9. Los primeros kilómetros

Doy los primeros pasos y la lluvia empieza a cobrar sus efectos. Siento las piernas entumidas, cada paso lo siento en los huesos, en los músculos de las pantorrillas. Les cuesta mucho trabajo activarse, estoy muy fría, muy entumida.

La porra oficial no logró llegar a la salida. La lluvia ha disminuido, ya sólo se trata de un chipichipi pero sigue cayendo. Todavía no salimos de Av. Juárez, apenas vamos agarrando ritmo y viene el primer cambio de ritmo. Todos se detienen en frente de mí. Nos paramos prácticamente en seco. ¿Qué pasa? Poco a poco avanzamos. Se trata de un charcotote. La gente no quiere atravesarlo, prefiere rodearlo pero no es tan fácil pues están las vallas a los lados que no permiten subirse a la banqueta. ¿Y si lo atravieso? Finalmente ya estoy empapada, no puedo mojarme más los pies, están en su punto de saturación. Pero el agua se ve puerquita, ¿y si me encuentro con un bache que no se ve por lo profundo del charco? Si así se rompen llantas de autos, ... ¿qué puede pasarle a mis patitas? Mejor rodeo el charco.

Vuelta a la derecha en Reforma, hay menos gente que el año pasado echando porras pero a pesar de la lluvia, hay gente, están los voluntarios oficiales y otros grupos que con todo el ánimo del mundo nos echan porras. Pasamos el primer bloque de sanitarios, hay una buena fila. Siento ganas de ir al baño. ¡No es posible! Claro, después de ver caer tanta agua, lo único que piensa uno es en ir al baño. Decido aguantar.

Damos la vuelta en U. Un charco más, más bien una alberca. Esto parece duatlón, unos kilómetros corriendo y otros nadando. Hago el mismo análisis y decido evitar el charco. Había dos opciones, hacer fila por la izquierda, o por la derecha en el camellón. Decido la segunda. El camellón también está inundado y lleno de lodo, nuevo punto de decisión: charco por la izquierda, lodo de camellón por la derecha o filito de banqueta, cual gimnasta en barra. Me voy por la tercera. El cambio de ritmo se siente pero no es determinante pues apenas llevamos unos 3 km. Me concentro para mantener el equilibrio y se termina el charco. Retomamos la carrera, volvemos a agarrar el ritmo. Paso Av. Juárez, hace un año la porra oficial ya me estaba esperando. Esta vez la lluvia ha dejado poca gente, pero la que hay está animada. Veré a la porra oficial hasta después del kilómetro 15, en el metro Auditorio, ¡ya quiero llegar a verlos!

Voy llegando a la Diana, vamos por ahí del kilómetro 7.5. Se siente la emoción, pasan las motos en sentido contrario. ¡Vienen los punteros del otro lado! Ellos van en el kilómetro 25. Primero las mujeres, se ven muy bien, muy fuertes y ya llevan la mitad. Vienen los hombres, la misma escena que en otros años, la mayoría de Kenia y Etiopía. Distingo al Peruano, ¡qué emoción! ¿Quién ganará? Retomo mi paso. Siempre el ver a los punteros me emociona mucho, me llena de adrenalina y hace que aumente el paso. Toca reenfocarse y retomar el ritmo. Me doy cuenta que la música me tiene hipnotizada, canto, cuento, pienso, ... Esta vez me doy cuenta que voy tan concentrada que no logro conservar mis pensamientos, simplemente están fluyendo, no hay tema específico, no hay análisis, no hay locuras, simplemente voy hipnotizada. Me gustó ese estado, realmente iba concentrada.

Ya no llueve, vamos por Polanco. Damos la vuelta en Thiers. Me acuerdo de todas mis amigas. La porra a nivel de calle estaba muy animada, pero lo mejor era la porra en uno de los pisos de arriba del edificio de la esquina. Eran tres chicos sin camisa o playera, mostrando una musculatura hermosa, inspirando a toda chica que pasaba por ahí. ¡Ni modo!, no me podía quedar a admirar la escena, tenía que seguir con mi camino. Me llevaba la imagen cual fotografía en mi memoria, algo para recordar.

La primera subida pronunciada es en el puente que cruza Mariano Escobedo. La rodilla izquierda se hace presente por primera vez, pero viene lo planito y desaparece. Nos olvidamos de ella. Llegamos a Ejército Nacional. El año pasado, por esos rumbos se dejó venir una brisa ligera, a mí me pareció algo molesta. Hoy sin brisa, seguía empapada. Ya por Masaryk las calles parecen arregladas, todavía hay trabajo de reparaciones, pero por lo menos no había grava o no había hoyos. Cada vez hay más gente en la calle echando porras.

Había ya pasado el kilómetro 10. Ahí tocaba empezar con tomas de Gatorade cada 5 km. Así que en el puesto de hidratación tomo mi primer vasito de Gatorade. ¡Oh sorpresa! Unos metros adelante siento como no le gusto a mi barriguita, hace guruguru. Por favor que no se complique, no quiero parar al baño. Decido no tomar Gatorade en el kilómetro 15, no vaya a hacer un guruguru adicional la barriguita. Me sigo con sólo agua hasta el kilómetro 25.

De vuelta a Reforma, estamos cerca del metro Auditorio, ya huelo a la porra oficial. Damos vuelta en Circuito Gandhi. Empieza a haber gente caminando. Esto de salir con el bloque por tiempos es bueno porque todos a tu alrededor llevan un ritmo parecido. Al principio de la carrera no sales disparado ni te alucinas porque los demás van muy rápido, todos salimos con un ritmo similar y lo bajamos igual. Van varios a mi alrededor que he venido siguiendo desde el inicio. Lo malo es que todos nos descomponemos y empezamos a ver a todos los caídos, tanto de los bloques anteriores como del propio.

Salgo a Reforma, toca estar atenta, faltan sólo unos pasos. ¡SÍ! ¡Ahí están! Mi madre lista con la cámara, mi padre un poco distraído. Al fin me ven los dos. Me lleno de alegría, ellos también. Paso a su lado y sigo mi camino después del envío de múltiples besitos de un lado a otro. Alcanzo a escuchar, nos vemos del otro lado. ¡Yupi! Un poco más de esto. Doy la vuelta en el Auditorio, lista para buscar a la porra oficial, ¿y si se quedaron del lado izquierdo, en el camellón? Me voy por la izquierda, pero ¿y si sí se cruzaron la calle? Me voy por la derecha. Izquierda, derecha, izquierda, derecha, ... derecha, ¡Fiuf, le atiné! Estaban en la derecha. Porras y más porras, fotos, click, click, muchos besitos, muac, muac. ¡NOS VEMOS EN LA META!