De capitulo X BESTIAE ET HOMINES

Dixit etiam Deus: “Pullulent aquae reptile animae viventis, et volatile volet super terram sub firmamento caeli”.

21 Creavitque Deus cete grandia et omnem animam viventem atque motabilem, quam pullulant aquae secundum species suas, et omne volatile secundum genus suum. Et vidit Deus quod esset bonum;

22 benedixitque eis Deus dicens: “Crescite et multiplicamini et replete aquas maris, avesque multiplicentur super terram ”.

23 Et factum est vespere et mane, dies quintus.

24 Dixit quoque Deus: “Producat terra animam viventem in genere suo, iumenta et reptilia et bestias terrae secundum species suas”. Factumque est ita.

25 Et fecit Deus bestias terrae iuxta species suas et iumenta secundum species suas et omne reptile terrae in genere suo. Et vidit Deus quod esset bonum.

26 Et ait Deus: “Faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram; et praesint piscibus maris et volatilibus caeli et bestiis universaeque terrae omnique reptili, quod movetur in terra”.

27 Et creavit Deus hominem ad imaginem suam;

ad imaginem Dei creavit illum;

masculum et feminam creavit eos.

LIBER GENESIS 20

Σοφοκλής Sophocles (ca. 497 - 406/5)

ΑΝΤΙΓΟΝΗ Antigona 332

Homo homini lupus

T. Maccius PLAVTVS

Homo sum, humani nil a me alienum puto

L. Anneus SENECA

Iohannes Orbergius sua ipsius voce capitulum decimum narrat.

El encuentro con Grecia

El conquistador conquistado

Después de las Guerras Púnicas, aún quedaban grandes reyes que se atrevieron a hacer frente al poderío de Roma, en Grecia, en Turquía y en Siria, pero fueron barridos por la incontenible marea de sus legiones.

Mucho han debatido los historiadores sobre este sorprendente afán de dominio, que llevó a los romanos a someter una tras otra todas las naciones del Mediterráneo. Los propios romanos lo atribuían al deseo de los dioses.

Lo cierto es que sus ciudadanos se habían acostumbrado a las conquistas y a sus beneficios: además del oro, la plata y las piedras preciosas, con cada victoria Roma recibía incontables tributos en especie, cientos de esclavos, obras de arte y animales exóticos. Estas riquezas permitían la distribución gratuita de alimento a la ciudadanía, grandiosas obras públicas e increíbles espectáculos. El pueblo vivía de forma espléndida, los senadores se enriquecían por encima de toda medida, y los generales orgullosos recorrían triunfantes la ciudad.

El conquistador conquistado

Sin embargo, en otro terreno, los propios conquistadores fueron los conquistados. La sociedad romana, concebida para la lucha y el sacrificio, estaba acostumbrada a combatir a los rudos itálicos y fieros hispanos, pero no estaba preparada para enfrentarse culturalmente a Grecia y Oriente.

Cuando entraron victoriosos en Atenas, los romanos quedaron fascinados por la belleza de su arte, el refinamiento de su filosofía, y la dulce musicalidad de un idioma concebido para el razonamiento. Los nobles romanos comenzaron a copiar las esculturas griegas, enviar a sus hijos a aprender su idioma, asistir a sus representaciones teatrales, y deleitarse con la música y la poesía llegadas de Oriente.

Los más conservadores, escandalizados, aseguraban que eso sería el fin del espíritu romano, y que las delicadas costumbres griegas conducirían a la ciudad, después de tanto esfuerzo, a la molicie y la decadencia. No podían estar más equivocados. Tras asimilar la cultura griega, Roma, que ya dominaba el Mediterráneo por la fuerza de las armas, comenzó a hacerlo también por la potencia de su civilización, que extendió, como un inesperado regalo, por todos los rincones del mundo conocido, sembrando con ello las semillas de la cultura occidental.

Eliminada a finales del siglo III a.C. Cartago, única potencia del Mediterráneo occidental capaz de mantener un equilibrio de fuerzas en este ámbito, y ya con el control del mismo, Roma se proyectó hacia los Estados nacidos a la muerte de Alejandro Magno, con la intención de evitar el surgimiento allí de una gran potencia dominante y, a la vez, de sacar el máximo provecho de sus conquistas.

P. ¿Con cuál de los tres reinos helenísticos se enfrentó Roma en primer lugar?

R.

La victoria obtenida por los romanos sobre Filipo V de Macedonia en Cinoscéfalos en el año 197 a.C. y la obtenida, en el 190 a.C., en Magnesia sobre Antíoco III, rey de Siria, quien, aprovechándose de la debilidad de Filipo V, había intentado extender sus dominios a costa de los de aquél, convirtieron de algún modo ambos reinos en vasallos de Roma.

P. ¿Después de qué batalla, librada en el 146 a.C., se convirtió Macedonia en provincia romana?

R.

La anexión del reino de Siria por Roma se produjo en el año 63 a.C., en tiempos de Pompeyo, un siglo largo después que su rey Antíoco III fuera nuevamente derrotado por los romanos en Apamea, mientras que Egipto fue anexionado por Roma en el año 19 a.C., en tiempos del emperador Augusto.

P. ¿Sabríais decir quién reinaba entonces en Egipto?

R.

Las conquistas efectuadas por los romanos en los siglos III y II a.C. trajeron consigo: el apogeo del Senado como órgano rector del Estado; la gran afirmación del Orden ecuestre[1]; y, por último, una gran afluencia de esclavos a Italia y el éxodo de los rurales a las ciudades y, sobre todo, a Roma, en donde los demagogos de turno intentaron ganarse su apoyo con el famoso “pan y circo”.

P. ¿Quién fue el autor de la frase “panem et circenses”?

R.

Otra de las consecuencias que conllevó la conquista de la Magna Grecia y del Oriente helenístico por los romanos fue la gran fascinación que produjo en ellos la cultura griega, tal como recogió después uno de sus más famosos poetas, cuando dijo: “Grecia conquistada por las armas cautivó a su fiero dominador y llevó las artes al agreste Lacio”.

P. ¿A qué poeta nos estamos refiriendo?

R.

La sociedad romana se benefició considerablemente de la expansión, pero, al mismo tiempo, comenzó a acusar, a finales del siglo II a.C., una serie de crisis sucesivas. La primera de ellas fueron los conflictos sociales, los cuales estuvieron latentes mientras Roma concentró sus energías en la conquista del Mediterráneo, pero volvieron a aflorar ahora al encontrar los menos favorecidos líderes dispuestos a apoyar sus reivindicaciones.

P. ¿Quiénes fueron estos líderes?

R.

[1] El Orden ecuestre obtuvo enormes beneficios con las numerosas actividades mercantiles y comerciales que afloraron a raíz de las conquistas (comercio marítimo, contratas y arrendamientos de diverso tipo, etc.), y que monopolizaron los plebeyos pertenecientes a dicho Orden, teniendo en cuenta que el Estado no disponía de una burocracia cualificada para gestionarlas y, por otra parte, que a los senadores les estaba prohibido dedicarse a ellas.

Dentro de la clase social de los “equites”, los odiados publicanos eran los más acaudalados. Generalmente, se constituyeron en sociedades anónimas, que operaban, al parecer, de forma bastante parecida a las actuales, para responder ante el Estado, con enormes sumas de dinero, del cobro de los impuestos que éste sacaba a pública subasta.