Bertolt Brecht
Perseguido por buenas razones

He crecido hijo

de gente acomodada. Mis padres

me pusieron un cuello almidonado, me educaron

en la costumbre de ser servido

y me instruyeron en el arte de dar órdenes. Pero

al llegar a mayor y ver lo que me rodeaba,

no me gustó la gente de mi clase,

ni dar órdenes ni ser servido.

Abandoné mi clase y me uní

al pueblo llano.


Así,

criaron a un traidor, le educaron

en sus artes, y ahora

él los delata al enemigo.


Sí, divulgo secretos. Entre el pueblo

estoy, y explico

cómo engañan, y predigo lo que ha de venir,

pues he sido iniciado en sus planes.


***


 Descuelgo la balanza de su justicia

y muestro

sus pesas falsas.

Y sus espías les informan

de que yo estoy con los robados cuando

preparan la rebelión.


Me han advertido y me han quitado

lo que gané con mi trabajo. Como no me corregí

me han perseguido,

y aún había en mi casa

escritos en los que descubría

sus planes contra el pueblo. Por eso

dictaron contra mí una orden de detención

por la que se me acusa de pensar de un modo bajo,

   es decir,

el modo de pensar de los de abajo.

Marcado estoy a fuego, vaya adonde vaya,

para todos los propietarios, mas los no propietarios

leen la orden de detención y me conceden refugio. A ti te persiguen,

me dicen,

por buenas razones.