Rover Lunar

Para adentrarnos en la Luna y movilizarnos por ella, primero debemos saber qué es un astromóvil y cuales son sus funciones.

Un astromóvil es un vehículo espacial diseñado para moverse sobre terreno desconocido, con la intención de explorar lo máximo posible el planeta. Han sido diseñados para transportar tripulantes durante vuelos espaciales, o en otros casos, son vehículos completamente autónomos, que llegan en una nave espacial de descenso (aterrizador).

Los astromóviles son capaces de soportar distintos picos de temperaturas, tanto altas como bajas, y deben resistir ante altos niveles de aceleración. No nos olvidemos de la resistencia que oponen ante la corrosión, los rayos cósmicos, la presión y la arena, manteniéndose en buen estado durante el periodo asignado para el rover. Sin embargo, los astromóviles cuentan con funciones bastante útiles que nos sirven de ayuda a la hora de tantear el terreno:

-Están programados para inspeccionar el suelo terrestre, con el propósito de aprender sobre los materiales que lo componen, o adentrarse en sus cráteres y averiguar el porqué de ellos. 

-Miden los niveles de radiación, una acción importante que los científicos investigan antes de enviar astronautas a la Luna. 

-Cuentan con cámaras útiles que nos otorgan una clara visualización del terreno en un radio de cinco metros. 

A fin de cuentas, un rover será nuestro mejor aliado para movilizarnos por la Luna, o incluso por Marte, y no solo por ser un nuevo medio de transporte, sino por ser una vía confiable cuando no estamos seguros del lugar al que nos adentramos. 

Pero, ¿sabes como funciona un Rover Lunar?

El primer vehículo Rover en desplazarse por la luna fue el "Lunar Roving Vehicle" perteneciente al Apolo 15.

El vehículo estaba constituido de un chasis de aluminio dorado, con cuatro ruedas independientes y dos asientos. Contaba con baterías, unidad de proceso de información y un control eléctrico de marchas y dirección, puesto que cada rueda contaba con un motor eléctrico independiente alimentados por un par de baterías de 36 voltios. 

Sirvió como un nuevo sistema de innovación, facilitando el transporte de los astronautas y la captura de imágenes del entorno en el que se encontraban, así como exploraciones en profundidad, aunque nunca sobrepasando kilómetros establecidos del módulo (9,4 km). 

Para demostrar su uso, he aquí un experimento casero. 

Si bien el LRV contaba con una tecnología de alta gama, el Rover Lunar IBS es una réplica similar, pero de materiales sencillos y placas reutilizadas.

En la primera imagen, podemos observar las seis ruedas empleadas en el proyecto, hechas de corcho blanco y rodeadas por una cinta gruesa para otorgarle una mayor adherencia. Como podemos ver, dos de estas ruedas van unidas a las estructuras de la segunda imagen, es decir los motores, y van conectadas a una placa receptora. La placa receptora, como bien podemos ver, se encarga de direccionar las ruedas a nuestro gusto gracias a su conexión con el control remoto. En la cuarta imagen, se comprueba el funcionamiento de los motores, ambos conectados a una pila de 9 voltios, o a las placas solares. Y en cuanto al funcionamiento de las ruedas, solo las cuatro restantes que no están conectadas a los motores son independientes. Eso se debe al terreno lunar, que es uniforme y posee cráteres que difícilmente lograríamos atravesar con un vehículo común. 

Pero para asegurarnos del buen funcionamiento del Rover, se han añadido dos placas solares de 5 voltios cada una conectadas en paralelo, que adaptadas a un modelo real y aumentando sus voltios serían capaces de absorber la luz del Sol para recargar la batería. Se calcula que serían necesaria una tensión de carga superior a 30 voltios. 

Y con las placas instaladas, la batería cargada y el control remoto en funcionamiento, el Rover Lunar IBS estaría a nuestra disposición.

Esquema eléctrico