Historias de éxito

(o cómo desarrollar el talento)

En esta página explicamos, de forma didáctica y a través de personajes e historias, algunas de las claves que deben tener en cuenta profesores, padres y alumnos para educar y mejorar el talento.

Aunque es un trabajo personal, nos hemos basado en estudios científicos, no en mitos o consejos de autoayuda sin evidencias. Algunos de los párrafos se han obtenido de "La actitud del éxito" (Carol Dweck) y "¿Cómo aprendemos?" (Héctor Ruiz Martín).

Michael Jordan: la mentalidad de crecimiento.

Mucha gente no sabe que Michael Jordan, considerado uno de los mejores jugadores de baloncesto de la historia, fue expulsado de su equipo de baloncesto en el instituto por no estar al nivel de sus compañeros. Jordan pasó aquel año entrenando por su cuenta y consiguió ser readmitido en el equipo. 

De nuevo, aunque su papel en la liga universitaria fue excelente, cuando se presentó para jugar en la NBA no fue la primera opción de los seleccionadores. Una vez accedió a la liga nacional, tuvo que luchar seis años antes de ganar su primer trofeo con los Chicago Bulls.

Sus propias palabras lo expresan: "He fallado más de 9.000 lanzamientos a canasta en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. Hasta 26 veces se me encomendó el lanzamiento de la victoria y fallé. He fallado una y otra y otra vez en mi vida. Y es por ello que he alcanzado el éxito".

Pero, ¿qué nos enseña la historia de Michael Jordan?, ¿cómo pudo conseguir ser uno de los mejores?, ¿qué podemos aprender de su forma de pensar?

Sabemos que nuestras atribuciones, creencias, pensamientos,... pueden influir en nuestra conducta y emoción. 

Carol Dweck ha identificado dos tipos de creencias con respecto al desarrollo de las distintas habilidades (¿podemos modificar nuestras habilidades?, ¿nuestra inteligencia es para toda la vida?,...). La autora las llama mentalidad fija o mentalidad de crecimiento en función de si asumimos que no podemos cambiarlas (son innatas y estables) o si creemos que podemos mejorarlas con la práctica (son aprendidas y modificables). Las personas con mentalidad de crecimiento creen que pueden cambiar y mejorar, en lugar de creer en las etiquetas y conformarse con la idea de "yo soy así".

La mentalidad de crecimiento de Michael Jordan le ayudó a mejorar y a superar sus dificultades.

La mentalidad fija es una creencia autolimitante ("soy bueno en el deporte, pero se me da mal dibujar"), mientras que si tienes una mentalidad de crecimiento estarás más motivado para los retos, el esfuerzo y la mejora ("si trabajo conseguiré mejorar en plástica"); está bien tener talento, pero eso solamente es el punto de partida. En ocasiones estas dos mentalidades conviven en mayor o menor proporción en una misma persona (una mentalidad fija para el baile, pero una mentalidad de crecimiento para el deporte).

Una manera de contribuir a crear una cultura que atribuya el éxito al esfuerzo y no a la habilidad consiste precisamente en enfocar el feedback al trabajo realizado (ej., "lo has hecho muy bien, has trabajado mucho") y nunca a las cualidades o capacidades del alumno (ej., "muy bien, eres muy inteligente"). Hay que educar acerca del "aprendizaje" del error, y promover una cultura que reconozca el valor del esfuerzo por delante del talento innato ("la práctica hace al maestro").

Enseñar a los niños a esforzarse y lograr lo que quieran (6'30 min.).

Steve Jobs: la resiliencia.

En 2005, Steve Jobs dió un famoso discurso en la Universidad de Stanford.

A pesar de ser cofundador de Apple, visionario y multimillonario, Steve Jobs recuerda con gran sencillez y humildad varias historias de adversidades de su vida: fue adoptado porque sus padres no podían cuidarlo, abandonó la Universidad por problemas económicos, lo echaron de Apple aunque él mismo la creó, le diagnosticaron un fulminante cáncer de páncreas,...

En 2005, Steve Jobs dio su famoso discurso en la Universidad de Stanford y en el que nos enseña cómo ha podido superar estos obstáculos.

Pero, ¿cómo pudo lograrlo? ¿Qué enseñanza quiere darnos en este vídeo?

Según Steve Jobs, la clave está en "encontrar lo que amas y amar lo que haces", en no perder la fe si realmente confías y amas lo que quieres, en tener el coraje de seguir tu corazón e intuición y no a los demás.

La motivación nos impulsa a emprender y mantener un objetivo. Hay dos factores que la determinan:

De esta manera, la motivación es el estado emocional que genera la estimación (subjetiva y específica para cada contenido) del interés de la tarea (valor) y las expectativas de superarla (autoeficacia). A mayor valor y expectativas de éxito, mayor atención, tiempo y esfuerzo dedicaremos.

Posiblemente, Steve Jobs logró superar todos los obstáculos y fracasos gracias a que su gran pasión (algo así como la motivación intrínseca) le generó una gran capacidad de persistencia en sus objetivos.

Cada vez más se habla de resiliencia (persistencia, constancia, coraje, tenacidad,...) como la capacidad de "sobreponerse" a las adversidades. Está relacionada con la capacidad de autocontrol, tolerancia al fracaso, seguimiento de metas,...

Ángela Duckworth (2007) une estos dos conceptos en su "grit" o determinación (una mezcla de pasión por una meta y perseverancia a largo plazo). Las personas con grit se esfuerzan durante mucho tiempo por conseguir su motivación, es decir, saben lo que quieren y luchan por conseguirlo. Según sus investigaciones el grit es mejor predictor del éxito que el Cociente Intelectual (CI), es decir, el esfuerzo es más importante que el talento.

Según estudios, es posible desarrollar la capacidad de resiliencia:

John McEnroe: las atribuciones.

John MCEnroe fue el jugador de tenis número uno del mundo durante cuatro años, pero no le gustaba perder y se le conocía por su mal carácter. Cuando la cosa se ponía mal, frecuentemente se frustraba o abandonaba. Como resultado de ello, y eso él mismo lo admitió, no completó su potencial.

Su derrota más angustiosa ocurrió en el abierto francés de 1984. ¿Por qué perdió después de ir ganando con Ivan Lendl por dos sets a cero? Según McEnroe, no fue culpa suya: un cámara de la NBC se había quitado los auriculares y el ruido que le llegaba desde ese lado de la pista lo había desconcentrado. No era culpa suya, no se había entrenado para mejorar su capacidad de concentración o para controlar sus emociones.

El fracaso nunca era culpa suya. Una vez perdió un partido porque tenía fiebre. En otra le dolía la espalda. En una ocasión cayó víctima de las expectativas. En otra de la prensa sensacionalista. Un día perdió contra un amigo porque el amigo estaba enamora, y él no. Otro, había comido muy poco tiempo antes del partido. Una vez estaba demasiado fornido, otra demasiado delgado. O hacía demasiado frío, o demasiado calor. En una ocasión se había entrenado poco, en otra demasiado.

¿Qué debía cambiar McEnroe?, ¿qué aprendemos de su forma de pensar?,...

Weiner (1986) identificó tres dimensiones que las personas atribuimos a las causas de sus éxitos o fracasos, y cuyo valor tiene consecuencias sobre la autoeficacia:

Martin Seligman, el padre de la Psicología Positiva, lo explica así: "hemos descubierto que las personas que no se rinden tienen la costumbre de interpretar los contratiempos como temporal, local y cambiante" y se plantean los inconvenientes de esta forma: "va a desaparecer, es sólo por esta situación, y puedo hacer algo al respecto".

La motivación aumenta cuando pensamos que nuestros éxitos son debido a causas internas y controlables, y cuando atribuimos los fracasos a causas externas y variables. El caso más ventajoso es cuando tenemos un sentimiento de autoeficacia, es decir, cuando pensamos que podemos dominar una tarea (ya sea por conocimientos, capacidades, trabajo,...).

Sin embargo, nos desanimamos al pensar que los éxitos provienen de factores externos, que varían y no lo podemos controlar, y los fracasos son debido a causas internas, permanentes y que están fuera de nuestro control. La situación extrema se da en la indefensión aprendida: cuando alguien cree que no hay nada que pueda hacer para aprende algo.

Los estudios evidencian que educar sobre el éxito y el fracaso, con el objetivo de que los alumnos no los atribuyan a causas fijas e incontrolables, sino a factores que están en sus manos (esfuerzo, estrategias de estudio,...), puede tener consecuencias positivas sobre el sentimiento de autoeficacia y los resultados de aprendizaje.

"Sully", Capitán del Vuelo 1549: el autocontrol.

Chesley sullenberger ("Sully") pilotaba el Vuelo 1549 de US Airways que despegó el 15 de enero de 2009 del Aeropuerto La Guardia de Nueva York. Apenas un par de minutos después de despegar una bandada de aves inutilizó los dos motores.

En las grabaciones se puede escuchar la tensa conversación entre la torre de control y el piloto durante menos de cuatro minutos: "Eh...Este es el...eh...Cactus quince treinta y nueve que ha golpeado pájaros. Perdimos fuerza en los dos motores. Retornamos hacia La Guardia". Dos minutos después, la torre de control le ofrece aterrizar en la pista 1 del aeropuerto de Teterboro, a lo que "Sully" responde: "No podemos hacerlo". La torre de control insiste y repregunta: "Ok, ¿qué número de pista te gustaría en Teterboro?". Entonces, el piloto responde con voz seca: "Vamos a aterrizar en el Hudson". Los controles le preguntan: "¿Perdón? Dígalo de nuevo". Sully ya no respondió.

El increíble logro de Sully, y su decisión en pocos segundos de no regresar a LaGuardia, sino de aterrizar el avión en el Hudson, se hizo aún más evidente cuando los investigadores de choques le pidieron a los pilotos en simuladores que intentaran regresar al aeropuerto después del fallo de los motores. Solo la mitad de estos pilotos pudieron aterrizar, y cuando los investigadores tomaron en cuenta el momento en que Sullenberger tuvo que evaluar la situación y tomar una decisión, ninguno pudo hacerlo.

Gracias a la habilidad de Sully, salvó la vida a 155 personas en uno de los más asombrosos amerizajes de emergencia en la historia de la aviación. La hazaña se reflejó en una película.

¿Qué podemos aprender de la habilidad de Sully? ¿Cómo lo consiguió?

En este gran episodio Sully mostró gran capacidad de autocontrol, que le permitió en pocos segundos, analizar el problema, resolverlo con flexibilidad, y tomar la mejor de las decisiones (así se confirmó en una investigación posterior). Nos referimos al autocontrol del pensamiento, emocional y de la conducta.

El autocontrol es uno de los tres componentes de la inteligencia ejecutiva (junto a la memoria y flexibilidad), y uno de los cinco componentes de la inteligencia emocional (junto con la autoconciencia, motivación, empatía y competencia social).

Los estudios indican que el autocontrol se relaciona con un mayor éxito académico, habilidades sociales, de gestión del estrés y la frustración, conseguir metas,… En los adolescentes, puede superar el Cociente de Inteligencia (CI) a la hora de pronosticar los resultados académicos.

Existen dos características del entorno que contribuyen al desarrollo del autocontrol:

Thomas Edison: la cooperación.

Intenta imaginarte a Thomas Edison, inventor prolífico, tan vívidamente cómo puedas. Imagina cómo inventó la bombilla, fonógrafo,... ¿Está solo? ¿Está en su taller, rodeado de aparatos? ¿Sabe lo que busca?... En realidad, los documentos muestran a un hombre bastante diferente, que trabaja de una forma muy distinta.

Edison no era un ermitaño. ¡Para la invención de la bombilla tenía treinta ayudantes, entre ellos científicos muy capacitados, que trabajaban contra reloj en un laboratorio de vanguardia financiado por varias empresas!

La bombilla se ha convertido en el símbolo del momento de inspiración súbita en el que aparece la solución brillante, pero no hubo un momento así en el proceso que llevó a su invención. De hecho, la bombilla no fue un invento, sino toda una red de inventos que requerían mucho tiempo, personas y dinero. Necesitó a químicos, matemáticos, físicos, ingenieros y artesanos sopladores de vidrio.

De hecho, Edison fue un niño corriente de su época y lugar, y se convirtió en uno de los primeros en aplicar el trabajo en equipo a gran escala al proceso de invención y en crear el primer laboratorio de investigación industrial.

Entonces, ¿cuáles fueron las claves que le permitieron su invento?, ¿cómo tuvo éxito?, ¿qué podemos aprender de su trabajo e inventos?

Robert Slavin (2018) define el trabajo cooperativo como un método de trabajo en pequeños grupos para ayudarse a aprender los unos a los otros.

Muchos estudios indican la superioridad del aprendizaje colaborativo respecto a otros métodos. Pero, para que el aprendizaje cooperativo sea superior a otros métodos deben cumplirse al menos tres requisitos:

El último punto es la clave que diferencia un trabajo cooperativo de otro que no lo es.

La evaluación no debe limitarse a valorar el producto de la tarea (porque para ello no hace falta que participen todos), sino que debe comprobar lo aprendido de manera individual. Por tanto, la calificación que obtienen todos debe depender del desempeño individual en la evaluación (haciendo una media, por ejemplo). 

Lo importante es que los miembros sean conscientes de la importancia que tiene que cada componente del equipo aprenda. Solo así, todos los miembros del grupo se sentirán más proclives a enfocar sus energías en ayudarse los unos a los otros a aprender.

Por último, podríamos pensar que el aprendizaje cooperativo beneficiará a los estudiantes más rezagados pero irá en detrimento de los más avanzados. Es cierto que las evidencias sugieren que el mayor beneficio lo obtienen los estudiantes con mayores dificultades, pero esto no debería extrañarnos ya que son los que más pueden mejorar. Sin embargo, muchos estudios evidencian que el hecho de que los más capaces enseñen a sus compañeros contribuye a que sus aprendizajes sean más significativos y transferibles.

Pablo Picasso: la creatividad.

Próximamente...

Con todas estas historias no queremos enseñar cómo alcanzar el éxito, la fama o el poder. Por el contrario hemos pretendido enseñar algunas claves para “dar lo mejor de cada uno”.

Entendemos la inteligencia y el talento como un componente “heredado”, pero especialmente como un potencial dinámico a desarrollar a través del esfuerzo y trabajo, enfrentándose a retos cada vez mayores, aprendiendo de errores y fracasos, emprendiendo metas y persistiendo en ellas, ayudándose y colaborando con otros,…

En pocas palabras, “la práctica hace al maestro”. 

Los padres y profesores podemos educar en ello.