El Timeo es una obra singular, gracias a la cual podemos conectar la filosofía y la metafísica antigua con la Revolución científica moderna, principalmente porque va a exponer una visión del mundo y un paradigma cosmológico que estará vigente hasta el s. XVI, momento en el que se empiezan a cuestionar aspectos tan importantes de la cosmología antigua como la esfericidad de las órbitas celestes o el movimiento uniforme de los cuerpos celestes.
No obstante, el fondo metafísico fundamental del Timeo sigue presente en la Revolución científica y será tenido en cuenta por Johannes Kepler al considerar que en el cosmos existen una regularidades matemáticas, una geometría sagrada matemáticamente expresada, que puede calcularse empíricamente, de forma que la ciencia pueda revelar el misterio sagrado de la armonía del cosmos, que a fin de cuentas es ese arkhé que empezaron a buscar los presocráticos. Esa idea latente de la constitución del cosmos de carácter metafísico está presente en la ciencia moderna y la constituye, siendo la base fundamental de las principales hipótesis cosmológicas, especialmente las de Johannes Kepler, autor que culmina matemáticamente ese hilo invisible que se forja en el pensamiento presocrático y que Platón transmite a la posteridad a partir de este y otros diálogos. Curiosamente, el arte expresa esa conexión mágica ochenta y cuatro años antes de que Kepler escribiera el Mysterium Cosmographicum (1596) en La Escuela de Atenas.