9. Paz - Conflicto - Convivencia

¿Podremos encontrar la forma de resolver conflictos de una manera no violenta?

Sabemos que la paz es el fruto de la sana convivencia para los seres humanos, para que esto sea posible es necesario un orden social, justo y tolerante. La mayoría de estados realizan un esfuerzo enorme para erradicar la violencia que por siglos ha marcado la historia de los países. Es tarea como sociedad que somos, romper los regímenes de la dictadura y dar paso a la democracia en donde todos seamos participes, tengamos la libertad de expresarnos, de vivir, de pensar y de sentir.

En este módulo encontrarás varios insumos que te aportan como ciudadano crítico, agente transformador de una sociedad, el mundo necesita un cambio que trascienda en el tiempo y perdure como un derecho real.

Educar para la paz empieza en casa, desde la familia que debe inculcar valores como justicia, solidaridad, tolerancia, convivencia, respeto, cooperación, autonomía, racionalidad y amor a la verdad.

Todo pueblo está en condiciones de alcanzar la paz

Año: 2014

Canal: Se regalan dudas

Título: TEDx Talks

Resumen: En medio de un conflicto armado que lleva más de 50 años, en Colombia deseamos poder llegar a la Paz, a pesar de las dificultades en el proceso, aún podemos tener esperanza.

COLOMBIA TRAS EL CONFLICTO

El siguiente video es una entrevista a diferentes personajes que dan su punto de vista sobre que es la paz y el conflicto que se ha vivido o aún se vive en nuestro país.

LA CULTURA DE PAZ Y TRANSFORMACIÓN DE CONFLICTOS

En el siguiente video nos presentan algunos de los ámbitos que debemos tener para lograr una buena práctica de la cultura de la paz

ENTREVISTA KÓSMONAUTA

Nuestra profesional Yenny Lemu entrevista a la docente Carolina Vargas, quien maneja la catedra de paz en colegios públicos de Funza Cundinamarca.

Documentos recomendados

La universidad frente a la construcción de paz_ claves para una c.pdf

La universidad frente a la construcción de paz:

Institución: Universidad de la Salle

Año de publicación: 2015

Resumen: tradicionalmente ha existido una preocupación por reflexionar sobre la formación en los espacios académicos de educación universitaria, y desde allí se ha destacado la manera como los estudiantes viven y conviven, y con ello las formas de interacción entre la comunidad académica en pro de la convivencia. En este marco, el tema de la paz cobra fundamental relevancia, no solo por las emergencias actuales en las cuales Colombia centra su acontecer en el proceso de paz con las guerrillas, sino también por una historia arraigada a problemáticas de violencia que han permeado la sociedad y por ende al sistema educativo. En consecuencia, la tradición crítica que caracteriza la universidad la convierte en el espacio donde surgen reflexiones propositivas que buscan generar una verdadera cultura de paz.

14_15B_LauniversidadylapazenColombia.PDF

LA UNIVERSIDAD Y LA PAZ EN COLOMBIA

Institución: revista Nómadas - Universidad Central

Año de publicación: 2009

Resumen: La crisis notoria que vive Colombia, manifiesta particularmente desde los noventas del siglo pasado, por razones como el conflicto armado, procesos de ingobernabilidad, inseguridad ciudadana y el deterioro económico, ha tenido una significativa incidencia en las universidades del país, generándose en ellas respuestas diferenciadas al respecto.

El presente escrito, con carácter exploratorio, tiene cuatro propósitos: primero hacer referencia a algunas de las acciones que se han llevado a cabo desde las instituciones enfrentándose éstas a duros cuestionamientos en los últimos decenios, ante el recrudecimiento de la crisis antes expuesta; segundo, reseñar programas de educación para la paz o en temáticas afines que se ofrecen al público en el presente como ejemplo de las tareas llevadas a cabo; tercero, presentar unas ideas finales frente a los puntos desarrollados; y cuarto, anexar una lista de publicaciones producidas por centros universitarios sobre violencia, conflicto y paz a partir de 1980, para complementar la información consignada y ejemplificar algunas afirmaciones expuestas en el texto.

el_pequeno_libro_de_las_justicia_restaurativa.pdf

El pequeño libro de la Justicia Restaurativa de Howard Zehr

Institución: Good Books

Año de publicación: 2010

Resumen: ¿Cómo deberíamos, como sociedad, responder a las malas acciones? Cuando ocurre un crimen o se comete una injusticia, ¿qué debe suceder? ¿Qué requiere la justicia? "Las víctimas, los delincuentes y los miembros de la comunidad a menudo sienten que la justicia no satisface adecuadamente sus necesidades. Los profesionales de la justicia con frecuencia también expresan su frustración". La justicia restaurativa es un proceso para involucrar, en la medida de lo posible, a quienes tienen intereses en un delito específico e identificar y abordar colectivamente los daños, las necesidades y las obligaciones, con el fin de sanar y arreglar las cosas de la manera más posible "

faros_6_cast.pdf

¿Cómo educar las emociones ?

Institución: Observatorio de salud de la infancia y adolescencia

Año de publicación: 2012

El Observatorio FAROS Sant Joan de Déu (www.faroshsjd.net) es la plataforma de promoción de la salud y el bienestar infantil del Hospital Sant Joan de Déu (HSJD) de Barcelona. Nos dirigimos principalmente a madres y padres que tienen interés en recibir información de calidad respecto la salud y bienestar de sus hijos. Asimismo, FAROS se dirige también a otros cuidadores y profesionales, especialmente en el campo de la salud y la educación. Nuestra misión es proporcionar información y ofrecer todo nuestro conocimiento para fomentar valores y hábitos saludables. Contamos siempre con la colaboración y revisión de los profesionales del hospital y, por lo tanto, garantizamos la máxima calidad de los contenidos que publicamos.

Extractos del libro conversaciones compasivas.pdf

Fragmentos del libro conversaciones compasivas por Diane Hamilton

Diane es una mediadora galardonada y una facilitadora de grupo, consultora y maestra de espiritualidad integral y zen especialmente dotada, juguetona y despierta. Posee un linaje en la tradición Soto Zen, y ha colaborado con el Instituto Integral y Ken Wilber desde 2004, desarrollando los seminarios de Práctica de Vida Integral y los eventos globales Experiencia Espiritual Integral.


Los siguientes son algunos apartados de su libro <<Compasionate Conversations>>


Para trabajar con niñas y niños: los niños piensan la paz

Los niños piensan la paz es un proyecto de lectura y escritura liderado por la Subgerencia Cultural del Banco de la República, en el que, a través de juegos de palabras y ejercicios de producción de textos, se exploraron los sueños, imágenes y deseos que tienen los niños colombianos sobre la paz. Las conversaciones con más de 900 niños se dieron cuando el país conversaba sobre conflicto y un posible acuerdo de paz. Las opiniones recogidas en este proyecto mostraron que el país necesita saber lo que opinan los niños, que sus opiniones son necesarias para alimentar esta gran conversación.

Descárgalo gratis dando clic en la imagen.


Dos libros para descargar

Identidad social, eslabón de construcción de una comunidad

Por Yenny Lemus

La teoría de Vygostsky defiende que el desarrollo humano está sujeto a procesos históricos, culturales y sociales más que a procesos naturales o biológicos: el desarrollo psicológico del individuo es el resultado de su interacción constante con el contexto socio-histórico en el que vive. Solo por el hecho de tener experiencias sociales diferentes, no sólo proporciona un conocimiento distinto, sino que estimula el desarrollo de varios tipos de procesos mentales. La sociedad es un puente de aprendizaje que se va hilado con los demás individuos, construyendo un conocimiento compartido que sirve como herramienta para la interacción dentro del medio social en que se vive, desde lo interpersonal a lo intrapersonal o psicológico.

Desde la infancia y por patrones familiares se construye la identidad de base, lo más recurrente es el ejemplo y las costumbres que sus padres han mancado desde sus inicios, sin dejar al lado que también influye el entorno social en el que se desenvuelva el infante. En la entrada a la juventud ya el panorama cambia, nos damos cuenta desde la experiencia y el diario vivir quizá lo que se pensaba de niños podría variar, se descubre las afinidades, gustos, pasiones y se encamina al rumbo directo al tener una verdadera libertad.

La identidad nos permite reconocernos dentro de una sociedad como personas independientes, libres y conscientes, todos los seres humanos somos diferentes en cuanto a nuestras experiencias, pensamientos, orígenes, movimiento político y aspecto físico entre otras, estas diferencias nos hacen únicos y determinan nuestra identidad. El conocimiento de ésta nos permite desarrollarnos como personas, reconocer nuestras virtudes y defectos para conseguir metas tanto individuales como colectivas; se va forjando a lo largo de la vida y el tiempo, marcando la esencia del ser.

La identidad social es el cúmulo de características y rasgos propios que nos une a otras personas para conformar una comunidad, la interacción con el otro es constante, recíproca y natural, formando una gran red social y confirmando que se es parte de un lugar particular del mundo social. Los seres humanos por cánones y reglas ciudadanas somos sociables, aprendemos a relacionarnos con otros y a vivir desde la diversidad o pluralidad. Cuando concuerdan los gustos, las aficiones, las opiniones y forma de ser, se conforman los grupos sociales o también llamados grupos de amigos, de la pertenencia a estos grupos surge la identidad social. Cada grupo podrá influir de una forma u otra para intervenir en su manera de pensar y actuar. Así bien nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos van a estar ligados por esa identidad.

6 películas para hablar sobre paz y guerra en Colombia

El medio independiente Pacifista Colombia recomienda 6 películas colombianas para hablar sobre paz y guerra teniendo en cuenta el marco de la firma de los acuerdo de paz.

EL PRESAGIO DE SOFIA


Autor

Alvaro Javier Ureña

Docente Colegio Villas del Progreso, Bosa


Sofía tenía trece años y vivía con su mamá en la falda de una montaña fría, a considerable distancia de las viviendas más cercanas. Amaba la vida que llevaba, a pesar de haber pasado por situaciones muy duras, como la muerte de su padre a manos de gente que siempre sospechó de malos. Disfrutaba despertar al amanecer con el sonido de pájaros que no lograba identificar, así que les inventaba nombres, formas y colores. Tachaba en el calendario los días que faltaban para la próxima cosecha y se entusiasmaba en cuidar los animales que la acompañaban a ella y a su mamá. Eran su familia. Era feliz cuando corría por el pasto descalza, cuando pasaba horas acurrucada en la quebrada viendo renacuajos y cuando sentía heladas las fosas de la nariz al tomar bocanadas de aire puro.

Pero de las cosas que más le hinchaban el corazón de alegría a Sofía, era asistir a la escuela. Aunque debía caminar por más de una hora por trochas sinuosas y el clima no ayudaba muchas veces, le encantaba llegar a esa pequeña casita escolar y encontrarse con sus compañeros y su maestra. Había una especie de conexión mágica entre ella y todo lo que vivía en las aulas y el patio de su colegio y ella lo sabía. Lo sentía muy dentro de sí. Emergía una vitalidad que no era explicable con palabras, solo con sus emociones y sus anhelos de aprender, de convivir, de resolver dudas, de fallar en los intentos y reflexionar sobre lo emprendido.

Las clases a las que asistía se volvían un puente entre lo real, lo imaginario y lo práctico. Podía viajar a lugares que jamás pensaría que preexistían y por civilizaciones que cada vez más la asombraban hubiesen estado hace miles de años. Los números dejaban de ser figuras sin sentido y cuentas de la tienda, para pasar a ser un lenguaje propio y configurado, que la confundían, pero la ayudaban a ubicarse en el tiempo espacio. Las lecciones sobre ecología y proyectos productivos la impulsaban a soñar por un mejor futuro para ella y su mamá y la hacían sentir mejor y más preparada cuando sembraba, cuando recogía una cosecha, cuando metía sus manos en la tierra buscando lombrices que sirvieran de abono. Y es que la escuela la llevaba a poner en práctica muchas cosas, que mezclaban saberes de su madre, de sus abuelos, de su intuición, con la información que la maestra proporcionaba. Y eso, la hacía feliz.

Sofía era especialista en inventarse juegos en el patio de recreo y se sentía una con sus compañeros en medio de risas, de saltos, de escondites, de persecuciones y expediciones. La gran mayoría de ellos también vivían lejos de la escuela, así que, al despedirse cada día, los caminos de Sofía y sus compañeros se separaban con el anhelo de volver a encontrarse una vez más al día siguiente en el espacio que todos consideraban sagrado y mágico en su amistad.

Una mañana, Sofía se despertó antes de oír el primer canto de las aves y sintió un presagio en su pecho. Una sensación muy similar a la que había sentido años atrás cuando su padre había dejado de acompañarla en su vida. Después de dar de comer a los conejos y a las gallinas, se alistó para ir al colegio, como dictaba su rutina. Al llegar, sabía que algo fuera de lo común iba a suceder. La maestra reunió a todos los estudiantes en un mismo salón y acompañado de un señor que nunca había visto les comunicó la noticia que horas antes había llegado en forma de augurio a Sofía. En el mundo se había esparcido una enfermedad que hacía que la gente se indispusiera y muriera si se respiraba. Había recorrido kilómetros y se había instalado en todas partes, incluyendo esos remotos lugares de esa montaña donde convivían. Parte de las medidas que había que tomar, era no volver a la escuela y quedarse en casa, para evitar respirar esa enfermedad.

Sofía no asimiló muy bien las palabras que acababa de escuchar. No podía volver a la escuela, a su lugar favorito, a su patio de juegos, a sus aprendizajes y sus risas. Nadie tenía la certeza en ese momento de cuánto tiempo tardaría esa medida, pero había que cumplirla. La escuela debía estar cerrada y pasar a una educación lejana, sin contacto, sin abrazos, sin tú la traes, sin experimentos, sin despedidas y saludos. Algo se rompió momentáneamente en el interior de Sofía. Era feliz en casa, pero la gran mayoría del tiempo estaba sola, porque su mamá debía desplazarse a diario al pueblo, para vender los huevos, las hortalizas y demás productos que las abastecía.

Al llegar de nuevo a casa y contárselo a su mamá, Sofía estaba envuelta en lágrimas. Con todo el amor que una madre puede tener para calmar a una hija en desesperanza, intentó explicarle que las decisiones que se estaban tomando no eran para afectarla, sino para que la salud de ella misma y la de todas las personas a su alrededor, no se viera seriamente afectada.

Y así, sin más aviso que lo dicho, la rutina de Sofía cambió. Las enseñanzas pasaron a ser cotidianidad, cuidado de animales y riego de plantas. Pero no con la misma alegría y empeño que le aplicaba antes, sino con desarraigo y aburrimiento. Ya no salía de los muros de bahareque de su vivienda, porque no tenía ninguna necesidad de hacerlo, además, solo salía para recorrer los caminos que la llevaban a la escuela. Se sentó a esperar a que esa educación a distancia llegara, sin saber muy bien de qué manera, pero nunca tocaron a su puerta. Se quedó sin palabras que pronunciar, sin comunicación, sin habla, prácticamente. Intentó aferrarse al calor que le brindaban sus vacas, pero con ellas no podía jugar a la pelota y por más que la responsabilidad que traía verificar el fríjol y la arveja la enfocaba, no le hablaban de sueños, de chismes ni de bromas. Ya no encontraba sentido en inventar juegos, porque sus compañeros queridos no estaban para hacer recíproco el compartir. Sentía que su imaginación, arma poderosa que gozaba tener, se iba perdiendo paulatinamente con los segundos, con los minutos, con las horas. Algo ya se había roto en Sofía.

Se preguntaba a diario por qué una enfermedad que no había visto nunca y nunca la había escuchado la había privado de tantas emociones y sensaciones que le ofrecía ir a la escuela. Nunca obtuvo una respuesta. Su mamá llegaba agotada de trabajar, porque la situación misma de dicha enfermedad hizo que las cosas en el pueblo se pusieran más complicadas: menos ventas, menos gente a quien ofrecer sus productos, menos dinero para salvaguardar la integridad de su hija y de ella. Las cosas cambiaron definitivamente, como ninguna de las dos pensó que podría ocurrir.

Una tarde lluviosa, tocaron a la única puerta de la casa de Sofía. Su corazón explotó en ansiedad y alegría, porque se imaginó detrás a su maestra con alguna información de esa educación a distancia que le habían mencionado semanas atrás. Al abrir, la sorpresa no fue nada grata. La silueta de un hombre alto, robusto y con una ruana gruesa café le anunció que no era su maestra: era el vecino más cercano que tenían. Nunca le había dado buena espina la personalidad burlona, zalamera y fisgona de aquél sujeto. Sofía le anticipó que su mamá no encontraba, pero él le pidió si podía resguardarse del chubasco que caía, ya que faltaba camino para llegar a su casa. Sofía no le vio mucho inconveniente y su espíritu de hospitalidad acudió inmediatamente. Al dejar su ruana en una silla de madera, el vecino le preguntó por qué no estaba en la escuela, si normalmente así era. Ella le trató de explicar la situación de la enfermedad que te mataba si la respirabas y que habían decidido no volver a las aulas. Instantáneamente el vecino asoció lo que en noticias había visto y comprendió los hechos. Mientras cesaba la lluvia, el vecino se le acercó para preguntarle si entonces llevaba mucho tiempo sola en casa. Sofía sintió un impulso eléctrico de alarma en toda su espalda y que la hizo moverse un poco hacia un lado. Le respondió que sí, que por seguridad su mamá le había pedido que no la acompañara al pueblo y que cuidara de los animales y la casa. Una sonrisa se dibujó en el bigote del vecino y paralizó el alma de Sofía. Antes de que volviera a abrir la boca para preguntar una nueva cosa, las gotas dejaron de sonar en el techo de lata y Sofía se apresuró a abrir la puerta para indicarle la noticia salvadora al hombre que estaba en su sala en esos momentos. Él entendió las señales y se levantó con parsimonia, agradeciendo el favor del refugio.

Tras cerrar la puerta, Sofía maldijo al cielo no estar en esos momentos dibujando en el pizarrón verde figuras geométricas o rebotando en los charcos que se hacían en el salón de clases cuando llovía duro. La escuela era su lugar seguro, era su espacio de ser, vivir, compartir sin miedo.

Los golpes en la puerta al día siguiente fueron más tempranos. No llovía, ni parecía tener atisbos de lluvia. Lo poco de esperanza que tenía impulsó a Sofía a recibir a su maestra, pero de nuevo se encontró con una ruana gruesa y café ya conocida. Aquel vecino la saludó de un beso en la mejilla que le impregnó de olor a tabaco y guarapo la cara a Sofía. Entró sin ser convidado, contrariando todas las enseñanzas de buenos modales de su mamá.

Le dijo que venía a visitarla, para que no se sintiera tan sola y que le había llevado un regalo. Sofía le trató de comunicar con profundo respeto y temor, que no se molestara, que estaba ocupada preparándole la comida a los conejos y que estaba algo atrasada en esa tarea. La voz del vecino cambió y se tornó grosera y más tosca. Como una ráfaga se acercó a ella y la tomó por su pequeña cintura. Le dijo que no imaginaba el tipo de regalo que le iba a dar esa mañana, que mejor era no poner resistencia. Algo adentro de Sofía, que ya estaba roto, se hizo trizas. Se le nubló la mente y como un acto de defensa propia, se transportó a una clase de biología que la había marcado positivamente. Las palabras que ya le estaban siendo esquivas, enmudecieron por completo y sintió un hilo agónico en la garganta. La ferocidad de unas garras que eran ajenas y dañinas se iba apoderando de ella y las trizas de Sofía solo podían ser eso, trizas.

Como si los milagros que leía en clase de religión existieran, Sofía apretó las manos para que se manifestara ahí mismo y la salvara del infierno. Y llegó, en forma de otros golpes a la puerta. Las dos personas que en la sala se debatían entre el desenfreno y la muerte se alertaron con el sonido. Como pudo, Sofía recogió los pedacitos de ella que estaban esparcidos y se apresuró a abrir la puerta: era su maestra. La abrazó con un río de lágrimas y aunque intentó gritar de alegría y agradecimiento, la voz no había aparecido todavía. Su profesora de toda la vida notó de inmediato lo que estaba pasando y con la fuerza de quien eligió enseñar vida y esperanza, espantó del lugar a esa presencia que estaba a punto de llevarse consigo la alegría y la inocencia.

Su maestra la tomó de la mano y se sentaron juntas al calor de la leña en la cocina. Sin necesidad de repasar unas escenas que estaban siendo latentes y punzantes, le explicó el motivo de su visita. Después de más de un año en que no había existido ningún tipo de comunicación entre la escuela y sus estudiantes, le venía a anunciar que la posibilidad de volver al colegio estaba mucho más cercana y que debía hacerse con algunas precauciones de esa enfermedad que al respirar te mataba, que seguía existiendo. Algo dentro de Sofía se quiso recomponer y reagruparse. La dejó atónita y le preguntó que cuándo podría ser posible volver. Ella le manifestó que lo primero que debían hacer, era usar un aparato que no permitía la entrada del aire, ni la salida, pero que era lo único con lo que podían combatir los ataques de esa enfermedad. A Sofía no le importó si tenía que ir de cabeza al colegio o con una armadura como la que veían en sus clases de Historia, con tal de volver a su lugar de esperanza.

Su maestra se quedó un par de horas más con ella, mientras su mamá llegaba del pueblo. Al llegar ésta, la voz de Sofía había vuelto a su puesto y la recibió con la noticia de que ya no debía quedarse más tiempo sola, sin charla, sin aprender con sus amigos. Nadie podía estar más feliz que la mamá de Sofía y sus lágrimas la dejaron en evidencia. Antes de que la profesora se retirara, le manifestó a la mamá de Sofía lo que había encontrado y entre las dos se propusieron llevar a cabo un plan para que jamás pudiese suceder algo parecido con aquel vecino.

Una semana después de la visita de su maestra, el retorno a la escuela era un hecho. Sofía no durmió la noche anterior. Los nervios la consumían. Sin haber pegado el ojo esa noche, la madrugada llegó con todos los sonidos de la montaña y con una única cosa en su cabeza: hoy iba a volver a sentir el afecto de las personas que quería, de las personas con las que aprendía a diario, con las que jugaba y sentía que la vida tenía sentido.

No caminó la trocha, la atravesó corriendo. Llegó incluso antes de que en la escuela hubiese alguien y prácticamente la abrió ella. Uno a uno fueron llegando sus compañeros, que tras un año y más sin verse, los veía más grandes, más altos y cambiados. Pero algo no cambió: la emoción del reencuentro. Había mucho por contar, había mucho por volver a jugar y por volver a sentir, pero ya estaban todos de nuevo juntos. Sofía estaba de nuevo en su escuela, en su lugar seguro, en su refugio y antes de entrar al salón, devolvió su mirada a la montaña, reconociendo que los peligros no solo son enfermedades que no se ven y nos alejan de los demás, sino que están también en esos presagios que llegan intuitivamente muy dentro de cada uno.

https://m.youtube.com/watch?v=BpGwtY6likQ&feature=youtu.be


Este relato fue creado por un compañero del colegio donde trabajo que habla de lo significativo que era para esta niña estar en su colegio y las situaciones que tuvo que pasar por la llegada de la pandemia.

Desde mi punto de vista siento que aplica para el tema de Paz y conflicto, pero también para relaciones y emociones.

Por Adriana Hernández

APLICANDO LO APRENDIDO

Diseña un libro digital que recopile acciones de paz en los territorios que habita o habitó

Sube tu evidencia al siguiente padlet:https://padlet.com/unikosmonautas/70s6haly6j0cihar