31/03/2025
31/03/2025
Preparados para ir a la escuela
Salida hacia la escuela
Llegando a la escuela
Recepción en la escuela
Primer almuerzo en la escuela
Con Juan Luis en plena reflexión transcendental "Siesta Española"
Comprando en el ALDI
Haciendo la comida del día siguiente
Cenando
El desayuno es bastante completo: yogurt con stracciatella, cereales, zumos, bizcochos..., incluso a petición nuestra pusieron alimentos sin gluten. El tamaño de las habitaciones es bastante justo, ya no se ve el suelo, cubierto este de una capa de táperes, zapatos, ropa sucia y maletas revueltas, aunque nos apañamos. Cogemos un tren urbano apresuradamente que nos conecta con la escuela de música, nos bajamos en Teltow y un autobús nos facilita el último tramo, por un barrio de mansiones amuralladas con verjas doradas y con jardines que parecen bosques particulares. Por fin llegamos a la escuela de música de Potsdam, cuya foto se puede observar abajo.
En la escuela nos recibe Dora y otras coordinadoras del equipo Erasmus, todas muy amables, y nos llevan a una sala de profesores. Dora es profesora de guitarra y habla español, afortunadamente. Allí nos explicaron pacientemente, después de presentarnos, cómo íbamos a trabajar y los horarios, entre otras cosas. Por las mañanas la escuela suele estar vacía, dado que la mayoría de alumnos van al colegio o trabajaban, y cada uno corre a elegir las aulas más espaciosas con las mejores vistas o con los pianos de cola más impresionantes. Tenían un sistema similar al del Carra respecto a las aulas: el de firmar y coger la llave. Dora nos avisó que era muy importante que, después de terminar, firmásemos, o si no los profesores suponían que seguíamos en el aula y no cerraban la escuela. Esto se nos ha olvidado algunas veces, pero por fortuna siempre hubo alguien que se dio cuenta. La bollería sobre la mesa y los sofás que la rodean hacen muy atractiva la sala de profesores. Vacío durante las mañanas, pues, la escuela es completamente nuestra.
José Manuel, Victor y Nicolás, los guitarristas, disfrutaron mucho de su primer ensayo con los compañeros alemanes, que tuvieron con un profesor sustituto que resultó ser el marido de Dora: Pedro Izquierdo. Les entusiasmó su forma de explicar, ya que la clase fue muy clara e instructiva, y la pasión que le ponía a hacerse entender a los alumnos. Por otra parte los compañeros resultaron encantadores y de gran sentido del humor. Eso hizo las clases muy llevaderas y entretenidas.
A la hora de la comida, caminamos hacia un ALDI cercano. Compramos pasta y " comida de microondas" (que para tratarse de esa comida, estaba bastante buena).
Ya ha pasado el mediodía y la escuela empieza a llenarse. Mientras que comemos en la sala de profesores, estos miran con recelo cómo su cocina se llena de lasañas precocinadas, como sopas en polvo y falafel con curry. Los profesores locales nos comentan también el sistema de reciclaje. En la sala de profesores hay tres papeleras distintas; una para cada tipo de residuos, como restos de comida o plásticos. Nos explican pacientemente donde tenemos que tirar cada cosa. Otra cosa destacable, en esta misma línea de sostenibilidad, es como van a la escuela de música. Como en otros países del norte, Alemania tiene una gran tradición de bicicleta. A la entrada de la escuela hay por lo menos cuarenta bicicletas atadas a las vallas. De camino al ALDI nos hemos dado cuenta que en los alrededores de la escuela hay una gran red de carril bici que promueve su uso. En cada acera hay una estrecha franja roja por la que circulan las bicis. Al principio nos choca el tener que apartarnos continuamente, sobresaltarnos por los timbres y el andar en fila india por las aceras, pero al final nos vamos acostumbrando y apreciamos esta costumbre.
Tras el almuerzo, retomamos nuestros ensayos. Después del ajetreado día, regresamos tarde a la residencia, acostándonos aún más tarde.
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