“Esto es mi Cuerpo…
Esta es mi Sangre...
Hagan esto en conmemoración mía”
(Lc 22,19)
“En el corazón de la liturgia se encuentra la acción eucarística,
una realidad de una simplicidad absoluta:
-tomar, bendecir, partir y dar el pan- ;
-tomar, bendecir y pasar una copa de vino-.
Con la forma y el estilo de cómo fueron hechos estos gestos por primera vez
con su significación nueva
por un joven judío antes y después de cenar con sus amigos
la noche antes de su muerte.”
GREGORY DIX
La forma litúrgica, Barcelona: CPL 2017
semana de estudio SOMELIT2018
«…dadas las circunstancias actuales, es necesario afrontar esta reflexión: el momento litúrgico eclesial aboca a un observador atento a la más intensa perplejidad.
En el campo sacramental de la Iglesia vemos un mosaico de lo más variado, dentro del cual también observamos evidentemente, piezas preciosas por su integridad, no obstante, el médico si quiere diagnosticar con acierto no se fija en principio en los miembros sanos de su paciente, sino en aquellos que presentan claros síntomas patológicos, y de ellos, no faltan en nuestro cuerpo eclesial, algunos podríamos llamarlos incluso icónicos como es el caso reciente de la Misa sobre una colchoneta dentro del agua en una playa de Calabria, pasando por los cantos y bailes de los más esperpénticos por parte de sacerdotes en bodas y otras celebraciones, e incluso contemplando a un obispo con casulla y mitra montado en una bicicleta dentro de la iglesia, la lista se podría alargar tanto como la paciencia consientan.
Por otra parte, y como reacción, va creciendo el número de bautizados que se entregan espiritualmente a la Misa celebrada con el -Vetus ordo- a pesar de las restricciones romanas y que no pocos sacerdotes siguen celebrando ante unos fieles en edad muy joven, especialmente en algunos países. Realmente sorprende un abanico tan abigarrado de experiencias reales.
No se me entienda mal. Con lo que acabo de decir no hago un paralelismo entre unas situaciones y otras. Las fantasías secularizadoras y ofensivas a la sacralidad de Dios son lo que son, mientras que celebrar con un misal anterior al actual, recordémoslo una vez más, con el misal que celebraban los Padres del Concilio Vaticano II cada día antes de acudir a la Basílica de san Pedro y con sentido de lo sagrado, puede conllevar ciertas dificultades eclesiales y elementos no teológicos no suficientemente claros, pero, sigue siendo una oración digna de la fe.
Como ya podéis comprender me muevo exclusivamente en el campo de lo objetivo, lo que ocurre en el sagrario de la conciencia entre el fiel y Dios, sólo corresponde a ellos dos.
Todo esto nos exige, parece claro a los liturgistas, emprender un camino de profundización, por decirlo con la palabra profundización, que tanto le gustaba a san Pablo VI y en estos días intentaremos hacerlo a partir de lo que me atrevería a llamar el 'kilómetro cero' dado que no existe liturgia sagrada sin ritos y dado que es en ellos donde se juega la partida de la oración de la Iglesia. Legítimamente nos preguntamos no sólo qué son los ritos, sino que es un Rito, aquí ya en mayúscula.»
Ponencia: “Servata substantiali unitate ritus romani” (SC 38)
XLVI Jornadas de la Asociación Española de Profesores de Liturgia (AEPL)
Introducción a la ponencia de Juan Javier Flores Arcas, O.S.B,
Doctor en Sagrada Liturgia por el Pontificio Instituto Litúrgico San Anselmo de Roma
ORDO CHRISTIFIDELES LAICI
"A todos los que han recibido el bautismo y la confirmación
les ha sido encomendada la misión de cooperar,
dentro de la celebración de la eucaristía,
en la divinización del mundo.
Zizioulas dice explícitamente que han sido «ordenados» para ello: el neófito no se convierte simplemente en «cristiano»,
sino que es «ordenado» en la comunidad eucarística.
Tan pronto como se olvida este «carácter de ordenación»
que la iniciación confiere,
queda libre el camino para la identificación del laico
con el «no ordenado»
y, con ella, tanto para los clericalismos como para la negación, como reacción en su contra,
de un ministerio especial conferido por el orden.
Zizioulas une explícitamente el «carácter de ordenación» de los sacramentos de iniciación con la comunión bautismal.
(Cfr. J.D. Zizioulas, Priesteramt und Priesterweihe im Licht der östlich-orthodoxen Theologie, en H. Vorgrimler [Dir.], Der priesterliche Dienst V.• Amt und Ordination in ökumenischer Sicht, Friburgo-Basilea-Viena 1973 [QD 50], 72-113. 80.).
La «ordenación» en el sacerdocio real de todos los cristianos
se completa con la comunión bautismal,
la adscripción «acomodadora»
del sitio que le corresponde a un nuevo cristiano
en la mesa eucarística de la comunidad
como familia de Dios que es.
Capacitada por el bautismo y la confirmación
para recibir la eucaristía,
esa acomodación del sitio en el altar
es la consecuente conclusión que se le da a la iniciación y,
al mismo tiempo,
la misión de cooperar en la divinización del mundo
mediante la celebración de la eucaristía."
MICHAEL KUNZLER
Libro: LA LITURGIA DE LA IGLESIA
Realizar la belleza de la liturgia querida por el Concilio Vaticano II
Respetar la celebración tal como es.
El papa Benedicto XVI, en la exhortación apostólica postsinodal -Sacramentum caritatis- emplea una expresión especialmente verdadera, que se ha convertido en un punto de referencia del intenso magisterio litúrgico del Papa. Escribe en el número 64: “La mejor catequesis sobre la Eucaristía es la misma Eucaristía bien celebrada”. O bien, hoy como ayer el único modo en que la liturgia puede ayudar a los creyentes a penetrar en el misterio eucarístico celebrado, para que dé fruto y no se quede en un simple rito, es precisamente el modo como la Eucaristía se celebra. Cuando la Eucaristía está “bien celebrada”, como dice el Papa, por sí sola toma de la mano al fiel, lo involucra hasta conducirlo al mysterium fidei del que la Eucaristía es sacramento: el amor de Dios por todos los hombres. Un amor que salva, perdona y cura.
Pero en seguida nos preguntamos: ¿cuándo se puede decir que una Eucaristía está “bien celebrada”? La experiencia me ha enseñado que una Eucaristía está bien celebrada, sobre todo, cuando se deja que la celebración eucarística sea simplemente y nada más que una celebración eucarística. Éste es en realidad el primer acto de obediencia al mandato eucarístico del Señor: “Haced esto en memoria mía”. Es decir, hay que dejar que la celebración eucarística sea ni más ni menos que lo que el Señor en la última Cena quiso que fuese: memorial de su muerte y resurrección.
Por desgracia a veces se tiene la impresión de que la celebración del gran misterio de la Eucaristía se convierte en una especie de gran contenedor en el que cada cual puede meter lo que quiera.
Entonces se convierte en una escuela para quien quiere enseñar; un lugar de encuentro para quien quiere congregar; un espectáculo para quien quiere seducir con efectos especiales... En otras palabras, la liturgia es ciertamente fiesta, pero “fiesta de la fe” y no fiesta mundana con formas y lenguajes mundanos.
En agosto del 2006 en Colonia el papa Benedicto XVI dijo a los jóvenes: “Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es el mismo Dios quien nos prepara para nosotros una fiesta”. Sí, la Eucaristía es el memorial del Sacrificio de Cristo y, por tanto, es toda la vida del Hijo Unigénito, y si alteramos y comprometemos su celebración, en realidad no comprometemos simplemente un rito sino una vida, la vida de Cristo Señor. Dejar que la celebración eucarística sea sólo y nada más que una celebración eucarística significa respetar su naturaleza y el fin que el mismo Señor quiso que tuviese, presupuesto necesario para obtener una bella liturgia.
MONS. PIERO MARINI
En el Nuevo Testamento, todos los cristianos tienen la necesidad de ofrecer el sacrificio a Dios.
El sacerdocio de los laicos y el sacerdocio ministerial, no están contrapuestos, sino que están Profundamente armonizados con el único sacerdocio de Cristo.
No es posible tener una -belleza en la liturgia-, si no se cuenta con una activa y fructuosa participación.
MONS. PIERO MARINI
-Congreso Eucarístico Nacional-
Mérida 2019
La perspectiva del sagrado triduo Pascual es muy importante, si nosotros abrimos el Misal Romano nos vamos a encontrar con un título: Sagrado Triduo Pascual y nuevamente nos vuelve a recordar que la Iglesia celebra los misterios más grandes de nuestra redención a través de estas celebraciones especiales. Quiten por favor de su lenguaje, todo ese lenguaje impropio de -ceremonias-, la liturgia cristiana no tiene ceremonias, la Iglesia celebra la fe. La liturgia es memorial de la pasión, muerte, sepultura, resurrección y glorificación de Cristo. Cada vez que realizamos un acto litúrgico, realizamos un memorial, y a ese memorial le llamamos celebración, después del Concilio Vaticano II no se puede hablar en la liturgia si no es únicamente de celebraciones, esa es la concepción clara y profunda de la liturgia. Olvídense de los oficios, ya no existen los oficios en la semana santa, no es adecuado ese término, el officium como se decía antiguamente.
La Iglesia comienza la introducción del triduo Pascual y evoca aquella última cena en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo y se ofreció y ofreció a Dios Padre, su Cuerpo y su Sangre la en las especies eucarísticas del pan y del vino y los entregó a los apóstoles para que los tomaran, mandándoles que ellos y sus sucesores en el sacerdocio, también lo ofrecieran.
Cuando no había tanta profundidad en la teología, nos quedábamos en la teatralidad, y por eso les digo a mis alumnos: ojo, mucho mucho cuidado, a falta de teología, folklore. Aún en nuestros días, el folklore llega a ser obstáculo de una buena concepción teológica porque se inventan las cuestiones más raras del mundo, poner un Cristo resucitado el día de la resurrección no es lo más asertivo, cuando está -la Llama Viva- del cirio Pascual que ilumina los cirios de los fieles. Las iglesias no se adornan, la iglesia se ambienta y para la ambientación se necesitan saber de arte, de teología, será muy positivo un equipo de laicos dedicado a la ambientación de la iglesia.
En el crucifijo, en la cruz se muestra la gran intercesión de Cristo, donde la muerte y el pecado en el leño de la cruz son destruidos, experimenta la muerte en todo su sentido y por lo tanto: el triunfo está unido también a la muerte. Ya he hablado también de las cruces victoriosas, las cruces con inmensidad de gemas, aquí no tenemos costumbre de usarlas, en oriente, en Europa se usan. Exactamente la cruz gemada de Jerusalén es muy conocida. La cruz adornada con piedras preciosas y otras gemas se representaban los frutos, los frutos que perduran por el sacrificio del Redentor.
Pbro. Miguel de Manuel Camín Garnica
perito en liturgia
Este “celebrar” significa la capacidad real del -anthropos- de dar culto a Dios, pero siempre que pase a través del único mediador: JESUCRISTO. Y, de hecho, tal celebrar tiende, por ello, a la celebración de los sacramentos, especialmente la eucaristía».
Así considerada, la -actuosa participatio-, lejos de restringirse a un mero funcionalismo ceremonialista, se convierte en condición necesaria para aquella comunión-koinonía entre Dios y el hombre que lleva a la transformación ontológico-existencial de la propia vida en Cristo; conformación-transfiguración progresiva (bautismo-penitencia, confirmación, eucaristía) y diversificada (ministerio ordenado, matrimonio, vida religiosa, enfermedad...), según los personales carismas y vocaciones, y las peculiares circunstancias existenciales.
En orden a la anhelada renovación eclesial, sólo una clarificación de la naturaleza radical de la actuosa participatio —principio normativo de la reforma litúrgica— podrá fundamentar los distintos tonos y niveles de su actuarse en la celebración.
José Luis GUTIÉRREZ-MARTÍN
Doctor en Sagrada Liturgia
“Nos limitaremos a evocar un solo caso tomado del Misal de Pablo VI.
En la liturgia preconciliar el celebrante, por lo menos en las misas rezadas, permanecía durante toda la celebración junto al altar; he aquí una manera de celebrar que podría llamarse "simple y sencilla"; pues bien, la reforma litúrgica ha "complicado ", si se quiere decir de esta forma, las maneras celebrativas y ha pasado de esta forma celebrativa simple a unos modos más expresivos:
de un solo lugar hemos pasado a tres lugares,
se quería significar
“a través de gestos sacramentales”
la triple presencia de Cristo
que preside la asamblea como Cabeza (sede),
que habla a su pueblo como Profeta (ambón)
y que actualiza entre los suyos la Cena pascual (altar).”
PEDRO FARNÉS
-Pastoral de la Eucaristía-
«Cuanto la Palabra anuncia, lo realiza el Sacramento»
FÉLIX MARÍA AROCENA SOLANO
Profesor de teología y liturgista.
Con la fórmula de despedida del -Ite missa est- está relacionado también el término «misa», sobre el cual se ha formado en la mayoría de las lenguas europeas palabras y grupos de palabras para designar a la misa: «Misa», mass, messe, messa, Messe, etc. Su derivación del verbo latino mittere, enviar, despedir» puede en principio plantear un enigma acerca del origen y el significado del término «misa».
En la época de la reforma esta denominación chocó con un duro rechazo porque, según la opinión reformadora, estaba inmediatamente en relación con el sacrificio de la misa, que rechazaban. En realidad, el sacrificio de la misa se defendió también haciendo referencia al nombre «misa» para designar el sacrificio.
Aunque el influyente Pedro Lombardo conocía todavía su relación con la fórmula de despedida -Ite missa est-, el concepto de «envío» no se entendió desde el punto de vista de la despedida de los fieles, sino “de la elevación del sacrificio y del envío del Espíritu Santo sobre la consagración.”
Missa viene de dimissio, de la despedida al final de la celebración. Ésta no era un sobrio aviso del final de la congregación, sino que iba acompañada de una bendición especial, como en el caso de la despedida de los catecúmenos. A partir de la bendición solemne de despedida, la missa acabó por asumir el significado general de «bendición».
Ya en torno al año 400 se dio una reiterada ampliación de significado al recibir toda la celebración el nombre de missa a partir de la bendición que la concluía, no sólo la celebración eucarística, sino también otras celebraciones litúrgicas. Missa vespertina era justamente la víspera, así como la designación de la missa nocturna, la liturgia nocturna de las horas; missa asumió el significado general de «servicio divino». También la celebración eucarística es una missa de tal naturaleza: «Este uso lingüístico pudo imponerse tanto más fácilmente cuanto la misma postura corporal del estar inclinado en posición de pie, adoptada cuando el obispo o el sacerdote extendía sus manos en actitud de bendición, con frecuencia se exigía también en los momentos culminantes de algunas funciones aisladas, es decir, en las oraciones sacerdotales y, sobre todo, en el canon de la misa. La oración sacerdotal fue siempre una especie de missa, hacía descender la benevolencia y la bendición de Dios sobre todos los que, en actitud de adoración, se inclinaban ante Dios, pero por encima de todo allí donde el mismo cuerpo y sangre de Cristo... se hacía presente».
Desde mediados del siglo V está claramente atestiguado el término missa para designar a la celebración eucarística.
MICHAEL KUNZLER
Libro: La liturgia de la Iglesia
Espíritus falsamente "científicos" que han querido descubrir razones utilitarias en todos los ritos, no son fenómeno nuevo.
A este respecto fue ya célebre la posición del liturgista De Vert en el S. XVIII. Según él todos los ritos tenían sus motivaciones prácticas: si en la misa se encendían cirios era porque en las catacumbas todo estaba a oscuras, si se empleaba el incienso era para subsanar los malos olores de aquellos recintos sin ventilación, si los neófitos llevaban en sus manos después del bautismo cirios encendidos era porque el bautismo se celebraba en la noche de Pascua en la que era necesario iluminar el camino que iba desde el baptisterio al altar.
Pero como muy bien le argüía ya en su tiempo otro célebre liturgista, Le Brun: Si estos ritos se realizan sólo por motivos utilitarios, no se comprende por qué era el obispo y no un acólito el encargado de incensar el altar, ni por qué razón los catecúmenos que necesitaban cirios para iluminar el camino del baptisterio al altar no los habían necesitado también antes del bautismo para dirigirse de aula de la iglesia al baptisterio, o porque no llevaban también cirios el obispo y los demás fieles.
Como decíamos más arriba: en la celebración hay gestos utilitarios y gestos simbólicos, y debe respetarse la naturaleza de ambos.
PEDRO FARNÉS
Libro: La pastoral de la Eucaristía.
Es muy cierto que Jesucristo es sacerdote, pero no para sí mismo, sino para nosotros, porque presenta al Padre eterno las plegarias y los anhelos religiosos de todo el género humano; Jesucristo es también víctima, pero en favor nuestro, ya que sustituye al hombre pecador. Por esto, aquellas palabras del Apóstol: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús» exigen de todos los cristianos que reproduzcan en sí mismos, en cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de ánimo que tenía nuestro Redentor cuando se ofrecía en sacrificio: la humilde sumisión del espíritu, la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias a Dios.
Aquellas palabras exigen, además, a los cristianos que reproduzcan en sí mismos las condiciones de víctima: la abnegación propia, según los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontáneo ejercicio de la penitencia, el dolor y la expiación de los pecados. Exigen, en una palabra, nuestra muerte mística en la cruz con Cristo, para que podamos decir con san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo».
PIO XII
Mediator Dei: Cristo, sacerdote y víctima
AAS 39 [1947], 552-553
El nuevo Misal no habla ya de -elevar- el Cuerpo y la Sangre del Señor (en el relato de la institución), sino simplemente de -mostrarlos-, la elevación se realizará hasta la Doxología (Por Cristo, con Él y en Él...).
Este gesto puede parecemos hoy un gesto natural; no obstante, se trata de un rito exclusivo de la liturgia romana e, incluso por lo que se refiere a esta liturgia, es un gesto relativamente moderno.
La elevación que sigue a la Consagración no se deriva ciertamente de los -gestos de Jesús-, pues él no elevó ni el pan ni el cáliz para que fueran adorados. Ni se deriva tampoco de la práctica de la Iglesia universal, pues, ninguna de las liturgias -a excepción de la romana- posee tal rito y la romana lo conoce únicamente a partir del s. XII.
Comprender mejor el gesto y a situarlo más correctamente en la dinámica fundamental de la Misa, nos ayudará a vivir mejor la Eucaristía que nos mandó celebrar el Señor.
Cfr. PEDRO FARNÉS
-Pastoral de la Eucaristía-
No puede haber liturgia donde no hay símbolos,
por ello, suprimir los símbolos,
aunque sea bajo el pretexto de "sencillez",
es desfigurar la liturgia.
PEDRO FARNÉS
Pastoral de la Eucaristía
“Que un laico -hombre o mujer-
ayude al que preside a distribuir la Eucaristía
es algo que está en manos del obispo,
o incluso del sacerdote
si así Io ha dispuesto el obispo,
como es el caso de muchas diócesis españolas (cf. Instrucción "Inmensae Caritatis” 1, I y II : Ritual de la Sagrada Comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la misa, p. 133) ;
en cambio tomar uno mismo
del altar el pan o el cáliz
ni el obispo puede permitirlo,
pues ello disminuirá el simbolismo sacramental de la Eucaristía”
PEDRO FARNÉS,
profesor de la facultad de teología de Cataluña y del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona
Llegaron los rituales renovados, pero no llegó la teología litúrgica para profundizar esta renovación.
Es necesario poner el acento en la -dimensión mistagógica-, el encuentro con el Misterio. Esto no ha entrado en las casas formativas. Dígase seminarios, dígase escuelas teológicas.
Salimos expertos en la sacramentaria y dogmática, pero no en el arte de celebrar. Es muy necesario que como docentes y especialistas entreguemos una formación litúrgica mistagógica integral: Fe. Vida. Celebración.
Cfr. Pbro. Lic. Gonzalo Guzmán Karadima.
Profesor del Instituto de Teología Litúrgica de Cataluña.
XLVI CONGRESO DE COMISIONADOS DIOCESANOS Y PROVINCIALES PARA LA PASTORAL LITÚRGICA,
Dimensión episcopal para la pastoral litúrgica en México 2024
Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles: «Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (2, 42). La «fracción del pan» evoca la Eucaristía. Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia.
Ecclesia de Eucharistia n.3
Del Rito del inicio de ministerio de un nuevo párroco.
En la CAPILLA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, el Sr. Arzobispo sin portar solideo, dice:
El santo cura de Ars logró tocar el corazón de la gente no gracias a sus dotes humanas, ni basándose exclusivamente en un esfuerzo de voluntad, por loable que fuera. Conquistó a las almas, incluso a las más difíciles, comunicándoles lo que vivía íntimamente, es decir, su amistad con Cristo. Estaba enamorado de Cristo, y el verdadero secreto de su éxito pastoral fue el amor que sentía por el misterio eucarístico. Hijo, celébralo y vívelo, así se transformará en ti en amor por la grey de Cristo, los cristianos, y por todas las personas que buscan a Dios.
La única verdadera caída del ser humano es su vida noeucarística en un mundo noeucarístico."
Alexander Schmemann