Actualmente es común que las abuelas, abuelos y otros integrantes de la familia se integren a la educación de tus hijos e hijas, no obstante lo ideal es formar equipo para respetar las funciones de cada persona en la familia, para que desde el amor y con firmeza participen coordinadamente en la educación.
Las niñas y niños no necesitan de padres, madres o cuidadores perfectos, sino personas adultas saludables, física, emocional y psicológicamente, que les cuiden y transmitan seguridad por medio del respeto a su dignidad; para ello, precisan entendimiento, aceptación y valoración de su persona aún con las imperfecciones lógicas del proceso de crecimiento y aprendizaje.
Cuando niñas y niños se sienten cansados, con hambre, sueño u otro malestar, es parte normal del desarrollo su poca tolerancia a la frustración, debido a que su lenguaje y habilidades de expresión son limitados; no obstante, para enseñarles a regular sus emociones y reacciones es importante no perder la calma y transmitirles nuestras decisiones con firmeza y con un lenguaje adecuado a su edad, con el paso de los años las niñas y niños que aprenden a comunicar sus emociones y sensaciones con palabras serán adultos capaces de afrontar los conflictos sin recurrir a la violencia.
Evita repetir acciones que te hicieron daño o te dolieron, (aun cuando creas que te hizo bien un golpe, un chanclazo o un insulto) si bien padres y madres no somos perfectos, si somos personas capaces de mejorar y aprender nuevas formas de educar sin violencia verbal, física, emocional o psicológica.
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