Meditaciones metafísicas, Meditación tercera
En sus Meditaciones metafísicas en las que se demuestra la exitencia de Dios y la inmortalidad el alma, Descartes desarrolla las ideas filosóficas expuestas en el Discurso del método pero las escribe en latín porque se trata de un escrito dirigido a los doctos, hasta el punto de que antes de su publicación las envía al padre Mersenne, importante intelectual y científico, que a su vez las hace llegar a filósofos destacados de la época. Por ello, cuando Descartes las publica en 1641, recoge en ellas las objeciones de filósofos como Hobbes, Gassendi, Arnauld y el propio Mersenne, así como la respuesta a dichas objeciones. Las meditaciones son las siguientes:
Primera meditación: "Sobre las cosas de las que podemos dudar"
Segunda meditación: "Sobre el alma, que es más fácil de conocer que el cuerpo"
Tercera meditación: "Sobre Dios, que existe"
Cuarta meditación: "Sobre lo verdadero y lo falso"
Quinta meditación: "Sobre la esencia de las cosas materiales y nuevamente sobre Dios, que existe"
Sexta meditación: "Sobre la existencia de las cosas materiales y sobre la distinción real del alma y del cuerpo"
En el texto que nos ocupa, pues, Descartes demuestra la existencia de Dios, no como un fin en sí mismo, sino como una necesidad para escapar del solipsismo que resulta del proceso de duda metódica. Dios es necesario como garante de la "claridad y distinción" como criterio fiable de conocimiento, y así como fundamento de nuestra certeza sobre la existencia de la realidad externa al sujeto. Por ello Descartes parte de los tipos de ideas existentes en el alma para, de una de ellas, la noción de infinito, deducir la existencia de Dios y hacer de ella la fuente de nuestras demás certezas.