La madre

Unha durísima canción sobre o mundo da droga, baseada nunha historia real sucedida no sur de Italia...

Nada que ver con la común historia

nadie me quiere y todas esas cosas.

Ella fregaba suelos, nunca se compró ropa,

por darle un buen colegio multiplicó las sobras.

Cuál sería el instante, quién le enseñó estas cosas

cuando probó la muerte y amaneció entre sombras.

Qué te puedo dar, que no me sufras

qué te puedo dar, que no te hundas

Que no vea en tus ojos reflejos de cristal

que me mata tu angustia, que me puede tu mal

Qué te puedo dar.

Quiso ayudarle, sin saber ni cómo

y aunque no pudo, fue vendiendo todo.

Pero todo era poco para un saco sin fondo.

Un golpe a una farmacia, algún pequeño robo.

Ya de vuelta en la casa del hospital sabía

que más pronto que tarde la herida se abriría.

Qué te puedo dar, que no me sufras

qué te puedo dar, que no te hundas

Que no vea en tus ojos reflejos de cristal

que me mata tu angustia, que me puede tu mal

Qué te puedo dar.

Con la prudencia que dá la locura

buscó los datos, aclaró sus dudas.

Cun un último esfuerzo, le compró la más pura

y al mirarle a los ojos, se le borró entre bruma.

Él creyó que soñaba en el fugaz instante

en que acabó su tiempo abrazado a la madre.

Qué te puedo dar, que no me sufras

qué te puedo dar, que no te hundas

Que no vea en tus ojos reflejos de cristal

que me mata tu angustia, que me puede tu mal

Qué te puedo dar.

Qué te puedo dar, que no me sufras

qué te puedo dar, que no te hundas

Que no vea en tus ojos reflejos de cristal

que me mata tu angustia, que me puede tu mal

Qué te puedo dar.