Introducción al proyecto

La crisis de la COVID-19 ha causado y sigue causando muchísimo revuelo. Entre las dolorosas pérdidas que provoca y los confinamientos de poblaciones enteras, la pandemia está poniendo de manifiesto fallas significativas de nuestro sistema económico actual, construido sobre los cimientos de la desigualdad y la injusticia, el consumo desenfrenado, la búsqueda del crecimiento a expensas de las personas y el medio ambiente, y la extracción insostenible de recursos finitos, lo cual sigue agravando la crisis climática y tiene consecuencias sobre los colectivos más vulnerables. Además, queda patente que la inversión en servicios indispensables como la sanidad no es suficiente, y resulta impactante ver lo desigual que ha sido el despliegue de las vacunas en el mundo. Al mismo tiempo, la pérdida de biodiversidad mundial supone un riesgo cada vez mayor de que estallen nuevas pandemias.

El origen de esta pandemia ha revelado cómo la mercantilización de la vida puede poner en jaque a la vida humana, a la par que se ha extendido gracias a la globalización. Mientras que el 1 % más rico se ha lucrado inmensamente con la pandemia, los Gobiernos han contraído enormes deudas y la recuperación económica en muchos lugares será difícil; conllevará importantes recortes en políticas sociales —sanidad y educación— y una deuda mayor en un futuro no muy lejano. Millones de personas han perdido sus empleos y se han visto desplazadas, obligadas a buscar oportunidades económicas en otra parte. Prevalece la sensación de inseguridad y miedo al futuro.

La crisis que estamos viviendo también supone un punto de inflexión en la historia. Quizá esta sea nuestra última oportunidad, y la mejor, para reparar nuestra relación con la Tierra y así poder salvarnos. La respuesta a la crisis del coronavirus está cambiando nuestras vidas y su marca perdurará en las próximas décadas. Tanto las decisiones que tomemos como las que no seamos capaces de tomar marcarán nuestro futuro. El capitalismo desbocado nos ha llevado al borde del colapso social y ecológico, pero mientras la crisis actual nos muestra las costuras y fallas del sistema, estamos a tiempo de crear una nueva normalidad. La humanidad necesita aprovechar esta oportunidad única para avanzar hacia nuevos modelos socioeconómicos que den prioridad a las necesidades de las personas, sus comunidades y el planeta, en lugar de ponerle un parche a un sistema roto.

Para lograr un futuro verde, justo y sostenible debemos abordar las crisis climática y la pérdida de biodiversidad con la misma determinación y urgencia que nos movieron en la crisis sanitaria mundial. Tenemos que protegernos, proteger a nuestras familias y comunidades y reconstruir nuestra sociedad sobre unos cimientos más justos, más seguros, más verdes y más resilientes, que protejan también a nuestros ecosistemas y el clima global. Toca alejarse de un modelo socioeconómico que se guía exclusivamente por los beneficios, por un crecimiento infinito y profundamente dependiente del consumismo y por las industrias extractivas, como la maderera y los combustibles fósiles. Ha llegado el momento de acometer una transición justa que anteponga el bienestar de las personas al lucro y que ponga en marcha una transformación que nos disponga para un futuro limpio y verde. Esto implica mejorar el transporte público, las energías renovables, la eficiencia energética de los edificios, transportes y servicios; acortar y localizar las cadenas de suministros, adoptar soluciones cooperativas, vivienda pública y servicios de sanidad, educación y bienestar.

El cambio es ineludible, y a medida que se suceden las transiciones debemos gestionarlas a propósito para que nadie se quede atrás. La elección que se nos plantea es sencilla: podemos seguir como siempre, permitiendo que las empresas saqueen el entorno que compartimos y que la avaricia provoque más catástrofes climáticas por todo el planeta, como incendios e inundaciones. O bien podemos construir algo más igualitario, más verde y más bondadoso, un mundo construido sobre la solidaridad y la justicia, impulsado por unas energías limpias y renovables. La rápida respuesta a la COVID-19 de algunos países demuestra que podemos emprender acciones radicales si así lo queremos. Y aún más importante: ante la respuesta global a la COVID-19 —tristemente insuficiente y que ha causado muertes, sufrimiento y desigualdad—, hay pequeños y grandes actos de bondad y compasión que han ido aflorando; cualidades de las que podemos partir y seguir trabajando en ellas.


¿Y si el coronavirus nos llevara a ver todos los errores cometidos por los Gobiernos y empresas para aprender de ellos? ¿Y si abandonáramos esa obsesión por el crecimiento y redujéramos las emisiones mientras lo reconstruimos todo juntos? ¿Y si, en lugar de volver al trabajo a tiempo completo, decidiéramos trabajar menos, comprar menos, fabricar menos y garantizar que tenemos lo suficiente para vivir una vida digna, en vez de luchar por aumentar el PIB a toda costa? ¿Y si nuestro sistema socioeconómico nos brindara una red de seguridad firme y fomentara la resiliencia en la sociedad para eliminar la pobreza y la desigualdad, para así prepararnos mejor de cara a las pandemias y catástrofes ecológicas del futuro? ¿Y si midiéramos el progreso no según el crecimiento, sino teniendo en cuenta el valor del bienestar natural o social? ¿Y si nos considerásemos una parte más de la naturaleza en pie de igualdad con ella, en lugar de una especie depredadora que siempre intenta dominarla y explotarla?


Estas son algunas de las preguntas que intentaremos responder en este documento.

Proceso y objeto del presente documento

Este contexto y estas preguntas nos llevaron a estar de acuerdo en torno a la necesidad de hacer progresar nuestro pensamiento como organización, sobre cómo provocar un cambio sistémico en estos tiempos de disrupción, así como de buscar prácticas y modelos socioeconómicos alternativos existentes que estén en línea con los valores de Greenpeace.

Teniendo esto en cuenta, decidimos apelar a la imaginación colectiva y a los conocimientos de las sociedades no occidentales, que ofrecen una perspectiva alternativa al statu quo dominante de las potencias globalizadas del Norte/Occidente. Para ello, comenzamos a investigar centrándonos en el ámbito geográfico del Sur global, prestando atención a lo que suele ser invisible explorando conceptos –tanto históricos como novedosos– que no llegan al pensamiento mayoritario debido a la dominación que ejercen el capitalismo y la cultura occidental.


Empezamos por realizar un inventario de las prácticas y modelos socioeconómicos existentes más relevantes, identificando el problema principal que cada modelo pretende solucionar, sus elementos clave y sus principales propuestas, relatos, barreras al pensamiento dominante; y también estudios de caso ilustrados o ejemplos de aplicación para mostrar cómo se traducen a la vida real. No hemos incluido esta investigación en el presente documento para facilitar su lectura, pero podemos compartirla si existe interés en explorar el proceso completo en detalle.


También identificamos intentos de unir movimientos y organizaciones que representan enfoques económicos alternativos, como la Radical Ecological Democracy Network (India, Sur global), la red RIPESS/Réseau intercontinental de promotion de l'économie sociale solidaire (Sur y Norte globales) o la WellBeing Economy Alliance, una plataforma digital para crear conexiones (Norte global), así como diversos ensayos que pasan revista a los diferentes movimientos ‟alternativos”, como Degrowth in Movements (2017) o Systemic Alternatives (2017). Otros movimientos y alternativas sectoriales a los que nos asomamos incluyen el Buen Vivir, el procomún, la desglobalización, el ecofeminismo, el ecosocialismo, el poscrecimiento, los derechos de la Madre Tierra, la economía social y solidaria, la soberanía alimentaria, la soberanía energética y la economía lenta y circular.


Hemos tenido en cuenta algunos de los mayores desafíos que afrontan las sociedades del Sur global: el legado colonial, una economía informal prominente, el menoscabo de las comunidades indígenas, un alto nivel de endeudamiento y grandes pagos anuales, el extractivismo o la gran dependencia en las divisas extranjeras; el sistema capitalista limita muchas de las aspiraciones para acceder a las infraestructuras, colmar las necesidades humanas y ofrecer a las personas y al planeta la posibilidad de florecer y realizarse, puesto que solo pueden acceder a las divisas extranjeras, a la deuda o a un modelo extractivista. Todos estos retos han llevado a desigualdades y polarizaciones cada vez mayores, tanto entre países como en el seno de los mismos, haciendo que el Sur global sea más vulnerable al extractivismo y al cambio climático.


Como resultado de esta exploración, redactamos unos principios que pueden servir como punto de partida y sentar las bases de cualquier alternativa socioeconómica que apoyemos. A continuación, generamos una serie de ideas concretas y propuestas de cambio para convertir estos principios en una realidad tangible sobre el terreno.

Una vez determinamos juntas una teoría para el cambio, empezamos a traducirla en diferentes historias con las que cada persona pudiera identificarse y conectar. Nos preguntamos lo siguiente: si fuéramos a contar historias sobre el futuro que queremos —en la infinidad de lenguas que tenemos—, ¿qué palabras emplearíamos? Si el futuro no se define por términos como ‟desarrollo”, ‟progreso” y ‟crecimiento”, ¿qué adjetivos podrían describirlo? ¿Quiénes son los personajes de estas historias? Creemos que las palabras no solo describen realidades, sino que las crean y, por ende, contienen un potencial y un poder inmensos. Este documento sigue nutriéndose y esperamos tener una evaluación más completa de los resultados próximamente, con la idea de compartirlo con otros grupos aliados para abrir la puerta a posibles colaboraciones.

Ahora estamos buscando y tratando de identificar a esos grupos aliados, a esas comunidades con las que colaborar e iniciar conversaciones con vistas a construir un futuro mejor. Estamos creando una nueva mentalidad radical y un cambio de poderes que sitúe a las personas y la naturaleza en el centro del desarrollo.

Criterios para escoger enfoques económicos

  1. Movimientos y modelos macroeconómicos que sostengan los valores y la misión de Greenpeace y sus objetivos de campaña transversales. En particular:

  • El bienestar (y no el beneficio) pasa a ser lo principal.

  • Reformas globales que abandonen el paradigma del crecimiento, el fundamentalismo de los mercados, el patriarcado y el legado colonial, y que construyan una relación nueva entre las personas y la naturaleza.

  • Se promueve el empoderamiento de las personas y las comunidades.

  • Políticas para una recuperación verde que nos prepare para detener la catástrofe climática


  1. Propuestas que planteen un debate o abran una conversación en torno a:

  • Alejarse del extractivismo mediante un proceso dirigido por las personas y para las personas.

  • Apoyen y amplíen el reconocimiento de la economía informal.

  • Propongan medidas alternativas para lograr la prosperidad económica.

Nuestras fuentes inspiración: un llamamiento al pluriverso

En el ámbito de las alternativas económicas existe un gran número de enfoques, teorías, propuestas y experimentos que se están desarrollando, debatiendo y aplicando de forma activa. Muchos de ellos se realizan a pequeña escala y, por lo tanto, no gozan de mucha visibilidad.

El ejercicio más reciente y exhaustivo de mapear estas corrientes y metamovimientos es Pluriverso. Un diccionario del posdesarrollo, de Arturo Escobar, Ashish Kothari y otros autores, quienes apuntan: ‟El modelo desarrollista occidental predominante es un constructo homogeneizador que ha sido adoptado por gente de todo el mundo bajo condiciones de coerción material. El término posdesarrollo resume una miríada de críticas sistémicas y estilos de vida alternativos. […] Lo que hasta ahora se echaba a faltar era una amplia compilación transcultural de conceptos concretos, visiones del mundo y prácticas en todo el planeta que cuestionasen la moderna ontología universalista y defendiesen una multiplicidad de mundos posibles. De aquí la reivindicación de un pluriverso”.

Como explica Arturo Escobar: ‟dicho pluriverso se construye sobre el concepto de diversidad en un sistema que engloba a toda la Tierra, una multiplicidad de mundos y de pueblos que coexisten con el planeta. Este es el primer significado del pluriverso. También contiene la noción de lo incesante de la vida, que siempre fluye y cambia constantemente debido a la interdependencia de todos los aspectos de los sistemas vivos. En teoría, hasta el capitalismo tendría derecho a existir en el pluriverso, pero solo abocado a ser uno más entre muchos sistemas coexistentes; en tal caso, dejaría de ser el capitalismo tal y como lo conocemos”.

Queremos cuestionar la idea de que solo hay una concepción de desarrollo y que todos los países deben seguir el mismo modelo capitalista occidental que ha llevado a la destrucción progresiva de los ecosistemas y ha generado pobreza, desigualdad y violencia en nuestras sociedades. Necesitamos urgentemente un desarrollo que dé cabida a la igualdad, la equidad, la sostenibilidad, el bienestar y las comunidades rurales. Queremos crear un espacio para que afloren alternativas nuevas para promover un desarrollo basado en el bienestar colectivo tanto de los seres humanos como de la naturaleza, con un sentido de comunidad que ha de estar en el centro (en el sentido del término bantú de ubuntu, cuya traducción aproximada es ‟soy porque somos”), de manera que no pueda verse capturado por el individualismo. Dado que los países y las culturas son muy diversos, también los enfoques de desarrollo deben variar para adaptarse a las diferentes circunstancias posibles.

Contacta con el equipo de Alternative Futures

Si tiene preguntas sobre este documento o nuestro trabajo de Futuros Alternativos, desea brindar comentarios o convertirse en colaborador, puede enviar un correo electrónico a Paula Tejon Carbajal o Catherine Rodgers.