Guillermo García

Agua y codicia

Los días eran de tranquilidad y el cielo estaba calmado, donde habitaban los dioses. Pero en la tierra, Pedro trabajaba en el campo sin descanso, para poder alimentar a su familia. Eran épocas muy difíciles, en las que había que rezar para que los dioses ayudaran a llegar al final del día, sobretodo a Herectum, dios del trueno y de las tormentas, ya que eran épocas de extrema sequía. Un día mientras que Pedro trabajaba duro en el campo, paró a descansar a las sombras de unas grandes rocas. Cuando despertó vio algo brillante, una luz azul entre las rocas. Difícilmente consiguió entrar en aquel pequeño espacio, no era capaz de ponerse en pie ya que se daba con el techo de aquella pequeña cueva. Siguió gateando siguiendo la luz hasta llegar a una pequeña piedra mojada azul brillante, colocada en la pared de la pequeña cueva.

-¿Es cierto? se preguntó Pedro -Las leyendas eran ciertas,¡La he encontrado! ¡Que suerte la mía! por fin no tendremos que preocuparnos por las cosechas y el agua- Dijo Ppedro emocionado

Lo que Pedro no sabía era la catástrofe que generó no muy lejos de su hogar, ya que las leyendas no son del todo ciertas…

-Familia, familia -gritaba emocionado al entrar a casa.

-¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? preguntaba sus dos niños y su esposa intrigados

-He encontrado la piedra marina mágica. Según cuentan esta piedra es una fuente de agua, no tendremos que preocuparnos más por nuestras cosechas y podremos beber cuando queramos.

Aquella noche, Pedro se levantó de madrugada porque escuchó sonidos muy extraños y ensordecedores, al salir de casa truenos y relámpagos alumbraban el cielo, mientras que las nubes se volvían cada vez más negras y se movían más rápido. Pedro estaba muy asustado, no era capaz de comprender lo que estaba pasando, de pronto apareció la figura de un hombre, al acercarse pudo ver que era alto y fuerte , se dió cuenta que no era un hombre cualquiera, aquel sujeto de ojos azules, barbas y pelo rubio, con grandes brazos que empuñaba una lanza con forma de trueno en la punta… Resultó ser un dios, Herectum, dios del trueno y de las tormentas. El campesino, asustado y paralizado preguntó…

-¿A qué has venido, oh gran señor de los cielos y de las tormentas?.

-A avisarte joven campesino.

-Avisarme de qué señor

-¿Has encontrado algo especial verdad? Esa magia no se encuentra tan fácil… Has tenido suerte pero no puedes controlar tanto poder, debes dejarla donde la encontraste o males te perjudicarán a ti y a los tuyos.

-No- dijo decidido Pedro -Lo necesito, necesito regar y plantar mis cosechas y necesito poder dar de beber a mi familia, he encontrado esta piedra, !¿Es mía y solo mía!

-Hazme caso ignorante, no puedes quedartela, grandes males se avecinan, debes devolverla, puedes usarla para ayudar a tu familia, pero debes devolverla antes de que acabe la noche, estás avisado.

De pronto el dios desapareció y empezó a llover… cada vez con más intensidad, cosa que al campesino no le dio importancia.

-Já, dioses a mi… jamás devolveré la piedra, es mía, la necesito - pensó Pedro mientras volvía a la cama sin separarse de la piedra.

A la mañana siguiente Pedro despertó solo en su cama y estaba rodeado de agua

-¿Qué es esto? ¿Es un sueño? pensó angustiado

No había nada allí, solo él su cama flotando y agua mucha agua.

Al ver que no era un sueño y que eso estaba pasando de verdad Pedro fue a buscar la piedra y tampoco estaba, se pasó horas rezando y llorando porque no entendía nada.

El cielo se oscureció y se volvieron a escuchar truenos y rayos, Herectum apareció y dijo:

-Te advertí y no me hiciste caso, ahora tu familia y tu hogar está en el fondo del océano, tu avaricia y codicia te ha llevado hasta aquí.

Así fue.. Pedro terminó solo en medio de una gran tormenta e inundaciones, que había creado él tras la magia de la piedra, por la codicia.