Anco Marcio

Muerto Tulo, pasó el gobierno a manos de un interrex nombrado por el senado. Convocados por éste los comicios, el pueblo designó rey a Anco Marcio, elección que fue confirmada por el Senado.

Era el nuevo monarca nieto de Numa Pompilio, nacido de una de sus hijas. En él se reunían el carácter de Numa y el de Rómulo. Por lo que fue recordado como restaurador de los ritos y ceremonias religiosas y emprendedor de afortunadas guerras. Tomó las ciudades latinas de Politorio, Telene y Ficana, y todos sus ciudadanos fueron traídos a Roma y ubicados en el monte Aventino. También conquistó la ciudad de Medulia, y a sus habitantes les asignó como residencia el valle de Murcia, entre el Palatino y el Aventino. También añadió el Janículo, no porque faltase espacio, sino para evitar que un día pudiese convertir en baluarte del enemigo. Dicho monte fue fortificado con un muro y unido a la ciudad para facilitar las comunicaciones por el puente Sublicio, el primero que se construyó sobre el Tíber. También el foso de los Quirites, que protegía la ciudad por el lado de los lugares demasiado llanos, fue obra del rey Anco.

Aumentada así considerablemente la ciudad, se hacía difícil en extremo distinguir en medio de tan gran multitud las buenas acciones de las malas; y como los crímenes más desconocidos comenzaban a multiplicarse, se acordó edificar en medio de Roma y dominando el Foro, una cárcel con objeto de poner freno a la audacia cada día mayor. Bajo el dominio de este rey creció no sólo la ciudad, sino el territorio y las fronteras romanas: se prolongó hasta el mar el imperio; en la desembocadura del Tíber fue fundada la ciudad de Ostia, con salinas en su alrededor.

Anco Marcio

Anv. de un denario del 56 a.C.

La cárcel de Roma

Mosaico del Foro de las Corporaciones, en Ostia

Reinó Anco veinticuatro años, comparable en grandeza a cualquiera de sus antecesores, así en las artes de la guerra, como en los tiempos de paz. Dejó dos hijos, uno aún un niño, el mayor con la barba recién brotada.