Paternidades

Por Lic. Lucía Rodríguez Quintero

Experta en temas de género, violencia y derechos humanos. Subdirectora de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos


Tener hijos no lo convierte a uno en padre,

así como tener un piano no te convierte en pianista.

Michael Levine


Para poder entender las paternidades(1), resulta indispensable reconocerlas como constructos sociales con un componente biológico y otro social, acompañadas de dinamismo, por lo que ser padre va más allá de solo la capacidad reproductiva de los hombres, de ahí que haya quienes ejercen su paternidad (paralela, sustituta o suplente y su paternaje) sin haber procreado.

Las paternidades se expresan y ejercen en un contexto y se relacionan con las funciones que a éstas se les han asignado socialmente. La CEPAL ha definido la paternidad como la relación que los hombres establecen con sus hijas e hijos en el marco de una práctica compleja en la que intervienen factores sociales y culturales que, además, se transforman a lo largo del ciclo de vida tanto del padre como de las y los hijos(2). 

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), reconoce que el involucramiento activo de los hombres en la crianza de las y los niños contribuye a un mejor desarrollo biológico y psicosocial de las infancias, al tiempo que ayuda a erradicar los estereotipos y roles de género que la sociedad ha impuesto.

Reivindicando su derecho, paulatinamente han aparecido nuevos padres con un reclamo social para participar más activamente en la crianza y educación de sus hijos/as, para bien de las mujeres, de sus descendientes y de ellos mismos.

El Instituto Nacional de las Mujeres ha reconocido “el importante papel” de los hombres que ejercen una paternidad responsable y cuidadora, con la que contribuyen a cerrar las brechas de desigualdad de género, así como avanzar hacia sociedades justas, igualitarias y libres de violencia para las mujeres y las niñas(3).

Lo relevante es que los hombres puedan sumarse a las dinámicas familiares con respeto y proactividad; es decir, si se concibe al espacio familiar como un conjunto de interacciones en torno a temas diversos –alimentación, salud, juego, limpieza, recreación, educación, intimidad, cultura, etc.– lo importante es que los varones participen “de manera activa y sostenida con actitudes respetuosas de los derechos humanos del resto de las y los integrantes de la familia, a fin de enriquecer esas interacciones.” (4)

Actualmente el nuevo sistema de valores jerarquiza el vínculo entre personas, fomenta el vínculo padre/hijo/a, donde la interacción personal temprana es importante y decisiva en la cotidianidad y su crecimiento, por lo que ahora los hombres se replantean maneras diferentes a la tradicional, de cómo ser padres.


Niñas, niños y adolescentes tienen derecho a disfrutar de una paternidad y un paternaje presente, responsable, pero sobre todo afectivo y deseado, en una relación de disfrute mutuo.

Respecto al dinamismo que las caracteriza y debido a los cambios sufridos, Sergio Sinay al hablar de la paternidad al natural, cuestiona sobre la capacidad de los padres actuales para llevar a cabo algunas asignaturas pendientes como marcar límites, orientar acciones, transmitir valores, abrirse a la escucha, proponer espacios de reflexión conjunta, ser pedagógicos, manifestar su mundo emocional, instrumentar a sus hijos para ser seres autónomos, con capacidad de auto sustentación psíquica y emocional, cuando enfrentan una apreciación de su persona a partir de su capacidad de dar y evitar la palabra “no”(5).

Afirma que en algunos casos pareciera que no se sienten merecedores de respeto y amor por parte de ellos/as, pensando que lo mejor es convertirse en “mejores amigos de sus hijos e hijas”, desertando del papel de padres y creando abandono y orfandad a partir del vacío generado. 

Actualmente, se cuestiona la ausencia permanente o intermitente de algunas paternidades, que implican la necesidad de llenar esos vacíos creados, para garantizar de la mejor manera posible los derechos de niñas, niños y adolescentes. Ahora, se abre como un reto para muchos hombres lograr ser un padre activo, por todo lo que ello implica.

Paternidades activas. Más que un cambio de denominación.

Las paternidades han sido denominadas de diversas formas como: paternidades presentes, corresponsables, afectivas, entre otras, sin embargo, no solo se requiere el cambio de nomenclatura, sino de conciencia, actitud e involucramiento.

De manera general ser padre activo implica: construir una relación afectuosa e incondicional con hijos/ hijas; ser más que proveedor; participar en su cuidado, crianza y atención; generar apego seguro creando un vínculo cariñoso y de buen trato; dar buen ejemplo; involucrarse en todas las etapas de su desarrollo, antes y después de su nacimiento y estimularlo/a siempre. Todas son funciones y actividades fundamentales del paternaje.

La presencia activa del papá en el desarrollo del hijo o hija marca una diferencia. Un padre presente, comprometido y afectivo influye positivamente en el desarrollo y bienestar de niñas y niños en diversas áreas. Este tipo de vínculo propuesto dota de nuevos contenidos a la vacía figura del padre actual y permite reformular la paternidad.

Quienes han contado con un papá presente y afectivo tienen: mejor autoestima, más habilidades sociales, mejor desempeño escolar, más herramientas para enfrentar las dificultades que se les presentan en la vida, mayor bienestar psicológico y más probabilidad de ser un padre comprometido(6) .

Es importante recordar que el artículo 18 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que: “...ambos padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño/a”.

En la crianza se pueden tener estilos diferentes. Es importante que las personas involucradas se pongan de acuerdo en pautas de crianza comunes frente a sus hijos/as. La coordinación (vivan o no en la misma casa) es una tarea clave y una responsabilidad conjunta.

Los nuevos modelos adoptan la figura del padre igualitario/participativo, con lo que se transita hacia una paternidad activa que vaya permeando en el tejido social y favorezca los cambios sociales necesarios. La finalidad no es sólo cambiar los nombres o denominaciones, sino cambiar el contenido y significado de este constructo social llamado paternidad.

Sin duda, la aparición de nuevos tipos y relaciones de familia, hacen necesario el surgimiento de nuevas formas de ser padre, con nuevos modelos y herramientas diversas para paternar con respeto, cariño y calidad a hijo e hijas, garantizando así su interés superior.