El territorio se concibe como un espacio de poder dentro del marco de las relaciones sociales. Las tensiones territoriales generan transformaciones en la identidad de quienes lo habitan. Como plantea Romero Castro Olga Lucia en su investigación (2014). Este concepto es esencial para analizar cómo el contexto geográfico y social influye en el proceso educativo y cómo se pueden abordar las tensiones territoriales para promover un entorno educativo más inclusivo y equitativo.
Ellis y Biggs (2001) señalan una convergencia significativa en las perspectivas actuales sobre desarrollo rural y educación, esta convergencia se manifiesta en la creciente importancia otorgada al territorio como espacio complejo y dinámico, donde se entrelazan dimensiones sociales, económicas, culturales y ambientales; el territorio es concebido como un espacio de aprendizaje y construcción de identidades, donde la educación juega un papel fundamental en la generación de capacidades locales para enfrentar los desafíos del desarrollo sostenible. La educación rural debe trascender la mera transmisión de conocimientos técnicos, para convertirse en un proceso de empoderamiento que permita a las comunidades rurales transformar sus realidades