En esta sección se presentarán una serie de mitos explicando el origen de distintas cosas.
Esperamos que disfrutes de estos ingeniosos mitos y te animes a imaginar ,tú mismo, el origen de las cosas que te rodean.
MITO DE LAS OLAS
Poseidón ,dios del mar y conocido por encapricharse con frecuencia de las distintas mujeres que se cruzan en su camino, fue a una gran fiesta en honor a Zeus a la que asistieron múltiples dioses.
En aquella fiesta se encontró con la hermosa diosa de la luna cuyo nombre era Nalu. Poseidón se quedó prendado de ella en cuanto la vió y fue directo a declararse. Nalu, que era conocedora del mal temperamento del dios del mar y de los grandes terremotos, implacables tormentas y destrozos que causaba cuando algo le hacía perder los estribos, decidió que no era un pretendiente compatible con ella y le rechazó. A pesar de esto, Poseidón siguió insistiendo y Nalu, que estaba empezando a perder la paciencia, le explicó que su amor era tan imposible como que el mar alcanzase la luna. Al oír esto, el dios del mar le propuso un trato: si el era capaz de tocar la luna con sus aguas demostraría que su amor si era posible y tendría que aceptarle.
Aún no ha conseguido Poseidón cumplir su parte del trato y es por ello por lo que el mar continua estirándose al cielo formando así las olas.
Claudia García
MITO DE LUES Y LAS LÁGRIMAS DEL CIELO.
Hace mucho tiempo, en los inicios del mundo, las noches eran oscuras y no había estrellas en el cielo, solo una gran nube negra que cubría toda la Tierra cuando el sol se iba. Las personas vivían con miedo, puesto que la oscuridad parecía eterna y no había luz que guiara sus sueños a ser posibles.
En ese entonces, existía una diosa llamada Lues, la diosa de la noche, que gobernaba el tiempo entre el día y la noche. Lues amaba la luz, pero también entendía el descanso que daba la oscuridad. Sin embargo, al ver a todas las personas sufriendo por el miedo a la noche, decidió pedir ayuda a su marido, Sulan, el dios del Sol.
Sulan era un dios poderoso, y aunque amaba a Lues, no compartía su comprensión por las personas. Cuando Lues le pidió que dejara un poco de su luz para iluminar la noche, Sulan se negó, diciendo que su luz sólo pertenecía al día y que la oscuridad debía ser aceptada tal y como era.
Lues, triste por las palabras de su marido, lloraba cada noche, observando el cielo vacío. Sus lágrimas caían sobre el mundo, llenando los rios y los mares. Las personas comenzaron a pedir ayuda a la diosa, pidiéndole que trajera luz a la noches.
Un día, la Luna, que la observaba desde el cielo, se compadeció de Lues. Bajó a la Tierra y le dijo. “Lues, tus lágrimas son poderosas, cada vez que tu lloras, tus lágrimas llegan al cielo. Pero en lugar de llenar los mares, deja que tus lágrimas iluminen el cielo”
La diosa de la noche, agradecida por las palabras de la Luna, lanzó sus lágrimas al cielo y al instante, cada lágrima se transformó en una estrella brillante, iluminando la noche. Las estrellas, hechas de la compasión y el amor de Lues comenzaron a brillar cada noche, guiando a las personas y dándoles ayuda en la oscura noche.
Desde entonces, Lues ya no llora de tristeza, sino de alegría, puesto que cada estrella que brilla en el cielo es un recordatorio de su amor y su comprensión por las personas. Y es por eso que las estrellas brillan en el cielo cada noche.
Eugenia Aguilar.
Mito del primer poeta y… ¿árbol?
Bien es sabido que los árboles no poseen un cuerpo humano, mas no siempre fue así…
En una época remota, cuando las personas no dañaban ni con pensamientos ni con acciones, el mundo no era más que un vasto desierto despoblado, una tierra virgen, infértil y sin sensibilidad. Pasaron años hasta que el primer hombre emergió como si de una nube se tratase y, con él, un pueblo sin origen ni historia. Unidos por una confusión mutua y un vacío sin interés formaron la primera civilización conocida.
A pesar de toda adversidad y, entre tantas cosas, poca curiosidad, no tardaron mucho en hacer que esa tierra intocable fuese una tierra arada y mansa, digna de la mano del pueblo. Los ciudadanos por su parte eran devotos a su oficio: no cuestionaban a los más sabios, no se quejaban cuando la tierra se revelaba, regaban las cosechas con su sudor y hablaban una lengua fría como un témpano.
No obstante, un buen día donde la tierra era más árida y el sol brillaba tan fuerte como uno de los minerales más codiciados, un joven jornalero volvía a casa después de una larga mañana luchando contra los callos para que le dejasen hacer su trabajo y, de casualidad, se fijó en lo melodiosa que sonaba su lengua en sus oídos fatigados. Lo que un día le pareció aburrido empezó a sonar como una canción y, sin él quererlo, comenzó a recitar palabras que escuchadas se parecían, palabras que tenían nuevos significados para quién las escuchase, palabras aparentemente sin sentido…y fue entonces que decidió nombrar a su juego “poesía”.
El joven, emocionado por su descubrimiento, recitó y recitó por todo el territorio ensimismando a todo el que lo oyese: querían su sensibilidad y visión de la vida. Sin embargo, no todo es bueno, la poesía llegó a los más sabios como si de una desgracia se tratase. Acusaron al jornalero de perturbar la paz y tranquilidad del pueblo, y, sobre todo, de perturbar el lenguaje así que, lo castigaron. El joven no pronunciaría ninguna barbarie más, y si fuese roto el trato, sería ejecutado sin un juicio previo.
Esa misma noche, se escucharon alaridos de dolor en casa del amado poeta mas, no se presenciaron más voces. El martirio duró hasta el amanecer. Los vecinos corrieron a ver qué fue lo ocurrido con su queridísimo amigo, pero en vez de ver su cuerpo, ya sin vida, encontraron lo que hoy conocemos como árbol: una figura inhumana retorcida en su propia forma cuyos brazos, ahora ramas, desembocaban en grandes hojas verdes donde eran animados a seguir el legado del fallecido.
Y cuentan las malas lenguas que cuando un poeta llora o sufre por su arte, los árboles se desnudan como luto de un antiguo destino sin legado.
-Hesstos Plathenteros
Mito del tronco mágico
Todo comienza en la Sierra de Huelva, cuentan de un árbol mágico que solo aparece los días de tormenta. Quien lograra tocar su tronco, recibirá sabiduría eterna, pero solo si lo hacia con el corazón puro, sin buscar fama ni fortuna.
Un día juan, un chico humilde, salió en medio de una tormenta buscando salvar a su abuela enferma. Sin miedo, llego al árbol mágico, le toco y de pronto supo que hacer.
Juan vuelve al pueblo y le ayuda a su abuela, no con magia, sino con la paz de saber elegir bien. Desde entonces se dice que los que buscan ayudar a los demás, encuentran al árbol mágico.
-Ludmila Villafañe Arias
En una época donde los humanos se habían olvidado de los dioses antiguos, ya no se veían ofrendas en los templos ni plegarias dirigidas al Olimpo. En lugar de esto, la humanidad se sumergía en ruidosas fiestas, disfrutando de música que elevaba sus espíritus pero que no incluía ni un verso en honor a los inmortales.
Los dioses, furiosos por el olvido, se reunieron en el Monte Olimpo. Zeus, con el trueno en sus manos, habló ante los dioses reunidos. "Los mortales han osado ignorarnos", rugió. "Han dejado de danzar bajo nuestras estrellas y ahora sólo se entregan a ritmos que no celebran nuestra grandeza".
Atenea propuso enviar un mensaje para recordarles quiénes eran los verdaderos amos del destino. Sin embargo, Dionisio, el dios del éxtasis y la celebración, tuvo otra idea. "Si los humanos sólo entienden la música y la danza, ¡hagámosla nuestra maldición!" Así, junto con Apolo, el dios de la música, crearon un ritmo hipnótico que no poseía la armonía celestial del pasado, sino que despertaba en los hombres un deseo incontrolable de moverse sin pensar.
Esta nueva música fue enviada a la Tierra bajo el nombre de reguetón. Su ritmo era como una plaga que se extendió rápidamente por todo el mundo, haciendo que los humanos, hipnotizados por su contagiosa cadencia, olvidaran por completo las melodías sublimes que una vez habían ofrecido a los dioses.
Al ver los efectos de su creación, Dionisio rió y brindó con una copa de vino. "Que disfruten de su creación sin alma, pues hasta que no retornen al camino de las ofrendas, este ritmo los dominará". Y así, el reguetón quedó como una maldición para la humanidad, recordándoles el precio de olvidar a los dioses que una vez adoraron.