Su abuelo paterno, Giuglio Giuseppe Cantini, nacido en enero de 1855, en el pueblo de Sueglio (Lombardía). En 1868 se embarcó hacia América con solo 14 años. Llegó a Buenos Aires y se mudó a Rosario, donde adoptó el nombre de “José”.
En 1876 se casa con María Cartasso, también italiana, y de ese matrimonio nacen 6 hijos. Uno de ellos, José Juan, se casa con Valentina Josefa de Agostini en 1923 y de allí nacen 3 hijos varones.
Estos nacieron y se criaron en la casa de calle Santa Fe 1864, José Luis (actualmente de 95 años); Miguel Ángel y Juan Alberto Francisco, el menor de todos, nacido el 12 de marzo de 1928.
Los salesianos llegan a la ciudad de Rosario en 1890, por las aulas y los patios de ese colegio más de un Cantini pasará.
A la semana de haber nacido, Juan es bautizado en la Parroquia “María Auxiliadora”.
En el año 1906, José (estando aún soltero), viajó a Sueglio. En el marco de ese viaje y porque ya era y se sentía todo un exalumno salesiano, visitó en Turín al Rector Mayor, Don Miguel Rúa.
Una de las tías de Juan, María del Pilar, perteneció al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, pero antes de cumplir los 30 años falleció de Tuberculosis.
Primera comunión: 4 de octubre de 1934. Ingresó al colegio San José el 1 de marzo de 1939.
Enrique Sobrero, compañero de Juan, aunque pertenecía a otra sección, recuerda que era por todos conocida la brillantez intelectual de Cantini y su carácter sobresaliente en muchos aspectos.
Se egresa en 1945 y recibe la medalla de oro como mejor Bachiller entre los jóvenes del 5to Año Nacional. Gesto que simboliza también la bienvenida oficial al Centro de Exalumnos de Don Bosco.
La vocación salesiana y sacerdotal se manifestó en él muy tempranamente, antes de terminar la escuela primaria. Cuando se lo dijo a nuestros padres, ellos lo aprobaron sin reservas, pero le pidieron que antes de abandonar la casa que termine los estudios escolares. Pedido que se extendió hasta los estudios secundarios. Una manera de poner a prueba la firmeza de su vocación.
Por una parte continuó con la vida de familia y alumno destacado del colegio, pero fue adoptando a su ritmo de vida los hábitos propios de un aspirante salesiano. Los cuales implicaban que en su acompañamiento espiritual se le iba dando la formación básica, oral y escrita, de todo aspirante.
Nunca hubo contrastes ni conflictos entre ambas vidas.
Años más tarde, confesó que gracias a esa prolongación no prevista de su vida familiar, pudo gozar por un tiempo más prolongado la entrañable cercanía de su mamá.
Comenzó su noviciado en la localidad cordobesa Los Cóndores, el 5 de febrero de 1946.
El 6 de febrero de 1947 realiza su primera profesión religiosa.
Luego pasó varios años en la obra de Vignaud: como estudiante de magisterio y de filosofía, y posteriormente como tirocinante y maestro.
A Juan lo describen como alguien afable, sonriente y como alguien que sabía valorar a cada uno y acompañar como un verdadero Padre. (P. Edgardo Zenklusen)
También era una persona serena y dedicado en todos los detalles en las cosas. Hablaba con claridad, era bueno observando como asistente y su concentración cuando rezaba. Y aunque no sobresalía como deportista nos acompañaba igual. (P. Pablo Kolomi)
Todo lo que hizo en dicho terreno fue por fidelidad a su opción primera: la de estar y compartir con los chicos aquellos que a ellos les gustaba.
Art. 46 de las constituciones, los salesianos en plena juventud, irradian con una fuerza del todo especial el atractivo y la validez del carisma. A más de un pibe le pasó eso en Vignaud al entrar en contacto con Juan Cantini de apenas 20 años de edad.
“pude ver con todo el entusiasmo y alegría de estar estrenando su vida y actividad salesiana.”
(P. Alejandro Pujalski)
Hacia vivir fervorosamente las celebraciones litúrgicas del año.
Era muy creativo para lograr en nosotros el espíritu de piedad, estudio y alegría.
En el Instituto Villada, Juan pasó a estudiar Teología.
En el transcurso del primer año, realizó la profesión perpetua;
“Después de haber pasado como salesiano 6 felices años bajo el techo de Don Bosco – los más hermosos de mi vida – solicito a la Congregación el favor de poder emitir la profesión perpetua.”
La realizó el 21 de noviembre de 1952.
Y fue el 7 de agosto de 1955 el día en que Mons. Fermín Lafitte lo ordenó presbítero, en Córdoba. Celebró su primera misa en la Parroquia María Auxiliadora de Rosario. Su lema de ordenación:
“Cor Jesu Sacratissimum: adveniat regnum tuum!” (Corazón de Jesús Sacramentado, venga tu Reino!)
La ordenación se dispuso que sea en esos días de agosto porque sus superiores ya habían pensado en él para enviarlo a estudiar “Derecho Canónico” en el PAS, Pontificio Ateneo Salesiano, viviendo en la comunidad de “La Crocetta” en Turín.
Así en 1959 cerró esa etapa, obteniendo la licenciatura y luego el doctorado.
Pero los superiores mayores dispusieron que quedase en aquella universidad dictando clases.
Permaneció allí hasta mediados de 1969, ya entonces la facultad había pasado a Roma.
En la Universidad sin ninguna duda, Cantini era de los docentes más queridos por todo el mundo: sus colegas de todas las facultades, de diversas edades y tendencias conciliares, pos novicios y sacerdotes jóvenes, alumnos y oratorianos del Sacro Cuore, Hijas de María Auxiliadora a cargo de la cocina y lavandería, jóvenes universitarios romanos, empleados… Su inteligencia, su testimonio pastoral salesiano, la serenidad simpática y alegre que irradiaba su sonrisa permanente, disolvía todas las diferencias.
Después de diez años de docencia, y habiendo entrado en contacto con numerosos salesianos de todo los continentes, manifestó una vez más su deseo y disponibilidad para lo que se le pidiera.
Sintió el deseo de ser misionero.
El Rector Mayor pensó al P. Cantini para que esté al frente del Noviciado en Manucho (Santa Fe). Misión que cumplió por dos años (1969-1970).
Ante la partida del P. Juan Vecchi a Roma, los Inspectores de Argentina le pidieron que sea director de los estudiantes de Filosofía en Viedma (Río Negro).
Uno de los formadores que acompañó al P. Cantini, el P. Ángel Butto recordaba: «El notable esfuerzo que Juan Cantini hacía por dominar su carácter, por mantener la calma, era evidente que le costaba entender o aceptar ciertas modas y libertades. Pero terminaba venciendo siempre el hombre noble y bueno que era.»
El Rector Mayor, Don Luis Rícceri, lo nombra como inspector de la Inspectoría «San Francisco Javier» que con sede en Bahía Blanca, abarcaba toda la Patagonia septentrional. (1973-1978)
Eran años críticos para la Iglesia y por ende para la vida religiosa.
Los Salesianos estaban ocupados aplicando las orientaciones del Concilio Vaticano II a las propias Constituciones. Por eso fue necesario un Capítulo General Especial.
Una de sus obsesiones fue la pastoral vocacional.
Apoyó fuertemente la dimensión misionera entre los hermanos mapuches.
Juan Danzi, nos testimonia: «En Bahía Blanca, un grupo de Jóvenes Exploradores del Batallón 27, en el año 1972/73, estábamos buscando nuevos caminos, que actualicen el Movimiento de Exploradores. Fue uno de los cinco Inspectores que aprobaron los Principios Doctrinales del Movimiento.»
En el año 1978 fue el año del CG21, al que asistió el P. Juan. Ese Capítulo General elige como Rector Mayor a Don Egidio Viganó. Ese mismo año, muere Juan Pablo VI, breve pontificado de Juan Pablo I, y ocupa la sede de Pedro el primer Papa no Italiano, Juan Pablo II.
Ese año, los cinco Inspectores de Argentina estaban buscando una nueva sede para el Noviciado. Ya no sería Manucho (en la llanura santafesina y de difícil acceso), sino la casa San Miguel en La Plata (Buenos Aires). Y se pusieron en búsqueda de un nuevo maestro de novicios, que reemplace a Finito (P. Rafael Ruiz). En el diálogo entre inspectores salió enseguida el nombre del P. Juan, quien aceptó gustoso volver a prestar el servicio.
En la Inspectoría «Nuestra Señora del Luján»
Maestro de Novicios desde 1979 hasta 1987, en La Plata.
«Cuando se quiere, es así; no hay otro secreto.»
Como maestro, y viendo nuestra orientación hacia la vida salesiana, el P. Cantini nos insistía en la valoración de la propia historia personal, con sus más y sus menos.
Nos invitaba a una integración positiva y a una lectura de fe de todo lo vivido.
Insistía mucho en la necesaria formación cristiana antes aún que la salesiana. «Al buen salesiano lo tenemos que formar sobre el buen cristiano.»
En 1982 tuvo lugar el conflicto de Malvinas, con el gobierno militar y su intento de recuperar por la fuerza las islas del Atlántico sur.
Francisco Guevara le oyó decir a Juan: «Se está cometiendo un error gigantesco. La violencia nunca puede ser la solución a ningún acontecimiento.»
Aquí se revela un aspecto muy presente en las intervenciones de Juan: Su mesura, su tendencia a sopesar lo más posible los hechos sin dejarse llevar por impulsos o euforias.
El P. Juan integró por esos años el Consejo Inspectorial de La Plata.
En 1984, fue elegido como delegado de la inspectoría para participar del CG22, que abordaría la aprobación definitiva de las Constituciones Salesianas.
Años después para más de un CG se lo selecciona para integrar comisiones precapitulares, o ser uno de los moderadores y por la cantidad de exalumnos suyos haber obtenido cantidad de votos en las elecciones.
Los tuvo para ser nombrado Vicario del Rector Mayor, Consejero de la Formación y Regional. En este último caso convocó a nuestra Región y con serena firmeza que lo caracterizaba nos pidió o demandó que no lo hiciéramos.
Él sentía la realización de su misión con una fuerza especial como Maestro de Novicios y que «el don de la predilección por los jóvenes», prefería vivirlo de forma directa y concreta, y no de un escritorio y menos en los estrados superiores de la Congregación.
En la Inspectoría «San Francisco de Sales»
La inspectoría tenía sede en Buenos Aires, y se le pidió el servicio de Inspector (julio de 1987 hasta 1993).
«Antes de venir a esta celebración, esta mañana temprano he querido pasar por la comunidad más numerosa de esta inspectoría, a pedirles a esos hermanos que rueguen por mí». Había visitado el panteón de los salesianos difuntos en el cementerio de la Chacarita.
A fines de la década de 1980, en el consejo inspectorial ya se percibía el problema de la crisis en la gestión de algunas obras salesianas. En diálogo con el obispo y con los interesados, logró que algunas parroquias pasen a manos diocesanas.
Ahora urgía encontrar una solución para los colegios. La Congregación todavía no se había pronunciado sobre el nuevo papel de los laicos. No fue fácil la decisión, pero luego de debates y demás, se resolvió compartir las obras en corresponsabilidad con los laicos.
Tema que luego se llevó al CG24 en Roma, y que fue aprobado.
En la Inspectoría «Nuestra Señora del Rosario»
Entre los años 1993 y 1998, fue inspector, en una inspectoría surgida en 1947, y que tenía sede en la localidad santafesina de Funes, muy próxima a la Rosario que lo vio nacer.
Uno de los desafíos que se afrontaron en ese período –recuerda el P. Jesús Sánchez- fue la decisión de asumir en la Inspectoría la obra de «El Porteñito», que dependía de la Diócesis de Formosa.
Desde entonces la obra siguió funcionando con una comunidad de tres salesianos.
En 1996 , el CG 24, había elegido al octavo sucesor de Don Bosco a un argentino, Don Juan Vecchi. Era el primer Rector Mayor no italiano.
Vivió aquellas cualidades que reconocemos en Don Bosco y que es tamos llamados a encarnar todos los salesianos.
Una paternidad muy delicada; Una particular capacidad pedagógica; Y una amable manera de estrechar lazos y de hacer sentir bien a todos.
En cuanto a lo pedagógico, sabía preparar sus intervenciones, sea que hablara a salesianos, a laicos, a jóvenes o a determinado grupo de la Familia Salesiana.
Sabía buscar la imagen ocurrente,
«la oración como un cara a cara con Jesús,
y el apostolado como un codo a codo con el Señor.»
En la Inspectoría «San Francisco Solano»
P. Walter Jara: «El P. Cantini, fue llamado a ser maestro de novicios por tercera vez, entre los años 1999 y 2004. Había terminado su servicio en la Inspectoría de Rosario, y serenamente le manifestó al Rector Mayor, Juan Vecchi, su disponibilidad para ir adonde hiciera falta. A su edad prefería la lengua española, y una tarea vinculada con la formación, más allá de las fronteras argentinas.»
El Rector Mayor había decidido enviarlo a Cuba.
Al mismo tiempo los inspectores habían decidido cambiar de sede el Noviciado interinspectorial que entonces estaba en Ramos Mejía. Estaba resuelto que la nueva casa sería Alta Gracia per0 faltaba encontrar al maestro de novicios. Unánimemente propusieron al P. Juan Cantini.
El Rector Mayor, por varios motivos, se negaba a acceder a este pedido.
Juan charlando con los inspectores, no quitaba su disponibilidad que le ofreció al Rector Mayor y tampoco se negaba si le pedía el Rector Mayor quedarse como maestro de novicios.
Su «indiferencia» hundía sus raíces en una admirable entrega a la voluntad de Dios.
Juan pasa a la comunidad del Teologado de Córdoba, que desde el 2008 pasó a ser Posnoviciado Interinspectorial «Miguel Rua.»
Año 2005, celebra sus Bodas de Oro de su ordenación Sacerdotal.
Ese mismo año, Son Pascual Chávez, había pedido a los salesianos de Argentina que afronten el discernimiento hacia el rediseño de la Argentina Salesiana.
Largo y arduo proceso que culminó con dos Inspectorias, Argentina Norte «Artémides Zatti» y Argentina Sur «Ceferino Namuncurá».
Había llegado a Manucho en 1970, era un salesiano que se había ofrecido para las misiones.
Dos veces, luego de dos Capítulos Generales, visitó a los salesianos en Angola.
En 2006, vuelve al continente africano, a predicar las tandas de Ejercicios Espirituales. Permaneciendo por un mes y medio allí.
Leonardo Palazzo, prefería retener a Juan en la inspectoría, pero de todos modos estaba dispuesto a ver cómo regresaba Juan y cómo se daban las cosas. Y la salud fue el factor determinante a la horas de discernir lo más conveniente. Juan estaba próximo a cumplir 80 años, y sus fuerzas disminuían notoriamente.
De todos modos, Dios iba a pedirle un «tiempo extra» como Maestro. En agosto de 2007, fallece el P. Guillermo Cusumano, y con el año de noviciado a mitad de camino, se recurre al P. Juan para que conduzca aquel grupo por esos cinco meses que aún faltaban hasta llegar a la profesión religiosa, en enero de 2008. Juan lo hizo. Puso, como siempre, lo mejor de sí, pero su salud se iba deteriorando.
En el año 2009 ya lo encontrarán en la casa de salud.
Al llegar a la casa de salud, se le asignó un cuarto con vista al patio, para poder escuchar a los chicos y ponerlos en su oración, como lo hizo siempre. (Hno. Máximo)
Apenas llegó puso mucha voluntad y esfuerzo por cumplir con las obligaciones del trabajo pastoral. A pesar de su dificultad para movilizarse, bajaba al Templo o a la Cripta para confesar todos los domingos. (P. Miguel Mestre)
En lo cotidiano lo encontrabas rezando, inseparable de la Liturgia de las Horas. Los domingos almorzaba con los demás salesianos del colegio, eso lo ponía feliz, porque se daba el gusto de tomar mucha soda, tanto como quisiera. (Mario Varela, novicio de Cantini)
Iba mucha gente a verlo, entre ellos una vez fue a verlo un vuelo privado desde Asunción, el Ministro de Educación del Paraguay, Luis Alberto Riard, ex novicio suyo también.
«Tengo más de lo que necesito…»
Era la noche del jueves 14 de julio de 2011. El Inspector de ARN, P. Manolo Cayo enseguida comunicó la noticia a la inspectoría, a toda la Región y al Rector Mayor.
Falleció a los 83 años de edad, 64 de salesiano y 56 de sacerdocio. Fue director por 19 años y por 18 Inspector.
