Los sonidos de la naturaleza

Documentales sonoros

Índice

Los sonidos de Doñana

Otoño: berrea del ciervo

Braman los venados, llega el otoño. Con las primeras lluvias, las primeras hierbas frescas tras el estiaje, comienza la berrea, el celo de los ciervos. Durante un mes, aproximadamente, todo el monte resuena desde el atardecer hasta la salida del sol.

El sonido de los Parques Nacionales

Octubre en el Teide

Pocos lugares tan silenciosos como las planicies de Las Cañadas, la árida extensión dentro de la caldera volcánica que envuelve al Teide. Más allá del soplo de los vientos que se arrastran por sus laderas, recuerdos de los colosales estampidos del pasado, estos parajes del Teide resuenan como un gran escenario vacío.

Pero en la naturaleza, rebuscando bien siempre sale algo. Por los bosques de pino canario de la llamada Corona Forestal, en las laderas exteriores del volcán, los sonidos se propagan lejos y la sensación es de gran amplitud. Cantan aquí los pinzones azules, que hasta no hace muchos años se llamaban, precisamente, del Teide. Los pinos, forrados con una gruesa corteza para soportar mejor el fuego, crujen y rechinan, parece que juegan a la confusión con los tamborileos de los picos picapinos contra esas mismas cortezas.

Por encima de la orla forestal se entra en los malpaíses del volcán. La montaña del Cedro ilustra perfectamente esa transición: pinos escuálidos en la ladera exterior, la que mira al mar lejano, roca pelada, deshecha, hacia el interior, puro fuego apagado. Y aquí, por los Llanos de Ucanca, poca cosa, el parloteo siempre reconocible de los canarios, el trino rechinante de un bisbita caminero, habitante de esta tierra sin ningún sitio a donde ir, los gritos de los cernícalos vulgares sobre los roques y las voces metálicas, como con resorte, de un alcaudón real encaramado sobre un arbusto reseco.

Y en cada arista de roca, a ras de suelo o envolviendo el gran cono volcánico, el viento interpretando toda la escala posible de los sonidos del silencio.


Carlos de Hita, coautor de sonidos 

Carlos de Hita, recolector de sonoridades del paisajeTe invitamos a recorrer una atmósfera de cristal donde las aves, el lobo, las abejas, las marmotas, las tormentas, el agua, el viento, el frío, el calor, el eco, la reverberación… ¡Todo suena! Sí, hoy nos acurrucamos en medio de la noche estrellada del bosque de la Fundación Tormes junto a Raúl de Tapia que es Raúl Alcanduerca para escuchar al maestro Carlos de Hita, para quien “La riqueza de la banda sonora de la naturaleza es también la medida de la biodiversidad”. Carlos de Hita es mucho más que un técnico de sonido, más que un narrador, más que un naturalista. Se dedica a transitar senderos buscando fondos limpios contra los que resuena el sonido para que destaquen las voces de la Naturaleza. Carlos de Hita acaba de publicar “El sonido de la Naturaleza. Calendario sonoro de los paisajes de España”, editado por Anaya Touring, con más de 70 códigos QR con los que realizar un recorrido sonoro inédito por nuestros paisajes naturales. Es decir, un libro que además de los bellos textos escritos por él, va acompañado de la banda musical de la vida de la que habla en cada capítulo. Una banda sonora, que reivindica, porque ha acompañado a la humanidad desde la noche de los tiempos y conviene recordar e integrar lo que de verdad tenemos y teníamos que escuchar en nuestro día a día. Un activismo sonoro que nos invita a lanzar una mirada panorámica al pasado y al presente como defensa de toda vida. Y así, rodeados por un manto de grillos y un espectacular coro de ranas, escucharemos piezas del propio Carlos de Hita y de Raúl de Tapia que es Raúl Alcanduerca. Además, las noticias del servicio arbóreo, “Las ramas arriba”, del plantabosques Natxo Blanchar, de Arriba las ramas. Y el informativo de educación ambiental, “La Cobertura del Bosque”, con el geógrafo y educador ambiental, David Gutiérrez Ferreiro, de EA26 y la Red Cántabra de Desarrollo Rural. Club de la Hojarasca: Rodrigo Suárez y Pilar Socorro. Todo ello envuelto en la atmósfera musical conmovida y personal de Carlos de Hita, con Pentangle, Benito Lert-xundi y Franz Schubert. Y ahora, transforma la noche en día, escucha la voz del ruiseñor que brilla, siente el sosiego del silencio que no existe y fúndete con la luminosa música de la biodiversidad, sin duda, territorio conmovido ¡Arriba las ramas!
El filósofo de las atmósferas: Carlos de HitaOs proponemos habitar el paisaje sonoro de la Naturaleza sobre las líneas del pentagrama sinfónico de su envolvente y acústica secuencia. Sí, seguimos con él, con Carlos de Hita, ya sabes, mucho más que un técnico de sonido, más que un narrador, más que un naturalista. Con él transitamos de nuevo los senderos de fondos limpios donde destacan, con más brillantez, las voces de la Naturaleza. José Saramago dijo que hasta que escuchó el trabajo de Carlos de Hita había estado sordo. Y Juan Ferro, premiado dos veces con el Goya al mejor sonido, define a Carlos de Hita como el filósofo de las atmósferas. Experto en la atmósfera de cristal. Nos adentramos en la noche del bosque de la Fundación Tormes de Salamanca de la mano de Raúl de Tapia que es Raúl Alcanduerca para profundizar en la gramática de la sonoridad. Y nos dejamos acompañar por Luis de Andrés y su curiosidad arbolada. Mañana, a las 5.32 horas entra el verano. Y esperamos, como siempre, la bella bronca monumental del concierto del bosque. Dice Carlos de Hita que si a dos zorzales cantando a la vez le añades una tercera voz (la de un petirrojo) y suena la madera (porque un picapinos tamborilea) y, si a eso, le añades el sonido del viento (que todo lo iguala y difumina) y el rumor del agua y lo mantienes un rato, pues… ¡tienes un bosque! Y si, además, suena un trueno, entonces ya estás en un bosque wagneriano. Al final, un bosque es la suma de una serie de voces más o menos líquidas, más o menos ásperas, armónicas, donde los carboneros cantan a compás, al ritmo y otros usan la percusión. Y todos, filtrados por la vegetación, se difuminan, se diluyen con la distancia. Y esa transformación de los sonidos concretos, con aristas, con perfiles, perfectamente trazados, como con tiralíneas, la transformación de esas voces dentro de un entorno físico como el viento, la madera, la absorción de las hojas, es el paisaje sonoro del bosque. Como absorbemos los textos de Hita y Alcanduerca. Además, las noticias del servicio arbóreo, “Las ramas arriba”, del plantabosques Natxo Blanchart López, de Arriba las ramas. Y el informativo alado mutualista “Volando vengo”, con la bióloga Arantza Leal Nebot, de SEO/BirdLife. Club de la Hojarasca: Pilar Socorro y Rodrigo Suárez Silva. Todo envuelto en la atmósfera musical conmovida y personal de Carlos de Hita, con Pentanguel. Y ahora, como Raúl de Tapia, escucha. Escucha la audible cascada de verdecillos, el agua en la siringe de la oropéndola y haz acopio de eufonías y asonancias de plumas y hojarascas, allí, en donde las lindes del silencio, deletrean las nuevas semánticas… Sin duda, territorio conmovido ¡Arriba las ramas!

La música de las profundidades

Listening to the deep