El teatro de Shakespeare

Otro de los nombres indiscutibles entre los "clásicos" es, sin duda alguna, el de William Shakespeare. En esta secuencia os proponemos un acercamiento a su obra teatral a partir de películas contemporáneas basadas en sus textos. Hemos seleccionado una serie de adaptaciones cinematográficas que nos parecen especialmente acertadas y que creemos que pueden conectar con un público juvenil para que seáis vosotros, a partir del visionado de los tráilers, quienes elijáis en cuál os apetece profundizar. En alguna ocasión os brindamos incluso varias versiones de un mismo título para que tengáis más posibilidades de elección. Al final os proponemos, por si os quedáis con ganas de más, un guion para el análisis de la que es posiblemente su obra más conocida: Romeo y Julieta. Pero antes tendremos que poneros brevemente en situación.

El teatro de la época

Cuando hablamos de “teatro isabelino”, nos referimos a las obras de teatro escritas y representadas durante el reinado de Isabel I de Inglaterra (1558-1603), aunque esta denominación se extiende hasta el final del reinado de Jacobo I en 1625. Era un teatro muy popular, pero tenía mala reputación. Las autoridades de Londres lo prohibieron dentro de la ciudad, por lo que los teatros al principio se situaron al otro lado del río Támesis, en la zona llamada South Bank. Posteriormente se construyeron teatros públicos grandes y tan provechosos económicamente que la capacidad teatral de la capital era de más de 10.000 personas después de 1610. Algunos de estos teatros, en los cuales Shakespeare representó sus obras, fueron The Curtain, The Rose, The Swan, The Globe o The Red Bull

El aforo era entre 1.500 y 2.000 espectadores. El edificio teatral era casi siempre una construcción muy sencilla de madera o de piedra, a menudo circular y con un amplio patio interno que se convirtió en la platea. La escenografía era mínima, lo que facilitaba que no hubiera interrupciones entre acto y acto. Era un teatro que funcionaba por compañías privadas y formadas por actores, que pagaban a los autores para interpretar su obra y a otros actores secundarios. Algunos alquilaban el teatro y otros eran propietarios del mismo.Cada compañía contaba con un aristócrata, que era una especie de apoderado moral. Solo la protección acordada por el grupo de actores con príncipes y reyes pudo salvar a Shakespeare y a muchos de sus compañeros de ser condenados por impíos, dado el carácter puritano de los regentes de la ciudad.

Algo que resulta curioso del teatro inglés es que, a diferencia del italiano, que era muy elitista, tenía el papel de “nivelador social” pues al teatro acudían príncipes y campesinos, hombres, mujeres y niños, ya que la entrada estaba al alcance de todos, aunque con precios distintos. Al tener un público tan variado, las obras debían satisfacer los diferentes gustos de sus diversos espectadores: soldados, mujeres, nobles, abogados o gentes del pueblo. Las mujeres tenían prohibido por ley ser actrices, así que los papeles femeninos eran representados por hombres, lo que provocaba frecuentes reacciones en el público. 

Una aproximación al teatro de Shakespeare

Os proponemos efectuar una mirada "a vista de pájaro" de la obra teatral de William Shakespeare a través de las muchísimas versiones cinematográficas de sus textos. A continuación, os invitamos a la lectura detenida de la más célebre -quizá- de sus tragedias: Romeo y Julieta.