Una forma estupenda de controlar los nervios es usar el miedo como motivación, es decir, ¿tenéis miedo a que vuestra intervención salga mal? Pues entonces practicadla tanto que reduzcáis al mínimo los riesgos de que esto ocurra.
Recordad también que mostrar vulnerabilidad en el escenario no tiene por qué ser negativo: el público acoge bien a los conferenciantes que están nerviosos, sobre todo cuando estos lo reconocen. Así que, aceptad vuestras manos sudorosas y vuestro corazón desbocado como signos de emoción. Esta reevaluación de la ansiedad os ayudará a que los nervios no os superen. Según un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en 2014, el modo en que piensas en tu ansiedad puede cambiar la forma en que te desenvuelves bajo tus efectos.
En este estudio, la catedrática Alison Wood Brooks realizó varios experimentos con personas que tenían que hablar o cantar en público, aquellas que dijeron «Estoy nervioso/a» o «Estoy emocionado/a» dieron mejores discursos, según las valoraciones de jueces independientes. Brooks sugiere que esta técnica funciona porque fomentar la emoción te anima a concebir el reto como una oportunidad, mientras que obligarte a calmarte, te hace verlo como una amenaza.