UNA BUENA TRADUCCIÓN
Los sesenta y seis libros de la Biblia evangélica fueron escritos originalmente en tres idiomas diferentes: "hebreo (la mayor parte del Antiguo Testamento), arameo (idioma hermano del hebreo usado en la mitad de Daniel y en dos pasajes de Esdras) y griego (todo el Nuevo Testamento). Suponemos que la mayoría de los lectores de este libro no conocen estos idiomas. Eso quiere decir, por lo tanto, que para usted el instrumento básico para la lectura y el estudio de la Biblia es una buena traducción al castellano, o como veremos aquí en este capítulo, varias traducciones buenas.
Como anotamos en el capítulo anterior, el mero hecho de que usted lea la Palabra de Dios en una traducción significa que usted ya está metido en una interpretación, y es así a pesar de todo. Leer una traducción no es nada malo; sencillamente, es inevitable. Esto quiere decir que, en cierto sentido, la persona que lee la Biblia solamente en castellano queda a merced de los traductores, y estos tienen que decidir, con mucha frecuencia, lo que quería significar en realidad el texto original en hebreo o griego.
Al usar solamente una traducción, por buena que sea, uno queda así comprometido con las preferencias exegéticas de esa traducción, como la Palabra de Dios. La traducción que usted use puede ser correcta, por supuesto; pero también puede tener algunas imperfecciones.
Ahora bien, ¿cuál traducción se debe usar, y cuál de las varias traducciones se debe usar para estudiar? Nadie puede en realidad hablar por los demás en este asunto. No obstante, su decisión no debe ser sencillamente porque "me gusta", o "esta se lee más fácilmente". Si le gusta la traducción y es buena, debe ser fácil leerla también. Sin embargo, para escoger bien, hay que saber algunas cosas sobre la ciencia de la traducción en sí y sobre algunas de las varias versiones al castellano.
Hay dos clases de decisiones que debe tomar el traductor: la textual y la lingüistica. La primera tiene que ver con las palabras mismas del texto original. La segunda, con la teoría que se tenga acerca de la traducción.
La primera preocupación del traductor es asegurarse de que el texto hebreo o griego que usa se acerca tanto como sea posible a las palabras originales escritas por el autor (o el escriba a quien le fueron dictadas). ¿Es esto lo que el salmista escribió en realidad? ¿Son estas las propias palabras de Marcos o Pablo? Esta es la manera más lógica de pensar al considerar el texto.
Aunque los detalles del problema textual difieren entre el Antiguo Testamento y el Nuevo, las preocupaciones fundamentales son las mismas: (1) no existen copias de los manuscritos originales; (2) lo que existe son millares de copias (Incluso copias de traducciones muy primitivas), hechas a mano, y copiadas a mano, repetidamente, durante un período dé unos mil cuatrocientos años; (3) aunque la vasta mayoría de los manuscritos, quepan los dos testamentos proceden del período medieval, son muy parecidos, entre estos manuscritos difieren mucho las copias y traducciones de la primera parte del medioevo y las de la última parte. En realidad, hay más de cinco mil manuscritos griegos de todo el Nuevo Testamento o parte de él, y también millares en latín, y no hay dos de ellos en existencia que sean exactamente iguales.
El problema es, pues, cernir los materiales disponibles, comparar los lugares donde los manuscritos difieren (Se llaman "variantes"), y decidir cuáles de las variantes representan errores y cuál parece representar mejor el texto original. Aunque parece una tarea enorme- y en cierto modo lo es - el traductor no se desespera, pues sabe algo sobre crítica textual, la ciencia que trata de descubrir los textos originales de documentos antiguos.
Nuestro propósito aquí no es enseñar crítica textual, sino dar una información básica sobre ella para que el lector sepa por qué la hacen los traductores, y entienda las notas marginales de su traducción que dicen: "Otras autoridades antiguas añaden..." o "algunos manuscritos no incluyen... "Para los fines de este capítulo, hay tres cosas que se deben tener en cuenta:
1. La crítica textual es una ciencia que tiene controles cuidadosos. Hay dos clases de evidencias que el traductor tiene en cuenta al tomar decisiones textuales: la evidencia externa (el carácter y la calidad del manuscrito) y la evidencia interna (las clases de errores cometidos por los copistas). Los eruditos a veces difieren en cuanto al peso que deben dar a estas evidencias, pero todos están de acuerdo en que la combinación fuerte de evidencias externas e internas convierte en rutina la vasta mayoría de las decisiones. En cambio, para el resto de ellas, cuando estas dos líneas de evidencia parecen chocar, las decisiones son más difíciles.
La evidencia externa tiene que ver con la calidad y la edad de los manuscritos que apoyan una variante dada. Para el Antiguo Testamento, esto se reduce usualmente a la selección entre los manuscritos hebreos, de los cuales casi todos son copias medievales, y los manuscritos de la traducción griega llamada Septuaginta (LXX), que son más primitivos. El estudio ha demostrado que los manuscritos hebreos reflejan un texto muy antiguo; sin embargo, a menudo necesita corrección de la Septuaginta. A veces ni el hebreo ni el griego dan un sentido aceptable, en cuyo caso son necesarias las conjeturas.
Para el Nuevo Testamento, la evidencia externa mejor se conservó en Egipto. Cuando tal evidencia temprana tiene igualmente el apoyo de otros sectores de lo que fuera el Imperio Romano, tal evidencia usualmente se considera como concluyente.
La evidencia interna tiene que ver con los copistas y los autores. Cuando los traductores confrontan una decisión entre dos variantes o más, usualmente pueden detectar cuáles son erróneas, pues los hábitos y tendencias de los escribas han sido cuidadosamente analizados por los eruditos y ya son bien conocidos. Usualmente la variante que explica el origen de todas las demás, es la que suponemos que es el texto original. También es importante que el traductor conozca el estilo de un autor bíblico dado y su vocabulario, pues estos desempeñan igualmente un papel importante en las decisiones textuales.
Como ya se dijo, para la vasta mayoría de las variantes encontradas entre los manuscritos, la mejor evidencia externa.. combinada con la mejor evidencia interna, nos da un alto grado de certeza acerca del texto original. Esto se puede ilustrar miles de veces por la simple comparación de la versión revisada de 1960 de la Biblia de ReinaValera (RV 1960) con una traducción más reciente, como la Nueva Versión Internacional (NVI) o la Versión Popular (VP). Presentamos dos variantes como ilustración del trabajo de crítica textual:
1 Samuel 8:16
RV: "vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos"
VP: "sus mejores bueyes y asnos"
El texto de la VP ("sus bueyes") viene de la Septuaginta, la confiable traducción griega del Antiguo Testamento. hecha en Egipto entre 250-150 a.C, La RV sigue el texto hebreo medieval, que dice "jóvenes", término que no conviene usar en paralelo con "asnos". El origen de la copia errónea del texto hebreo, seguido por la RV, se entiende fácilmente. La palabra para "jóvenes" en hebreo se escribía bhrykm, mientras que "ganado" o "bueyes" era bqrykm.
La copia incorrecta de una sola letra por un escriba causó el cambio de significado. La Septuaginta fue traducida algún tiempo antes de que se hiciera la copia errónea, de modo que conservó el original "su ganado" o "sus bueyes". El cambio accidental a "jóvenes" se hizo después, y afectó los manuscritos hebreos medievales, pero no la Septuaginta premedieval.
1 Corintios 11 :29
RV: "el que come y bebe indignamente"
VP: "si come y bebe"
La palabra "indignamente" no se encuentra en ninguno de lo manuscritos griegos mejores y más antiguos. Su presencia en la traducción latina y en manuscritos griegos más recientes se puede explicar fácilmente como una adición traída del versículo 21, donde todos los manuscritos conocidos tienen "indignante". No hay ninguna buena explicación de cómo se habría quitado del versículo 29 en todos los manuscritos primitivos, si hubiera estado allí originalmente.
Se debe observar aquí que en su mayoría los traductores trabajan con textos hebreos y griegos editados por medio de un estudio cuidadoso y riguroso. Para el Nuevo Testamento esto significa que el "mejor texto" ya ha sido determinado por eruditos expertos en este campo, pero también significa que los traductores mismos tienen acceso a una información textual y notas que incluyen las variantes significativas con el apoyo de sus manuscritos.
2. Aunque la crítica textual es una ciencia, no es una ciencia exacta, pues trata con demasiadas variables humanas. En ocasiones, especialmente cuando la traducción es obra de un comité, los traductores mismos se dividen en cuanto a la variante que representa el texto original y la del error del escriba o escribas. Usualmente en tales casos la decisión de la mayoría se encuentra en la traducción misma, mientras que la preferencia de la minoría aparece al margen.
Las próximas dos clases de opciones - la verbal y la gramatical nos llevan a la ciencia misma de la traducción. El problema tiene que ver con la transferencia de palabras e ideas de un idioma a otro. Para entender las varias teorías subyacentes en las traducciones modernas, hay que familiarizarse con los siguientes términos:
Idioma original: El idioma del cual se traduce; en nuestro caso el hebreo, el griego o el arameo.
El idioma receptor: El idioma al cual se traduce; en nuestro caso, el castellano.
Distancia histórica: Esto tiene que ver con las diferencias que existen entre el idioma original y el receptor, tanto en materia de palabras, gramática, y modismos, como en la cultura y la historia.
Teoría de la traducción: Trata de la extensión del alcance de la traducción. Por ejemplo, ¿se debe traducir lámpara como "linterna" o "antorcha" en culturas donde estas remplazan a aquella? O bien, ¿debe uno traducir lámpara con su equivalente y dejar que el lector mismo haga la interpretación? ¿Se debe traducir ósculo santo como "el darse la mano en amor cristiano" en las culturas donde el besarse en público es ofensivo?
Obsérvese la aplicación de las definiciones anteriores a las siguientes teorías fundamentales de la traducción:
Literal: El intento de traducir manteniéndose tan cerca como sea posible a las palabras y frases exactas del idioma original, aunque dando sentido en el idioma receptor. La traducción literal mantiene la distancia histórica intacta en todos los puntos.
Libre: El intento de traducir las ideas de un idioma a otro, con menos preocupación por el uso exacto de los equivalentes de las palabras del idioma original. Una traducción libre, llamada también paráfrasis, trata de eliminar la distancia histórica en cuanto sea posible.
Equivalente dinámico: El intento por traducir las palabras, modismos y construcciones gramaticales del idioma original con equivalentes precisos del idioma receptor. Tal traducción mantiene la distancia histórica en asuntos históricos y datos pero "adapta" el idioma, la gramática y el estilo.
La mejor teoría de la traducción es la del equivalente dinámico. La traducción literal es útil como una segunda fuente de consulta; da confianza sobre la apariencia de la estructura del griego o el hebreo originales. La traducción libre también puede ser útil, para estimular el pensamiento sobre el posible significado de un texto. Sin embargo, la traducción básica para la lectura y el estudio eficaz de la Biblia debería ser como la Nueva Versión Internacional (NVI).
El problema con la traducción literal es que mantiene la distancia en los lugares equivocados: el idioma y la gramática. Así el traductor a veces traduce del griego o el hebreo al castellano, expresiones que nunca se usan ni al escribir ni al hablar.
Otro problema de la traducción literal es que hace aparecer el castellano ambiguo, en casos en que el griego o el hebreo eran bastante claros para los oyentes originales.
Por ejemplo, en 2 Corintios 5:16 la frase griega kata sárka fue traducida en la RV como "conocemos según la carne". Esta no es una manera común de hablar en castellano. Además la frase es ambigua. ¿Es la persona a quien se conoce la que es "según la carne", lo cual parece implicarse en la RV,y en cuyo caso significaría algo así como "por su apariencia exterior"? 0, ¿es la persona que conoce quien lo hace "según la carne", lo cual significarla "desde un punto de vista mundano"? En este caso, el griego es claro, y el versículo se podría traducir: "Por eso, nosotros ya no pensamos de nadie según los criterios de este mundo" (VP), pues hemos sido elevados a una vida nueva. según el v. 15.
Al contrario, el problema de la traducción libre, especialmente para fines de estudio, es que el traductor adapta demasiado el original del autor a las formas modernas. Además, tal traducción se acerca con demasiada frecuencia a la forma de un comentario, más bien. La traducción libre es siempre hecha por un solo traductor, ya menos que el traductor sea también un exégeta hábil que conozca los diferentes problemas de todos los pasajes bíblicos, existe el peligro de que el lector sea confundido. Esto es verdad con respecto a la Biblia al Día, muy popular, pero no completamente exacta. Podemos aceptar traducciones como "lámpara" (Salmo 119:105), o "beso de amor fraternal" (1 Pedro 5:14), o "panes" (Génesis 18:6). pero la traducción de la palabra griega jarísmata ("dones espirituales") como "capacidades especiales" en 1 Corintios 12-14 es darse demasiada libertad. La traducción de 1 Corintios 11:10 como "una señal de que ella está bajo la autoridad del hombre", es especialmente confusa, pues el original implica que ella es la que tiene autoridad, y así fue bien traducido en RV: "la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza". y VP: "la mujer debe llevar sobre la cabeza una señal de autoridad". En 1 Pedro 5:13. el autor bíblico usó deliberadamente la designación críptica Babilonia por Roma; es, pues, mucho mejor añadir una explicación en otra parte que traducirla como "Roma" y destruir el uso críptico que se propuso Pedro.
La manera de tratar el problema de la "distancia histórica" en varias traducciones se puede observar mejor. al ilustrar algunos de los problemas que se presentan.
1. Pesos. medidas y dinero. Este es un campo especialmente. ¿Se traducen las palabras griegas y hebreas (efa, homer, etc.) o se trata de encontrar sus equivalentes en castellano? Si se decide por los equivalentes, ¿se usará el sistema métrico o el inglés? En cuanto a los equivalentes monetarios, la inflación puede afectarlos mucho también.
El problema se complica más cuando vemos que las medidas y el dinero se usan a menudo para sugerir contrastes o resultados alarmantes, como en Mateo 18:24-28 o Isaías 5:10. La transliteración en estos casos puede confundir al lector y dejarlo sin comprender el pasaje.
En su mayor parte, la RV transliteró y nos dio "bato", "homer", "efa", "talentos" y "denarios". Sin embargo, el hebreo ammah fue traducido "codo", y el griego mná, "mina", lo cual quita mucho del significado y es confuso.
Decimos entonces que con respecto a las medidas y los pesos sería un buen procedimiento el uso de los equivalentes o el de las transliteraciones con notas marginales, pero el uso de los equivalentes se prefiere en pasajes como los mencionados antes.
Isaías 5:10
RV: "Y diez yugadas de viña producirán un bato. y un homer de semilla producirá un efa".
VP: "Tres hectáreas plantadas de uvas no rendirán más que un barrilito de vino. Diez costales de semilla sólo rendirán uno de trigo".
Mateo 18:24, 28
RV: "Le fue presentado uno que le debía diez mil talentos ... halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios".
VP: "Le presentaron a uno que le debía muchos millones ... se encontró con un compañero suyo que le debía una pequeña cantidad".
2. Los eufemismos. Casi todos los idiomas tienen eufemismos para asuntos tales como el sexo o algunas funciones fisiológicas. El traductor tiene tres opciones en tales casos: (1) traducir literalmente, pero con el riesgo de confundir al lector, (2) traducir el equivalente literal. pero tal vez ofender al lector, o (3) traducir con un eufemismo equivalente.
La opción (3) es tal vez la mejor, si existe tal eufemismo. De lo contrario, es mejor la opción (2), especialmente para asuntos en los cuales ya no se usan eufemismos en castellano. Así cuando Raquel dice: "Hoy tengo mi período de menstruación" (Génesis 31:35, VP) es preferible a la traducción más literal de RV: "estoy con la costumbre de las mujeres".
3. El vocabulario. Cuando la mayoría de las personas piensan en la traducción, creen que se trata principalmente del vocabulario. Parece una tarea muy sencilla: encontrar la palabra castellana que signifique lo mismo que la del hebreo o del griego. Sin embargo, lo difícil de la traducción es precisamente encontrar la palabra correcta.
Parte de la dificultad no es sólo escoger la palabra apropiada en castellano, sino escoger una palabra que no tenga ya connotaciones inexistentes en el idioma original.
El problema se complica aun más por el hecho de que algunas palabras hebreas y griegas tienen una gama de significados diferentes de los del castellano. Además. algunas palabras pueden tener varios matices de significado, y también dos o más significados muy diferentes. También, el juego de palabras deliberado es casi siempre imposible de traducir de un idioma a otro. Por eso, se debe preferir la traducción de equivalentes dinámicos a la literal.
4. La gramática y la sintaxis. Aunque la mayoría de los idiomas indoeuropeos tienen muchísimas símilarídades, cada idioma tiene sus propias estructuras preferidas para la interrelación de las palabras y las ideas en las oraciones gramaticales. Es en estos puntos especialmente donde se prefiere la traducción por equivalentes edinámicos. La traducción literal tiende a abusar de las estructuras comunes del idioma receptor o a imponerle las del original. Tales transferencias directas son usualmente posibles en el idioma receptor pero rara vez preferibles. Entre centenares de ejemplos escogemos dos, uno del griego y otro del hebreo.
a. Una de las características del griego son las construcciones en genitivo. El genitivo es el caso común de origen o posesión, como en "mi libro". Tal posesivo también se podría traducir, aunque mal, "el libro de mí". Otros posesivos, tales como "la gracia de Dios", no significan tanto que Dios posee la gracia, como que la da, o que viene de El. Algunos de los genitivos griegos se usan como adjetivos descriptivos, para indicar origen, para connotar relaciones especiales
entre dos sustantivos, etc. La traducción literal se hace con una frase con "de", pero no siempre sale bien, como en "la palabra de su poder" (Hebreos 1:3 RV), que es un adjetivo en genitivo traducido mejor como "su palabra poderosa" (VP).
b. Miles de veces en el Antiguo Testamento los traductores siguen el orden de las palabras del hebreo, lo cual no produce una expresión castellana apropiada. Por ejemplo, en Génesis 1 muchos versículos comienzan con "Y", palabra que traduce esta conjunción, que en hebreo es equivalente a la mayúscula de la primera letra de una oración en castellano. Por lo tanto, se podría omitir sin cambiar el significado. .
Concluimos este capítulo con algunas observaciones sobre varias traducciones.
Primero, debe notarse que no hemos tratado de agotar el material. Hay muchas otras traducciones de toda la Biblia que no hemos mencionado.
¿Cuáles traducciones se deben leer, entonces? De las versiones evangélicas, la de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, conocida como la Reina-Valera (1960), es la más usada en nuestras iglesias y en el estudio; la Nueva Versión Internacional (NVI) es la mejor traducción que se puede obtener. Sera mejor tener varias traducciones para compararlas. La NVI fue hecha por un comité de eruditos en las Sagradas Escrituras y de las tradiciones evangélicas; La Versión Popular o Dios habla hoy, es una versión evangélica que también ha sido muy bien recibida por los católicos por la sencillez y corrección de su lenguaje.
Sera conveniente que el estudiante evangélico de las Sagradas Escrituras tuviera también varias de las muchas versiones católico romanas, para comparación y, quizá para su uso en el evangelismo personal dirigido a los miembros de esa iglesia. Entre las traducciones católicas, quizá las más conocidas hoy en día sea la versión de Nócar-Colunga, de expresión altamente académica y conecta; la Torres-Amat, que encierra literalismos y tendencias a apoyar las doctrinas católicas y la Biblia de Jerusalén, cuyo texto está traducido de los idiomas originales directamente, y tiene gran número de notas de estudio tomadas de la edición original francesa, en las que sigue la teología católica. Otras menos conocidas, tal vez, son la Herder, la Bover-Cantera y la de Scío. Otras traducciones católicas fueron hechas directamente de la Vulgata latina y no de las lenguas originales.
Dejamos pues, a su buen juicio la selección de la traducción que más le convenga, pero ojalá que sea, a la vez, fiel al significado original y en buen castellano contemporáneo, que convierta siempre en profundo gozo el estudio de la Palabra de Dios.