He decidido a escribir una serie de articulillos sobre aviación deportiva que espero que os interesen. Por razones laborales, o mejor dicho, por falta de dinero, dejé de volar a finales del año 2005, pero como lo echo mucho de menos, hablando y escribiendo sobre ello se me pasa un poco “el mono”.
Lo que tengo pensado es describir en forma de relato en primera persona en qué consiste un vuelo típico de un piloto privado. Qué cosas hay que saber y hacer en cada momento. Durante el relato insertaré párrafos sobre aspectos teóricos del vuelo, instrumentación y aviónica, algo sobre la física que hay que conocer para saber por qué un avión hace lo que hace, temas de mecánica, meteorología e incluso la burocracia que hay que tragarse para poder volar. Pero en lugar de dedicar capítulos separados para cada cosa, lo iré contando a medida que surja en el relato. Por ejemplo, si estoy describiendo las comprobaciones prevuelo, en el momento de ajustar el altímetro tal vez me dé por describir qué hace y cómo funciona ese aparato.
Sé que no es un tema con tanto lustre como pueden serlo la física, la historia, la economía o la música clásica, pero quizás porque se sale un poco de lo habitual por aquí puede ser que atraiga nuevos lectores .
En este artículo, a modo de introducción, describiré un poco qué titulación y experiencia tengo que me faculta para hablar sobre este tema sin que parezca que soy elenterado de turno.
En enero de 1997 comencé a pilotar aviones. Soy poseedor de un impresionante título de Piloto Privado de Aeronaves, lo que me autoriza a pilotar aviones monomotor de pistón terrestres de peso no superior a 1.500 Kg. y con reglas de vuelo visual.
Vamos a desglosar y analizar la frase anterior a ver qué sacamos en claro:
Piloto privado de Aeronaves. Es la titulación básica para poder pilotar un avión de forma no comercial (de ahí lo de privado). No tiene nada que ver con pilotar aviones ultraligeros. Son mundos aparte y los requisitos para pilotar unos no sirven para los otros. Hoy en día no sé como estará la reglamentación, pero cuando yo empecé los pilotos comerciales tenían que conseguir primero el título de piloto privado antes de poder pasar a la aviación comercial.
Aviones monomotor. Esto es fácil. De un sólo motor. Esto limita un poco pero no es para tanto. Aún me podría subir a un Lockheed Martin F-16.
De pistón. ¡Cagada! Se fastidió lo del F-16. Esto indica que ha de ser de hélice movida por un motor de pistones, como el de los coches, vamos. Así que nada de reactores, ni siquiera de hélice movida por una turbina de gas.
Terrestres. Es decir: nada de hidroaviones. No es de menospreciar esta limitación en un país como España, donde hay más pantanos que aeropuertos y rodeado casi por completo de mar. Bueno, qué le vamos a hacer…
De peso no superior a 1.500 Kg. La cosa empieza a ponerse difícil. Eso es más o menos lo que pesa una camioneta. No serán aviones muy grandes, entonces.
Reglas de vuelo visual. Esto quiere decir que en todo momento tengo que tener a la vista el suelo, que es de dónde se toman referencias para la navegación. Por tanto: nada de volar de noche, ni dentro de nubes, ni con niebla.
Resumiendo: puedo pilotar avionetas de chichinabo, de día y si hace buen tiempo. Y todo esto a unos precios exorbitados y con considerables complicaciones burocráticas. ¡Qué bien! … Y aún así, vale la pena.
Este magnífico título y toda mi experiencia de vuelo fueron adquiridos en el Aeroclub Barcelona-Sabadell. Cuando dejé de volar, allá por el año 2005, tenía acumuladas unas 200 horas de vuelo. La cantidad exacta de horas no la recuerdo, pero si a alguien le interesa el dato puedo consultar mi libro de vuelo (si lo encuentro) y contárselo.
Puede parecer que no son muchas horas de experiencia, pero no pensarías lo mismo si las tuvieses que pagar tú. Para un particular con un sueldo normalito resulta muy difícil acumular horas de vuelo. Bueno, más que difícil, económicamente gravoso. Porque sí, amigos, tal como sospechábais, la aviación deportiva es una actividad cara, muy cara. Y curiosamente practicada en su mayoría por personas que no podrían calificarse de ricos, aunque alguno hay, claro. Volar es algo que da miedo a muchas personas y además no “luce” como lo hace un coche deportivo o un buen yatecito. Los ricos, o mejor aún, los nuevos ricos, prefieren tener su yate amarrado en el puerto de moda para airear su estatus. Luego están los asquerosamente ricos, esos de jet privado y tal. Pero esos no se suelen mezclar con el populacho que somos los pilotos privados.
Bueno, creo que por hoy es suficiente. Así que en el próximo capítulo podréis empezar a leer la historia de cómo un intrépido piloto privado realiza un vuelo.