Tal como lo explica Fundéu, “en la comunicación empresarial también se han de cuidar las normas de conducta, no solo de los interlocutores corporativos o encargados de la comunicación, sino también de las aportaciones en internet de cada uno de sus empleados. Actualmente la reputación en línea de la empresa convive junto a la del individuo, cualquiera puede convertirse en portavoz solo con especificar su lugar de trabajo en su perfil personal. Una opinión personal puede dañar la imagen de la empresa, por ello es importante que los empleados conozcan la cultura corporativa y las normas de la compañía en internet”.
Y continúa Fundéu en otro documento: “Con la expansión de internet también se extendió el uso de la netiqueta, un término (calco inglés del inglés netiquette o ‘etiqueta en la red’) con el que se designa un conjunto de «normas de urbanidad» en la red: consejos sobre redacción y modales para la comunicación en foros, salas de chat y otros lugares en los que se desarrollan diálogos o debates”.
En general, uno de los aspectos más débiles en el uso de la red es el respeto por dichas normas, pero en el uso profesional del periodismo digital resultan esenciales tanto para hacer un uso responsable de los medios sociales como para promover la reputación corporativa en línea. Por ello, dedicamos un capítulo al tema.
El libro ‘NETiquette’ de Virginia Shea (Albion Books, 1994), es considerado la fuente clásica de las normas elementales de etiqueta en la red. La autora dedica el tercer capítulo a describir diez reglas de oro:
Sin embargo, continúa Fundéu, “más allá de las cuestiones que tratan estrictamente sobre modales y socialización [...], muchas normas de etiqueta hacen referencia al uso del lenguaje. Las siguientes son algunas normas tomadas de diversos foros, listas y chats de habla hispana:
”Desde un punto de vista lingüístico, lo más destacable de la netiqueta es que el lenguaje y la redacción ocupan un lugar fundamental en el proceso de comunicación. No se pide a los usuarios que redacten mejor por el mero hecho de cumplir unas normas académicas o por someterse a una corrección formal, sino porque queda patente que el descuido en el lenguaje produce una distorsión del mensaje y, más aún, de la imagen del emisor de ese mensaje, lo que produce un condicionamiento en el receptor. [...] En conclusión, en los chats y en la mensajería instantánea, la brevedad no es un fin sino un medio para comunicar con más fluidez y, por tanto, no debe abusarse de ella si pudiera producir una distorsión del mensaje”.