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¿Qué RECAPITULACIÓN)

Lo dice el Vaticano II así:

Gaudium et Spes 37-38

,................. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

La Palabra de Dios, por quien todo ha sido hecho, que se hizo a sí mismo carne y acampó en la tierra de los hombres, penetró como hombre perfecto en la historia del mundo tomándola en sí y recapitulándola

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V/. Fue entregado por nuestros pecados

 y resucitado para nuestra justificación.

R/. Para que los que viven ya no vivan para sí, 

sino para el que murió y resucitó por ellos.

.........................................

San Ireneo en contra herejes,3, hace este precioso resumen para la humanidad expectante:

Porque el Hijo de Dios se encarnó en una carne pecadora como la nuestra, a fin de condenar al pecado y, una vez condenado, arrojarlo fuera de la carne. Asumió la carne para incitar al hombre a hacerse semejante a él y para proponerle a Dios como modelo a quien imitar. Le impuso la obediencia al Padre para que llegara a ver a Dios, dándole así el poder de alcanzar al Padre.

 La Palabra de Dios, que habitó en el hombre, se hizo también Hijo del hombre, para habituar al hombre a percibir a Dios, y a Dios a habitar en el hombre, según el beneplácito del Padre.

Por esta razón el mismo Señor nos dio como señal de nuestra salvación al que es Dios-con-nosotros, nacido de la Virgen, ya que era el Señor mismo quien salvaba a aquellos que no tenían posibilidad de salvarse por sí mismos; por lo que Pablo, al referirse a la debilidad humana, exclama: Sé que no es bueno eso que habita en mi carne, dando a entender que el bien de nuestra salvación no proviene de nosotros, sino de Dios; y añade: ¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Después de lo cual se refiere al libertador: la gracia de nuestro Señor Jesucristo.

También Isaías dice lo mismo: Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis». Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona y os salvará; porque hemos de salvarnos, no por nosotros mismos, sino con la ayuda de Dios.

Y la Iglesia responde:

 Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla hasta los confines

 de la tierra. Decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.» 

.

 Anunciadlo y pregonadlo, gritad a pleno pulmón.

 Decid a las islas remotas: «Vendrá nuestro Salvador.» 

Pero San Bernardo dice: 

                                        Grita el mundo, me oprime el cuerpo, el diablo me pone asechanzas, pero yo no caigo, porque estoy cimentado sobre piedra firme. Si cometo un gran pecado, me remorderá mi conciencia, pero no perderé la paz, porque me acordaré de las llagas del Señor. 

Él, en efecto, fue traspasado 

por nuestras rebeliones.

 ¿Qué hay tan mortífero que no haya sido 

destruido por la muerte de Cristo? 

Por esto, si me acuerdo que tengo a mano un remedio tan poderoso y eficaz, ya no me atemoriza ninguna dolencia, por maligna que sea…. 

(Sermón 61 cantar de los cantares)

Es lo que ya decía el salmo:

     Como un padre siente ternura por sus hijos,

siente el Señor ternura por sus fieles;

porque él conoce nuestra masa,

se acuerda de que somos barro. (sl.102)

 Así lo canta la Iglesia Universal…...con S. Pablo:

        Por consiguiente, no hemos de avergonzarnos de la cruz del Salvador, sino más bien gloriarnos de ella. Porque el mensaje de la cruz es escándalo para los judíos, necedad para los gentiles, mas para nosotros salvación. Para los que están en vías de perdición es necedad, mas para nosotros, que estamos en vías de salvación, es fuerza de Dios. 

Porque el que moría por nosotros

 no era un hombre cualquiera, 

sino el Hijo de Dios, Dios hecho hombre.

        Él no perdió la vida coaccionado ni fue muerto a la fuerza, sino voluntariamente. Oye lo que dice: Soy libre para dar mi vida y libre para volverla a tomar. 

Tengo poder para entregar mi vida

 y tengo poder para recuperarla.

         Fue, pues, a la pasión por su libre determinación, contento con la gran obra que iba a realizar, consciente del triunfo que iba a obtener, gozoso por la salvación de los hombres;

al no rechazar la cruz, 

daba la salvación al mundo.

El que sufría no era un hombre vil, 

sino el Dios humanado, que luchaba

 por el premio de su obediencia.  (S.Cirilo de Jerusalén)

 

Mas, nos detendremos un poco más a escuchar a San Ireneo… (libro 3 (contra herejes) 

Dice: 3.4. El plan divino: la recapitulación

dice-

(Los herejes,)

”No ven que el mismo Verbo (Jn 1,1-3) Unigénito (Jn 1,18), que siempre está presente en la humanidad (Jn 1,10), uniéndose y mezclándose con su creatura según el beneplácito del Padre, y haciéndose carne (Jn 1,14), es el mismo Jesucristo nuestro Señor, que sufrió por nosotros y se despertó (egertheìs) por nosotros, y de nuevo vendrá en la gloria del Padre para resucitar a toda carne y para manifestar la salvación y para extender la regla del justo juicio a todos los que han sido hechos por él. 

Así pues, como hemos demostrado, hay un solo Dios Padre, y un solo Cristo Jesús nuestro Señor,

el cual vino para la salvación universal 

recapitulando todo en sí

 (Ef. 1,10).

Porque el hombre 

es en todo criatura de Dios.

 Y por eso en sí mismo recapituló al hombre 257, haciéndose visible el invisible, [926] comprensible el incomprensible, pasible el impasible, el Verbo hombre, para recapitular todas las cosas en sí mismo; para que, como el Verbo de Dios tiene el primado sobre las cosas sobrecelestes, espirituales e invisibles, así pueda tener el primado también sobre las cosas visibles y corporales (Col 1,18);

 para, al asumir en sí el primado, 

darse a sí mismo

 a la Iglesia como Cabeza (Ef 1,22);

para atraer a sí todas las cosas

 en el tiempo oportuno.(Jn 12,32).

 16,7. Nada hay de desordenado ni de intempestivo en él, como tampoco sería esto congruente con el Padre. 

Porque el Padre preconoce todas las cosas, pero el Hijo las realiza a su debido tiempo según conviene. Por eso, cuando María lo apresuraba al admirable signo del vino, queriendo participar antes de tiempo de la copa de comunión (1 Cor 10,16-17),258 el Señor rechazó su prisa intempestiva diciéndole: «¿Qué para mí y para ti, mujer? Aún no ha llegado mi hora» (Jn 2,4), porque debía esperar la hora preconocida del Padre. 

Por eso, como muchas veces los hombres quisiesen apresarlo, dice: «Ninguno le echó mano porque no había llegado la hora» (Jn 7,30) de su aprehensión, ni el tiempo de su pasión preconocido del Padre, como dice el profeta Habacuc: 

«Cuando lleguen los años 

serás reconocido,

 cuando llegue el tiempo

 te manifestarás, 

cuando mi alma esté turbada 

por tu ira,

 te acordarás de tu misericordia»

(Hab 3,2). 

Y S. Pablo dice

«Cuando llegó la plenitud del tiempo, 

Dios envió a su Hijo» (Gál 4,4).

Estos textos ponen en claro que todas las cosas que el Padre preconocía, nuestro Señor las realizó en el orden y tiempo y hora predeterminados y convenientes: éste es uno y el mismo, rico y múltiple, porque sirve a la voluntad rica y múltiple del Padre, siendo él el Salvador de aquellos que se salvan, el Señor de los que están sometidos a su señorío, Dios de las criaturas, Unigénito del Padre, el Cristo predicado y el Verbo de Dios encarnado cuando se cumplió el tiempo en el cual convenía que el Hijo de Dios se hiciese Hijo del Hombre.)” 

Porque Dios hizo a Cristo nuestra justicia.

 La justicia, que no ha podido lograr ningún hombre por el cumplimiento de la ley, ya que ésta se ha mostrado impotente para salvarnos, se ha desplazado a la fe.

 La fe en el Hijo de Dios que se hizo hombre bajando del cielo para salvar a los pecadores.

 De esta bella manera lo expresa el Papa Benedicto XVI en el mensaje para la cuaresma 2010:    Se entiende, entonces, como la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar tener necesidad de Otro que me libere de lo "mío", para darme gratuitamente lo "suyo".

 Esto sucede especialmente en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. 

Gracias a la acción de Cristo, nosotros podemos entrar en la justicia "más grande", que es la del amor (cf. Rm 13,8-10), la justicia de quien en cualquier caso se siente siempre más deudor que acreedor, porque ha recibido más de lo que podía esperar…"

Así  lo resume y recapitula el Concilio Vaticano II en la Gaudium et Spes 37-....Pues el hombre, redimido por Cristo y hecho nueva creatura en el Espíritu Santo, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. De Dios las recibe, y como procedentes continuamente de la mano de Dios, las mira y la respeta.

Por ellas da gracias a su Benefactor, y al disfrutar de todo lo creado y hacer uso de ello con pobreza y libertad de espíritu, llega a posesionarse verdaderamente del mundo, como quien no tiene nada, pero todo lo posee. Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

La Palabra de Dios, por quien todo ha sido hecho, que se hizo a sí mismo carne y acampó en la tierra de los hombres, penetró como hombre perfecto en la historia del mundo tomándola en sí y recapitulándola. Él es quien nos revela que Dios es amor, y al mismo tiempo nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana y, por consiguiente, de la transformación del mundo es el mandamiento nuevo del amor.

En consecuencia, a quienes creen en el amor divino les asegura que el camino del amor está abierto para el hombre y que el esfuerzo por restaurar una fraternidad universal no es una utopía. Les advierte, al mismo tiempo, que esta caridad no se ha de poner solamente en la realización de grandes cosas, sino, y principalmente, en las circunstancias ordinarias de la vida.

Al admitir la muerte por todos nosotros, pecadores, nos enseña con su ejemplo que hemos de llevar también la cruz, que la carne y el mundo cargan sobre los hombros de quienes buscan la paz y la justicia.

Constituido Señor por su resurrección, Cristo, a quien se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra, obra ya en los corazones de los hombres por la virtud de su Espíritu, no sólo excitando en ellos la sed de la vida futura, sino animando, purificando y robusteciendo asimismo los generosos deseos con que la familia humana se esfuerza por humanizar su propia vida y someter toda la tierra a este fin.

                                                                    

y  la Palabra de Dios en Hb.1

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.

 

Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. 

Él sostiene el universo  con su palabra poderosa.

Y, habiendo realizado la purificación

 de los pecados, 

está sentado a la derecha de su 

majestad en las alturas; 

tanto más encumbrado sobre 

los ángeles, cuanto más sublime 

es el nombre que ha heredado.

Pues es Dios quien lo ha escogido así....

"Porque ha escogido Dios lo humilde 

y lo pobre para confundir a los sabios"…

Por revelación conocemos que..

Satanás se rebeló contra Dios llevado por la Soberbia, al engreírse con lo que había recibido quiso ser más que Dios…

 Esta rebelión fracasada en el cielo la trasladó a la tierra por la envidia de ver al hombre, pobre criatura, hecho a imagen de Dios.

 Propuso a Eva, no ser más que Dios, sino como Dios, seduciéndola con la mentira de la grandeza, la independencia del poder, el placer de “probarlo todo” frente a la Palabra de Dios que antes le había mandado: No comas del fruto del árbol que está en medio del jardín, árbol del bien y del mal, porque el día que comieres morirás sin remedio.

Satanás pensó que si vencía al hombre en su libertad, comprometería al mismo Dios que lo creó a su imagen y ....sabiendo que Dios es fiel y veraz siempre, tendría que deshacer su obra, pues Él había desde siempre establecido la justicia. 

.........Así que Eva y Adán, tentados, vieron lo placentero, lo agradable que parecía el fruto y lo “apropiado” que parecía para obtener sabiduría. Y tomando el fruto, comió Eva y dio de comer a Adán.....

...y, entonces, se les abrieron los ojos para ver que Dios no te limita con sus mandatos, sino que te "ilumina con su Palabra poderosa"......... se les abrieron los ojos y se dieron cuenta que no eran mas que hombres débiles, desnudos,... cuando se apartan de Dios. 

Así entró la muerte en el mundo para toda la humanidad…..la muerte espiritual, 

la pérdida de la amistad con Dios...

..."y fueron arrojados del Paraíso".

 Por eso Dios, nuestro Padre quiso salvarnos con la debilidad de Cristo: el que obedece la Voz del Padre y no la del diablo. 

Cristo, que, siendo Dios, se hace el más humilde de los hombres, acepta el desprecio, el descrédito, todo lo humillante de ser “rechazado” por los suyos, se hace manso, bueno, paciente……todo lo que parece débil al mundo, a la carne y al diablo...  

    Pero  obedece al Padre en todo...

...porque Dios no lo limita sino que lo engrandece y glorifica. 

Sabe bien, que los planes de Dios no son nuestros planes, sino mucho más elevados, sublimes y hermosos...planes de Vida no de muerte.

Así,  Cristo se hace nuestra justicia y es nuestra Victoria, por obediencia al Padre.

Por su obediencia en la Cruz, su humillación obediente,

 nos viene de Dios la Nueva Vida............ para toda la humanidad.

 , todo fue creado por la Palabra, y por la fe en Cristo Jesús somos recreados en las aguas del bautismo. 

Porque es su Gracia la que nos hace hijos suyos.

 Es el poder de Dios el que nos 

santifica por su Espíritu Santo …

que ha sido derramado en nuestros corazones.

 

San Sofronio, obispo (Sermón 3) nos los describe de esta forma:

“También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.

También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y, de este modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. 

Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque no queremos olvidarlo.”

      

  Se hace, pues, necesario aceptar a Cristo, porque aceptarlo a Él es escuchar la Voz del Padre y escuchar a Dios es conocer su voluntad para libremente cumplirla, por el Espíritu que nos ha sido dado.

Perseverar en Cristo es vivir como vivió Él.

         Mas, esta realidad no está ausente de lucha

, todo lo contrario, diariamente somos “expuestos” ante el mundo en la Cruz de Cristo, pues si somos crucificados con Él, reinaremos con Él.

 Pablo decía, Estoy crucificado con Cristo. 

Vivo yo, pero no soy yo, sino Cristo que vive en mí.

        

Ante el mundo, la carne y el demonio, esto es un fracaso….oír, escuchar al Padre te limita: 

-(¿Cómo es que Dios os ha prohibido

 comer de todos los árboles del jardín?)-

 Pero viene Cristo y nos ofrece el alimento verdadero, y dice:

 este es mi cuerpo que se entrega por vosotros:

Tomad y  COMED TODOS DE ÉL.

 Dios nos ha prohibido el mal siempre,

 pues la maldad mata al malvado,

pero nos ha dado el bien que libera, 

el Pan de la vida que 

bajó del Cielo y da la Vida al mundo.

Si quieres tener vida COME.con fe.

 Él, Cristo, se ha acreditado así mismo con su palabra y con su vida, y también lo ha acreditado Dios ante todos los hombres entregándolo en la Cruz como nuestra justicia y RESUCITÁNDOLO como nuestra salvación. 

Si quieres tener vida 

COME DE ESTE FRUTO QUE ES TODO BUENO,  es el árbol de la vida.

Porque Dios ha hecho a Cristo para nosotros

"sabiduría, justicia, santidad 

y redención". 

Eso nos basta, nada más y nada menos, sólo tienes que aceptarlo de corazón:

COMED TODOS DE ÉL.  

BEBED TODOS DE ÉL.

...porque el que come de este fruto tiene Vida Eterna

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado, y la participación del cuerpo y sangre de Cristo, cuando comemos el pan y bebemos el cáliz, nos lo recuerda, insinuándonos, con ello, que también nosotros debemos morir al mundo y tener nuestra vida escondida con la de Cristo en Dios, crucificando nuestra carne con sus concupiscencias y pecados. 

De este modo, beberán el cáliz del Señor y alimentarán con él la caridad, sin la cual, aunque haya quien entregue su propio cuerpo a las llamas, de nada le aprovechará. En cambio, cuando poseemos el don de esta caridad, llegamos a convertirnos realmente en aquello mismo que sacramentalmente celebramos en nuestro sacrificio. (San Fulgencio de Ruspe)

Nada valen nuestras obras sino están, como el sarmiento a la vid,  hechas en Cristo Jesús, Señor Nuestro:

 Sin mi no podéis hacer nada.

Y mucho menos entrar en el Cielo, pues sólo Él es quien puede decirte:

Ven bendito de mi Padre, 

PASA AL GOZO

DE TU SEÑOR.

 Amén.

                                 

 

Doy gracias a Dios Padre, por Jesucristo, Nuestro Señor, que nos ha confirmado con el don del Espíritu Santo, como hijos de Dios, poues lo somos.

Y quiero hacerlo con el Salmo 137:

Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad; cuando te invoqué, me escuchaste,

 acreciste el valor en mi alma. .

 

Tu derecha me salva. 

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna, 

no abandones la obra de tus manos.

Y le pido para todos los hombres de buena voluntad:   La Vida Eterna: 

Que te conozcan a ti Padre 

y a tu enviado Jesucristo.(Jn)

Porque ciertamente:  

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis,

llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, 

quien busca encuentra y al que llama se le abre." 

(Mt.7)

                                                                                                   

Creo, pues, que CRISTO, 

NUESTRO SEÑOR, 

ES EL HIJO DE DIOS, 

EL MESÍAS SALVADOR, 

EL VERBO ETERNO DE DIOS, 

ENCARNADO EL SENO DE MARÍA VIRGEN,

 POR OBRA DEL ESPÍRITU SANTO.

 

SÓLO ÉL ES EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO.

CREO en la Iglesia y con la Iglesia lo que expresa, muy hermosamente, el Concilio Vaticano. II  en la Gaudium.et Spes:

..."Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos, subsisten todavía? 

¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? 

¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que haya de encontrar la salvación.

Igualmente cree que la clave, el centro y el fin 

de toda la historia humana se hallan

 en su Señor y Maestro.

Afirma, además, la Iglesia, que bajo la superficie de lo cambiante 

hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, 

quien existe ayer, 

hoy y para siempre".

Amén.

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