envejecimiento

El envejecimiento como compromiso evolutivo

En Biología, las teorías sobre el envejecimiento se pueden clasificar en las que proponen mecanismos (el ‘cómo’)

y las que tratan de funciones evolutivas (el ‘por qué’). Las primeras describen por ejemplo el papel de las mutaciones somáticas, los efectos de radicales libres, los limitantes a la capacidad de división de las células somáticas y el papel de los telómeros, el desgaste de estructuras o implicaciones de cambios hormonales. Alguna teoría ha postulado un límite fijo a la cantidad de energía que procesa cada unidad de masa del organismo a lo largo de toda su vida. Todos estos modelos explican parte de los procesos por los que se expresa la senescencia pero no dan respuesta a la pregunta sobre los orígenes evolutivos de la misma. El clásico símil de la maquina deteriorada por el uso no contempla la posibilidad de que un mantenimiento perfecto de cualquier máquina la convertiría en potencialmente inmortal. La pregunta evolutiva es por qué en algunos organismos no se da este mantenimiento perfecto.

El envejecimiento se expresa en muchos animales por un aumento de la tasa de mortalidad sobre aquella determinada por factores extrínsecos como clima, enfermedades, depredación, etc. Cuando la mortalidad extrínseca es más elevada, el envejecimiento es más rápido. La idea de que los animales en estado natural mueren por factores extrínsecos antes de poder envejecer ha sido desmentida por la evidencia empírica. Se han establecido una serie de patrones de senescencia en animales. Así los de mayor tamaño tienden a envejecer más lentamente o aquellos con mayor capacidad de reparación del ADN envejecen más lentamente. La capacidad de escapar de depredadores mediante el vuelo determina envejecimiento más lento. En algunas especies existen diferencias marcadas en senescencia entre sexos o entre castas como en ciertos insectos. Todos estos patrones presentan excepciones pero señalan que el envejecimiento es producto de la evolución por selección natural. Una de las generalizaciones que apunta al origen evolutivo del proceso es que los protistas, animales sésiles, hongos o plantas no presentan envejecimiento, solo deterioro físico acumulado con el paso del tiempo. En general envejecen aquellos organismos cuya línea germinal es secuestrada al inicio del desarrollo, se mantiene separada y retiene capacidad proliferativa, mientras el resto del organismo presenta una capacidad limitada de proliferación celular. Las plantas pueden desarrollar la línea germinal en cualquier momento en distintas localizaciones de su organismo y no envejecen, solo se deterioran progresivamente, aunque si se reproducen asexualmente por cepa pueden ser potencialmente inmortales.

La proliferación permanente y liquidación de linajes celulares con daños en el ADN permite la inmortalidad potencial, pero ello no ha evolucionado en animales móviles con forma definida y funcionamiento integrado. El cáncer es la expresión de que la capacidad de proliferación celular ha sido sacrificada evolutivamente en estos animales en aras de un mejor funcionamiento integrado. Las teorías evolutivas sobre el envejecimiento plantean que sin secuestro temprano de la línea germinal y limitación de la capacidad proliferativa de células somáticas, animales como nosotros no pueden funcionar. Además la alternativa a la proliferación continuada y eliminación de linajes celulares somáticos con errores es la reparación permanente del ADN. Pero la selección a favor de ello es débil debido a mortalidad extrínseca acumulada como propuso Medawar hace más de medio siglo. Cuando apenas sobreviven individuos hasta ciertas edades por ataques acumulados del medio físico y ecológico, no se favorece el mantenimiento celular hasta dichas edades. Además, la selección puede ser contraria al mantenimiento celular perfecto si la capacidad de reproducción temprana está genéticamente asociada a deterioro posterior (la pleiotropía antagónica de Williams) o si la inversión en mantenimiento perfecto implica baja capacidad reproductiva (el soma desechable de Kirkwood). El envejecimiento es el precio que pagaron por una vida activa y compleja los ancestros de los metazoos hace cientos de millones de años.

Autor: Juan Moreno Klemming