La mayoría de nosotros tenemos claro que las cosas antes costaban menos dinero. Que antes mi madre compraba un cucurucho enorme de pipas con un duro (5 pesetas, al cambio 3 céntimos de euro), o que mi abuelo se iba de fiestas con cuatro reales (1 peseta, menos de 1 céntimo de Euro), y ahora con eso no te dan ni las gracias.
¿Y… en qué me afecta esto a mí? Si las cosas suben, yo no puedo hacer nada. Pues, querido amigo, te afecta mucho si tienes inversiones, como las que hemos visto a lo largo de la serie (depósito o fondo de inversión) u otras, o has pedido o piensas pedir un préstamo. Y por supuesto, te afecta mucho en la medida en que afecta a la situación económica global. ¡Incluso a la hora de decir si Avatar es la mejor película de la historia o no!
Pero antes de ver el efecto directo de la inflación en nosotros, en nuestras vidas, debemos estudiar el concepto, formalizarlo un poco, y luego ya lo aplicaremos a nuestra economía doméstica.
Las salvedades habituales (ya me estoy cansando de escribir siempre casi lo mismo)[1]:
La inflación es un concepto económico teórico, así que lógicamente afecta por igual a todo el mundo y todo tiempo (igual que PI no cambia de valor según el país). Pero sí contaremos alguna cosilla específica de España y que podría cambiar en el tiempo, así que, como siempre nos centraremos en el caso de España en el año 2010.
El autor no es economista, ni nada parecido… pero en este caso la inflación sí es algo que ha estudiado en su propia carrera, ya que la mayoría de las ingenierías incluyen algunas asignaturas de introducción a la macro y microeconomía. En cualquier caso, no tomes este artículo como dogma de fe y consulta con un administrador financiero si tus negocios pueden verse afectados por algo que digamos aquí. Además, trataremos de utilizar un lenguaje sencillo (antes simplista que incomprensible, ya sabes), lo que puede dar lugar a pequeñas inexactitudes. Esto último es especialmente importante en este artículo, porque estaremos hablando de conceptos complicados que pierden sus matices al ser simplificados y de fuerzas macroeconómicas que, en mi opinión, nadie entiende.
Inflación
Como decíamos, todos tenemos claro que las cosas cambian de precio con el tiempo.
Hace no más de 20 años un coche familiar de gama media costaba algo más de 1 millón de pesetas (unos 6.000€); hoy por ese precio no compras ni un utilitario.
Yo tengo recuerdos de comprar una barra de pan por 25 pesetas (0,15€) y ahora cuesta más bien 0,50€.
En el año 86 un informático con 10 años de experiencia cobraba 3 millones de pesetas anuales (unos 18.000€), y hoy en día ése es el sueldo de entrada de un recién licenciado (aunque tal y como va el mercado, ya veremos…). Si te sorprende este ejemplo, has de saber que desde el punto de vista económico el salario es el precio de tu trabajo. No existe, desde el punto de vista de la teoría económica, ninguna diferencia entre el salario y cualquier otro precio.
En la serie Cuéntame cómo pasó (ambientada a finales de los años 60 y años 70) la protagonista Merche (Ana Duato) se escandalizaba porque pedían 300.000 pesetas (1.800€) por un piso en (lo que entonces era) la periferia de Madrid, y ahora por ese precio pagas poco más que el alquiler de un mes en el mismo sitio.
Mi primer ordenador costó 300.000 pesetas (1.800€) en el año 87 y ahora por ese precio… ¡por Tutatis! ¡Ahora un ordenador cuesta mucho menos!
¿Qué falla aquí?
No falla nada. La inflación es la variación media de los precios a lo largo del tiempo. La media. Algunos productos y servicios bajarán de precio y otros subirán. Al contrario de lo que mucha gente cree, no tiene por qué ser positiva (subida).
La inflación debe medirse referenciada a un periodo. Por ejemplo, se puede hablar de la inflación interanual, si comparamos los precios de hoy con los de hace un año. Éste es, con mucho, el periodo que más se utiliza, de modo que si en algún sitio nos dicen que la inflación fue del 3%, sin especificar el periodo, probablemente se refiere a la inflación interanual.
Otros periodos utilizados (aunque poco) son los que a todos se nos ocurrirían: la década, el mes e incluso en épocas hiperinflacionarias (veremos lo que es eso) el día.
No se debe confundir la inflación intermensual con la inflación [interanual] en un mes. Si se dice que “la inflación intermensual de mayo fue del 0,2%”, lo que quiere decir es que, en media, los precios el 31 de mayo eran un 0,2% más altos que el 1 de mayo. En cambio, si se dice que “la inflación [interanual] en mayo fue del 1,5%”, lo que quiere decir es que los precios el 31 de mayo de este año fueron un 1,5% más altos que el 31 de mayo del año pasado“.
Inflación en el mundo y en España (Fuente: Google Public Data Explorer, http://www.google.com/publicdata/home; con datos del Banco Mundial, http://datafinder.worldbank.org/inflation-gdp-deflator)
Habitualmente se circunscribe la inflación a un país (como cuando decimos “la inflación en España en 2004 fue del 3,5%”), pero nada impide referirlo a territorios más pequeños o más grandes (como cuando hablamos de la inflación en la Unión Europea u… ojalá algún día tengamos tal unión internacional que nos importe la inflación global del mundo).
Sabemos que nuestros lectores resuelven sin pestañear sumas infinitas y hasta entienden la física cuántica, pero, por completitud, debemos resumir aquí el cálculo de la inflación.
Supongamos que el precio medio de todos los productos y servicios en España el 16 de abril de 2009 fue de 1.234,56€ (por supuesto, esto es imposible de calcular en la práctica, ya lo veremos más adelante, pero tomémoslo de momento como un dato cierto). El 16 de abril de 2010 volvemos a hacer esa media y nos sale 1.255,55€. ¿Cuál ha sido la inflación interanual el 16 de abril de 2010?
Fácil, ¿verdad? Bueno, ya lo complicaremos luego un poco (solo un poco).
Y todo esto, porque el dinero no vale nada. Es difícil de aceptar dicho así, así que vamos a rescribirlo un poco: el dinero en sí mismo no vale nada, solo vale lo que sea capaz de comprar. Si el 16 de abril de 2009 teníamos 1.234,56€, éramos capaces de comprar un imaginario Producto Medio; y si el 16 de abril de 2010 seguimos teniendo 1.234,56€, ya no somos capaces de comprar ese Producto Medio, porque ahora vale más. Luego nuestros maravillosos 1.234,56€ ya no valen lo mismo.
Por cierto: se dice “inflación”, con una sola “c”. A menudo en los medios de comunicación oímos “inflacción”, con dos “c”, y eso no existe. Es con una sola “c”,inflación, derivado del verbo inflar.
Deflación
Casi siempre asociamos inflación con una subida de precios… y eso no tiene por qué ser siempre cierto. La inflación es un concepto económico, y nada impide que los precios bajen, en cuyo caso la inflación es negativa.
En este caso se suele utilizar el término deflación (una vez más, con una sola c).
¿Cuándo puede ocurrir eso? El disparador de la deflación es el desequilibrio entre oferta y demanda. Si existe demasiada oferta (de productos) y demasiada poca demanda (generalmente por falta de dinero) los precios tienen que bajar.
¿Es eso bueno? Pues no, generalmente no[2]. Por 3 motivos:
La deflación suele ser consecuencia de una crisis. Por lo tanto, si tenemos deflación es síntoma de que algo malo ocurre o ha ocurrido.
Cuando vives en una época deflacionaria, probablemente los precios mañana sean más bajos que hoy… con lo que los compradores retrasan al máximo sus compras… agravando aún más la crisis… obligando a los vendedores a bajar más su precio para poder vender… generando por lo tanto más deflación… y vuelta a empezar.
La deflación es una bajada generalizada de precios… de todos los precios… ¿hemos dicho ya que tu salario es el precio de tu trabajo? Pues también el salario bajará, como todos los precios. Ojo: el salario medio, a lo mejor el tuyo no. Aunque solo sea porque en situación de crisis habrá más paro y los parados hacen bajar la media del salario rápidamente.
El ejemplo más típico son las épocas de crisis, como los años 2008 y 2009 en España[3]. Una época de paro elevado hace que los compradores tengan menos dinero, obligando a los vendedores a bajar el precio si es que quieren vender algo. Eso reduce las ganancias de los vendedores, que tienen que cerrar, reduciendo aún más la capacidad de compra y volviendo a empezar la rueda.
Época deflacionaria en 2009 en España (Fuente: http://www.elpais.es)
¿Quiere esto decir que una bajada de precios es mala? Bueno… no necesariamente. Si la bajada es producida solo en algunos sectores (en cuyo caso no lo llamamos deflación, porque la deflación hace referencia a una bajada generalizada de precios) y es debida a un exceso de oferta, a veces es bueno. Al principio del artículo hemos puesto de ejemplo los ordenadores: un ordenador doméstico costaba 2.000€ a finales de los 80, pero al aparecer más y más fabricantes[4], el precio fue bajando, de modo que ahora es posible comprar un ordenador muchos órdenes de magnitud mejor, por la mitad de precio y además con un sueldo bastante mejor. Otros ejemplos históricos son determinados alimentos, el turismo… Generalmente, ese sector protestará (o no) durante un tiempo, pero a la larga por ejemplo un turismo barato nos beneficia a todos.
Así que la deflación es mala. Entonces, ¿la inflación es buena? Pues generalmente, tampoco…
Hiperinflación
Cuando la inflación es muy alta, los precios suben mucho. Hasta aquí, entendido.
Pero cuidado, no confundamos aquí la causa y la consecuencia. La inflación es solo un concepto, una forma de medir la subida de precios. Por lo tanto no es que los precios suban porque la inflación es alta. La inflación es alta porque los precios ya han subido. La inflación solo es una medida de lo que ya ha ocurrido.
¿Pero cuál es el problema? Cuando hay una inflación alta, los panaderos ven que la harina ha subido, la luz ha subido, el alquiler del local ha subido,… sus gastos son mayores, así que si siguen vendiendo el pan al mismo precio, pierden dinero, de modo que tienen que subir el precio del pan. Pero claro, el restaurante que compra pan (y pollo y lechugas y merluza y…) tendrá que subir a su vez el precio del menú. Curiosamente, el panadero va a comer a ese restaurante todos los días, con lo que su coste aumenta aún más, y tiene que subir aún más el precio del pan.
Y así con todos los productos y servicios. Como todo sube, hay que subir más aún los precios para compensar la subida, lo que causará una subida aún mayor, y entramos en un periodo de hiperinflación… y toda la economía se va a la mierda.
A los españoles esto nos suena como una cosa muy lejana, pero no es ni de lejos una paranoia de los economistas, sino una posibilidad muy real que se produce muy fácilmente cuando hay desequilibrio entre oferta y demanda (poca oferta o demasiada demanda).
¿Cuándo ocurre eso?
Por la parte de “poca oferta“, ocurre en épocas de escasez (como guerras o desastres naturales). Cuando existe escasez de muchos productos, el precio sube. Si esos productos son productos básicos, como el alimento o el combustible, disparan la rueda de la hiperinflación y es muy difícil de parar.
El mundo ha conocido hiperinflaciones altísimas en algunos momentos. Por ejemplo, se habla de que la inflación en Zimbawe entre el 72 y el 87 fue del 100.000%. Cuidado, porque el “.” no es un punto decimal. Es el “.” de millares. Cien mil por ciento[5]. Los precios se multiplicaron por mil en quince años.
¿Es mucho? Pues aún hay más. Tras la Primera Guerra Mundial (en ese momento se la llamo “La Guerra Mundial“, o “La Gran Guerra“, porque tras semejante catástrofe, nadie creyó que pudiera haber una segunda.) Alemania sufrió inflaciones del 1.000.000.000.000%. Por lo visto la gente se ponía a la cola de la pollería y mientras hacía cola el precio de las alitas de pollo iba subiendo. Podéis imaginar que los tumultos fueron numerosos.
En una situación así, la gente sale de su trabajo al acabar el mes, con la nómina recién cobrada, y sale disparada hacia la tienda a comprar comida para acumularla… haciendo que el precio siga subiendo[6]. Pero al cabo de unas pocas iteraciones, el pollero, que no es tonto, se dice “¿para qué quiero yo el dinero, si luego cualquier cosa que compre cuesta millones?” y deja de aceptar dinero a cambio de las alitas, y solo acepta otros productos a cambio de su mercancía (es decir, la inflación es infinita, ya que ni con un precio infinito daría su pollo a cambio de dinero; solo a cambio de unos zapatos). En poco tiempo, se vuelve a una economía de trueque, tirando a la basura miles de años de ¿evolución? económica.
Uno de los principales orígenes de la hiperinflación (Fuente: Image*After)
Como reza la sabiduría popular: “el dinero no se come“.
Después, por la parte de “demasiada demanda” debemos fijarnos fundamentalmente en el exceso de dinero. ¿Cuándo puede ocurrir eso? Veamos algunos ejemplos:
La fiebre del oro en el oeste americano. Los colonos llegaban allí, encontraban una pepita de oro… ¡y eran ricos! Pues no. Porque el sastre sabía que tenían mucho dinero, y les vendía las camisas… a precio de oro (nunca mejor dicho). Y el carnicero, y el verdulero… Al final, era mejor poseer vacas que pepitas de oro grandes como huevos de gallina.
La paga extra de navidad. En navidad nos dan la paga extra, tenemos el doble de dinero para gastar en regalos y cosas. “Jo, nos vamos a pegar una mariscada para nochebuena…”. Pues tampoco. Porque los tenderos tampoco son tontos, y saben que la gente tiene el doble de dinero para gastar, y suben los precios del marisco. “Bueno, pues si no puedo comer langosta, comeré merluza”. Pero el pescadero también sabe que mucha gente hará eso, y sube el precio de la merluza. “Bueno, pues pollo”. Ya, como si el pollero fuera tonto.
Los tipos de interés bajos. Si los tipos de interés están muy bajos (por ejemplo, al 0,5% anual) y pedimos 100.000€ ahora para comprarnos un pisito[7], tampoco tendremos que pagar mucho de intereses. Así que pedimos el préstamo. Y encima nos lo conceden. Bien. Pero claro, los vendedores de pisos no son tontos, y saben que la gente va a hacer eso, va a tener más dinero disponible, así que suben el precio del piso a 150.000€… o 200.000€… o más…[8]
Pero en una situación “normal” eso no ocurre. Afortunadamente, no tenemos muchas épocas de deflación (y no suele ser muy profunda) y solo en situaciones incontrolables tenemos hiperinflación. Esto es así porque… ¿por qué? En el siguiente epígrafe, más.
(Por cierto, como vemos la mano invisible del mercado, la ley de la oferta y la demanda, da mucho juego. Prometemos que un día dedicaremos un artículo a ella, porque sirve para entender muchos de los comportamientos económicos.)
Inflación moderada y los bancos centrales
Hasta ahora hemos visto el concepto de inflación, y hemos visto que tanto la situación de deflación como la de hiperinflación son malas, y de hecho ambas sufren realimentación positiva: cuando mayor es, mayor se hace.
Entonces, nos surgen dos preguntas:
Si ambos extremos son malos, ¿es mejor el centro?
Si ambas, tanto la deflación como la hiperinflación, tienen realimentación positiva, ¿cómo es posible que no entremos irremisiblemente en una de ellas y se vaya a la mierda la economía mundial?
Inflación moderada
Pues sí, el centro es mejor. Aunque solo sea porque no es catastrófico, como los extremos.
Pero no solo eso, sino que además es una verdad aceptada por la mayoría de los economistas que una inflación cercana a 0% pero positiva es buena para la economía. No solo que no es catastrófica, sino que es buena.
Con una inflación pequeña pero positiva, los precios subirán mañana… pero no mucho. Así, si me guardo el dinero debajo del colchón, mañana valdrá menos. Por lo tanto, si me sale un buen negocio, que requiera invertir mi dinero, lo haré, porque, total, si me lo quedo debajo del colchón voy a salir perdiendo. No es que me dedique a comprar por comprar, como en el caso de que haya hiperinflación, porque si el negocio es mediocre o arriesgado no lo haré: como la inflación es moderada puedo permitirme seguir esperando un par de meses más a ver si me sale una buena oportunidad de negocio. Pero si el negocio es lo bastante bueno…
En resumen: una inflación pequeña, pero positiva, incentiva la inversión del capital acumulado.
Y además tiene una ventaja adicional. Como la deflación es muy difícil de combatir, si entramos en ella lo llevamos crudo. Así que preferimos tener un pelín de inflación que nos sirva de colchón para, si la economía decae, al menos no lleguemos a entrar en deflación.
Como vemos, la frontera es muy difusa y subjetiva, pero parece algo comúnmente aceptado que una inflación en torno al 2% es lo adecuado.
¿Y cómo se consigue eso? Porque en realidad eso es lo mismo que la segunda pregunta: ¿cómo es posible que no entremos irremisiblemente en deflación/hiperinflación y se vaya a la mierda la economía mundial? En el siguiente epígrafe.
Los bancos centrales
Repetimos la pregunta: ¿cómo es posible que no entremos irremisiblemente en deflación/hiperinflación y se vaya a la mierda la economía mundial?
Ah, pero… ¿es que no hemos entrado nunca en deflación/hiperinflación? Pues claro que sí, muchas veces. Casi todas las guerras y desastres naturales, incluso simplemente sequías prolongadas, han provocado hiperinflaciones en las economías no basadas en el trueque (fueran basadas en monedas de oro, conchas, sal o cualquier otra cosa que sirviera como moneda).
Y algunas de ellas, muy recientemente, como hemos visto en los ejemplos de antes.
Desde hace mucho tiempo, los estados se han dado cuenta de que controlar eso era primordial (incluso aunque no manejaran los mismo nombres que usamos nosotros, no eran tontos). Empezaron permitiendo solo al estado acuñar moneda, y acabaron, en la época moderna, vendiendo dinero.
Ahí es nada: vender dinero.
Porque, ¿cuánto me darías tú por esta moneda de 2€?
¿Cuánto me das por ella? (Fuente: Wikipedia)
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(Una pausa para pensar)
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Pues depende… ¿cuándo tengo que pagarte? ¿Inmediatamente? ¿A 90 días? ¿Dentro de un año? ¿Dentro de 5? Ya tenemos el artículo donde queríamos, que era enlazando con el artículo de los préstamos.
Pues eso es lo que hace el Banco Central[9]: presta dinero a los bancos privados a un tipo de interés dado[10]. El banco hará negocios con ese dinero (que se supone que le darán más beneficio que el tipo de interés que le cuesta el préstamo del Banco Central) y se lo devolverá cuando toque. Esto es a lo que la prensa se refiere cuando dice “el Banco Central Europeo ha fijado el precio del dinero al 1%” (en realidad se refieren al precio de salida de la subasta, el precio final puede ser un poco más alto).
¿Y de donde saca el Banco Central ese dinero para prestárselo a los demás? Lo saca de las reservas que tiene, y si ni con eso es suficiente, simplemente imprimiendo más billetes. Bueno, ahora que el dinero ni siquiera son billetes, sino apuntes bancarios, modificando un número en una base de datos. Así, se ahorra hasta el coste de la tinta.
¿Y cómo utiliza el estado este mecanismo para controlar la inflación?
Si estamos entrando en una época deflacionaria (típicamente por una crisis), el Banco Central vende el dinero a un tipo de interés muy bajo: el 1%, el 0,5% o incluso el 0% (sí, sí, incluso al 0%, la Reserva Federal de EEUU lo está haciendo ahora mismo). De este modo, los bancos se lo prestarán a sus clientes con un tipo de interés también muy bajo. Como es muy bajo, habrá muchos de estos clientes que pedirán un préstamo para montar empresas, generar negocio y finalmente salir de la crisis. A la vez, como hay más dinero en circulación, esto provocará que la inflación suba, dejando de ser negativa.
Si, en cambio, la inflación empieza a subir (mucho antes de entrar en hiperinflación), el Banco Central empieza a vender el dinero a un tipo muy alto: el 3%, el 4%, el 5%,… ¡o más si hace falta! (a principios de los noventa del Siglo pasado, los tipos en España rondaban el 12% anual. Y el ministro de Economía, Carlos Solchaga, encima decía que “España era un país estupendo para hacer negocios…” ¡menudos negocios, con ese coste!). De este modo, si los bancos se lo prestan a sus clientes, será a un tipo muy alto; se supone que de este modo se pedirán pocos préstamos, y, por lo tanto, el Banco Central no venderá mucho dinero. Pero la gracia es que mientras esto ocurre, los préstamos que haya concedido anteriormente el Banco Central irán venciendo, los clientes se lo devolverán a los bancos y los bancos al Banco Central y este lo destruirá (bueno, pondrá un numerito más bajo en su Base de Datos). Así que lo que se está haciendo es retirar dinero de circulación. Al haber menos dinero, los precios dejarán de subir o incluso bajarán, moderándose la inflación (cuidado, porque esta acción puede acarrear un frenazo a la bonanza económica).
Bueno, al menos en teoría.
Porque en estas cadenas hay tantos eslabones, y además cada uno tirando en dirección distinta a los demás, que las cosas pueden salir por cualquier sitio. Y lógicamente, en casos de guerra o catástrofes, ni siquiera eso es posible, porque las instituciones del estado están muchas veces desechas o incluso ni existen; incluso la posibilidad de una guerra es muchas veces motivo suficiente para este peligroso comportamiento.
Este es un tema interesantísimo, que daría (mejor dicho: que ha dado ya) para escribir libros y libros, pero vamos a dejarlo aquí para seguir con otros asuntos más cercanos. Os recomendamos leer la serie El universo subprime, de Mazinger, porque trata estos temas en más profundidad, y además ha dado lugar a un cruce de comentarios muy interesantes.
Por cierto, esta “impresora de billetes” ha convertido en famosa la siguiente frase: “la inflación es el impuesto de los idiotas”. El porqué es muy sencillo, una vez entendido el resto del artículo. Hemos visto que si el Banco Central imprime billetes, se produce inflación. Pero la dirección contraria también es cierta: si hay inflación (suben los precios), la gente necesita más dinero en efectivo simplemente para su día a día, por lo que el Banco Central necesita imprimir más billetes, quedando esos billetes recién impresos a disposición del estado. Pero como hay inflación, el dinero que acumulan los ciudadanos ahora vale menos. Es decir, parte del valor del dinero de los ciudadanos ha pasado al estado. O sea, un impuesto, ni más ni menos.
Dinero constante
Hasta ahora nos hemos centrado en la importancia macroeconómica de la inflación, que no parece algo que nos pille demasiado de cerca (salvo porque nos molesta que nos llamen “idiotas”): si la inflación es alta es malo, y si es negativa también… pero poco podemos hacer para influir en eso.
Para empezar a entrar en temas que nos afecten más de cerca, debemos introducir el concepto de dinero constante. Ya hemos aceptado que un Euro el año pasado no vale lo mismo que un Euro ahora. Y entonces, si tenemos que compararlos, ¿cómo lo hacemos?
Fácil: invirtiendo la fórmula del cálculo de la inflación para convertir el precio en cuestión. Si por ejemplo, teníamos un café que costaba el año pasado 0,95€ y la inflación ha sido del 4,3%, ¿cuál es su precio equivalente hoy?
Es decir, el precio equivalente en este momento del café del año pasado es de 0,99€.
En el caso general, la fórmula sería:
Pi: precio en el tiempo i (por ejemplo, en 2010)
Pi-1: precio en el tiempo anterior (por ejemplo, en 2009)
Ii: inflación entre el tiempo i y el tiempo i-1 (por ejemplo, la interanual 2009-2010), en tanto-por-1
A veces necesitamos dar más de un salto, por ejemplo para calcular el precio equivalente hoy de una entrada de cine que costaba 6€ en el año 2005, sabiendo que la inflación ha sido de 2%, 2,5%, 3,5%, 4% y -1% en cada uno de los años. La fórmula general es:
(Damos dos fórmulas distintas porque se pueden utilizar para traer un precio de 1990 a hoy o para traer un precio de 2111 a hoy. Si lo pensamos un poco vemos que en realidad son la misma fórmula)
N: tiempo en el que queremos hacer la equivalencia
N0 y Nf: tiempo desde el que hacemos la equivalencia
PN: precio en el tiempo N
PN0 y PNf: precio en el tiempo N0 y Nf respectivamente
Ii: inflación entre el tiempo i-1 y el i, en tanto-por-1
Por si no lo conoces, el símbolo de PI grande significa “productorio“, es decir, multiplicar todos los elementos de la serie desde i=N0+1 hasta i=N
Y aplicada a nuestro cinéfilo ejemplo:
Bien, pues este es el concepto de dinero constante: convertir todos los valores monetarios a su equivalente en una fecha dada. Lógicamente, la fecha es importante, porque no es lo mismo el “dinero constante de 2010″ que el “dinero constante de 1910″, por lo que a menudo se utiliza la expresión “euros 2010” (y equivalentemente, “dólares 2010″, “libras 2010″…) para indicar que el precio dado ya está convertido a su equivalente en 2010.
Así, por ejemplo podemos decir que la entrada de cine costaba 6 €-2005 o 6,68 €-2010. Ambas expresiones son equivalentes.
Esta acción recibe el nombre de deflactar. Cuidado, porque aunque la deflación era inflación negativa, el verbo deflactar se usa tanto cuando el precio sube como cuando baja, tanto cuando se estudia del pasado hacia el futuro como al revés.
¿Cuál es el problema al hacer el ejercicio hacia y desde el futuro? Que no sabemos la inflación del futuro. Lo que suele hacerse es usar estimaciones más o menos acertadas. Veremos algunas un poco más adelante.
Avatar, la película que más dinero ha recaudado
Como el lector no es tonto, y ya nos va conociendo… “pues va a ser que no“.
Con los conceptos que ha aprendido el lector hasta aquí, ya puede hacer este ejercicio él solo, a poco que busque en Google. Pero vamos a hacerlo todos juntos, para practicar.
Numerosos medios de comunicación anuncian a bombo y platillo que Avatar es la película que más dinero ha recaudado en taquilla en toda la historia (buscadlo vosotros mismos, no vamos a acusar a ninguno en particular, porque son todos, o casi), y nos presentan una maravillosa tabla (cantidades en $):
(Por cierto: la fuente de los datos de este epígrafe es Box Office Mojo, que considera solo datos en EEUU, pero podemos imaginar que la situación no cambia mucho en el resto del mundo).
Pero tontamente se les olvida un dato muy importante: cuándo se recaudó ese dinero. No es lo mismo recaudar 1000$ en 1977, cuando se estrenó Star Wars, que recaudarlos hoy. Así que comprobamos en qué año se estrenó cada película, deflactamos su recaudación para convertirla a dinero constante ($2009, dólares de 2009) y ordenamos por esta última columna:
Avatar está ahora en un meritorio 14º puesto, pero apenas recauda la mitad al equivalente de Lo que el viento se llevó (que sí que es la película más taquillera de la historia, porque 200 millones de dólares en 1939 eran un auténtico dineral). Incluso hay películas que entran ahora en nuestro TOP50 (como Sonrisas y Lágrimas-The Sound of Music-, la de la familia Trapp, que, de no aparecer siquiera, se coloca como la tercera película más taquillera de la historia) y otras que salen (como El señor de los anillos: el retorno del rey, la película con más premios Oscar de la historia, empatada con Ben-hur y Titanic, que pasa del 12 al 52).
Nuestro ávido lector dirá: “bueno, sí, vale, esto me servirá para ganar la próxima discusión sobre cine con mis amigos[11], pero no afecta en nada a mi dinero”. Pues también está equivocado; siga Vd. leyendo, ávido lector…
Inflación en un préstamo
Cuando pedimos un préstamo a corto plazo, el efecto de la inflación es completamente despreciable, a menos que esté en niveles muy altos. Pero cuando estamos hablando de un préstamo a largo plazo (como una hipoteca a 30 años), ya no lo es, incluso si la inflación es relativamente cercana a cero.
El mayor problema a la hora de hacer los cálculos es que estamos hablando del futuro, y ése… nadie lo conoce. En el ejemplo de las películas, podíamos convertir sin problema la recaudación de 1939 en su equivalente en 2009, porque conocemos la inflación entre 1939 y 2009. Pero cuando estamos estimando hacia el futuro… tenemos que adivinar cuál va a ser dicha inflación.
Cada maestrillo utiliza una estimación distinta para dicha inflación futura. Personalmente, al autor le gusta utilizar una de las siguientes:
Si es un análisis a corto plazo, suponer que será la inflación interanual en el momento del estudio. En este caso, para España, en este momento, sería en torno al 1,5%.
Si es un análisis a medio plazo, suponer que será la media de los últimos N años (por ejemplo, 10). Para España ahora mismo eso rondaría el 3,5% (se pueden utilizar los datos que publica el Banco Mundial o se puede jugar un poco con ellos ya procesados en Google Public Data Explorer).
Si es un análisis a largo plazo, suponer que será el 2%, porque es el objetivo que el Banco Central Europeo persigue. Unas veces se quedará corto (como en 2009, con inflaciones negativas o muy cercanas a 0%) y otras se pasará (como en 2007, con inflaciones alrededor del 4% o el 5%), pero, en media, probablemente no será una mala estimación[12].
Vamos a verlo con un ejemplo en una hoja de cálculo. Supongamos que Fulano y María piden un préstamo de 200.000€, al 3% nominal anual[13], durante 30 años. Como es un plazo muy largo, utilizaremos nuestra estimación del 2%.
Ponemos en una tabla la cuota calculada, tal y como vimos en el artículo del préstamo. Y lo vamos poniendo en una tabla. En la tabla, no es que paguemos una cuota en cada año; lo que reflejamos es que durante ese año pagaremos 12 cuotas (una mensual) de esa cantidad. Luego calculamos, usando el productorio de la fórmula de arriba, el factor de corrección. Y finalmente dividimos, mostrando el precio equivalente en €-2010 de la cuota. Veamos la tabla resumen (pica para verla más grande):
Lógicamente, esto no quiere decir que en, por ejemplo, 2025, vayamos a pagar 626,52€ de cuota. Pagaremos 843,21€, que es lo que sale de la fórmula de amortización francesa, pero podemos decir que eso nos supondrá un esfuerzo similar a si hoy tuviéramos que pagar 626,52€.
Es por este motivo por el que se suele decir que la inflación favorece al deudor. La inflación va bajando el esfuerzo que supone pagar esa cuota, y cuando mayor es la inflación, más lo rebaja.
No obstante, debemos tener cuidado de no sobresimplificar ese análisis, porque la mayoría de los préstamos a largo plazo (casi siempre hipotecas) están referenciados al Euribor, de modo que el tipo de interés no es constante. Y si la inflación sube, probablemente el Euribor subirá también, y lo que ganemos por un sitio lo perdamos por el otro.
Inflación en una inversión
Siempre que comparamos cantidades de dinero en momentos de tiempo distintos, el efecto de la inflación es importante. Una de esas comparaciones se produce cuando hacemos inversiones.
Utilizamos el término inversiones en su concepción más amplia. Puede ser una de las inversiones sencillas que hemos estudiado en esta serie, como el depósito o elfondo de inversión, pero un análisis similar puede y debe hacerse para inversiones en bolsa, planes de pensiones, compra de un inmueble o cualquier otra cosa.
Como antes, el mayor problema del análisis es adivinar cuál será la inflación en el futuro, y lógicamente debemos ser consecuentes con nosotros mismos y utilizar la misma bola de cristal que usamos antes.
Por ejemplo, María acaba de vender una parcela en el pueblo, que había heredado de un tío rico (al que quería mucho), por 50.000€. El comercial del Banco Molocos le recomienda que lo ponga en un magnífico plan de pensiones porque, en sus propias palabras, “es mucho mejor hacer el plan de pensiones cuando se es joven, porque al final sale mucho más dinero”.
No hemos estudiado a fondo los planes de pensiones, pero sí que los hemos introducido un poquito cuando hicimos la declaración de la renta. Quizá algún día los estudiemos también en esta serie. De momento, tratemos el plan de pensiones como si fuera simplemente un fondo de inversión que no podemos vender hasta que tengamos 65 años.
El comercial y la publicidad del folleto que nos enseña nos dicen que ese plan siempre ha conseguido rentabilidades entre el 3 y el 4% anual, y que como son muy buenos ¡van a ser incluso mejores en el futuro!
El comercial, incluso nos hace amablemente una simulación, y aplica la fórmula del interés compuesto para calcular los que valdrán esos 50.000€ si consiguen el 4% anual durante los… (¿cuántos años tiene María? Digamos que 30 años… eso son 35 años desde aquí hasta su jubilación)… próximos 35 años.
Pero claro, nosotros somos zorros viejos y no nos fiamos mucho de la publicidad, así que vamos a suponer que será del 3% anual en media. Como se trata de nuestra jubilación, y eso nos parece importante, incluso podríamos ser más conservadores y decir que será del 2% o el 2,5%, pero bueno, se trata solo de una simulación para saber por dónde andan los tiros. 3% entonces.
Bueno, no son los 200.000€ que salían antes, pero 140.000€ tampoco está nada mal, teniendo en cuenta que solo invertimos 50.000€.
Pues no. Porque no hemos tenido en cuenta el efecto de la inflación. 150.000€ ahora mismo son una pasta enorme, pero dentro de 35 años probablemente no será tanto… Hagamos una simulación.
Como se trata de una inversión a muy largo plazo, supondremos, igual que antes, que la inflación será del 2% anual. Aplicando nuestra fórmula nos sale:
Es decir, cobraremos 140.000€, pero debido a la inflación eso será poco más o menos como cobrar 70.000€ ahora. Que está bien, pero está muy lejos de la maravillosa cifra de 200.000€.
Existe un truquillo rápido para hacer las cuentas aproximadas: la rentabilidad real de una inversión, deflactando los precios por la inflación, será aproximadamente la rentabilidad nominal menos la inflación.
Así, en el plan de pensiones de María, si adivinamos que la rentabilidad nominal es del 3% y adivinamos que la inflación es del 2%, la rentabilidad real será en torno al 1%. Si volvemos a usar la fórmula del interés compuesto, pero con 1% de rentabilidad real, veremos que nos salen 70.830,14€, que no están muy lejos del valor que nos sale deflactando la cantidad final.
Una vez que te acostumbras a hacer esta aproximación, te das cuenta rápidamente de que, si la inflación estimada es del 2%, el dinero que tienes acumulado en una cuenta corriente al 0,1% se está devaluando al 1,9%. O, por ejemplo, esa magnífica cuenta de ahorro que te da el 2%… pues bueno… al menos no pierdes. Y para que un negocio sea bueno, tiene que dar rentabilidades mayores que la inflación… ¡justo lo que estudiábamos en el epígrafe de la “inflación moderada”!
IPC
Queremos dedicar el último epígrafe a la estimación de la inflación más habitual en España: el IPC.
La inflación es un concepto teórico, imposible de medir en la práctica, pues implicaría conocer los precios de todos y cada uno de los productos y servicios en un instante dado. En lugar de eso, el INE (Instituto Nacional de Estadística) elabora una cesta de productos típica y realiza encuestas entre los ciudadanos para averiguar el precio medio de esa cesta de la compra en cada instante de tiempo, y llama a eso Índice de Precios al Consumo[14]. Cuidado, en lenguaje coloquial decimos “El IPC ha sido del 4%”, cuando estrictamente deberíamos decir “La variación del IPC ha sido del 4%”… pero todos nos entendemos.
Leído esto, el lector astuto se dará cuenta de que el IPC no es la inflación. Es posible que ni siquiera sea una buena estimación… pero es la única que tenemos.
El porqué no es una buena estimación ha sido ampliamente discutido, como podéis comprobar si buscáis un poquito en la red, pero queremos resumir aquí algunos de los puntos más importantes:
Se refiere a precios al consumo, ya lo dice en su nombre, es decir, lo que paga el consumidor final, no las empresas, los intermediarios,…
Como su propio nombre indica, habla de productos que se consumen (como comida, ropa…) o de servicios (médico, transporte, ocio,…), pero eso deja fuera al que es, de largo, el principal gasto familiar en España: la compra de la vivienda[15].
Considera que los productos no cambian con el tiempo. En particular no merman de calidad, de modo que refleja que los tomates han bajado de precio (o al menos, no han subido mucho), pero, como decía mi madre, “los tomates de ahora no saben como los de antes”, y comprar unos buenos tomates resulta muy caro… si los encuentras, claro.
Se basan en una cesta de compra que decide el INE…[16] y que tarda mucho tiempo en incorporar productos nuevos o sustitutos de otros productos. Por ejemplo, si la merluza es muy cara, y la gente empieza a comprar panga en su lugar, medir cuidadosamente el precio de la merluza ya no es significativo, y el INE tarda mucho en actualizar la cesta de “productos típicos”.
Con todo y con eso, es lo mejor que tenemos, de modo que es muy habitual que muchos contratos, como los de arrendamiento de servicios, el de alquiler de la casa o nuestro contrato laboral contengan cláusulas como “el precio subirá automáticamente según el IPC a 31 de diciembre del año en cuestión publicado en el BOE cuando corresponda”[17].
Terminamos nombrando someramente dos índices más muy utilizados:
El IPC Armonizado (IPCA). Al unirnos al euro, se definieron normas en la Unión Europea sobre cómo calcular el aumento de precios, y a eso se llamó IPC Armonizado. De modo que para comparar los IPC de distintos países europeos, lo mejor es comparar los IPCA.
El IPC subyacente (o inflación subyacente). Se calcula con un subconjunto de los productos de la cesta del IPC, para eliminar productos con precios concertados y algunos agropecuarios. De esta forma se observa más la evolución a largo plazo de la inflación, que no se ve tan afectada por subidas y bajadas bruscas. Algunos economistas prefieren utilizar esta medida cuando analizan la inflación a largo plazo.
Conclusiones
Probablemente ha sido un artículo demasiado teórico para lo que esperábamos en esta serie. Esperamos que el rollo teórico macroeconómico inicial haya servido para que el lector entienda al menos algunas de las decisiones que toman nuestros políticos (o que deberían tomar y no toman, que también). Y si la parte financiera del final nos ha ayudado a entender y valorar las ofertas económicas, eso que hemos ganado.
Notas
Nota del editor: Tampoco es para tanto… ¡lo copia y lo pega! [↩]
Ojo: generalmente no. No existe consenso en cuanto a que siempre sea mala… muchos analistas dicen que en algunos casos, y siendo moderada, puede tener algunos efectos beneficiosos, como por ejemplo porque mejora las exportaciones. [↩]
Recordemos que estamos empezando 2010. Esperemos no tener que editar el artículo en el futuro para añadir “y en 2010″ en esa frase. [↩]
Y por otros motivos en los que no queremos entrar en este artículo, como por ejemplo la economía de escala o la mejora de los procesos de fabricación. [↩]
En España, en los mismos 15 años, fue de alrededor del 600%, que tampoco es nada bajo. [↩]
En realidad, cuando se llega a esos extremos, se cobra por día… como mucho. [↩]
Pequeño y en provincias, tampoco abusemos. [↩]
Álvarez Cascos, Ministro de Fomento en aquel momento, dijo en 2002 que los pisos subían simplemente porque la gente tenía dinero para pagarlos. En su momento le criticaron mucho por decirlo, pero desde el punto de vista económico tenía razón. [↩]
En España, el Banco de España, aunque, dado que la moneda española es el Euro, tiene delegadas sus funciones en el Banco Central Europeo; en otros países, otros, como por ejemplo la Reserva Federal en EEUU. [↩]
En realidad es un poco más complicado, ya que cuando el Banco Central saca dinero para prestar, lo saca a subasta. Fija un tipo de interés de salida de, por ejemplo, el 1% y los bancos privados pujan por él subiendo hasta donde estén dispuestos a pagar. [↩]
O para perderla, si, como el autor, cree que la trilogía de El señor de los anillos es una de las obras maestras del cine. [↩]
Desgraciadamente para los españoles, probablemente aquí será un poco más alta que eso, pero bueno, nos vale como primera aproximación. [↩]
Supondremos de momento que el interés es fijo; en un caso real sería probablemente interés variable, pero como de todos modos no sabemos cuál será ese interés en el futuro… nos es más sencillo hacer el ejemplo así. [↩]
Fijaos si es importante el IPC para el INE que es el único índice, de los muchas estadísticos que calcula este organismo, que tiene su propia pestaña en la página inicial de la web del INE. [↩]
Ejercicio: explique en qué medida la actual burbuja y crisis se ha visto agravada por la incapacidad de muchos, incluidos los dirigentes de los Bancos Centrales, de entender este sencillo punto. La respuesta no es única, ya lo vamos adelantando, pero daremos nuestra opinión en los comentarios. [↩]
En base a otra encuesta a los ciudadanos, en la que estos le dicen al INE en qué se gastan los cuartos durante un periodo de tiempo, por ejemplo una semana entera; a saber cuál es la fiabilidad de semejante sistema. [↩]
Por cierto, esa cláusula redactada de esa forma es incorrecta: debería decir “el precio variará según la variación del IPC bla, bla, bla”, es decir, si el IPC es negativo, lo lógico es que el precio baje también. [↩]