Los anillos de Nectaris

18 de diciembre de 2023


El día 18 de diciembre el cielo estuvo despejado todo el día, pero como en noches anteriores, la húmeda seria muy elevada y la probabilidad de aparición de nieblas era bastante alta. Sin embargo, esa misma mañana me acababa de llegar un nuevo trípode para mi EQ-5. El trípode original de tubo de acero decidió pasar a mejor vida, y su sustituto es un Berlebach UNI18 de madera, mucho más estable (¡y bonito!). Así que, con presencia de una Luna creciente de unos 5 días de edad, decidí montar el equipo. El objetivo, la propia Luna. Mi plan era hacer algún dibujo de una zona interesante, que ya hace tiempo (¡más de 5 años!) del último.

Sobre el trípode, brevemente, la verdad es que no puedo estar más satisfecho. Ya al poco de comenzar a observar, la diferencia con el trípode antiguo es abismal. Las vibraciones tras manipular el telescopio se reducen a menos de la mitad (!) y por no hablar de la mayor altura, quedando el telescopio en una posición más cómoda.

Falta un día para el cuarto creciente, y las zonas que quedan más favorables son Mare Serenitatis-Tranquilitatis por el norte, y las densamente craterizadas tierras altas con Mare Nectaris por el sur. Para esta ocasión decidí centrar la observación en esta última, la zona de Mare Nectaris y alrededores, donde se pueden observar estructuras muy interesantes relacionadas con los grandes impactos formadores de cuencas. Efectivamente, Mare Nectaris es el centro de una gran cuenca de impacto con un diámetro de 860 km (análoga a la archiconocida Orientale) pero al ser más antigua, su estructura multianillada es algo más difícil de reconocer. Aun así, son relativamente fáciles de identificar al telescopio con la fase adecuada… lo que no deja de ser una paradoja, ya que este tipo de grandes estructuras no se descubrieron hasta bien entrado el sigo XX, principalmente con los trabajos de William Hartmann en el recién inaugurado Lunar and Planetary Institute en la década de los 60.

Con el refractor de 12 cm f/8 estoy utilizando en esta ocasión principalmente el ocular UWA 6,7mm (149x) para obtener una imagen de conjunto de Nectaris, pasando luego también al Nagler 9mm + barlow 2x (222x). Después de un vistazo rápido, voy observando y dibujando los rasgos principales. El seeing es bastante bueno, la imagen aun muestra algunas ondulaciones, pero sin perder apenas definición. Lo primero que destaca es el triplete de cráteres Teophillus-Cyrillus-Catharina. Los tres son de similar tamaño, pero no pueden ser más diferentes entre sí: Teophillus es un cráter complejo con un pico central dividido en tres macizos y paredes aterrazadas, de aspecto bastante juvenil. Cyrillus tiene también un doble pico central y sus paredes tienen aspecto irregular, pero su bore norte ha sido destruido por Teophilus y su fondo está también muy afectado por él. Por el contrario, Catharina tiene un aspecto mucho más ruinoso, no conserva un pico central, y tiene un cráter de casi la mitad de su tamaño (Catharina P) superpuesto. Estos tres cráteres de unos 100 km de diámetro ilustran perfectamente las etapas de degradación de los cráteres de impacto con el tiempo.

Pero como comentaba arriba, mi objetivo para esta noche era identificar al ocular los rasgos principales del gran impacto de Nectaris. Después del trio de cráteres Teophilus-Cyrillus-Catharina, lo que más llama la atención es el gran escarpe arqueado de Rupes Altai. El Sol ilumina directamente su pared, que tiene un aspecto rasgado, y además su trazado no es un arco perfecto, sino que tiene segmentos con diferente curvatura. Se extiende desde el cráter Piccolomini (que la interrumpe por el sur) hasta cerca de Catharina, con una longitud total de más de 400 km. Por cierto, que el propio Piccolomini es un ejemplo magnifico de cráter complejo, con un prominente pico central y paredes con terrazas, de aspecto magnifico al ocular.

Pero en este punto conviene alejarse un poco y contemplar la imagen a mayor escala que da el UWA 6,7mm. En lo que no cayeron muchos observadores del sigo XIX y principios del XX es que Rupes Altai es solo un fragmento de una estructura mayor, que continúa por el norte y por el este (más allá de Piccolomini), constituyendo el borde principal de la cuenca de impacto de Nectaris, con un diámetro de 860 km. Por el norte hay una serie de macizos desconectados, uno al sur de Tacitus, y otro al norte, con un macizo bastante prominente (Mons Penck), casi tan destacado como la propia Altai. Al norte de Hypatia, el borde de Nectaris se pierde bajo las lavas de Mare Tranquilitatis. Sin embargo, la continuación por el sur es más difícil de seguir, pero con la iluminación adecuada se puede trazar hasta pasado el cráter Borda, donde se sumerge en Mare Fecunditatis. Su relieve es mucho menor que la Rupes Altai, y solo destaca un gran macizo que apunta hacia el centro de Nectaris, al oeste de Piccolomini. Con esta iluminación quizá no destaca tanto, pero cuando el terminador pasa por el centro de Mare Nectaris, es mucho más fácil de ver. De este anillo principal se conserva por tanto un arco de unos 180º centrado en Mare Nectaris.

Por dentro de Rupes Altai hay más vestigios de anillos que dibujan la estructura multianillada. El anillo intermedio de 620 km de diámetro es también visible entre los cráteres Catharina y Santbech, pero son una serie de colinas aisladas que otra cosa, que no destacan mucho, alineadas según el arco (ver imagen adjunta). Al ocular se pueden identificar varios montes al sur de Catharina, donde la iluminación es favorable, pero con un día menos de lunación se pueden identificar también en las cercanías de Santbech. Además, Cyrillus y Catharina están unidos por una cresta bastante prominente, que parece ser también un resto de este anillo.

Siguiendo hacia adentro, el ultimo anillo (400 km de diámetro) es el más fácil de localizar ya que contiene al propio Mare Nectaris, pero su expresión topográfica solo es realmente obvia en los Montes Pirineos, al oeste del cráter Bohnenberger, que tienen la apariencia de una cresta que se desdobla en dos al norte de ese cráter. Y quizá un par de macizos al sur de la pareja de cráteres Isidorus-Capella sean también un resto de este anillo montañoso.

El Mare Nectaris en sí quizá no tiene demasiado interés, es un mar de pequeño tamaño, relativamente uniforme… pero hay un par de detalles que merece la pena comentar. El primero es pequeño cráter Beaumont L, de solo 4 km, que tiene un halo oscuro a su alrededor de material eyectado. Y también Fracastorius, un cráter de 120 km casi completamente cubierto por la lava de Mare Nectaris. El impacto ocurrió en la ligera pendiente hacia el interior de Nectaris, y eso facilitó su inundación por las lavas que venían desde el norte.

Al sur de Piccolomini tenemos otro de las formaciones más observadas, Vallis Rheita. Se ve como un valle ancho que esta cortado por varias líneas transversales (de hecho, está formado por varios cráteres superpuestos unos a otros). Pero si nos fijamos bien, no es el único valle en la zona con esta orientación. Hay varios valles más aproximadamente paralelos (entre ellos, la continuación de vallis Rheita hacia el sur). Otro de ellos es un valle amplio y poco profundo que parte de cerca de Piccolomini hacia el sur. Todos estos valles tienen un origen común y también relacionado con Nectaris: pertenecen al sistema de eyecta de la cuenca, y tienden a converger hacia su centro. Se trata de gigantescas cadenas de cráteres secundarios, dando una idea de lo enorme del impacto.

Adjunto el dibujo que resultó de la observación, además de una imagen mía de 2020 con una fase casi idéntica, donde se pueden ver todos los rasgos que comento.

Como he comentado antes, toda esta estructura no fue “descubierta” hasta hace 60-70 años, a pesar de estar ahí a la vista de todos. El primero en reconocerla fue Ralph Baldwin en la década de 1940, pero la imagen completa se la debemos a William K Hartmann, ya en los 60 y justo antes de la era Apollo. Muchos observadores lunares anteriores estaban demasiado centrados en observar detalles cada vez menores en la Luna, y se olvidaron de la “big picture”, algo que quizá nos pasa a los aficionados actuales. Pero es muy estimulante dar un paso atrás y tratar de observar al ocular las evidencias que llevaron a conocer una pieza clave de la historia de la Luna y del Sistema Solar.

Como ya suponía, la sesión no duró mucho… tras solo una hora de observación todo estaba empapado por la condensación, y poco después apareció la niebla. Pero bueno, el objetivo estaba cumplido.