Los nervios antes de una presentación son normales, todo el mundo se siente intimidado/a ante un auditorio. Según un estudio publicado en 2018 por la Universidad Chapman, los estadounidenses le tienen más miedo a hablar en público que a las serpientes, los insectos o a caminar de noche por un lugar solitario.

Por otra parte, otros muchos estudios demuestran que hay formas de evitar que los nervios os jueguen una mala pasada.

Usad vuestro miedo como motivación

Una forma estupenda de controlar los nervios es usar el miedo como motivación, es decir, ¿tenéis miedo a que vuestra intervención salga mal? Pues entonces practicadla tanto que reduzcáis al mínimo los riesgos de que esto ocurra.

Recordad también que mostrar vulnerabilidad en el escenario no tiene por qué ser negativo: el público acoge bien a los conferenciantes que están nerviosos, sobre todo cuando estos lo reconocen. Así que, aceptad vuestras manos sudorosas y vuestro corazón desbocado como signos de emoción. Esta reevaluación de la ansiedad os ayudará a que los nervios no os superen. Según un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en 2014, el modo en que piensas en tu ansiedad puede cambiar la forma en que te desenvuelves bajo tus efectos.

En este estudio, la catedrática Alison Wood Brooks realizó varios experimentos con personas que tenían que hablar o cantar en público, aquellas que dijeron «Estoy nervioso/a» o «Estoy emocionado/a» dieron mejores discursos, según las valoraciones de jueces independientes. Brooks sugiere que esta técnica funciona porque fomentar la emoción te anima a concebir el reto como una oportunidad, mientras que obligarte a calmarte, te hace verlo como una amenaza.

La respiración

Es muy importante controlar la respiración. Los especialistas de The Harvard Medical School señalan que la respiración profunda, también llamada diafragmática, abdominal o de ritmo, tiene como resultado mayor calma, control de la ansiedad y tensión.

En la respiración diafragmática el aire entra por la nariz y llena completamente los pulmones y se eleva la parte baja del abdomen; después se suelta despacio el aire por la boca. Si lo repetís tres veces antes de iniciar la charla os sentiréis mucho más relajados/-as.

Podéis ver un vídeo donde os enseñan a realizar la respiración diafragmática o abdominal:


El ejercicio

Aquellos de vosotros o vosotras que sois muy «físico/as», es decir, que exteriorizáis vuestro nerviosismo a través de movimientos incontrolados de vuestro cuerpo (movimiento de pies o manos, golpeteos con los dedos, oscilaciones del tronco, etc.), puede que os venga bien realizar ejercicios físicos vigorosos justo antes de comenzar la exposición: flexiones, paseos enérgicos, carreras, etc.

El agua

La adrenalina provocada por los nervios puede secaros la boca. La adrenalina se puede controlar con los ejercicios de respiración que os hemos indicado antes, pero también es importante asegurarse una buena hidratación. Cinco minutos antes de la charla bebed un tercio de una botella de agua. Cuidado, no os atiborréis de agua porque tendréis la necesidad de ir al baño en medio de la charla y eso os pondrá más nerviosos/as.

La comida

La norma es no ir a una sesión MUN con el estómago vacío, aunque tampoco conviene llenarse demasiado. Comed algo sano una hora antes y tened a mano una barrita energética o similar por si tienes una bajada de azúcar provocada por los nervios.

Tened listo un Plan B

Vosotros/as mismos/as sois los que mejor os conocéis, sabéis de vuestros fallos, vuestras carencias y vuestros miedos. Así que tened siempre a mano un recurso por si algo falla:

  • Si os preocupa que se os olvide la intervención, llevad unas notas preparadas y perfectamente ordenadas para poder echar mano de ellas en caso de bloqueo.

  • Si lleváis vuestra intervención en formato digital: móvil, ordenador portátil, tablet, etc., no olvidéis que la tecnología tiene una parte diabólica y se empeña en fallar cuando menos te lo esperas, así que intentad llevarlo todo controlado, con copias de seguridad, acceso desde offline, etc., y llevad preparada alguna anécdota para contar mientras se repara o se organiza.

Centraos en transmitir vuestras ideas, no en "quedar bien"

Amanda Hennessey, fundadora del Boston Public Speaking, y Chris Anderson, fundador de Ted Talk, os aconsejan que os centréis en lo que decís y no os obsesionéis con lo que piensen los asistentes; de este modo, el discurso se convierte en «un intercambio de ideas y no un referéndum sobre tu valía.»

Hennessey sugiere que os repitáis pensamientos positivos como: «Lo tengo controlado», «No tengo que demostrarle nada a nadie», «Me emociona hablar de algo que me importa» o «Puedo hacerlo bien». Cualquier frase positiva que os ayude puede funcionar.

Un vídeo final

Os incluyo para finalizar un vídeo de El Hormiguero en el que la psicóloga Elsa Punset nos da consejos para superar el miedo a hablar en público. No todos son muy elegantes, pero os podéis reír un poco: