Parte 2 - 3 días antes del día M

El jueves finalmente los tendones cedieron, las cintas quedaron en su posición final protegiendo gemelos y tendones, además del flexor izquierdo de cadera. Mi último kilómetro de entrenamiento fue por fin sin dolor ni molestia. Estaba lista.

Tenía en mis manos mi paquete de corredor. Puse a la vista el número para que me cayera el veinte de que por fin estaba a la vuelta de la esquina el número. Le compré su playera a Raul para que fuera de rosa igual que yo. Todo estaba listo.

Raúl había estado trabajando distancia larga para poderme acompañar nuevamente. El domingo se había declarado listo. Pero el jueves en la noche llegó a casa con tos, garganta cerrada y malestar general. Y ahora, ¿quién iba a acompañarme?, 42.195 km solo conmigo. La vez pasada su compañía me había dado fuerzas en esos últimos kilómetros donde las piernas ya no querían seguir y me quería arrancar el hombro derecho. ¿Qué iba a hacer?, ¿de dónde iba a sacar fuerzas sin mi compañero de camino?

Recordé entonces un momento difícil en mi vida en el que Yolanda Campos Campos me preguntó, "¿por qué estás haciendo el doctorado? Si es por ti misma, sigue hasta conseguirlo, sino aquí estamos para apoyarte". Pues sí, era lo mismo. El maratón lo iba a correr porque yo lo quería hacer, porque es mi forma de demostrarme a mi misma que se puede, que sólo se necesita constancia, dedicación y compromiso, que aquello que pensé imposible y que nunca haría lo puedo hacer, y que como me dijo Quetzalcoatl Perez, "cualquiera puede hacer un doctorado pero no cualquiera lo hace". Así es con el maratón y yo no soy cualquiera, soy YO y lo quiero hacer. Con eso en mente me fui a dormir.