Miguel Rúa nació en Turín Italia, el 9 de julio de 1837.
Su familia estaba formada por sus padres, Juan Rúa y Juana Ferrero, sus hermanastros Pedro, Juan, y sus dos hermanos Bautista y Luis. Ellos vivían al norte de Turín.
El primer encuentro de Miguel Rúa con Don Bosco fue en el año 1845, sucedió el “faremo meta” dándole a entender, aunque el no lo supiera interpretar, que compartirían la responsabilidad del oratorio.
Rúa ingresó al oratorio como interno en el año 1852. En este mismo año, el 3 de octubre día de la Virgen del Rosario, Rúa recibió la sotana y el que lo ayudó a vestir su sotana fue Juan Battista Bertangna.
Miguel Rúa estuvo en el primer grupo en el que Don Bosco les planteó lo de la formación de la sociedad salesiana en ese día estaban: Rocchietti, Artiga, Cagliero. Esto tuvo lugar el 26 de enero del año 1854, momento a partir del cual comenzaron a llamarse Salesianos.
A los 22 años (1859) fue el primer director espiritual de la Congregación y en 1860 fue ordenado como sacerdote. A los 26 años (1863-1865) se convirtió en el primer director del Colegio Mirabello y más tarde fue el vicario de Valdocco, con sus 700 alumnos, y la Congregación. Fue administrador de “Letture Cattoliche” (Lecturas Católicas), responsable de la formación y del personal (1869). En 1875 se convirtió en el Director General de las Hermanas Salesianas y acompañó a Don Bosco en sus viajes.
Por explícita solicitud del Fundador, el Papa León XIII lo designó sucesor de Don Bosco y en 1888 lo confirmó como Director General. El Padre Rúa era visto como la “regla viva” debido a su austera fidelidad; sin embargo, también demostró un espíritu paterno que era capaz de gran consideración, tanto que era conocido como el “rey de la bondad”.
Con el crecimiento de la cantidad de congregantes y del desarrollo de las obras, envió salesianos a todas partes del mundo, prestando especial atención a las expediciones misioneras.
En sus largos viajes por Europa y Medio Oriente, él consoló y animó, siempre mirando hacia el Fundador: “Don Bosco dijo… Don Bosco hizo… Don Bosco quería…”.
Cuando murió, el 6 de abril de 1910 a la edad de 73 años, la Congregación había crecido de 773 Salesianos a 4.000, de 57 casas a 345, de 6 provincias a 34 en 33 países.