RELATOS DE MIEDO(II)

EL JUEGO DE LOS PAYASOS


Me desperté, pero esta vez no estaba sola, estaba con los pasajeros del avión, en un lugar desconocido sumido en la más absoluta oscuridad. ¡Otra vez!, ¡otra vez ese macabro y retorcido juego! ¿Es que nunca va a terminar?

Empecemos desde el principio, me llamo Valeria Jackson, soy, o más bien era agente del F.B.I. Nunca tuve miedo a nada en particular, nunca me dio miedo la oscuridad, ni los fantasmas, ¡ni siquiera los payasos! Por eso decidí hacerme policía, y gracias a mi valentía se me dio bien.

Todo empezó cuando me asignaron un caso de asesinato en Queens, Nueva York. No tenía ni idea de que eso cambiaría mi vida a peor.

Llegué, todo parecía normal: la escena del crimen, el cuerpo sin vida de un hombre… Hasta que me fijé en sus ojos, ¡no tenía pupilas! y eran de un color rojo intenso.

Empezó a moverse, se incorporó, gritó, y… de pronto no había nadie y no se oía nada. ¿Estaba muerto? De pronto una voz susurró: “Valeria…¿Vienes a ver mi espectáculo?” Y seguidamente más voces, en total cinco. Cinco voces escalofriantes que querían algo de mí, busqué mi arma, pero no estaba. ¡Genial!, pensé, estoy sola y desarmada en un extraño lugar que no conozco y con cinco tíos psicópatas, ¿qué puede salir mal?

Eché a correr, pero la gravedad no era la misma, hacía mis pasos más pesados y lentos. Tropecé y me caí, caía y caía y seguía cayendo, ¡no había final! Se empezó a hacer muy oscuro, y de pronto apareció la cosa más fea, más horrible y más horrorosa del mundo. ¡Una cara gigante, de un ser verde moco!

Me sopló, y aparecí en un maizal, pero, ¡no estaba sola! Allí habían cinco payasos siniestros y amenazantes que me estaban mirando, con unas sonrisas de oreja a oreja con las que mostraban sus irregulares y puntiagudos dientes.

Se acercaron y me propinaron una brutal paliza, perdí el conocimiento, y cuando lo recuperé ya se habían ido y el paisaje había vuelto a cambiar, esta vez estaba en un coliseo romano, rodeada de leones salvajes y sentenciada a morir.

La primera fiera atacó, y yo la esquivé, pero empezaron a atacar todos esos leones, en total veinte. Caí derrotada por los leones y humillada por el público del coliseo. Y de la nada aparecieron mis captores, ellos eran los verdaderos animales, no los leones. Les lancé una mirada con un odio indescriptible y… Vuelta a empezar.

Me encontraba rodeada de arbustos de por lo menos ocho metros, y… cómo no, ¡de esos payasos!, ¡de esos engendros que solo pensaban en torturarme!

Hablaron a la vez, y dijeron: contaremos sesenta segundos, si consigues encontrar la salida te dejaremos regresar a tu mundo, y si no… te perseguiremos de por vida.

Corrí, pasaron los sesenta segundos y seguía sin encontrar la salida. Y de repente la vi, corrí como nunca antes, me faltaban tres pasos, ¡todo iba a terminar!

Pues no, un payaso se me apareció delante de mí y me dio un sartenazo en la cabeza, caí al suelo, aparecieron los otros cuatro payasos, el cuarto con un hacha, me miraron, como esperando a que suplicara por mi vida, que pidiera clemencia. ¡Ja!, pensé, ya pueden seguir esperando.

Uno se inclinó sobre mí, y le escupí en la cara. Molestos, se dispusieron a acabar conmigo. El que llevaba el hacha, se acercó a mí, levantó el hacha sobre mi cuello y… ¡Señores pasajeros, abróchense los cinturones, nos disponemos a aterrizar!

Estaba durmiendo, no trabajaba para el F.B.I., sino para la Interpol, iba camino a Polonia, a arrestar a uno de los mayores narcotraficantes de Europa.

¡Señores pasajeros!, para hacer el aterrizaje más llevadero, hemos preparado un espectáculo, salen cinco payasos con muchas ganas de jugar a un juego…

Iris Valera Tovar - 1º ESO D

I.E.S. Enric Valor