿con qué señales,
bajo qué rasgos te buscaré?
Nunca jamás te vi, Señor, Dios mío;
no conozco tu rostro...
Enséñame a buscarte
y muéstrate a quien te busca,
porque no puedo ir en tu busca,
a menos que Tú me enseñes,
y no puedo encontrarte
si Tú no te manifiestas.
Desean te buscaré,
te desearé buscando,
amando te hallaré,
y encontrándote te amaré.
San Anselmo. “Gritos y Plegarias”, p. 250
14.- EMPEZAR A SER CRISTIANOS
Somos cristianos por rutina,
porque lo fueron nuestros padres,
porque no nos hemos tomado la molestia
de dejar de serlo.
El cristianismo nos parece algo tradicional,
un elemento cultural que hay que conservar,
como una antigüedad.
Por esto, nos molestan los cambios,
porque hacen pensar.
A veces, no poseemos el Espíritu de Cristo,
sino sólo costumbres externas;
y, en nombre del cristianismo,
somos intolerantes e injustos...
Jesús, nos gustaría ser cristianos de verdad,
descubrirte por primera vez,
después de tantos años que,
al parecer, te seguimos.
Sabemos que el Evangelio es hiriente,
pero nos los hemos acomodado;
hemos hecho de él un texto
de conformismo y vulgaridad.
Nos sirve para defender la propiedad
y nuestros privilegios.
Por esto nos empieza a parecer incorrecto.
Danos unos ojos nuevos para verte,
sin deformaciones, tal como eres.
Danos un corazón nuevo para amarte
plenamente, con tu inquietud,
tu pobreza, tus ideas amenazantes.
Danos el convencimiento de que no te conocemos
mientras nos parezca lógico,
mientras sea fácil seguirte.
Envíanos tu Espíritu,
para que nos dé el sentido cristiano
de tu mensaje;
que nos turbe la paz de la rutina.
Enséñanos a leer el Evangelio
de un modo vital,
que sea la norma de nuestra vida
y no sólo un arsenal de teoría.
Otórganos, Señor,
la sinceridad de descubrir
la inconsecuencia de nuestro cristianismo:
de predicar el amor y quedarnos dormidos.
Si no queremos vivir como cristianos,
que al menos tengamos la sinceridad
de dejar de llevar tu nombre.
Luis Espinal. “Oraciones a quemarropa”, p. 91
Exhala tu aliento, Señor, sobre la faz de la tierra.
La tierra esta contaminada,
nos asfixiamos por el aire enrarecido
y la polución creciente.
Sopla tu aliento puro,
que respiremos otra vez frescor de vida.
Los pueblos están corrompidos, viejos,
de violencias e injusticias.
Sopla tu aliento vivo
que combata eficazmente
la vejez y la muerte de los pueblos.
Los creyentes están inseguros y divididos
en un ambiente hostil.
Sopla tu aliento fuerte,
para que, unidos,
demos valiente testimonio
de que tú eres el Salvador.
Y exhala tu aliento sobre mí.
que me siento sin vida.
Necesito tu respiración boca a boca.
que tú respires en mí
y yo respire en ti
con tu aliento que es Espíritu.
16.- HAZNOS GENEROSOS, SEÑOR
• Para que experimentemos en nuestra vida que el que da, recibe y que ni un vaso de agua quedará sin recompensa.
HAZNOS GENEROSOS, SEÑOR
• Para que no tranquilicemos nuestras conciencias con pequeñas limosnas que calman nuestra inquietud, en vez de comprometernos de forma constante y eficaz con alguna causa solidaria.
HAZNOS GENEROSOS, SEÑOR
• Para que seamos sencillos y no presumamos de nuestras buenas obras, pero, al mismo tiempo sepamos hablar de ti y de los hermanos, para contagiar solidaridad.
HAZNOS GENEROSOS, SEÑOR
• Para que nadie que viva a nuestro lado se quede sin nuestro compartir, acoger, charlar, crear comunidad y sentirnos bien juntos.
HAZNOS GENEROSOS, SEÑOR
• Por último, pedimos por tu iglesia, para que sea núcleo de unión, de dinamismo social y de encuentro y transformación de las injusticias, para que puedan vivir bien los seres humanos.
HAZNOS GENEROSOS, SEÑOR
17.- Para orar
Este viejo madero ha florecido
para esculpir de Cristo la hermosura
y cantar su victoria que fulgura
en la savia del mundo renacido.
De pie sobre la muerte, Cristo erguido
en viva geometría de ternura,
levantas en tus brazos a la altura
la esperanza del hombre redimido.
Reverdece de luz nuestra frontera
sepultada en la noche de la Historia.
Lo que era ayer desierto es primavera.
por torrentes de vida fecundada.
Cantando voy mi gozo y tu victoria,
Cristo sobre la cruz resucitado.
Miguel de Combarros
Ayúdame, Dios mío, por tu bondad.
Perdóname por lo que he hecho mal, tú sabes cómo soy.
Yo sé que no miras lo que está mal, sino lo bueno que es posible.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me das sabiduría.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me dejes vagar lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Enséñame a vivir la alegría profunda de tu salvación,
Hazme vibrar con espíritu generoso:
entonces mi vida anunciará tu grandeza,
enseñaré tus caminos a quienes están lejos,
los pecadores volverán a ti.
Hazme crecer, Dios,
Dios, Salvador mío,
y mi lengua cantará tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera ritos sólo por cumplir, no los querrías.
Lo que te ofrezco es un espíritu frágil;
un corazón quebrantado y pequeño,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a tus hijos.
Haznos fuertes en tu presencia.
Entonces te ofreceremos lo que somos, tenemos,
vivimos y soñamos, y estarás contento.
(adaptación del Salmo 50)
Dios, Señor Mío,
No tengo ni idea de adónde voy.
No veo el camino delante de mí.
No puedo saber con certeza dónde acabará.
tampoco me conozco realmente,
y el hecho de pensar que estoy siguiendo
tu voluntad no significa que en realidad lo esté haciendo
Pero creo que el deseo de agradarte,
de hecho te agrada.
Y espero tener ese deseo en todo lo que haga.
Espero que nunca haga algo apartado de ese deseo.
Y sé que si hago esto me llevarás por el camino correcto,
aunque yo no me dé cuenta de ello.
Por lo tanto, confiaré en ti siempre
aunque parezca estar perdido a la sombra de la muerte.
No tendré temor
porque estás siempre conmigo,
y nunca dejarás que enfrente solo mis peligros. Amèn
Thomas Merton
20.- Viernes de Pascua
¿Tenéis algo d comer?
Ellos contestaron: No,
Echad las redes a la derecha de la barca y encontraréis. (Jn. 21, 1-14)
A veces es frustrante.
Ponemos toda nuestra energía, toda nuestra buena voluntad...
y las cosas no funcionan así.
Quizá nos falte seguir las instrucciones de Jesús:
echar las redes hacia el lado que recomienda.
Es su presencia,
vivo en vosotros,
lo que marca la diferencia,
lo que convierte una noche dura e inútil en una red llena y abundante.
Señor Jesús, cuando estoy desilusionado,
viendo mis redes vacías,
hazme escuchar de nuevo tu voz.
dime hacia dónde lanzar tus redes.
Ilumina mis prioridades.
señala rumbos para mi vida.
Como la fuente
de agua fresca que apaga la sed.
Como el agua pura del arroyo que refleja la luz.
Al igual que la cascada saltarina que fascina la mirada.
Como el mar inmenso que purifica y mantiene la vida.
Como la brisa suave en las horas tórridas refresca el rostro.
Común manantial que no se acaba…
¡ASÍ ES EL ESPÍRITU DE DIOS!
Te seguimos, Señor Jesús,
Pero para que te sigamos, llámanos,
Porque sin ti nadie avanza.
Que sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Recíbenos como un camino acogedor recibe.
Aliéntanos como la verdad alienta.
Vivifícanos, puesto que Tú eres la Vida.
San Agustín