Autor: Bustos, Matías (Prenovicio)
María Troncatti nació en Cortegno Golgi (Brescia, Italia), el 16 de febrero de 1883.
Creció feliz, trabajando duramente en su numerosa familia, dividiendo su tiempo entre la granja y el cuidado de sus pequeños hermanos y hermanas, en la cálida y afectuosa atmósfera creada por sus padres ejemplares.
En 1900, María tenía 17 años y le confió el deseo de consagrar su vida al Señor a su hermana Catalina y luego al párroco.
Ella tenía miedo de contárselo a su padre y decidió rezarlo durante 4 años.
En 1904, María cumplió 21 años y seguía firme en su decisión; por lo que por fin se decidió contarle a su papá, a lo cual él finalmente le dio permiso.
Cuando se despidieron su padre no desaprobó su decisión pero cuando se abrazaron, él se desmayo.
MARIA esperó hasta alcanzar la mayoría de edad para solicitar ser admitida en el Instituto de las hijas de María auxiliadora. En 1908, Hizo su primera profesión en Nizza Monferrato.
Su primera obediencia fue en Rosignano Monferrato, allí fue cocinera y catequista de las niñas.
Durante la Primera Guerra Mundial (1915-18). María tomó un curso de cuidados sanitarios en Varazze mientras el Colegio Salesiano se transformaba en hospital.
Esta experiencia, en la selva amazónica de Ecuador, probaría ser muy valiosa en el curso de su larga vida misionera.
En 1915, María tiene 32 años. El 25 de junio un tornado llega a Varazze, el agua del torrente entra en el colegio, rompiendo paredes y llevándose muchas vida.
María se dirige a la Virgen y le promete que si salva su vida irá a las misiones entre los leprosos; se toma de una baranda mientras ve a otra hermana siendo arrastrada.
En 1922, María es enviada como misionera al Ecuador.
En la periferia de la ciudad hay una casita de madera con algunas Hijas de María Auxiliadora, y muchas otras chicas. Durante un tiempo ella aprende las primeras nociones sobre Ecuador.
María junto a dos de sus compañeras, Dominga Barale y Carlota Nieto, se prepararon para un viaje en medio de la selva. Comenzaron el viaje junto con el obispo, dos salesianos y doce hombres que los protegían.
María recordaba que había rezado, llorado, perdido los tacos de las botas y que se había desmayado. Ella trataba de rezar al menos con el corazón en compañía del resto. Sin embrago, recordaba que en aquel viaje le había entrado el miedo: un miedo invencible a aquella marea verde que no se acababa nunca, y que la iba a acompañar durante meses, incluso años.
Cuando llegaron la misión estaba ocupada por un centenar de indios armados y amenazantes. En un choque entre dos tribus la hija de uno de los jefes fue atravesada por una bala en el brazo y se le había hundido en el seno.
El jefe se acerco al Padre y le dijo que si la curaban los ayudarían sino los iban a matar. María debió arremangarse y comenzar la operación ya que ella era la única que tenía conocimientos de enfermería.
Mientras la operaba ella rezaba a María Auxiliadora. Luego de tres días la indígena, de trece años, volvió a la selva con los suyos
Una Shuar de 11 años, escapó de su casa porque su madre se había ahorcado de desesperación y fue a refugiarse con María Troncatti.
Vio ver a una madre huir con sus hijos de su marido borracho y llamar a la puerta diciendo: “Madre si no nos recibes tú, aquel nos va a matar”. María adopto al hijo ilegítimo de una criada y lo cuidó como hijo suyo, lo llamó José María.
A los 86 años, el 25 de Agosto de 1969, María tiene ya las piernas hinchadas. Ya no la llaman “madrecita” sino “abuelita”.
Sube a un pequeño avión para ir a unos ejercicios espirituales, pero minutos mas tarde se informa de que el avión había caído y María Troncatti murió allí.
Había quedado extendida sobre el pasto con los brazos abiertos. Este último gesto resumía toda su vida: “Había abierto los brazos a todos en nombre de Dios”
María Troncati fue beatificada el 24 de noviembre de 2012.
Su día festivo es el 25 de agosto.
Es patrona de los misioneros y los enfermeros certificados.