Ver más allá del PIB, cuestionar la importancia del crecimiento y poner el bienestar en el punto de mira

"El problema del producto interior bruto es la parte bruta. No hay deducciones: toda la actividad económica se contabiliza como si tuviera un valor positivo. El daño social se suma, en lugar de restarse, al bien social. Un accidente ferroviario que genera 1000 millones de libras en reparaciones de vías, facturas médicas y gastos funerarios, según este medidor, se considera tan beneficioso como un servicio ininterrumpido que genera 1000 millones de libras en ventas de billetes."

George Monbiot

El cuestionamiento de la importancia del crecimiento se conoce también como “acrecimiento” (término desarrollado a partir del poscrecimiento). Este se centra en el desarrollo humano esencial y el bienestar de las personas, y hace hincapié en mejorar la calidad de vida de todo el mundo.

La forma predominante de medir el éxito de un país en el mundo actual es el producto interior bruto (PIB), una medida de los beneficios económicos de los productos y servicios, con independencia de si son beneficiosos o perjudiciales para la naturaleza y la sociedad. El concepto moderno de PIB lo desarrolló Simon Kuznets para un informe del Congreso de Estados Unidos en 1934, y también advirtió sobre su uso como medidor del bienestar. En 1944, el PIB (o PNB, producto nacional bruto) se convirtió en la herramienta principal para medir la economía de un país. El PIB per cápita se usa a menudo como indicador del nivel de vida y presenta unas ventajas considerables, porque se mide con frecuencia y de una manera amplia y coherente. Es mucho más difícil desarrollar medidas cuantitativas para constructos como la felicidad, la calidad de vida y el bienestar.

Se han hecho varias propuestas para superar las limitaciones del PIB, la mayoría de ellas a partir del año 2000, como el Índice para una Vida Mejor de la OCDE; el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, que clasifica a los países no solo con base en PIB per cápita, sino que tiene en cuenta también factores como la esperanza de vida, la alfabetización y la escolarización; o el índice de felicidad nacional bruta de Bután, que se centra en la gobernanza, el desarrollo sostenible y equitativo, la conservación medioambiental y la preservación de la cultura. Con todo, cada uno de ellos presenta deficiencias. El principal problema es que hay cientos de “alternativas para ir más allá del PIB”, muchas de ellas tienen bastante en común y apenas reciben atención en comparación con el índice único del PIB y la narrativa dominante del crecimiento. Por suerte, existe un movimiento para combinar estos medidores, cambiar la narrativa e incorporar la perspectiva del Sur global.

Una estrategia más inmediata es el acrecimiento, propuesto en un artículo recientemente publicado en Nature Climate Change, que efectivamente ignora el PIB como medidor global de progreso. No da prioridad al crecimiento ni se opone directamente al mismo; en su lugar, ignora deliberadamente cualquier cambio que se produzca en el PIB, de manera que se eliminan las limitaciones que vinculan el crecimiento con el progreso humano. Una estrategia neutra y cautelar centrada en el acrecimiento tiene la ventaja de que permite acercar las posiciones a favor y en contra del crecimiento económico, lo que contribuye a reducir la polarización de este debate.

También es importante comprender y cuestionar las creencias y los mecanismos que hay detrás del sistema actual de crecimiento exponencial (véase el apartado 3. Antecedentes: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? y el subapartado 3.2. Del dinero al crédito y de ahí, al capitalismo). Por ejemplo, el uso de crédito refleja la convicción de que en el futuro habrá más dinero para el lucro individual y empresarial, sin tener en cuenta la ‘riqueza’ natural y el tejido social que podrían dañarse para alcanzarlo. Los nuevos sistemas deben restablecer este equilibrio.

¿Por qué es importante?

Esta forma nociva de medir el éxito de un país enfrenta a los países entre sí, ya que estos acaban por querer conseguir un mayor trozo del pastel económico, que debe crecer continuamente para que se repartan porciones cada vez más grandes entre los países más ricos como símbolo de su éxito. Y, según este criterio de crecimiento continuo, lo que implique este crecimiento es irrelevante: la destrucción ecológica, la pobreza, la explotación e incluso las catástrofes naturales y la guerra, ya que ambas hacen crecer la economía.

La economía neoliberal-capitalista (la economía extractiva) se basa en una creencia casi religiosa en las mediciones del producto interior bruto (PIB).

Observar la economía a través del crecimiento del PIB:

  1. mide los productos y servicios con independencia de si son beneficiosos o perjudiciales para la naturaleza y la sociedad (por ejemplo, las catástrofes y los accidentes incrementan el PIB);

  2. no mide ni valora el bienestar natural o social;

  3. no tiene en consideración las desigualdades ni las injusticias de ningún tipo; y

  4. no contabiliza el trabajo no remunerado (incluido el trabajo oculto, como el trabajo doméstico o la crianza) ni la economía sumergida.

Necesitamos, entonces, una forma diferente de calcular el éxito, que suprima el PIB y lo sustituya por mejores indicadores para dirigir la producción, el consumo y la contribución al bienestar de una economía; llamamos a esta aproximación “pos-PIB”. Cualquier métrica nueva del PIB también podría recompensar los esfuerzos de regeneración vinculándolos de forma dinámica a la reserva de carbono restante. Pero sustituir el PIB por una mejor alternativa no es una tarea sencilla. Se han formulado varias propuestas para superar las limitaciones del PIB, incluidas las mencionadas anteriormente, y otras como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el indicador de progreso genuino, la huella ecológica, el índice del planeta feliz, el ahorro neto ajustado, la riqueza integral y el índice de riqueza inclusiva. Como reconocen quienes participan en su desarrollo, los indicadores más destacados se han creado desde la perspectiva del Norte Global.

Los más prometedores son los siguientes:

  • El índice de riqueza social, que lo desarrolla el Center for Partnership Studies, mide “el valor económico del cuidado de las personas y del planeta” y pretende cambiar el “adecuar el pensamiento económico a nuestra era posindustrial, que sufre el impacto del cambio climático, y a la era pos-COVID-19”.

  • El proyecto de economía gubernamental del bienestar —en el que participan Islandia, Nueva Zelanda, Escocia y otros— es otro intento de desarrollar un nuevo sistema económico centrado en el bienestar, en lugar de en la producción y el consumo; y está apoyado por la OCDE, lo que significa que tiene potencial para popularizarse.

  • Por último, la Alianza para la Economía del Bienestar ha publicado recientemente un nuevo documento y un seminario web sobre cómo ir más allá del PIB. En él, se establece una estrategia con tres vertientes: en primer lugar, armonizar los indicadores de “alternativas más allá del PIB” basándose en sus puntos en común; en segundo, desarrollar herramientas políticas; y, por último, cambiar la narrativa social y la mentalidad del crecimiento. La inclusión de la perspectiva del Sur global ha sido crucial durante la elaboración de esta última fase.

Es fundamental poner en marcha cualquier sistema alternativo que no dependa del PIB en el mayor número posible de países o lugares, y adoptar un enfoque pluralista. Para que la sociedad funcione dentro de los límites ecológicos y teniendo en cuenta el bienestar de las personas, tenemos que hacer que el crecimiento sea irrelevante, adoptando así un enfoque de acrecimiento (es decir, de agnosticismo hacia el crecimiento). Ni la búsqueda del crecimiento, ni la reducción de los usos materiales y energéticos para el uso humano con el fin de lograr el decrecimiento, serían eficaces en todos los casos, debido a las diferentes necesidades y contextos. El verdadero objetivo de las medidas políticas debe ser la satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas, y algunos sectores tendrán que crecer para alcanzar este objetivo.

¿Cómo lo promovemos?

Poner límites al tamaño y el poder de las empresas

Aquí se resumen algunos criterios de una medida alternativa de éxito, llamada producto del bien común, que limita el tamaño y el poder de las empresas privadas:

  1. Medir todos los aspectos importantes de la calidad de vida. Desarrollada como herramienta política nacional, debería situarse por encima del PIB como principal criterio que marque el rumbo de la economía.

  2. La transición de las multinacionales a partir de cierto tamaño hacia empresas más pequeñas y cooperativas, así como la exigencia de “balances de bien común”, como certificados; específicamente en aspectos prioritarios, como la energía, la alimentación, la vivienda y los comunes (datos personales, conocimientos o tierras de reserva de biodiversidad y aguas). La transición debería comenzar por abandonar los monopolios energéticos para dar paso a planes energéticos comunitarios. Se debe dar apoyo a las pequeñas y medianas empresas y sociedades cooperativas, así como protegerlas de las grandes empresas.

  3. Las empresas deben transformar sus modelos de negocio para cumplir legalmente con el objetivo de 1,5 ºC establecido por el Acuerdo de París, e introducir la prohibición de los dividendos tóxicos.

  4. No dar dinero público a empresas que estén:

i) registradas en paraísos fiscales; y

ii) cuya actividad ponga en peligro la biodiversidad y nos mantenga por encima del objetivo de 1,5 ºC.

  1. Se establecerán mejores normas para limitar los efectos negativos de la economía de accionistas y de la publicidad en los espacios públicos.

  2. Limitar el poder de las empresas, asegurando el control democrático; es decir, poner el poder de la ley por encima del poder empresarial. Fomento de reguladores públicos independientes, disociación de actividades obligatorias en sectores regulados. Prohibición de oligopolios mediante la limitación de la participación en cualquier empresa (incluidas filiales y sucursales) dentro de un sector determinado a un máximo del 15 %.


Trabajar con aliados para promover el bienestar como un indicador fiable que va más allá del PIB

Como se ha mencionado más arriba, la Alianza para la Economía del Bienestar ha publicado recientemente un nuevo documento y un seminario web sobre cómo ir más allá del PIB que establece una estrategia con tres vertientes:

1. Armonizar. Ya que existen demasiadas alternativas al PIB, las instituciones internacionales tienen que dar un paso adelante y ayudar a armonizar los indicadores que van más allá del PIB para garantizar que haya unos medidores coherentes que recojan los resultados de una economía del bienestar.

2. Desarrollar herramientas políticas que muestren a los gobiernos cómo mejorar el bienestar, la sostenibilidad y la justicia en sus sociedades.

3. Cambiar la narrativa social. El desarrollo de estadísticas y políticas armonizadas a escala mundial contribuirá a que los periodistas y la ciudadanía cambien su convicción en el éxito económico por una narrativa que ponga en valor el bienestar, la sostenibilidad y la justicia.

El trabajo de armonización lo asumirá el autor del informe, Rutger Hoekstra, en la Universidad de las Naciones Unidas. Este es uno de los objetivos para todos los países, sobre todo para los del Sur global.

Trabajar con aliados para impulsar alternativas que usen el bienestar como medida de éxito

Para el Sur global, donde escasean las necesidades básicas de bienestar, debería haber apoyo para priorizar la expansión de actividades como la asistencia sanitaria, la educación, el acceso a agua limpia y a comida saludable; e incluso priorizar la actividad económica, siempre y cuando esta respete los límites planetarios y fomente una sociedad mundial justa. La colaboración con los aliados, en particular con las comunidades indígenas que ya trabajan estas áreas, podría ser una buena aproximación, sobre todo en cuestiones por las que Greenpeace no es conocida. Además, Greenpeace quiere comprobar si tal colaboración puede añadir valor al trabajo de los aliados y llevar voces importantes al discurso dominante: las voces del Sur global pueden influir en el debate global sobre las alternativas al PIB.


Trabajar con aliados para promover herramientas con las que las organizaciones y la sociedad en su conjunto puedan calcular el bienestar

La organización Economy for the Common Good (“Economía para el Bien Común”) tiene una matriz del bien común que sirve de guía para evaluar la contribución de una organización a las personas y al planeta. El balance del bien común se basa en esta matriz y lo pueden usar empresas, distritos y otras organizaciones para elaborar un balance que describa su propia contribución, junto con un balance convencional que incluya sus activos y pasivos.

Esta innovación en el informe de contabilidad quizás se describa mejor como un registro de logros: concede puntos a las organizaciones participantes en función de que hayan actuado de manera humana, cooperativa, sostenible, justa y democrática. Y concede puntos negativos por violar las normas laborales, la contaminación, la desigualdad salarial hacia las mujeres o el uso de paraísos fiscales. En palabras de Christian Felber, fundador de Economy for the Common Good, para el Financial Times: “El dinero es solo el medio, no el fin. El lema del sistema actual es: el negocio de los negocios es el negocio. Mi visión alternativa es que el propósito de los negocios es el bien común”.

Nos encontramos ante una encrucijada en la que la sociedad tiene que decidir cuánto tiene que crecer y cuánto que decrecer. Faltan ahora las voces del Sur global, sobre todo las de las comunidades indígenas, que tienen mucho que aportar a este debate. Sus perspectivas tienen que integrarse en las alternativas al PIB y en los debates sobre la redefinición del bienestar. En ese sentido, Greenpeace está promoviendo, entre otras cosas, el crecimiento de las energías renovables descentralizadas y el declive controlado —o la supresión, como propone el decrecimiento— de los sistemas de energía de combustibles fósiles. No se trata de un “crecimiento” universal, de un “no crecimiento” o de un “decrecimiento” per se, sino de reducir nuestra huella material y ecosocial mediante la reducción radical del uso de recursos no renovables, lo que reduciría —o eliminaría— todas las consecuencias de su uso (emisiones degradaciones, impacto en las economías locales, etcétera). No obstante, tiene sentido apoyar el mantenimiento parcial del crecimiento económico en actividades económicas como las energías renovables o la pequeña agricultura, entre otras.

¿A qué aspiramos?

Las narrativas presentes en los medios de comunicación sobre el bienestar, la igualdad, la justicia y la recuperación de los derechos de la naturaleza y de los pueblos indígenas se convierten en el discurso dominante, ya que desplazan la narrativa dominante sobre economía y crecimiento. Muchos proyectos e iniciativas locales han demostrado cómo los índices que van más allá del PIB se pueden utilizar de forma práctica para proteger y regenerar la naturaleza y la sociedad. Como consecuencia, se establece un nuevo marco contable a escala mundial para medir la economía del bienestar en el que el PIB y el concepto de crecimiento ya no son la unidad de medida dominante. La atención se dirige entonces a la mejora del bienestar como reflejo central de lo que es significativo para la sociedad, con las diferentes percepciones de bienestar del Sur y el Norte Global que se han calculado con tal indicador. Los nuevos indicadores premian la regeneración y el cuidado como base para el tejido social de las sociedades exitosas y sostenibles.

Felicidad nacional bruta

  • Bután. Al tratarse de un país que llega tarde a los procesos de desarrollo a nivel macro, Bután es conocido por intentar evitar —a pesar de una fuerte dependencia de la economía de la India— las consecuencias negativas de la globalización. Entre otras iniciativas, el Gobierno de Bután ha invitado a destacados economistas afines a las ideas de poscrecimiento para que les asesoren sobre cómo reforzar su “nuevo paradigma de desarrollo”. El PIB de Bután ha crecido rápidamente en las últimas tres décadas, en gran parte gracias a una serie de picos importantes a partir de proyectos hidroeléctricos (casi la mitad del PIB lo genera el sector privado, incluidos agricultores, mientras que el resto procede de empresas estatales). Sin embargo, el país también ha puesto en marcha una serie de políticas originales que limitan el crecimiento del PIB y que tratan de mejorar el bienestar y la sostenibilidad. Por ejemplo, la educación y la sanidad gratuita para todos, las restricciones severas a las inversiones extranjeras, la no pertenencia a la Organización Mundial del Comercio (OMC), la prohibición de la publicidad en el espacio público, fuertes impuestos a la importación de automóviles, límites severos al turismo masivo (y prohibición del alpinismo), límites a la minería, creación de áreas protegidas en la mitad del país, regeneración del 60 % de la cubierta forestal, o la voluntad declarada de pasar a una agricultura 100 % ecológica.

  • Bután también ha lanzado un nuevo concepto par ir más allá del PIB: la felicidad nacional bruta (FNB). Aunque los investigadores señalan que el ejemplo de Bután es único por las circunstancias del país y que puede no ser de fácil aplicación con otras, el ejemplo de Bután —con todas sus limitaciones— demuestra que los elementos de un programa de poscrecimiento, o acrecimiento, no son tan utópicos y lejanos como podría parecer.

  • La Asociación de Gobiernos de la Economía del Bienestar (WEGo) es una colaboración de gobiernos nacionales y regionales que promueve el intercambio de conocimientos y prácticas políticas transferibles. Sus miembros actuales son Escocia, Nueva Zelanda (que cuenta con un pionero presupuesto del bienestar diseñado expresamente para priorizar el bienestar de la ciudadanía), Gales, Islandia y la OCDE; y es probable que Irlanda se convierta en el miembro más reciente y que se establezca una sede en Costa Rica. Se trata de otro intento para desarrollar un nuevo modelo económico centrado en el bienestar y no en la producción y el consumo, y la OCDE lo apoya. Está vinculado a la Alianza para la Economía del Bienestar, una colaboración de organizaciones, alianzas, movimientos e individuos a escala mundial, con artículos sobre diversos temas, como los pueblos indígenas, Nigeria y Bután.


Bienestar y huella ecológica

  • Un índice (2020) desarrollado por la New Economics Foundation se basa en una proporción de las medidas de bienestar de un país (como la esperanza de vida, la igualdad y la satisfacción), dividida entre su huella ecológica. Mide quién obtiene las mejores vidas por unidad de recurso natural renovable. La primera posición la ostenta Costa Rica, que alberga una biodiversidad asombrosa y cuyos residentes tienen un mayor bienestar que los residentes de muchos países con ingresos más altos, como Estados Unidos y Reino Unido. Los residentes de Costa Rica también viven más que los estadounidenses. Todo esto se consigue con una huella ecológica por persona que es un tercio de la estadounidense y un PIB per cápita menos de una cuarta parte del de muchos países de Europa Occidental y Norteamérica.


Los cuidados son el tejido social

Los cuidados adquieren un papel sorprendentemente importante cuando se tienen en cuenta como medida de progreso. Por ejemplo:

  • El índice de riqueza social (SWI, por sus siglas en inglés) se diseñó para proporcionar a las empresas y a los responsables de las políticas públicas datos que pongan de manifiesto el rendimiento económico de la inversión en el cuidado de las personas y la naturaleza. Tiene en cuenta los descubrimientos de la neurociencia que demuestran que el “capital humano de alta calidad” necesario para nuestra nueva economía del conocimiento y los servicios depende en gran medida de garantizar una buena atención y educación a los niños en sus primeros años de vida. En resumen, el SWI señala nuevas maneras de pensar la salud económica, recompensa las áreas normalmente no mercantiles, como el trabajo de las mujeres, el trabajo de cuidados y la regeneración del medioambiente; e incluye el trabajo de justicia social y económica como “trabajo productivo”.

Cuando se tienen en cuenta de forma precisa, los cuidados surgen como un motor principal de crecimiento económico y un indicador fiable del bienestar social actual y futuro de una nación, incluida la vitalidad económica y la falta de inclinación a la delincuencia. Los cuidados ofrecen un tejido social —un ecosistema de conexiones— basado en la confianza, la reciprocidad y el intercambio. Aumenta la resiliencia de la sociedad frente a las crisis.


Reinventar la idea de crédito

Vincular el crédito a las mejoras reales en los ecosistemas naturales podría ser una forma práctica de animar a la gente a regenerar la naturaleza.

    • Un plan de hipotecas para árboles en el estado indio de Kerala permite a los agricultores y residentes hipotecar sus árboles a cambio de un préstamo sin intereses. Por ejemplo, los residentes pueden plantar un árbol y, al cabo de tres años, pueden hipotecar cada retoño a cambio de un préstamo sin intereses que puede renovarse anualmente durante 10 años. Solo hay que devolver el dinero si se tala el árbol. Este plan bancario de árboles ambiciona revertir los daños y convertir Meenangadi, una ciudad de unas 35 000 personas, en un área neutra en carbono. Hasta ahora se han plantado 300 000 árboles que, además, garantizan una renta sostenible para los agricultores (el objetivo es duplicar sus ingresos sin industrializar la región en exceso) y aportar un ingreso suplementario a los residentes mediante la venta de fruta y otros productos.

¿Cómo podemos conseguirlo?

Se puede aprovechar este impás para generar:

UN CAMBIO DE MENTALIDAD

DE: El crecimiento es fundamental para nuestra economía y, en cualquier caso, es bueno. Aunque tenga algunas manifestaciones negativas, se produce un equilibrio y las cosas mejoran con el tiempo.

A: La creencia en un crecimiento infinito y sin sentido está causando daños irreparables para el planeta, está destruyendo la vida de comunidades enteras e individuos. Debemos reorientar la inversión y el crecimiento para reequilibrar el sistema y aumentar el bienestar y la felicidad.

DE: Los beneficios de las empresas son un reflejo de la salud de la economía, y es eficiente privatizar tantos sectores y servicios como sea posible.

A: Las empresas tienen que beneficiar a la comunidad, a la naturaleza y al tejido social. Tenemos que invertir en nuestras cooperativas y hacer crecer nuestra conexión con la naturaleza; y dejar de promover las industrias contaminantes y extractivistas.

DE: No es ético negar a los países en vías de desarrollo las oportunidades de desarrollo que ofrece el crecimiento económico, que favorece la mejora de las condiciones de vida de todas las personas.

A: El modelo de desarrollo de crecimiento infinito y de crecimiento radical elaborado por los países industrializados ha creado los problemas a los que nos enfrentamos ahora: la degradación de la naturaleza, las desigualdades sociales y la alienación, las huellas globales dañinas, etc. Los países del Sur global no tienen por qué limitarse a repetir los mismos errores. La sabiduría indígena y las prácticas ancestrales son cruciales para la vida sostenible. Promovemos el pluralismo y las economías que no dejan a gente atrás y que respetan las necesidades y los límites de la naturaleza.

UN CAMBIO EN EL PODER

  • Las identidades y los objetivos vitales de las personas están estrechamente alineados con la idea de crecimiento, constituido por las ideas de progreso social, estatus personal, éxito profesional y un aumento continuo de los ingresos y el consumo. Incluso los objetivos que parecen alternativos, como la “realización personal” y el “empoderamiento” femenino, pueden estar impregnados de ideas que continúan vinculadas al paradigma del crecimiento. Por ejemplo, si se busca la satisfacción mediante prácticas que implican mucho consumo y altas emisiones, como los viajes de larga distancia o las aficiones y dispositivos caros, estas se terminan por considerar automáticamente como un derecho natural. Esta fijación colectiva es la base del poder de la economía del crecimiento; un cambio en este poder requiere de un cambio en la mentalidad y en la cultura de nuestras sociedades. Tenemos que darnos cuenta y reconocer que la mayor satisfacción vital radica en el bienestar y en la comunidad: no se puede alcanzar mediante el aumento del consumo.

  1. Sustituir el PIB por un(os) medidor(es) alternativo(s) a escala mundial requerirá un gran cambio en el poder político. A ello contribuirán muchos ejemplos diferentes de cómo los países y las regiones están utilizando indicadores alternativos para mejorar el bienestar y la sostenibilidad medioambiental. La experiencia de usar indicadores alternativos, o de adoptar estrategias alternativas como el acrecimiento, proporcionará un estímulo; y las pruebas del éxito que vayan más allá del crudo cálculo del PIB serán más persuasivas.

PROVOCAR UN CAMBIO ESTRUCTURAL / CREAR LÍMITES
MEDIOAMBIENTALES


Cualquier indicador alternativo que sustituya al PIB debe incorporar límites, indicadores e incentivos en torno a lo siguiente:

  • Utilizar indicadores económicos (más allá del PIB) que midan el éxito económico no solo por la cantidad de productos y servicios generados (como hace el PIB), sino por la contribución a la preservación de los recursos públicos y a los objetivos de bienestar, de sostenibilidad y de bien común.

  • Estos indicadores son principalmente cualitativos y se centran en las necesidades básicas y el bienestar. Un ejemplo de indicador alternativo es la felicidad nacional bruta (FNB) de Bután.

  • Los incentivos y la valoración de la salud y el bienestar de las comunidades, incluido el valor de trabajo no remunerado de cuidados.

  • El respeto a los pueblos indígenas, el derecho a las tierras ancestrales y la valoración de su perspectiva cultural.

  • Establecer estrategias y planes económicos que identifiquen qué actividades tendrán que crecer (cooperativas, huertos, organizaciones comunitarias), mientras que otras tendrán que decrecer/contraerse (empresas contaminantes, extractivismo, la industria publicitaria). El objetivo final es encontrar un estado mundial estable y sostenible.

  • Los límites en torno a lo que debe permanecer en el suelo (combustibles fósiles, minerales) y lo que se debe proteger (bosques, ecosistemas marinos y hábitats importantes) mediante los incentivos y la valoración de la regeneración natural.

  • Los límites al poder empresarial (véase más arriba).