Cuentan que hace mucho, el sol estaba tan cerca de la tierra que lo arruinaba todo: los campos se secaban, los ríos desaparecían, y la gente apenas podía sobrevivir.
Un día un colibrí diminuto, el más frágil de todos, se armó de valor y dijo: “Si nadie hace nada, yo lo intentaré”. Empezó a volar hacia arriba, cada vez más alto, mientras el calor lo quemaba. Sus alas se llenaban de chispas, pero él no paró.
Cuando por fin llegó al sol, habló con voz temblorosa pero firme: “Nos das vida, pero ahora nos estás destruyendo. Aléjate un poco, te lo ruego”.
El sol, sorprendido por tanto coraje en alguien tan diminuto, obedeció y retrocedió en el cielo. La tierra revivió, volvió el agua, y la gente pudo respirar tranquila.
El colibrí, sin fuerzas, cayó convertido en chispa. Los dioses lo recogieron y lo hicieron eterno: desde entonces es el Colibrí de Fuego, que nos recuerda que hasta el más pequeño puede cambiar el destino de todos.
Naidelyn Aráuz
Mneia y el origen de la pintura.
Hace mucho tiempo vivía Mnéia, diosa de la memoria y el conocimiento. Su don era tan grande que ningún detalle se le escapaba: recordaba los rostros de todos los mortales y dioses, sus gestos y hasta la forma de sus sonrisas.
Cuando alguien perdía a un ser querido, subía a los templos para suplicarle:
-Te lo ruego, Mnéia, descríbeme su cara, que temo olvidarla.
Y Mnéia hablaba y hablaba, recordándole cada mirada, arruga, cada risa y movimiento, pero las peticiones eran tantas que se llegaron a hacer colas para visitarla, y aunque estaba agotada, tenía el corazón tan puro que nunca negaba sus ruegos.
Entonces tuvo una idea: decidió compartir parte de su don y bendijo a algunos mortales de buen corazón, con la capacidad de atrapar la memoria en colores y formas, creando el lienzo, las pinturas y los pinceles.
Así nacieron los cuadros y los pintores, humanos bendecidos con el don de ayudar a las personas a recordar sus difuntos, antiguas casas o incluso objetos perdidos de alto valor.
Dicen que los grandes pintores fueron bendecidos por Mneia, ya que sus cuadros nos transmiten los sentimientos y recuerdos de los retratados.
Irene Ventura Sánchez
EL ORIGEN DE LOS RASCACIELOS
Hace mucho tiempo, los hombres vivían en casas bajas. El cielo era exclusivamente de Zeus y las alturas pertenecían a las montañas sagradas. Sin embargo, los mortales comenzaron a sentir ambición: querían tocar el cielo, estar más cerca de los dioses.
Poseidón, siempre celoso de su hermano Zeus, vio en ese deseo de los humanos una oportunidad: golpeó la tierra con su tridente y comenzaron a crecer torres muy altas, hechas de un material nuevo, piedra pulida, hierro y cristal. A estas torres se les llamaron rascacielos.
Pero Zeus, se enfadó mucho con su hermano y lanzó rayos contra las cimas de sus rascacielos, para recordar a los humanos que las alturas eran suyas. Por eso, hasta hoy, cuando hay tormenta, los relámpagos buscan las puntas de los rascacielos. Son los golpes de Zeus, mostrando su ira y recordando a los hombres que no deben olvidar quién reina en los cielos.
Los mortales, para aplacar a Zeus y honrar a Poseidón, adornaron las torres con luces que brillan en la noche. De ese modo, los rascacielos se convirtieron en templos modernos y símbolos de orgullo.
Iria del Pino Abete
EL ORIGEN DE LOS ASCENSORES
Hace mucho, existía un joven llamado Elevon, hijo de Atlas, quien sostenía los cielos, hermano menor de Prometeo.
Elevon no era fuerte como su padre, ni sabio como su hermano, pero era curioso. Mientras los dioses se divertían bajando del Olimpo y volviendo a subir a través de nubes encantadas, Elevon envidioso, quería crear una manera para que los humanos pudieran tocar las alturas sin alas ni magia. Los dioses, al enterarse, le prohibieron ayudar a los mortales, pero Elevon desobedeció.
Descendió en secreto al mundo de los hombres y les enseñó a construir cajas verticales encantadas que, con la ayuda de un botón y varios cables, subían y bajaban por los interiores de las torres. Así, los mortales pudieron por fin elevarse sin esfuerzo.
Los dioses, furiosos, castigaron a Elevon encerrándolo en una dimensión oculta entre pisos, donde su espíritu todavía controla el vaivén de cada ascensor del mundo.
Desde entonces, los ascensores suben y bajan no por máquina, sino por el alma curiosa de Elevon que aún sueña con llevar a los humanos más alto de lo que los dioses permiten.
Lucía Málaga Díaz
En el periodo de tiempo en el que los mortales inventaron las Bestias de Éter (carros sin caballo) sus corazones de metal yacían fríos, sin poder igualar la misma velocidad que los dioses. Hefesto (Vulcano), el Hacedor divino, se indignó por hallar tan alta ambición, y en castigo a la hybris de los mortales hizo un fluido muy bello pero maldito: el Fuego Líquido. Era la llama pura mezclada con la esclavitud de la ambición. Cierto mortal, osado, vino a robarlo y a llamarlo Gasolina.
Entonces Hefesto impuso su ley al fluido robado. El Fuego Líquido exige ser devorado incesantemente, condenando al mortal a la esclavitud del suministro. Por esto, toda Bestia de Éter tiene que ser alimentada a base de oro para no morir de sed, una vez sustraído de las penas de la Bestia líquido robado. Además, la Bestia hilará el Aliento de la Ofensa (el humo de la Bestia) que enturbiará el aire, haciendo recordar que un poder divino ha sido profanado. Y si el mortal abusa de la potencia cual contradicción y desmesura, el Fuego Líquido se vuelve contra él o ella. Las consecuencias pueden ser la Fiebre Súbita o la Explosión de la Cólera (los accidentes y las averías) que caen sobre quien intenta asir en su control a la fuerza de un dios sin medida. Así mismo, la Gasolina es la llama sustraída con el deber de calmar y castigar al mismo tiempo.
Martín Tirado Pérez
LA ESTRELLA DE MAR
Hace mucho tiempo, en una aldea costera vivía una joven llamada Marea, conocida por ser muy bondadosa y por cantar todas las noches mirando al océano. Una de esas noches Marea confesó a los dioses que deseaba brillar como las estrellas del cielo para poder guiar a los marineros y proteger a los que se perdían en el mar.
El dios marinero Nereo, el cual estaba celoso de que Marea quisiera estar con los marineros ,le intentó obligar a vivir en sus profundidades, pero Marea se negó. Viendo su valentía, Afrodita intervino y transformó a la joven en una criatura marina con forma de estrella y la lanzó al fondo del mar.
De este modo Marea no pudo subir al cielo como había soñado, pero su deseo se cumplió de otra manera: ahora brilla bajo el mar, recordando a las estrellas del cielo.
Desde entonces se dice que quien devuelve una estrella de mar al agua, recibirá algo a cambio y siempre encontrará el camino de vuelta a casa.
Elena Pérez Rodríguez
El MITO DEL SOL Y LA LUNA
El Sol y la Luna eran hermanos que iluminaban el cielo. Pero el Sol, orgulloso de él, quería brillar solo. La Diosa del Tiempo los separó y dijo que el Sol iluminaría el día y la Luna la noche. Por eso, a veces se buscan y se encuentran en los eclipses.
Raquel Salas