1. Mi Dios está vivo, Él no está muerto,
mi Dios está vivo en mi corazón.
Mi Dios está vivo, ha resucitado,
lo siento en mis manos, lo siento en mis pies,
lo siento en mi alma y en mi ser.
OH... HAY QUE NACER DEL AGUA
OH... HAY QUE NACER
DEL ESPÍRITU DE DIOS.
OH... HAY QUE NACER
DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU DE DIOS
HAY QUE NACER DEL SEÑOR. (bis)
PREPÁRATE PARA QUE SIENTAS (3)
EL ESPÍRITU DE DIOS.
DÉJALO QUE SE MUEVA (3)
DENTRO DE TU CORAZÓN.
2. Mi Dios está vivo, Él no está muerto,
mi Dios está vivo en mi corazón.
Lo veo a mi lado, nunca me abandona,
lo veo por el aire, lo veo junto al mar,
lo veo por el monte al caminar.
1. Gracias quiero darte por amarme
gracias quiero darte yo a ti Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor, amado
como el barro en manos del alfarero.
Toma mi vida, hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
2. Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste.
Sí, te ofendí, perdóname Señor
pues te amo y nunca te olvidaré.
Yo quiero ser, Señor, amado
como el barro en manos del alfarero.
Toma mi vida, hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
Tú eres el dios que nos salva,
la luz que nos ilumina
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija (2)
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR
TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR (2)
Te damos gracias, Señor
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que nos castiga (2)
Y sacaremos con gozo
del manantial de la vida
las aguas que dan al
hombre la Fuerza que resucita (2)
CUANDO EL DÍA VA CAYENDO
LLÉNANOS DE TU PAZ Y DE TU AMOR.
CUANDO EL CIELO SE OSCURECE
HAZ SENTIR TU PRESENCIA Y TU CALOR.
1.- Mis manos que desean un descanso,
mis piernas que han dejado ya de andar,
mi cuerpo que cansado del trabajo,
esperan en tu alivio nada más.
2.- Mis ojos sólo aguardan tu sonrisa,
mi boca el alimento de tu pan,
mi vida necesita de tu vida,
mi oído tu palabra para amar.
EN LA NOCHE MÍRANOS,
DANOS TU MANO, SEÑOR. (2)
Libra mis ojos de la muerte
dales la luz que es su destino.
Yo como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz que mi pie vaya ligero.
Da de tu pan y de tu vaso vaso
al que te sigue paso a paso
por lo más duro del sendero.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.
Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea, te doy las gracias.
Estoy dispuesto a todo.
Lo acepto todo,
con tal de que tu voluntad
se cumpla en mi
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más Padre.
Te encomiendo mi alma,
te la entrego
con todo el amor de que soy capaz,
porque te amo y necesito darme,
ponerme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque tú eres mi Padre.
Charles de Foucauld
2.- Oración del buscador de Dios
Autor: San Agustín, Trinitate 15,28,51
Señor y Dios mío, en ti creo,
Padre, Hijo y Espíritu Santo, mi única esperanza.
Óyeme para que no sucumba al desaliento
y deje de buscarte; sino que ansié siempre
tu rostro con ardor.
Dame fuerzas para la búsqueda, tú que hiciste
te encontrara y me has dado esperanzas
de un conocimiento mas perfecto.
Ante ti esta mi firmeza y mi debilidad: sana ésta,
conserva aquélla.
Ante ti esta mi ciencia y mi ignorancia:
si me abres, recibe al que entra;
si me cierras el postigo, abre al que llama.
Haz que me acuerde de ti,
te comprenda y te ame.
Acrecienta en mí estos dones
hasta mi reforma completa.
Amén
3.- Jesús es dulzura y amor
Autor: San Agustín
¡Oh Salvador mío, fuente inagotable de dulzura y de bondad!
No piense yo más que en Vos. Cuando al mismo tiempo que a Vos se ama
cualquiera otra cosa, ya no se os ama, ¡oh Dios mío!, con verdadero
amor.
¡Oh amor lleno de dulzura, dulzura llena de amor, amor exento
de penas y seguido de infinidad de placeres; amor tan puro y tan
sincero que subsiste en todos los siglos; amor cuyo ardor no hay cosa
que pueda apagar ni entibiar!
¡Jesús, mi adorable Salvador, cuyas
bondades, cuyas dulzuras son incomparables, caridad tan perfecta como
que sois nada menos que mi Dios!
Véame yo abrasado en vuestras
divinas llamas, de suerte que no sienta ya más que aquellos torrentes
de dulzuras, de placeres, de delicias y de alegría, pero de una
alegría enteramente justa, enteramente casta, pura, santa y seguida
de aquella perfecta paz que solamente en Vos se encuentra.
Sea yo abrasado en las llamas de aquel amor,
¡oh Dios mío!, con todo el afecto de mi corazón y de mi alma.
No quiero, bien mío, no quiero en
lo sucesivo más amor que el vuestro. Amén.
No hay caminos en mi vida, Señor;
apenas senderos
que hoy abro y mañana desaparecen.
Yo estoy en la edad de los caminos:
caminos cruzados, caminos paralelos.
Yo vivo en encrucijada
y mi brújula, Señor,
no marca el norte.
Yo corro cansado hacia la meta
y el polvo del camino
se me agarra a cada paso,
como la oscuridad a la noche.
Yo voy a galope caminando,
y a tientas busco un rastro,
y sigo unas pisadas. Y me digo:
¿Dónde me lleva el camino?
¿Eres quien ha extendido
a lo largo de mi vida un camino?
¿Cuál es el mío?
Si Tú me lo has dado
me pertenece.
¿Dónde me lleva? Si Tú lo has trazado
quiero saber la meta.
Señor, yo busco tu camino (sólo uno),
y me fío de tu Palabra.
Dame fuerza, tesón a cada paso
para caminar contigo.
Yo busco ahora un camino, Señor.
Tú, que eres Camino,
da luz verde a mi vida
pues a abrir camino Tú me llamas.
No pida yo nunca estar libre de peligros,
sino denuedo para afrontarlos.
No quiera yo que se apaguen mis dolores,
sino que sepa dominarlos mi corazón.
No busque yo amigos
por el campo de batalla de la vida
sino más fuerza en mí.
No anhele yo,
con afán temeroso, ser salvado
sino esperanza de conquistar,
paciente, mi libertad.
¡No sea yo tan cobarde, Señor,
que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso!
Rabindranath Tagore
6.- Vislumbrarte
Solo te reconoce, Señor,
aquel discípulo que tú tanto querías,
el que sabía que tú tanto le querías,
el que había anidado su vida en el amor entregado,
el que había recostado su cabeza en tu costado.
Conocerte es saber que me amas.
Y dejar que tu presencia reconocida me manifieste,
una vez más, tu amor.
Como en la mañana de Pascua,
solo el que ama, el amado,
es capaz de comprender la verdadera
dimensión de la realidad.
Eres tú, Señor,
el que te presentas en medio de nosotros,
en nuestras actividades cotidianas.
Eres tú, Señor, el que te acercas,
el que una vez más estás con nosotros,
estás entre nosotros.
Eres tú, Señor,
el que desvelas el sentido real de la realidad
y me haces proclamar,
cuando me rindo a tu amor amante:
“Es el Señor”.
7.- DAME TU FUERZA
Padre, haz que mis ojos vean lo que Tú ves,
haz que mis oídos oigan
el estruendo de tu voz
en las ondas de lo creado.
Haz que mi hablar sea
un baño de palabras de néctar,
que se viertan sobre hombres
presa de amargura.
Haz que mis labios sólo canten
los cantos de tu amor y tu alegría.
Padre amado,
realiza por medio de mí la obra de la verdad.
Ten mis manos ocupadas
en servir a todos los hombres.
Haz que mi voz esparza de continuo
semillas de amor para Ti
en el terreno de los hombres que te buscan.
Haz que mis pies avancen siempre
por el camino de la justicia.
Guíame de mi ignorancia a tu luz.
Padre, mueve mi corazón
y hazme sentir simpatía
por todas las criaturas vivientes.
Que tu Palabra sea el Maestro de la mía.
Piensa con mis pensamientos,
porque mis pensamientos
son tus pensamientos,
mi mano es tu mano,
mis pies son tus pies,
mi vida es tu fuerza
para hacer justicia entre los hombres.
Yoganada. “Gritos y Plegarias”, p. 303
8.- DANOS, SEÑOR, TU REINO
Danos tu luz, Señor, en esta hora,
cuando abrazamos fantasías
y sirenas imposibles,
y nos ciega la vanidad
y el sonar de las monedas.
Danos, señor, tu palabra de verdad,
cuando la mentira obtiene curso legal,
y vivimos de engaños,
de apariencias y etiquetas.
Danos la alegría de las cosas sencillas,
cuando el disfrute se mide por su precio,
nos manejan como títeres
los hilos del consumo,
y el corazón se nos pierde por las ferias.
Danos participar en tu justicia,
cuando el poder se hace
abuso contra el débil,
y más se encumbra aquél que más oprime.
Danos, Señor, tu gran liberación,
cuando el grito del pobre sufre encadenado,
y la libertad es coto privado de unos pocos.
Danos tu paz, Señor,
cuando la violencia crece en oleadas,
estalla la agresividad
despertando a las armas,
y tocan a rebato la prudencia y el miedo.
Danos, Señor, tu amor, tan necesario
como el pan, el aire, el sol, el agua.
Haz que tu amor sea
el eje angular de nuestra vida...
surgirá el hombre nuevo
y habrá hogar para todos.
Danos, Señor, tu Reino.
Vidal Ayala. “La voz del bosque”. PS.
Espíritu Santo, ven:
Sáname esta carne enferma.
Purifica los deseos.
Ilumina mi ceguera.
Rectifica mis desvíos.
Infunde amor en mis venas.
Toma mi vida cansada.
Uneme a tu santa Iglesia.
Sopla tu ALIENTO en mi noche.
Aléjame las tinieblas.
Nunca mis manos se cansen.
Toda mi vida sea ofrenda.
Oh Dios, consuelo del hombre.
Ven a mi casa desierta.
Espíritu, no te quedes.
No alargues la dura espera.
Alienta esta fe dormida.
Levanta mi pobre tienda.
Envía tus SIETE DONES.
Llueva tu AMOR en mi tierra.
Unge de nuevo mi frente.
Y te prometo llegar
A donde tu SOPLO quiera.
Amor de Dios derramado,
Me sumerjo en tu PRESENCIA.
En tus alas me cobijo
Noche y día hasta que El vuelva.
(A. Bellido Almeida)
10.- NO VIVIR SOBRECARGADO
Me acerco a ti porque necesito respiro
y confío en tu palabra de maestro y amigo:
Venid a mí todos los que estáis abrumados
y no sabéis disfrutar el necesario descanso.
En el diario vivir dame, Señor, tu paz,
tu paz de resucitado siempre prometida.
En medio del ajetreo de cada día
enséñame a vivir con serenidad.
Que no me agobie, que no me estrese,
que no me abrume, que no me queme.
Que no me sienta urgido a llevar
cargas o yugos que doblan la espalda.
Que nada me turbe en este mundo en crisis;
que me sienta seguro en tu regazo día y noche.
Que no sea demasiado ambicioso en el trabajo
ni egoísta ni rácano con el descanso necesario.
Que nada me altere y malhumore:
ni la fatiga psíquica ni los fallos morales.
Que no me exija demasiado para estar contigo
ni lo haga a quienes quiero y viven a mi lado.
Contigo a mi lado, Señor y hermano,
que nunca me sienta sobrecargado,
pues las espaldas dobladas o mojadas
te duelen en tus entrañas humanas.
Y porque tu yugo es ligero y llevadero,
gracias te doy por haberme invadido
y revelado tu rostro y evangelio.
Florentino Ulibarri
11.- ALEGRA NUESTROS CORAZONES, PADRE
• Para que en nuestras tristezas, agobios y preocupaciones, nos dejemos aliviar por Ti,
ALEGRA NUESTROS CORAZONES, PADRE
• Confiados en que tú nos conoces del todo y tienes hasta los cabellos de nuestras cabezas contados,
ALEGRA NUESTROS CORAZONES, PADRE
• Para que sepamos aliviar y acompañar los duelos de los que nos rodean,
ALEGRA NUESTROS CORAZONES, PADRE
• Que todos los cristianos y personas religiosas nos dejemos levantar por ti y limpiar la mirada,
ALEGRA NUESTROS CORAZONES, PADRE
• Por toda la humanidad, especialmente los que sufren desamor, hambre, injusticias, paro, miedos y dificultad,
ALEGRA NUESTROS CORAZONES, PADRE
12.- Se les abrieron los ojos y lo reconocieron
"Se les abrieron los ojos y lo reconocieron".
Caminó con ellos, discutió con ellos, pero no lo conocieron.
Ni teologías ni exégesis racionales, te llevarán al verdadero Jesús.
El único camino para encontrarlo es el que conduce al "corazón".
...................
Tenemos que abrir los ojos, pero no los del cuerpo.
Sólo desde el corazón podemos descubrir su presencia.
Si los ojos de nuestro corazón están bien abiertos,
lo descubriremos presente en todos y en todo.
...................
Ni a Cristo ni a Dios podemos encontrarlo en un lugar.
Su presencia no es localizable, porque está en todas partes por igual.
En cualquier lugar, en cualquier momento lo puedes encontrar.
"Reconocerlo", esa es la tarea fundamental como cristianos.
..................
Fray Marcos
No permitas que nos encerremos
en nuestros duelos ni autocompasiones,
no nos dejes dar demasiada importancia
a lo que nos ocurre,
impide que la enfermedad, el paro,
el desamor, o las desgracia nos bloquee,
porque entonces vivimos sin ti,
y así no hay forma de superarlas.
¡Cuántas veces nos has demostrado que vivimos anclados en nuestra pena y lo único que nos libera
es dejar de auto compadecernos y escuchar al otro!
Minimiza, Señor, nuestros miedos
y vuélvenos misericordiosos,
compasivos con los hermanos
y adivinos de sus dificultades.
Sólo así podremos sanarnos
y recuperar la energía vital.
Entra, Señor, pasa hasta el fondo,
al silencio de mi corazón,
más allá de mi cabeza ruidosa
y de mi mente egocéntrica.
Pasa y hazme sentir como Tú,
amar como Tú, acompañar como Tú.
Porque quiero saber aliviar
el dolor de los otros, perdonar siempre,
Descargar el peso de la vida
y desculpabilizar y liberar a mis hermanos.
Pasa, Señor, aunque yo no te busque,
distraído en los afanes de la vida, pasa...
eres tú el único que da sentido a mi existencia,
el que minimiza mis errores
y me vuelve misericordia inmediata,
amor gratuito, amistad regalada y caricia de vida.
Cuando te dejo entrar en mí,
me tomas al asalto y me vuelves todo amor.
gracias por estos miedos que te reclaman,
gracias por mis fragilidades,
que me quitan prepotencias,
gracias porque siendo pequeño,
Tú me vuelves grande y capaz,
gracias porque contigo soy luz
para el camino oscuro de la vida
y sal que aporta chispa
y humor para facilitar las situaciones.
Gracias por entrar... por pasar hasta el fondo de mí...
Mª Patxi Ayerra
Nadie lo ve.
Nadie lo oye.
Pero, poco a poco,
todos lo notan.
Sopla un espíritu nuevo por el mundo.
El espíritu de solidaridad.
Un espíritu de Amor.
El espíritu de Dios.
Nadie puede detenerlo.
Atraviesa puertas y ventanas,
derriba todas las paredes y transforma
los hombres y las cosas.
Todo se renueva,
los hombres buscan la misma longitud de onda.
Busca el mismo cauce.
Los hombres se acercan.
Vienen de todas partes,
de todas las clases, y de todas las mentalidades.
Hombres de todas las profesiones y edades.
Nadie los ha llamado. Se llamaron ellos.
Los hombres vuelven a encontrar calor humano,
un puerto, una mesa y un techo, un poco de pan y de vino, una casa
con una canción por la noche.
Señor Jesús,
Tú no viniste al mundo para ser admirado o adorado.
Tú deseaste solamente imitadores.
Por eso, despiértanos, si estamos adormecidos
En ese engaño de querer admirarte o adorarte,
En vez de imitarte y parecernos a ti.
Sören Kierkegaard
No necesito correr desesperadamente, Señor,
para querer encontrarme contigo.
No necesito mover todas las piedras
para reconocer tu presencia.
No necesito los grandes movimientos interiores
para saber que te haces presente.
No necesito inquietarme y preguntarme:
¿Dónde estás Señor? Para querer encontrarte.
Solo necesito saberme delante de ti,
creatura tuya y saber que ¡aquí estoy, Señor!
Pablo González, sj