Y todo para qué?

"El reino de los cielos se parece a la red que echan en el 

mar. Cuando está llena, la arrastran a la orilla y separan

 a los malos de los buenos."

"

Y de manera más contundente dice el Señor en Mt. 13, 40....

...la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.» 

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Santo Tomás nos da la respuesta final al sentido de nuestra vida, de la creación y del Universo entero de esta hermosísima manera hablando del Credo:

Me saciaré de tu semblante

Santo Tomás de Aquino

Conferencia sobre el Credo

Adecuadamente termina el Símbolo, resumen de nuestra fe, con aquellas palabras: «La vida perdurable. Amén». Porque esta vida perdurable es el término de todos nuestros deseos.

La vida perdurable consiste, primariamente, en nuestra unión con Dios, ya que el mismo Dios en persona es el premio y el término de todas nuestras fatigas: Yo soy tu escudo y tu paga abundante.

Esta unión consiste en la visión perfecta: Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. También consiste en la suprema alabanza, como dice el profeta: Allí habrá gozo y alegría, con acción de gracias al son de instrumentos.

Consiste, asimismo, en la perfecta satisfacción de nuestros deseos, ya que allí los bienaventurados tendrán más de lo que deseaban o esperaban. La razón de ello es porque en esta vida nadie puede satisfacer sus deseos, y ninguna cosa creada puede saciar nunca el deseo del hombre: sólo Dios puede saciarlo con creces, hasta el infinito; por esto, el hombre no puede hallar su descanso más que en Dios, como dice san Agustín: «Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón no hallará reposo hasta que descanse en ti».

Los santos, en la patria celestial, poseerán a Dios de un modo perfecto, y, por esto, sus deseos quedarán saciados y tendrán más aún de lo que deseaban. Por esto, dice el

Señor: Entra en el gozo de tu Señor.

Y san Agustín dice: «Todo el gozo no cabrá en todos, pero todos verán colmado su gozo. Me saciaré de tu semblante; y también: El sacia de bienes tus anhelos».

Todo lo que hay de deleitable se encuentra allí superabundantemente. Si se desean los deleites, allí se encuentra el supremo y perfectísimo deleite, pues procede de Dios, sumo bien: Alegría perpetua a tu derecha.

La vida perdurable consiste, también, en la amable compañía de todos los bienaventurados, compañía sumamente agradable, ya que cada cual verá a los demás bienaventurados participar de sus mismos bienes. Todos, en efecto, amarán a los demás como a sí mismos, y, por esto, se alegrarán del bien de los demás como el suyo propio. Con lo cual, la alegría y el gozo de cada uno se verán aumentados con el gozo de todos.

(Por eso, de corazón rogamos humildemente al Señor:)

R/. Con mi apelación vengo a tu presencia,

 y al despertar me saciaré de tu semblante.

V/. Mi conocer es por ahora limitado; 

entonces podré conocer como Dios me conoce.

R/. Y al despertar me saciaré de tu semblante.

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Por tanto hermanos no pequemos más, porque nuestra esperanza es ya una realidad , hasta que se manifieste plenamente en nuestro cuerpo la transformación en semejanza al Gloriosos Cuerpo de Cristo Nuestro Señor Resucitado.

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Como describe de forma tan bella San Paciano:

¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado?

San Paciano

Sobre el bautismo 6-7

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial; porque el primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Si obramos así, hermanos, ya no moriremos. Aunque nuestro cuerpo se deshaga, viviremos en Cristo, como él mismo dice: El que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá.

Por lo demás, tenemos certeza, por el mismo testimonio del Señor, que Abrahán, Isaac y Jacob y que todos los santos de Dios viven. De ellos dice el Señor: Para él todos están vivos. No es Dios de muertos, sino de vivos.

 Y el Apóstol dice de sí mismo: Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir; deseo partir para estar con Cristo. Y añade en otro lugar: Mientras sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor. Caminamos sin verlo, guiados por la fe. 

Esta es nuestra fe, queridos hermanos. Además: Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. 

La vida meramente natural nos es común, aunque no igual en duración, como lo veis vosotros mismos, con los animales, las fieras y las aves. Lo que es propio del hombre es lo que Cristo nos ha dado por su Espíritu, es decir, la vida eterna, siempre que ya no cometamos más pecados

Pues, de la misma forma que la muerte se adquiere con el pecado, se evita con la virtud. Porque el pecado paga con muerte, mientras que Dios regala vida eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.

Como afirma el Apóstol, él es quien redime, perdonándonos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz, y, destituyendo por medio de Cristo a los principados y autoridades, los ofreció en espectáculo público y los llevó cautivos en su cortejo. 

Ha liberado a los cautivos y ha roto nuestras cadenas, como lo dijo David: 

El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan. Y en otro lugar: Rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza. 

Así, pues, somos liberados de las cadenas cuando, por el sacramento del bautismo, nos reunimos bajo el estandarte del Señor, liberados por la sangre y el nombre de Cristo.

Por lo tanto, queridos hermanos, de una vez para siempre hemos sido lavados, de una vez para siempre hemos sido liberados y de una vez para siempre hemos sido trasladados al reino inmortal; de una vez para siempre, dichosos los que están absueltos de sus culpas, a quienes les han sepultado sus pecados. Mantened con fidelidad lo que habéis recibido, conservadlo con alegría, no pequéis más. Guardaos puros e inmaculados para el día del Señor.

R/. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. 

Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial. Aleluya.

V/. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; 

igual que el celestial son los hombres celestiales.

R/. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, 

seremos también imagen del hombre celestial. Aleluya.

Entendamos, pues, aquí y ahora lo que nos dice San Pablo en 2Cor. 6-7,1, para apartarnos del mal, haciendo siempre lo que a Dios agrada.....suplicando al Señor que nos de su Gracia que todo lo puede.

"No os unzáis al mismo yugo con los infieles: ¿qué tiene que ver la justicia con la maldad?, ¿puede unirse la luz con las tinieblas?, ¿pueden estar de acuerdo Cristo y el diablo?, ¿van a medias el fiel y el infiel?, ¿son compatibles el templo de Dios y los ídolos?

Porque nosotros somos templo del Dios vivo; así lo dijo él: «Habitaré y caminaré con ellos; seré 

su Dios y ellos serán mi pueblo.» Por eso, salid de en medio de esa gente, 

apartaos, dice el Señor. 

No toquéis lo impuro, y yo os acogeré. Seré un padre para vosotros, 

y vosotros para mí hijos e hijas, dice el Señor omnipotente.

Estas promesas tenemos, queridos hermanos; por eso, limpiemos toda suciedad de cuerpo o de espíritu, para ir completando nuestra consagración en el temor de Dios."

............R/. ¿Qué tiene que ver la justicia con la maldad? ¿Son compatibles el templo de Dios y los ídolos?

 Porque vosotros sois templo del Dios vivo.

V/. ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

R/. Porque vosotros sois templo del Dios vivo.

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